Tres destacados periodistas del medio recordaron a Guillermo Thorndike, analizaron su obra y contaron una serie de interesantes anécdotas de su vida tan fecunda. Completamente lograda de éxitos y brillantez admirable.
Ellos son: Julio Higashi López, Director de la Agencia de Prensa Imagen y Noticias, Bernardino Rodríguez Carpio, Presidente de la Federación de Periodistas del Perú (FPP) y José Vargas Sifuentes, Periodista del Departamento de Prensa del Congreso de la República.
Julio Higashi López: “Guillermo Thorndike era sinónimo admirable de rapidez para redactar notas periodísticas de calidad. Uno de los profesionales que menos se demoraba escribiendo. Un tipo culto. Nos conocimos en el diario “La Prensa”, donde estuvimos algunos años trabajando juntos. Mí puesto allí era Secretario de Redacción, un poquito más que mensajero apoyado al máximo por Alfonso Grados Bertorini. Desde abajo comencé. ¡Qué tiempos aquellos! Hasta que con los años, logré ocupar cargos directivos en diferentes medios de comunicación. En ese camino de la vida, laboré varias veces con el gringo. Amigo, colega, un ser excepcional. Como anécdota del Gordo, recuerdo el famoso cuadro de comisiones falso que preparó. Se sentó, en la maquina de escribir de la Mesa de Redacción de “La Prensa”, un día de madrugada y dejó tareas para los reporteros inventadas. Jesús Reyes, el abominable hombre de las 9 de la mañana con puntualidad admirable en su cargo de Jefe de Informaciones, pegó en la pizarra las recomendaciones del gringo. Entonces, los redactores se movieron en la calle para conseguir las noticias, sin darse, por supuesto, cuenta de que no existían. A las 6 de la tarde, el pandemónium era general. No se había conseguido una sóla noticia. Lo que se había hecho es mandar a un redactor a ver la limpieza de la cúpula principal del Cementerio Presbítero Maestro y nada de eso ocurría por esos lares. Nada, absolutamente nada. Los responsables del camposanto rechazaban el pedido del reportero asignado que estaba incluso con fotógrafo al lado. A tanta insistencia, los empleados del cementerio quisieron pegarles a los representantes de “La Prensa”. A Rodney Espinel, otro corajudo reportero de la época, lo mandaron a un barco del Callao donde estaban escondidos dos espías chilenos. Espinel como loco los buscaba, en su condición de cazador de noticias indomable. Desesperado, él se fue sin haber conseguido algo concreto. Otro reportero fue a la Alameda de los Delcalzos del Rímac a una inauguración donde el Presidente de la República iba a hacer declaraciones. Se pasó horas de horas esperando. Ni vino el mandatario. Ni se registró ninguna ocurrencia excepcional. Lo cierto es que en “La Prensa” se tuvo que improvisar una edición y capear el temporal para que el diario estuviese, al día siguiente, en las calles. Palomilladas y bromas que se le ocurrían al Gordo y que, como en este caso, marcaron historia definitivamente. De "La Prensa", Guillermo y yo pasamos a Correo. Villarán me llevó a mí de Asistente y Jefe de Edición. El fue el primer periodista que, a su vez, se desempeñaba como Gerente General y autorizaba lo referente a la plata y los pagos. A los periodistas, nos pagaban en nuestro escritorios. En este diario, Guillermo se desarrolló con una brillantez admirable. En todos los campos especializados de nuestra profesión. No he visto periodistas tan rápidos al escribir como Guillermo, Humberto “Chivo” Castillo Anselmi y Pedro Alvarez del Villar que triunfo en lares mexicanos, llegándose a desempeñar como Sub Director del famoso diario Excélsior. Unas verdaderas maquinas de producción. Recuerdo que una vez a Villarán se le ocurrió despedir a Thorndike que se fue a la calle, acusado de bohemio y de supuestas faltas a la disciplina. Consideré que esto era injusto y decidí mediar para que volviese. Le propuse al Rey de los Tabloides de que volviese y se le pagase a destajo, por nota entregada. La entrega y se le cancela. A regañadientes, el Director aceptó. Así Guillermo estuvo nuevamente en "Correo". Todos los días comenzó a redactar tanto que lo que sacaba como sueldo era altísimo. Al poco tiempo, el gringo tuvo que volver a la planilla. Salía carísimo el sistema propuesto. Mi amistad con Guillermo fue profunda aquellos años y por supuesto siempre. Trabajamos juntos tanto tiempo. El escribiendo, yo titulando y diagramando al alimón y tete a tete. Me hacia apuestas para ver quien terminaba más rápido. Que tipo para capaz. Muy ejecutivo, con mucha iniciativa y dinamismo. Tenía un mérito. Le gustaba discutir, intercambiar ideas para trabajar mejor. Fuera de serie. Era escritor y periodista de los que destacan al máximo. Mucho de periodismo hizo como escritor. Investigador nato y no perdía, en sus libros, el relato periodístico. Su base fue ser periodista. Fui testigo de cómo hizo los libros sobre historia. Me pasaba para leer algunas páginas y me pedía opinión. Eran unas 20 o 30, las que me mostraba. Se las entregaba y antes de hablar yo, él las rompía. “Por la cara que pones, se que no te han gustado y están mal”, afirmaba. Al día siguiente volvía y preguntaba lo mismo. “Estas genial gringo”, le decía. "Lo sé, lo sé", contestaba y se iba riendo. Como escritor logró superar muchas cosas de profundidad. Lo que el periodismo, por la rapidez, no permite. Una mente muy amplia y preparada. Era de los excepcionales. De los más destacados. Ejemplo genuino para las nuevas generaciones. Realmente.
Bernardino Rodríguez Carpio: No tuve la suerte de trabajar directamente con Thorndike. Pero, cuando laboré en el diario “Correo” de Arequipa, he alternado con varios periodistas que se sentían discípulos de él. El talentoso intelectual limeño estuvo en Arequipa cuando se creó la cadena de diarios “Correo”, en la década de los 60. Una novedad total para aquella época. Esta cadena fue una innovación impresionante y uno de los puntales, evidentemente, Thorndike. Banchero invirtió y se formó una selección nacional de periodistas. Era, según me cuentan, incansable para el trabajo. Evaluó a todos los reporteros y redactores para que “Correo” de Arequipa sea una realidad. Muchos de ellos reconocidos periodistas de la blanca ciudad como Juan Salas Ocharán, Carlos Zúñiga y muchos más que han sido, inclusive directores de diarios, posteriormente. Thorndike se complementó con Villarán a la perfección. Cuentan una anécdota que cuando se preparaba la primera edición de “Correo” de Arequipa, no había reporteros gráficos. Muy molesto Villarán le encargó a Thorndike conseguirlo. “Tú me arreglas el problema”, rugió Villarán. Al primero que pase por la calle, se le trae a trabajar, dijo. La búsqueda la compartió con José Gonzáles Málaga quien fue el primer director del diario sureño. Ambos-Guillermo y Pepe- se fueron a la calle en busca del reportero gráfico. Por allí, pasó un joven medio encorvado. Lo abordaron y le ofrecieron trabajo. Este muchacho, justamente, estaba sin chamba. Mostró interés inmediato. Cuando le explicaron, lo que tenia que hacer dijo con franqueza: “nunca he agarrado una maquina fotográfica”. Sin embargo, lo llevaron al local del diario. Thorndike le dijo a Villarán: “Solucionado el problema, aquí tenemos al hombre”. Este es el primero que pasó por la calle. Te advierto que nunca ha tomado una fotografía. Ese no es problema”, volvió a rugir Villarán. “Que le enseñe Werner Lang”. Este último, consagrado fotógrafo de nacionalidad alemana, era el Jefe de Fotografía de la Cadena. Hoy en día aquel muchacho que fue encontrado por las calles mistianas, es uno de los mejores reporteros gráficos que existen en Arequipa. Se llama Jorge Esquivel Góngora. Ha pasado por todos los periódicos. Experiencias y anécdotas como ésta, ha dejado el paso de Thorndike en Arequipa. Era un hombre que trabajaba y comía. Buscaba la buena comida en las picanterías. Se rompía trabajando y formando gente. Poco dormía, mucho laboraba. Era una etapa en que tenía todo el equipo de reporteros listo. Los hacia laborar en vacío. Producía todo el material periodístico y aparecían las ediciones cero. Pasaban los meses perfeccionando la edición. Se exigía al máximo a los reporteros. Redactaban notas y otra vez y allí estaban los maestros para rechazarlas y romperlas. Volvían a escribir. Hasta que salía bien- y otra vez y otra vez. “Porquerías no queremos”, se escuchaba decir por allí. Noticias si. Una cosa de locos. Y seguía el entrenamiento. Pasaban los días y pasaban. No había periódico en la calle. Los ensayos persistían. Una, dos, tres, cuatro, cinco, infinidad de ediciones cero. Hasta que salió a las calles. Extraordinario tiraje. Los primeros números magníficamente bien editados. Lamentablemente con un resultado desfavorable. Al principio, “Correo” no pegó en Arequipa. Sobre esto Villarán decía: “Si Napoleón tuvo su Waterloo, porque no lo voy a tener yo”. El diario “El Pueblo” era el más vendido y el nuestro en segundo lugar. Conseguir el sitial del primer puesto ocurrió mucho después. Obviamente gracias a las enseñanzas de Villarán, Thorndike y su equipo. Particularmente para mí, ellos son los más grandes directores de diarios que ha tenido el periodismo nacional. Me atrevo a decir que a la larga, con todo respeto a la memoria del Rey de los Tabloides, Thorndike lo supera. Ambos están nivelados en el talento de crear diarios. Pero Guillermo lo gana con la pluma. Es definitivamente, periodista total. Cuando escribe de historia en sus libros, hace relatos enteramente periodísticos. Hace un reportaje a la historia. Sus libros son extraordinarios, con técnicas absolutamente periodísticas. Cabales, interpretativos. Nunca deja de hacer reportajes como escritor. Es un periodista que escribe libros. No a la inversa. “Correo” de Arequipa salió a las calles, el 28 de enero de 1963. Es el segundo que se creó, después de Tacna. Costó mucho que la gente deje de considerar que “El Pueblo” era la expresión del arequipeñismo. Eso causaba desajuste en las ventas de Correo. Lo que escribía Thorndke lo hacia con talento y una belleza extraordinaria. Utilizaba fuentes a la perfección y era objetivo. Cada día esta más distante la posibilidad de superarlo. No veo por ningún lado una pluma como la de él. El periodismo del ayer es superior al de hoy, aunque tecnológicamente, hemos viajado a las estrellas y estamos en perfectas condiciones. Thorndike creo que fue un gran personaje, aunque controvertido políticamente. Sin embargo, que yo sepa nunca tuvo militancia partidaria. Registró cambios de opinión. Pero no puedo dejar de reconocer el brillante periodista que fue. Uno de los libros que me encantó fue las conversaciones con el líder del Apra, Armando Villanueva del Campo. Una lastima que se haya ido de este mundo, relativamente, joven. Porque tenía mucho más por producir
Jose Vargas Sifuentes (Periodista del Congreso de la República): Para mi es un poco difícil hablar de Guillermo. Sobre todo por la amistad y el afecto que le tuve. En esta oportunidad, hago una excepción. Como periodista fue una persona demasiado activa. Muy ágil y expeditivo que tenia una capacidad para buscar la noticia y dar las soluciones periodísticas pocas veces vista. Muchos no la encontraban. El sí, de todas maneras, lo hacia. Me enseñó a raudales. Por ejemplo, cuando se registró la huelga y el motín policial del 5 de febrero de 1975. A la mayoría de los responsables no se les conocía. Yo trabajaba con él en el diario “La Crónica”. Había en el archivo infinidad de contactos fotográficos. Entonces, Guillermo decía: “Busquen allí y saldrán los protagonistas”. Alguien tiene que haber organizado todo esto. Comenzamos con los contactos que precisamente estaban en la sala de redacción, después de que el Director había realizado labores de edición. Al Gringo le gustaba pedir todas las fotos. Las tiraba en una mesa grande y comenzaba a escogerlas. Muchísimas iban al suelo. Eso lo revisamos, en tarea minuciosa, con otros colegas. Fuimos a una serie de sitios en tarea incansable. Hasta que encontramos las fotos de unos individuos, manejando motocicletas y que aparecían en un lugar y otro. En la avenida Wilson, cerca al diario “Correo” que lo incendiaron. Eran los mismos que estaban frente al local de “Expreso”, que también lo atacaron, Aparecían dirigiéndose hacia la Redacción de la Crónica, ubicada en el Jirón Andahuaylas cerca de la Avenida Grau. Esos, precisamente, esos eran los causantes de la asonada. Gente vinculada al Apra. Allí estaba la noticia y a denunciarlos se ha dicho. Eso es lo que, precisamente, se hizo en una de las ediciones de “La Crónica”. Thorndike daba en el clavo y de allí salía la noticia. Parte de su brillantez, parte de su genialidad. Esas cosas de buscar, indagar, investigar y detallar eran muy características en el Gringo. Por eso es que todos sus libros son producto de un gran trabajo de investigación. Cuando en 1974, me encargó el caso de la Rubiera en Colombia donde estuve indagando cerca de 30 días. Se trataba de la matanza de un grupo nómade de ese país, por militares que había ocurrido diez años antes. Me dio las pautas de lo que se tenía que buscar. Te orientaba a la perfección y saltaba la noticia. Igual ocurrió cuando investigué, periodísticamente, el movimiento nicaragüense sandinista de liberación nacional. Mucho visité su casa durante años. Asiduos concurrentes eran: Carlos “Chino” Dominguez, el famoso reportero grafico y Eduardo Gianotti. Ambos lamentablemente fallecidos. Muchas veces cuando llegábamos, Guillermo estaba metido en su escritorio escribiendo y no había forma de interrumpirlo. Charo, su esposa, nos atendía de los más bien y le preguntábamos ¿Desde qué hora esta metido? Ella nos contaba: “Desde ayer, sin descansar”. Se iba a escribir y no había quién lo parase. Cuando agarraba el trabajo, olvídate del partido. No estaba para nadie. Era incansable. No se de donde le salía tanta fuerza. Pero que la tenía, la tenia. Era Guillermo muy creativo e innovador, en el campo del periodismo. Recordemos las ediciones choque de Correo. Los reporteros cubrían todas las fuentes. Maria Cristina Nadramia haciendo entrevistas en burdeles. Los de deportes, cubriendo política. Estos últimos en el estadio. Multiplicidad de multiplicidades. El mundo reporteril conociendo de todo. Guillermo rompía paradigmas. Los periodistas pasaban por todas las fuentes. Nadie era insustituible en un puesto y se tenía que dominar todos los campos. Había una información cabal y amplia que se daba al público lector. La profundización era grande. Con cuadros de comisiones consistentes que daban resultados óptimos. Completamente productivos. El nivel de investigación y profundización fue entero, total. Época de gloria, definitivamente. Guillermo confiaba en sus reporteros. Eso era bueno porque con esta seguridad producían más. Por la Rubiera, la tremenda matanza de Colombia, existía una canción. Casi olvidada. No había discos. Pero una persona que encontré, si la sabia. Contratamos un conjunto y cantaron. Eso, obviamente lo publicamos como primicia. Me tocó trabajar, además, con Guillermo el libro del Caso Banchero y “El Evangelio según Sandino”, con los informes que traje de Nicaragua. Asimismo, en “El Revés de Morir”. Aquí se concentra en Alejandro “Manguera” Villanueva y el viaje de los integrantes de la Selección Nacional de Futbol a las Olimpiadas de Berlín, el año 1936. Se entrevistó al Mago Valdivieso, José Maria Lavalle, a todos los jugadores que vivían en aquel entonces e hicimos una reunión con gran parte de ellos. Esto lo he ampliado por mi cuenta y lo tengo para publicarse en cualquier momento. ¿Thorndike escritor o periodista? Las dos cosas, definitivamente. Salvando las distancias, he leído las crónicas de Garcia Márquez como periodista. Creo que el colombiano es más escritor que periodista. Guillermo Thorndike puede haberlo superado como periodista. Más no como escritor. A él lo ayudó mucho su experiencia periodística para convertirse en escritor. Son mejores escritores los que han sido periodistas y Guillermo es una prueba de ello. Tantas jornadas con él. Tanto me enseñó. Pero lo que más recuerdo es su amistad. Confiaba mucho en mí. Fue testigo de mi matrimonio, conjuntamente con su esposa Rosario del Campo. Tuvimos una discrepancia. Fue al regreso de Nicaragua porque nos dijo que nos habíamos ido, Domínguez y yo, a hacer un viaje de turismo a Nicaragua. Un decir y una equivocación Allá nos la jugamos. Más de 25 días en Nicaragua, trabajando al filo de la navaja. Tuvimos contactos directos con los revolucionarios. Ellos nos guiaban y protegían. Ingresé a Nicaragua con el pasaporte sellado por varios países centroamericanos para justificar ante el gobierno de la dictadura de Somoza que íbamos a hacer informes sobre turismo. Cruzamos varias veces Managua a oscuras, incluso el lago. Un día casi chocamos con la guardia de la madre de Somoza Se registraron discrepancias y punto. Luego ingresé a “Caretas” y me alejé un poco del gringo, sin poder cumplir sus encargos. Guillermo ha dejado una gran huella en el periodismo. Lo que logró debería recordarse más para que sirvan de ejemplo a las generaciones actuales y se superen. Definitivamente es uno de los iconos del periodismo nacional. Lo que me enseñó lo mantengo hasta ahora. A mucho orgullo.
¿Qué pasó don Edgardo?
ResponderEliminarNo lo he visto en los actos programados por el Día del Periodista enm la FPP pero tampoco en el Club de Periodistas. Leí el homenaje al gringo. Muy buen trabajo. En lo que respecta a mi, 100% exacto lo que dije.
Un abrazo,
Bernardino Rodríguez