Cuando apareció hace unos 30 años o más estremeció la conciencia y el sentimiento de los peruanos. Había sido escrito a pulso de humanidad y corazón. Como siempre impecable. En la forma tan expresiva y calurosa de su autor: el periodista Jorge “Cumpa" Donayre Belaúnde.
Todo un suceso fue la aparición de ese canto poético denominado, acertadamente, “Viva el Perú Carajo”. La voz del actor Luis Alvarez realmente emocionaba cuando pronunciaba las coplas y en cada estribillo, con los vivas contundentes. Mientras se escuchaba el fondo musical, con la guitarra del incomparable Oscar Aviles.
Donayre se inspiró en el mismísimo Perú con sus logros y características peculiares. En el modo de ser de cada peruano. Sobre todo en los ciudadanos de a pie, los más humildes. Pero también en nuestro mar, en la geografía agreste.
En la flora y fauna nacional. En el pasado histórico. Los ríos, Las lluvias, los terremotos y las sequías. Los niños pobres, aprovechando para recordar melancólicamente a su madre, Expresarle el cariño a la mujer que lo ama y a su único hijo, Alberto.
Le gustó a todos. Al hombre común y corriente y al encopetado. Al rico y al pobre. A los profesionales. Porsupuesto que a los militares. A las mujeres. A los jóvenes a los niños. En fin, el "Cumpa" otra vez acertó. Como siempre lo hizo.
He aquí la letra del canto:
Bueno, ha llegado el momento,
el momento esperado siglo y medio,
para que desde la antigua vasija de mi canto
extraiga este grito de barro estremecido.
¡Viva el Perú Carajo!
Vivan las espumosas olas,
sobre las que llegó la historia de Dios
en totoras y velas desafiantes.
El océano largo y submarino
de infinitos, profundos habitantes.
El voluptuoso cetáceo, las gaviotas,
las algas, el bonito y el humilde guanay
que ha digerido a millones de libras esterlinas.
Este es mi mar, mis islas, mis arenas,
mis remos, mis atardeceres y mis redes.
¡Viva el Perú Carajo!
Viva este monumento de piedras
levantado sobre cimas de la eternidad
donde el tiempo no se atreve a morir.
Viva esta huaca donde anduvo
la raza de los viejos abuelos,
abuelos a la vez de 8 millones de serranos,
que quedan allá arriba, prendidos de las cumbres;
y aquí abajo, servidumbre barata
de las casas de Lima, mozos del mayorista,
ebrias, turbias postergadas gentes de las barriadas,
emolienteros, vendedores de frutas, carretilleros,
público sudoroso de los coliseos,
chimpunes, driles y camisas de mugre.
Viva el Perú Carajo!
Este río es peruano,
y es su cuna, una huraña fuente
enclavada en la cumbre
que vacía y llena el hechizo del cielo,
gota a gota o en tempestuosas lluvias.
Viene en su lecho con limos y polvos minerales,
sembrando valles, preñando y alumbrado,
padre y madre a la vez,
la vida del hombre y de las plantas,
los animales, las aves y los peces.
Indios, mariposas,
cholos, blancos, negros, leche, rosas,
todo, todo lo siembra el río,
que baja desde la nube con fuerza creadora.
¡Viva el Perú Carajo!
Viva esta selva sembrada por el propio Señor,
una fresca mañana cuando pasó el diluvio,
el día que sus dedos,
moldearon su mejor creación sobre el planeta.
Aquí la fuerza desata un huracán de lluvias y de orquídeas,
llanuras de verdor cubren la tierra
donde se enroscan ríos y serpientes.
vuelan los guacamayos, parlotean los monos trapecistas
mientras, río arriba surca una canoa
en la que van amándose Carlos Rumiche y su María,
seguros de que el río ha de traerles
junto a la cesta de peces, el hijo prometido.
Viva el hombre peruano,
al que no espanta la dura geografía
que Dios nos entregó como instrumento.
Sobre las conmociones cataclísmicas
que agitan los cimientos de los mares y la tierra
sembramos, desafiando terremotos, nuevas ciudades,
nuevas casas, las riegan las lágrimas transidas de las viejas,
de los huérfanos niños, de los hombres.
Nosotros somos súbditos del temblor y el terremoto.
¡Viva el Perú Carajo!
También al huayco, a las inundaciones, las sequías,
le sabemos sus caras de miseria.
Sus derrumbes, sus vértigos de sangre,
les conocemos desde viejas edades.
Y para todas esas camaradas desdichas,
hay un Pedro Quispe y una Juana Flores,
que a fuerza, de coraje, de sudor, de esperanza,
han atrapado un rayo enfurecido entre sus manos
y lo han hecho una estera de amor, un duro adobe,
ladrillo rojo, una vivienda rústica, una torre;
el perfil majestuoso de una iglesia,
un pueblo, una ciudad y una costa
o una sierra de continuadas urbes
que se levantan y caen sin miedo a nada.
¡Viva el Perú Carajo!
Para Sucche, comunero,
es este canto, este fuerte carajo estremecido
para sus caminos vecinales y su escuelita de tejas,
donde el hijo aprenderá qué es el Perú.
Vivan los artesanos, los mineros,
los duros labradores que no moran en Lima
y han hecho de la Luna,
un lamparín de esquivo kerosene,
encendido en el techo de los cielos.
Viva el hombre de chullo que solo come charqui
y bebe jarros de chicha, repletos de tristeza
Viva su poncho rojo, sus cansadas ojotas,
su lánguido charango, las ubres de sus cabras;
el seno prieto y duro de sus cholas,
su leche tibia, llena de amor y vida.
¡Viva el Perú Carajo!
Para Aurelio Celada, caporal de la hacienda costeña,
es este canto de carbón y de uva negra,
como el mejor color de su pellejo.
Para el duro trajín que le reclama músculos de antracita,
firmes muslos para sus grilletes vencidos,
sus leyendas de arcángeles zambos, guitarristas,
marcadores de puntas, centro forward, soldadores de gallos,
cinturas de alcatraz y cajonero.
¡Viva el Perú Carajo!
Para tirar un carajo por mi patria,
le he pedido prestada su cristina de dril a mi hijo Alberto
y en la hebra de luz de un blanco cabello
de mi finada madre, lanzo el sonoro grito
que me nace de las venas,
con estruendo de vida,
clarinada del alba al cielo puro.
Para tirar un carajo por mi patria,
he levantado en sedición a las palomas,
garras de cóndor son ahora sus patas,
otrora delicado pistilo hoy convertido en lanza.
Este niño que toca una corneta en los desfiles de julio,
es Juan Mariño, es hijo de la estera, del barro y de la caña brava.
Es Juan Mariño, hijo de la barriada, sobrino del triciclo, primo del anticucho.
Sobre el lomo del cerro tirita fríos, tiene hambre,
en las manos y en las tripas
y aunque él solo es dueño de su uniforme comando,
es Juan Mariño, el que toca una corneta
en los desfiles de julio.
Para tirar un carajo por mi patria,
préstame Juan Mariño la trompeta,
tu trompeta de bronce retumbante,
quiero lanzarle al mundo
un coro de trompetas.
¡Viva el Perú Carajo!
Oh río huraño. Oh seca pampa,
Oh larga costa, Oh Huascarán, Huandoy, nieves eternas.
Oh tranquilo molusco, cactus, piedra, Qencco,
Sacsayhuamán, Chavín, piedra de siglos.
Oh poncho, lampa, flecha, quena, choclo, nube, gaviota,
prestadme vuestras voces de siglos
para inundar de amor todo el paisaje.
¡Viva el Perú Carajo!
Amo esta dura arcilla,
amo este crisantemo
y sigo enamorado del olor del romero.
Porque estas cosas viejas, conciertos de canarios,
cuadernos de dibujo, helechos y retratos esfumados
no conduelen mi vida, sino al contrario,
alientan las sudadas camisas de mi paso
y en la beligerancia de todas las batallas
afirman este grito:
¡Viva el Perú Carajo!
¡Viva el Perú!, mi patria,
y sobre todo este rectángulo
que es mi única propiedad sobre la tierra,
donde los huesos de mi madre
dicen aun sus rezos preferidos,
sus preocupaciones.
¡Viva el Perú!, mi patria, la de mi hijo,
de mis amigos buenos, la mujer que me ama,
mi provincia, mi derruida casa.
Y cuando los diarios digan:
el Perú perdió en fútbol,
el Perú país pobre,
vino otro terremoto,
se secaron los ríos,
se enlodan los políticos,
bajó el sol, se perdió la cosecha,
repicaremos desde el fondo de los huesos,
el grito poderoso de los hombres de esta tierra,
cargada de coraje y de optimismo para decir,
como si arrojáramos balas:
¡Viva el Perú Carajo!... ¡Viva el Perú Carajo!
¡Viva el Perú Carajo!... ¡Viva el Perú Carajo!
¡Viva el Perú Caaaraaaaaaaaajoo
Esta es una pieza realmente excepcional. Yo no se por quée no hacemos que siga vigente para que todos los peruanos la recordemos. Es una necesidad por el bien del pais. Juan Urbina
ResponderEliminarViva el Peru Carajo realmente me emociona. Por qué las radios no la ponen. Por qué no se escucha mas. Seamos mas consecuentes y hagamos esfuerzos para que eso ocurra. Pedro del Solar
ResponderEliminarLo que vale se tiene en un misterio. Lo que efectivamente sirve se deja de lado. Lo que el Perú necesita no se le toma en cuenta. No creen que un viva el Peru carajo es necesario. ¿Quien me puede decir que no?. Jose Antonio Febres
ResponderEliminar.
El Cumpa Donayre fue toda una institucion en el periodismo. Y con este poema, realmente se pasó .Es el Perú que vibra. Necesita más difusion. Jose Florez.
ResponderEliminarSi he escuchado Viva el Peru Carajo. Como profesor lo difundí muchos años entre mis alumnos. Pero necesita más. Es una necesidad de carácter práctico. Por el bien de la patria. Luis Alberto Guzmán
ResponderEliminarAl Señor Donayre,hace muchos años, lo ví como consetuadionario cliente del Haití en el centro de Miraflores Allí estaba siempre sentado,conversando, con su amigo Villarán y otras personas. Me acuerdo ccuando sacó el poema me acerqué a saludarlo. Era un hombre muy sencillo. Tanto que me invitó un café y, aunque no lo crean, grito conmigo: Viva el Peru, Carajo. Le guardo un grato recuerdo. Alberto Sotomayor
ResponderEliminarEl Cumpa Donayre se merece el mayor de los respetos de todos los peruanos. Fue,realmente, un periodista excepcional. Vale la pena reconocerlo
ResponderEliminarEl Perú y Donayre son sinonimos de valor. Ese grito tan valedero debemos tenerlo siempre presente. Por siempre y para todos.
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