Una auténtica lideresa y paradigma de mujer con una sensibilidad a flor de piel que le sirvió para impulsar cerca de un centenar de centros comunales y otras 106 cocinas populares, entre muchísimas otras obras de bien social al desempeñarse como Primera Dama de la Nación. Ella se la jugó por entero para servir al pueblo y se entregó con convicción, sin buscar ninguna figuración, a las causas justas del Perú.
Llegó a hacer las cosas tan bien incluso cuando se presentaban trabas y manipuleos políticos. En efecto, al término del segundo gobierno de Belaunde, el Ministerio de Salud programó la Tercera Jornada de Vacunación para el domingo 20 de julio de 1885. Pero las autoridades del nuevo gobierno pretendieron postergar el evento para setiembre.
Ello evidentemente significaba alargar el plazo entre la segunda y tercera dosis de protección que deberían recibir los niños contra la poliomielitis, difteria, tétanos, tos convulsiva y sarampión.
Cuando Violeta Correa Miller de Belaunde, nacida el 24 de marzo de 1927, conoció tal situación pasó a ser el pilar fundamental sumándose a colaborar con el grupo de damas que trabajaban en Palacio de Gobierno, los clubes de madres, las cocinas populares y diversas asociaciones comunales, en apoyo a los funcionarios del Ministerio de Salud. Todo fue un éxito rotundo.
Violeta Correa: paradigma de mujer
Lo que se consiguió es alcanzar cifras de cobertura espectaculares y por última vez se ingresó a vacunar a los pueblos ribereños del río San Francisco en Ayacucho, que poco tiempo después fueron escenarios violentos por acción del terrorismo imposibles de llegar con acción sanitaria alguna.
BONDAD
El carisma de Violeta sirvió muchísimo a las acciones de salud en los barrios marginales. Su singular presencia, un gran estímulo a la cooperación de hombres y mujeres.
Las manifestaciones de adhesión y de calor humano con que era recibida y la forma en que las madres entregaban a sus hijos para que ella les administre las gotitas contra la polio era admirable, producto de nobles sentimientos y de esa predilección por los olvidados. Así prevalecía su bondad y grandeza en una vocación de servicio, sin aspavientos ni conveniencias.
La figura delgada, la voz ronca y la sonrisa a flor de piel con terco optimismo e inteligencia para la bondad. Su recuerdo entre los pobres quedó vivo y eterno. Fue la esposa y compañera inseparable de Fernando Belaunde Terry.
Con el Presidente compartió como secretaria privada el primer periodo presidencial de 1963 a 1968, interrumpido por el golpe militar de Velasco; y el segundo, entre 1980 y 1985, como Primera Dama. Se habían casado en el exilio de Estados Unidos en 1970.
Muchos aseguran que ellos evitaron contraer nupcias en el poder, sobre todo porque el anterior presidente democrático, Manuel Prado Ugarteche, si lo hizo aprovechando las influencias del alto cargo.
El mandatario- que gobernó entre 1956 y 1962- anuló su matrimonio con Enriqueta Garland y luego se casó con Clorinda Málaga, mujer de abolengo y millonaria que no era muy querida por el pueblo.
Tal acontecimiento fue enteramente criticado a todo nivel y se originaron en Lima y provincias marchas, protestas y escándalos de toda índole. Belaunde y Violeta no quisieron, de ninguna manera, una semejanza comparable a la de su antecesor.
VERSIONES
Cuentan los historiadores y políticos que, cuando la madrugada del golpe de estado del 3 de octubre de 1968, Belaúnde dormía profundamente y al despertarse soñoliento confundió el sonido de los tanques con el de los carros basureros de la Municipalidad de Lima, que diariamente limpiaban las calles de la capital. Fue sacado a la fuerza y al salir de Palacio incluso perdió un zapato. Lo acompañaban Violeta y su hija Carito.
La Primera Dama habría insultado duramente, inclusive con improperios y maledicencias, a los militares que cumplían órdenes de Velasco. Sin embargo, esta versión nunca fue confirmada. A lo largo de su vida, la periodista jamás tuvo actitudes groseras o de ira destemplada.
Siempre fue tolerante y de temperamento moderado. Por lo que la versión no es muy creíble que digamos. Sin embargo, se le escuchó esta posibilidad a los familiares de los militares de alta, mediana y baja graduación que intervinieron como ejecutores del cuartelazo.
Incluso la hija de un comandante, que estuvo la madrugada de ese nefasto día en la Casa de Pizarro, contó que su madre murió al poco tiempo de una enfermedad que le apareció de un momento a otro, a propósito de la maldición de la entonces señorita Correa. El deceso lamentable pero este tipo de creencias no tienen fundamento, sobre todo porque la gente fallece por una razón, causa o enfermedad. No porque alguien se lo desee.
Esta gran dama tuvo una intensa vida desde antes de ingresar a la política. Como hija del entonces Embajador en Chile, Javier Correa Elías, vivió en Santiago y estudió periodismo en la Universidad de ese país. Eran los días del gobierno de José Luis Bustamante y Rivero. Al producirse el golpe militar de Odría en 1948, su padre que por principios no aceptaba cuartelazos, renunció a la embajada y la familia retornó a Lima.
Con su esposo: Fernando Belaunde Terry.
LOS VIOLETEROS
La familia estaba conformada además por su madre de la misma contextura física de su hija, Violeta Miller de Correa y sus hermanos Javier, que llegó a ser Ministro de Salud de Belaúnde; Ana María, Gustavo, abogado y notario como el progenitor y casado con una bella dama chalaca que en 1956 fue Señorita Perú, Lola Sabogal; y Fernando, de profesión Arquitecto.
Muchos otros familiares cercanos a la señora Correa colaboraron decididamente con los gobiernos de su esposo. Entre ellos sus primos hermanos Juan Carlos Hurtado Miller, sin juicios penales de por medio y ningún escándalo en su contra que, en esta oportunidad, fue Ministro de Agricultura, de desempeño óptimo; y Nils Erickson Correa, quien ocupó la misma cartera.
Mientras que otro de ellos, Manuel Augusto Blacker Miller, laboró en altos cargos y después fue Canciller en el fujimorato. Lo mismo hizo al inicio del Gobierno de Fujimori Hurtado en Economía, autor de las medidas económicas más drásticas de la historia del Perú que corrigió la hiperinflación generada por el primer gobierno de García. Repitió el plato en otro ministerio hasta que fue candidado a Alcalde Lima financiado por Montesinos. Actualmente está prófugo con orden de captura.
A este grupo se le denominó los violeteros porque se decía que los lideraba Violeta. Ellos competían al interior de Acción Popular, según los analistas de la época, con los ulloistas que dirigía el Ministro y congresista Manuel Ulloa Elías; y los alvistas, encabezados por otro fundador del partido, Javier Alva Orlandini.
Eran las facciones del partido que tenia que dirigir el arquitecto, aunque las desconocía y decía que en Acción Popular no había alas ni nada que se le parezca, porque allí siempre reinaba la unidad. Hecho que en parte puede tomarse en cuenta. Pero no se puede negar que había matices. El de los violeteros, los ulloistas y los alvistas.
Violeta estuvo con Belaunde desde 1956 como militante fundadora de Acción Popular, habiendo sido dirigente de juventudes, del comando social y paulatinamente fue llegando a los cargos más altos, a fuerza de entrega y trabajo sacrificado.
PERIODISTA
Un hecho curioso: su padre, que fue Canciller de Bustamante y Rivero, militaba en otro partido, la Democracia Cristiana. Al igual que su hermano Fernando. El abogado y diplomático incluso llegó a ser Presidente de esa agrupación política y uno de sus principales dirigentes. De los de peso, calidad y respeto.
En aquel entonces, AP y la DC si bien no eran partidos antagónicos, pero si competían con posiciones distintas para ganarse la adhesión y simpatía de los peruanos. La alianza de gobierno entre ambos ocurrió algunos años después y costó mucho concretarla.
Lo cierto es que en la antigua casa paterna en la calle Octavio Espinoza de San Isidro, existían dos cuartos de escritorio. Uno el de don Javier con libros mil, abundante folletería, slogans, cintas grabadas y banderines social cristianos. Mientras que en el otro, todo era de Acción Popular. Violeta recordaba, de memoria, los principales discursos de Belaunde. Los Correa, posteriormente, se fueron a vivir al distrito de La Molina.
Muy joven ella destacó por su acción social .Ingresó al Movimiento de Protección a la Joven y a la Cruz Roja donde pudo ayudar a ambas instituciones. En horas de trabajo se desempeñó en la notaría paterna.
Posteriormente empezó a ejercer su profesión en el diario La Prensa donde es la cronista de la sección Sociales y articulista de la página editorial. Escribía sus artículos con el seudónimo de Misia Francisca. (Ver en esta misma edición uno de sus artículos)
A lo largo de los años se consagró en la fotografía por la que tuvo siempre permanente interés. Por eso es que mucho tiempo trabajo en Palacio de Gobierno con Víctor Medina Muñoz, cuajado reportero gráfico que destacó con mucha calidad en los diarios La Prensa, Expreso y Correo, entre muchos otros medios.
OBRAS
Violeta sufría de males pulmonares contraídos por el hábito intenso de fumar. A los 74 años falleció y el Presidente Belaunde, por lo general tan sereno, entristeció por completo. En sus funerales, mandó flores con su tarjeta y una sola palabra: Espérame, como demostración de su intenso cariño y la necesidad de ni siquiera separarse de ella cuando el muera. Anhelaba que sus restos descansen al lado de la esposa que tanto quiso. Lo hizo un año después y ahora están enterrados juntos en el panteón.
Muchos de los proyectos de la señora Belaúnde tuvieron éxitos sin precedentes y resultados que beneficiaron directamente a miles de peruanos de escasos recursos, en particular las madres y los niños.
Los beneficiados hasta ahora no olvidan el Club de Madres, La Minka, Asamblea Nacional de Mujeres, Exposición Fotográfica Itinerante Perú Ante el Mundo, Guarderías infantiles, Postas médicas, Losas deportivas, Centros comunales, Talleres y bodegas, Ollas comunes, Asesoría Legal gratuita, etc.
Toda una labor de cristiana buena que no tenía-ese es un merito innegable- ningún protagonismo y hasta buscaba el anonimato. Un verdadero ejemplo de comprensión, tolerancia y solidaridad social de una mujer siempre activa con una especial simpatía, moderna y de gran entereza.
El amor innato a los niños.
Hay un hecho admirable y destacable: cuando Belaúnde y su esposa dejaron Palacio de Gobierno, al término del mandato presidencial el 28 de julio 1985, se fueron a vivir otra vez a su sencillo departamento de donde 5 años atrás salieron al poder, ubicado en una de las torres de San Isidro de 100 metros cuadrados y cuyo costo era de tan sólo 50 mil dólares. Muestra de honestidad y modestia plena.
OLFATO
Violeta y Fernando compartieron el largo destierro después del golpe de 1968 y pasaron momentos dramáticos, duros. Pudieron venir y visitaron Lima en dos oportunidades cuando murieron los padres del Presidente. Belaunde se ganaba el pan con mucho sacrificio, enseñando en varias universidades norteamericanas. El y su esposa vivían sin ningún tipo de lujos.
En una de esas visitas de emergencia y duelo, en 1970, la pareja quedó detenida en la Comisaría de Pueblo Libre como abuso inconcebible de la dictadura. Ella, sin inmutarse y de lo más serena, le dijo a su esposo con su habitual olfato político: “Ten a la mano tú pasaporte porque esta noche, de todas maneras, te deportan. Así fue. Al poco tiempo estuvieron, otra vez, juntos en Estados Unidos.
La vida está llena de coincidencias y Violeta fue protagonista de una de ellas al fallecer el 1° de junio del 2001, el mismo día de la fundación de su partido Acción Popular. Días antes, en acto de justicia, el gobierno transitorio y constitucional de Valentín Paniagua la condecoró con la Orden del Sol del Perú, por su fructífera y fecunda trayectoria
Los asistentes en el acto recordaron que le dio una nueva dimensión al rol de Primera Dama. Con cámara en mano, acompañó a Belaunde en sus viajes al interior que, dicho sea de paso, fueron muchísimos. Trabajaba doce horas en Palacio y hablaba de política con gran conocimiento, al punto de haber sido-efectivamente- el brazo derecho del Presidente.
Al año de su partida recibió un merecido homenaje en el cementerio Campo Fe de Huachipa. Su esposo no pudo asistir porque estaba delicado de salud e internado en el Hospital Neoplásicas. Pero si envió un mensaje que fue leído por uno de sus sobrinos.
La pareja presidencial con el fotógrafo Víctor Medina.
“Te repito con la alegría y la esperanza de que mis restos entrarán a reposar junto a los tuyos. Un ideal futuro y próximo al ansiado reencuentro. Espérame”, precisó la exclamación. La palabra espérame fue expresada por segunda vez.
La primera fue con la tarjeta que escribió y dejó con las flores frente al ataúd que guardaba los restos de la amada esposa. Lo que prueba que Belaúnde presagiaba que iba a morir y expresaba, sin ningún problema, sus deseos de la forma en que quería descansar para siempre. Admirable y enternecedor, definitivamente.
La señora Belaunde fue una mujer ejemplar. Una vida dedicada por completo a ayudar a los demás. De darse sin recibir en forma silenciosa. Todo esto es lo que le gustaba. Activa, solidaria, constante siempre vivirá en el recuerdo de los peruanos (Edgardo de Noriega).
Estas son las mujeres que necesita el Perú. Recordar a Violeta Correa es recordar a los pobres. Meritos que siempre hay que destacar. Susana Baraybar
ResponderEliminarVioleta Correa fue una esperanza para los sectores mas necesitados. Que hidalguía. Pero tambien que sencillez.
ResponderEliminarCreo que todos recordamos con nostalgia a ls señora Belaunde. Se entregó al Perú y fue una de las principales colaboradoras de Belaunde. Hay que tenerla siempre presente.
ResponderEliminarRealmente una vida admirable la de Violeta. Que diferencia a lo que pasa actualmente en Palacio de Gobierno. Nadine Heredia debe aprender mucho de la señora Belaúnde. Su humildad, su predisposición para las obras sociales y,sobre todo, la inclinación hacia la modestia exenta de la conquista del poder. Augusto ]Salas
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