Cuando paseaba por las históricas calles del Cusco mágico y milenario en los albores del siglo XIX, su pensamiento estaba centrado exclusivamente al comercio. Esta actividad tan pegada a los riesgos y decisiones rápidas y precisas, la ejercía también en las montañas de Carabaya y en la misma capital de Puno.
El joven Francisco Bolognesi Cervantes, que tenia ancestro italiano y sangre arequipeña, gustaba de la música en sus ratos libres. Era un ducho hombre de negocios de la época que vendía cascarilla, coca y café, con éxito económico sin precedentes.
Pero la vida da sorpresas y por esas cosas que tiene el destino, el comerciante desde sus años mozos se convierte en militar. Decisión la tenía, mando también. Ni que decir del coraje que le sobraba. Vocación escondida, tardía, que lo haría famoso como pocos.
Ingresó al ejército profesional en el arma de artillería al producirse la sublevación contra Echenique. Antes formó parte de la Guardia Nacional con motivo del litigio que surgió con Bolivia.
Francisco Bolognesi
Su carrera militar continuó con éxito. Fue ayudante de campo del Presidente Castilla, su intimo amigo y adscrito a la Inspectoría General del Ejército. Participó como Comandante del Escuadrón Volante y fue jefe de la brigada de la artillería en el asalto de Arequipa en 1858. Lo ascendieron a Coronel por actitud heroica, luego de haber sido herido en el Frente Santa Rosa. Al año siguiente actuó en la campaña con el Ecuador.
Había lentitud y dureza en sus movimientos. Casi siempre tenía la tez bronceada. La voz clara y entera. En la carrera de las armas se había especializado en conocer los ejércitos europeos, tras efectuar profundos y complicados estudios sobre toda clase de armamentos.
EJEMPLO
Nunca se manchó ni con el lodo de las guerras civiles ni con la locura de las riquezas dilapidadas simultáneamente. Fue el que compró, en Europa, la primera artillería que tuvo el Perú compuesta por 54 cañones, allá por el año 1862 donde fue enviado por Castilla.
El Presidente Pezet le encomendó lo mismo, dos años después, para la defensa del Callao. Mucho tiempo ocupó el cargo de Comandante General de la Artillería hasta que se retiró del Ejército a la edad de 55 años.
Exactamente ocho años después lo más saltante de su vida. La Guerra con Chile era una realidad triste. El no vacila ni duda cuando ya mayor ofrece otra vez sus servicios al Perú herido. En síntesis, de próspero comerciante se convirtió en un valiente y heroico soldado con decisión y férrea voluntad de luchar hasta perder la vida, antes de ver a la patria invadida y derrotada.
Bolognesi, a los 63 años, ingresó con su ejemplo y admirable actitud por la senda de la historia: admirado, siempre querido, ejemplo de generación tras generación.
Sin titubear, el valeroso coronel desafió a las fuerzas chilenas convertidas en la adversidad del momento, no importándole absolutamente nada. Ni la desorganización, ni las precarias condiciones con las que el Perú se defendía frente al invasor.
Con su pequeña estatura, el pelo cano, la barba poblada y el bigote punteagudo sentenció sus famosas frases: “Tengo deberes sagrados que cumplir y lucharé hasta quemar el ultimo cartucho”…
ARICA Y EL MORRO
El escenario fue el salón de una antigua casa entablada sin alfombras y arreglada tan sólo con unas cuantas sillas y una maquina de escribir del antiguo puerto de Arica, ciudad que en aquella época contaba con unos 3 mil habitantes. Días de angustia y desesperación para los peruanos en esa localidad diezmada en varias oportunidades por los terremotos, al lado de la Cordillera de los Andes.
Arica lucia blanqueada por el guano con escasos cultivos y guardaba a lo largo de su costa numerosas huacas con momias de enormes ojos amarillos, procedentes de una especie de calamar muy abundante en dicha zona.
Los chilenos tenían las condiciones para ganar pero lo que nunca pensaron fue en la resistencia de Bolognesi y ese puñado de peruanos que perdió la vida en el imponente morro, situado a unos 500 metros sobre el nivel del mar.
El acto de resistir del militar nacido en Lima de padre italiano y madre arequipeña, don Andrés Bolognesi y doña Juana Cervantes Pacheco, ha sido reconocido por los propios textos históricos de Chile como “eminentemente heroico”. Lo demuestran el parte del jefe del Ejército Chileno, General Baquedano y la versión del historiador e intelectual mapochino, Benjamín Vicuña Mackenna, en su libro “Historia de Tacna y Arica”.
..."Lucharé hasta quemar el último cartucho"...
En los días que precedieron a su muerte, el coronel Bolognesi que al decir de Roque Sáenz Peña abogado y ex presidente de Argentina que fue combatiente voluntario del Perú en la Guerra del Pacífico “carecía de cultura pero tenía la percepción clara de las cosas y los sucesos que da la experiencia”, clamaba por ayuda.
Lo prueban los telegramas enviados por el mismo para contar con tropas. Las cartas al Almirante Montero y otros innumerables documentos históricos de ambos países que protagonizaron la conflagración.
BOLOGNESI REIVINDICA
En el mar reinaba la escuadra chilena. En los elevados cerros estaba colocada la artillería de este país. Lo único que no desaparecía eran las acciones del insigne militar y sus hombres que nunca dejaron de luchar.
No era la primera vez que esto ocurría. En Tarapacá, Bolognesi había desafiado al enemigo con fiebre altísima y, en años anteriores, peleó bravamente contra el país del norte, Ecuador.
Su temple se refleja con precisión al afirmar después de la batalla de Tarapacá: “las balas chilenas apenas llegan a las suelas de mis botas”, señalando su pie derecho porque un proyectil le había arrancado un tacón de sus zapatos. O cuando escribe a sus familiares y les dice: “aquí estoy bien de salud, esperando sólo al enemigo para recibirlo sin que me importe su número”.
Bolognesi nos reivindica. Por eso el historiador R.P. Rubén Vargas Ugarte, en la introducción del libro titulado “Las Cartas del General Buendía”, lanza una dura critica a los gobiernos de la época: “es doloroso decirlo pero reina la improvisación y el descuido. Solo brilla como un timbre de legítima gloria y esperanza el valor y la abnegación desplegada por los buenos patriotas como Grau y Bolognesi”.
El cruel y cobarde repase de los soldados chilenos.
Bolognesi murió el glorioso 7 de junio de 1880. Cayó luchando junto a sus hombres. Así ingresa a la posteridad y desde esa lejana fecha se levanta por y para el Perú. Pasa a la gloria aquel coronel que se inició en el trabajo cultivando cascarilla, coca y café en las serranías de Puno y Cusco.
Vive siempre el amigo entrañable de ese gran demócrata que fue el mariscal don Ramon Castilla. Quedan para el recuerdo las acciones del insigne militar que ingresó al ejército profesional en el arma de artillería al levantarse el pueblo de Arequipa contra Echenique.
Nunca se olvida al experto en armamento que por acción distinguida fue ascendido a coronel y volvió a tomar las armas a una edad respetable. Ese ha sido, es y será Bolognesi siempre.
Interesante la vida de este héroe. Realmente no sabia que habia sido comerciante de exito. Me gustan este tipo de artículos sobre todo porque se revelan aspectos poco conocidos. Felicitaciones y sigan con esa misma tónica. Juan Altamirano
ResponderEliminarLos peruanos estamos orgullos de un hombre tan decidido como fue nuestro héroe Bolognesi Siempre tenemos la obligación de recordarlo como se hace en esta oportunidad en este blog
ResponderEliminarHéroe de héroes
ResponderEliminarRealmente honra al Perú
Este tipo de relatos le hace bien a la conciencia del Peru. Porque forma y nos refuerza el orgullo que debemos tener con nuestro pasado.
ResponderEliminarGrau y Bolognesi son,definitivamente, nuestros héroes máximos. Esta vida de Bolognesi muy interesante ¿Por qué no se hace lo mismo con Grau? Juan Sologuren
ResponderEliminarLuchar a tan madura edad es una hazaña. A propósito conozco la casa donde nació Bolognesi en el centro de Lima. Esta mal cuidada. Se debe hacer algo para que se conserve bien. Un héroe de su altura se merece eso y mucho más
ResponderEliminarLeí lo de Cáceres. Ahora es Bolognesi. Para completar faltan Grau y Quiñonez. Esta es una buena labor de reconocimiento histórico. Por favor, siga con estos temas. Gladys Urbina
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