martes, 27 de septiembre de 2011

LENIN Y LOS PUNTILLAZOS DE LA HISTORIA


Esta es la azarosa vida de Lenin que lanzó puntillazos firmes a la historia, con coraje indomable que aunque lo llevaron a la equivocación, quedaron marcados en el devenir de los tiempos. Como un pensador inclinado totalmente al marxismo y el artífice primordial de la Revolución Rusa que cambió, por completo y por muchísimos años, el pensamiento del mundo.
Sin embargo, desde finales del siglo XX en la década de los 90, queda muy poco de ello. Ni la Unión Soviética existe. Ni su pensamiento tan extremo, del cual fue innovador, está en auge como en el pasado para abrir el camino del progreso y la igualdad de la humanidad.
Utopía de utopías como sinónimo de la gran falla porque se olvidó por completo de la libertad que todos anhelamos y perseguimos con afán inigualable. Las revoluciones, con objetivos de reivindicación plena, se convirtieron inexorablemente en tremendas dictaduras peores inclusive que el orden tan deplorable e injusto anterior, según la opinión de muchos  especialistas
Su pensamiento, al cual tanto aportó en una época determinada, casi no se toma en cuenta en la vida de los pueblos, salvo algunas excepciones donde persiste la crisis y el sufrimiento. Sin el progreso ni el bienestar o, paradójicamente, con cambios firmes hacia el propio capitalismo.

Lenin.

ABOGADO DE PROFESION
 Muchos analistas van más allá y dicen sin ambages que tal interpretación está ya superada. Vaya uno a saber. Pero reconocer lo que se hizo y lo que efectivamente se alcanzó, es una obligación también de carácter objetivo.
Este intelectual transformado en político que se radicalizó al máximo, arriesgándose en extremos por lo cual casi pierde la vida y que produjo una vasta obra política, tiene un espacio definitivo en la historia.  Como hecho innegable e incluso admirable. Aunque las ideas suenen obsoletas y pasadas al camino indisoluble y final de la superación ideológica.
Vladímir Ilich Uliánov, abogado de profesión, fue el principal dirigente comunista de la Revolución de Octubre. El mote o alias de Lenin significa aquel que pertenece al río Lena, en contrapartida de Georgi Plejánov, otro connotado político de ese país con las mismas ideas, que era llamado Volgin por el Volga.
Se trata de un político que llegó al poder. Autor de una serie de obras basadas en el marxismo aplicadas a la situación económica y social de Rusia de principios del siglo XX, conocidas como “leninismo” y posteriormente denominadas “marxismo leninismo”.
VOLODIA
Como muchos rusos, Lenin fue una mezcla entre la etnia y las tradiciones religiosas. Tenía ascendencia de alemanes luteranos y de judíos convertidos al cristianismo. Lo bautizaron por el rito de la Iglesia Ortodoxa Rusa. Nació el 22 de abril de 1870 en Simbirsk y murió el 21 de enero de 1924 a temprana edad, 53 años.
De pequeño  lo llamaron Volodia, diminutivo de Vladímir, mostrando un pensamiento elaborado y profundo, asertivo, poco afectivo y casi siempre sarcástico.
Pasó por dos tragedias en su juventud: en 1886 murió su padre de una súbita hemorragia cerebral y al año siguiente su hermano mayor Aleksander, de tendencia anarquista, fue detenido. No se sabe si fusilado o ahorcado, por atentar contra el Zar Alejandro III.
Para comprender mejor lo que pasó en Rusia, debemos recordar que en las últimas décadas del siglo XIX, el abismo existente entre el zar Alejandro III, defensor del absolutismo de sus antepasados, y la clase gobernada se había agravado hasta tal punto que la lucha contra el zarismo había llegado a ser, entre los rusos cultos, un deber y un honor.
LUCIDEZ
La oposición política y el movimiento revolucionario crecieron bajo el empuje de una elite inteligente que hacía acólitos en las escuelas, en las fábricas, los periódicos y las oficinas.
Un grupo de jóvenes nihilistas intentó acabar con la vida del Zar seis años después de la muerte de su antecesor, Alejandro II, precisamente el 1 de marzo de 1887.
El atentado fracasó y los terroristas fueron eliminados. Lenin,  muchacho aún, recibió una impresión indeleble, por la trágica muerte de su hermano, que con el tiempo se transformaría en la más firme y decidida oposición al zarismo.
Pero ya entonces, con la lucidez de un visionario, resumió la situación en esta frase de condena a los métodos del terrorismo individual: «Nosotros no iremos por esta vía. No es la buena».
Su familia pertenecía a la intelectualidad rusa de fines del siglo XIX. Era el cuarto de los seis hijos habidos por Nikoláyevich Uliánov y María Alexandrovna Blank, quienes se habían establecido el año anterior a su nacimiento en Simbirsk, una ciudad de provincias pobre y atrasada, a orillas del Volga.

Habla en una concentración popular.

LECTOR EMPEDERNIDO
El ambiente estudioso de la casa, donde no faltó una buena biblioteca, propició el desarrollo del sentido del deber y la disciplina. Vladímir era un muchacho perseverante y tenaz, un alumno asiduo y metódico que obtenía las mejores notas y destacaba en el ajedrez.
A los catorce años comenzó a leer libros, cuya circulación estaba prohibida. Rusia vivía entonces bajo la más negra represión y la lectura de los grandes pensamientos era considerada, constantemente, como un delito.
Posteriormente, abandonó la religión, pues, como diría más adelante, la suerte de su hermano le «había marcado el destino a seguir». Lo afirmó constantemente y con convencimiento a su círculo de amigos más cercanos.
Su progenitor fue un director de escuela y más tarde Consejero de Estado del Zar Nicolas II, puesto en que trabajo para incrementar la democracia y extender la educación gratuita en Rusia.
La madre, de ascendencia alemana, amaba la música y seguía de cerca las actividades escolares de sus hijos. Por su carácter apacible y tierno -jamás imponía castigos ni levantaba la voz- despertó en los suyos un amor rayano en la adoración.
Con medalla de oro finalizó sus estudios en el Liceo de su tierra natal e inmediatamente ingresó a la Facultad de Derecho de la Universidad de Kazán, ciudad donde se trasladó a vivir con toda su familia. Allí entró en contacto con círculos revolucionarios y  dejó de estudiar.
EL MURO…
Por razón de sus ideas políticas, sufrió una deportación a la aldea de Kokúshkino donde es puesto bajo vigilancia policial permanente. No lo dejaron continuar sus estudios en ningún centro superior.
Entonces, se dedicó por entero a la capacitación política y la revolución, leyendo las obras de Marx y Engels. Sobre todo “El Capital”, cuyo autor era el primero, directamente del alemán. Lo apresaron y eso no lo amilanó. Por el contrario,  gracias a la cárcel profundizó su radicalismo.
Cuando fue detenido uno de los policías que lo custodiaba le preguntó por qué se mezclaba en esas revueltas, por qué se daba cabezazos contra un muro. Su respuesta fue: «Sí, es un muro, cierto, pero con un puntapié se vendrá abajo». Decisiones y seguridades, evidentemente, las tenía
Hasta que logró su libertad y volvió a la Universidad de San Petersburgo donde se graduó como abogado. Ejerció, a su manera, la profesión en distintos lugares de Rusia. Sin dejar de escribir sus obras de carácter social.



VIAJES
Ya en esa época, en el grupo marxista del que formaba parte le decían el Viejo por su vasta erudición y su frente socrática, precozmente calva. El rostro de corte algo mongólico, con los pómulos anchos y los ojos de tártaro, entre cerrados con expresión  irónica.
El porte robusto y el poderoso cuello le daban el aspecto de un campesino. Abogado sin pleitos, se inscribió en las listas de instructores de círculos obreros, llamados «universidades democráticas».
Organizó bibliotecas, programas de estudio y cajas de ayuda con el objetivo de enseñar los métodos de la lucha revolucionaria  para formar así cuadros obreros, propagandistas y organizadores de círculos socialdemócratas, con miras a la formación de un futuro partido.
Escribió constantemente  libros. Uno de los primeros que se conoce en los círculos marxistas es: “A cerca de la llamada cuestión de los mercados”. Luego apareció: “Quiénes son los amigos del pueblo y como luchan contra los  social demócratas”, un sesudo compendio para sus seguidores  en contra de las ideas populistas. Corría el año 1895.
Por esta época, comenzaron sus viajes a Europa que le sirvieron para analizar los procesos revolucionarios del viejo continente. Al año siguiente, lo encarcelaron y lo desterraron a la Siberia meriodional, cerca de la frontera con China
Se comunicaba con el exterior a través de su hermana Ana y de Nadezhda Krúpskaya, una estudiante adherida al círculo marxista, que, para poder visitarlo en la prisión, había declarado ser su novia sin tener ese vínculo. Más tarde, en 1898, las relaciones con Nadezhda sí se formalizaron. Con ella contrajo matrimonio  en una ceremonia religiosa.
ISKRA
Dedicó su tiempo a escribir el voluminoso libro “El desarrollo del capitalismo en Rusia” que se convirtió en la lectura obligatoria de sus seguidores y admiradores.
Después de casi mil días en Siberia, a poco de comenzar el siglo y con treinta años de edad, Lenin inició su primer exilio en Suiza. Allí, reunido con Martov, puso en marcha un proyecto largamente acariciado: la publicación de un periódico socialdemócrata de alcance nacional. El primer número de Iskra (La Chispa) salió con un editorial de Lenin, encabezando la primera página.
¿QUE HACER?
En sus andanzas, entre Múnich y Ginebra, se convirtió en el líder de los marxistas rusos, sobre todo después de la publicación del libro ¿Qué hacer?, una de sus obras más importantes, en la que reclamaba la necesidad de una organización de revolucionarios profesionales y sintetizaba la idea del partido como vanguardia de la clase obrera.
La vida errante de los exiliados lo llevó a París, donde él y Nadezhda soportaron duras estrecheces económicas que les obligaban a dar clases o a escribir reseñas para ganar algo de dinero, en medio de una serie de dificultades.
La dureza de aquellos días en la capital francesa se vio en parte aliviada por la presencia de Inés Armand: una militante parisiense, inteligente y feminista, con quien se dijo le unió un profundo amor.
Fruto de su segundo exilio es la obra publicada en 1909, Materialismo y empiriocriticismo, en la que Lenin expone sus reflexiones filosóficas fundamentales, en un intento de culminar la teoría del conocimiento marxista.
PRAVDA
El empìriocriticismo resultó una filosofía pretendidamente marxista que buscaba abandonar el materialismo  por la crisis de la Física, basada en el método del positivismo. Lenin se enfrentó por completo a estas teorías y de allí salió la referida obra de rechazo
Fue justamente la polémica desatada en torno a cómo estructurar el partido lo que provocó profundas divergencias en el XI Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso, inaugurado por Plejánov en julio de 1903.
En él se consumó la ruptura entre Martov y Lenin. Desde entonces los partidarios de este último se llamaron «bolcheviques», por mayoría frente al grupo de los «mencheviques», minoritarios. El partido de cuadros profesionales, centralizado y disciplinado, fue el pilar básico del bolchevismo.
Apareció el primer número de Pravda (La Verdad), diario obrero que Lenin dirigía desde el exterior y que pronto gozó de una gran difusión. Así, mientras las grandes potencias ultimaban sus preparativos para la primera conflagración mundial, entre los proletarios rusos crecía la influencia de Lenin.


Muy joven aún

ACUSACIONES
La  caída del Zar lo sorprendió exiliado en Suiza con muy poca información de lo que efectivamente pasaba. Pero eso no le impidió hacer informes y análisis sobre lo ocurrido en sus “Cartas desde lejos”
En una de ellas afirmó que la lucha de clases francas y abiertas desencadenaron  los levantamientos y consideró que la guerra mundial fue decisiva para el triunfo de  la Revolución Rusa.
Sin embargo, un sector de su partido lo acusa de anarquismo y aventurismo y el otro quiso tan sólo acabar con el gobierno provisional, sin aplicar las medidas necesarias.   La situación era completamente inestable.
Por eso mismo es que Lenin es perseguido y obligado a huir a Finlandia donde se encontrará hasta su regreso en octubre. Aprovechó estos meses de exilio para redactar su obra “El Estado y la revolución”, bases teóricas respecto de la toma del poder, la transformación en un estado socialista con soviets de obreros, soldados y otros estamentos de la sociedad
Un 30 de agosto de 1918 en plena lucha entre las facciones izquierdistas, Lenin sufrió un atentado. Fanni  Kaplán, miembro del Partido Socialista Revolucionario, le disparó con su pistola o revolver tres tiros luego de increparle su posición política. Quedó herido en el hombro y el pulmón.
CON BALAS EN EL CUERPO
Fue trasladado al Kremlin y rehusó ser tratado en un hospital, creyendo que otros asesinos lo esperaban allí. El líder ruso se recuperó, aunque no le extrajeron las balas. Pero su salud se resintió posteriormente. Se cree que este incidente contribuyó a los infartos que al final lo llevaron a la muerte.
Cabe recordar que la revolución de 1905,  estallada en San Petersburgo tras el «domingo sangriento» en que las tropas del zar dispararon sobre manifestantes indefensos, causó más de mil muertos y cinco mil heridos.
La presión de las masas obligó al decadente régimen zarista a hacer algunas concesiones liberales. Los bolcheviques actuaban en la legalidad, y ello permitió a Lenin regresar a Rusia en octubre de ese año para ponerse al frente de sus partidarios.
Pero las esperanzas de  nuevos levantamientos no se concretaron y, ante los intentos de la policía por detenerlo, a fines del verano siguiente, huyó a Finlandia. El proceso insurreccional había sido un fracaso y el gobierno de los zares volvía a endurecer sus métodos, hasta liquidar totalmente las conquistas logradas por la revolución.
VA A CRACOVIA
Sumida en el pesimismo y las rencillas internas, la fracción bolchevique se resintió con la derrota, hasta tal punto que viejos militantes  abandonaron la militancia.
Huyendo de la policía, pasó de Finlandia a Ginebra, donde comenzó su segundo exilio, que habría de prolongarse hasta 1917.
Pasada la etapa de la más dura reacción, que se extendió hasta 1911, comenzaron a llegar noticias alentadoras de San Petersburgo. Una huelga iniciada en los yacimientos del Lena fue bárbaramente reprimida con centenares de muertos, lo que originó un gran descontento y una huelga general.
Presentía que se acercaba una ola de efervescencia revolucionaria y abandonó París en junio de 1912 para instalarse más cerca de sus partidarios, en Cracovia. Allí le visitaban los diputados bolcheviques para informarle sobre la situación interna y pedirle instrucciones.


Su familia.

INTERPRETACION DE LA GUERRA
El estallido de la Primera Guerra Mundial supuso un giro decisivo en la historia del socialismo. Lenin, que había confiado en la socialdemocracia alemana, cuando se enteró de que los diputados alemanes -y también franceses- votaban unánimemente a favor de los créditos de guerra para sus respectivos países, de inmediato denunció la traición.
Para el jerarca ruso, la guerra no era más que una «conflagración burguesa, imperialista y dinástica... una lucha por los mercados y una rapiña de los países extranjeros».
El socialismo occidental, acaudillado por los revisionistas alemanes, pasó a una evidente colaboración con la democracia burguesa, y por ende, el movimiento internacional estaba roto.
Era necesario preparar una conferencia de los socialistas que se oponían al conflicto bélico, para impugnar definitivamente al sector revisionista.
El encuentro se celebró en Zimmerwald, en septiembre de 1915, y en él Lenin intentó sin éxito convencer a los representantes de que adoptaran la consigna: «Transformar la guerra imperialista en guerra civil».
Fue en este período de defección de los líderes políticos y de desconcierto para los obreros socialistas, cuando el revolucionario ruso que hasta entonces era poco conocido fuera de los círculos marxistas de su país, se convirtió en una primera figura internacional.
SOVIETS
En sus manos, la doctrina marxista recuperó su sentido transformador y su fuerza revolucionaria, como se ve en la obra escrita durante el período bélico, El imperialismo, fase superior del capitalismo, donde usa las herramientas del análisis económico marxista para probar que la revolución, a diferencia de lo que postulaban Marx y Engels, también es posible en países atrasados como Rusia.
El cansancio y el derrotismo general en las naciones beligerantes a comienzos de 1917 desembocó en el imperio de los zares en un amplio movimiento revolucionario que, al grito de «¡Viva la libertad y el pueblo!”, ganó las principales ciudades.
 Los trabajadores de Petrogrado se organizaron en soviets, o consejos de obreros, y la guarnición de la ciudad, encabezada por los mismos regimientos de la guardia imperial, se sumó en masa al movimiento.
Sin que nadie se atreviera a defenderlo, en la semana del 8 al 15 de marzo, el régimen zarista sucumbía para ser reemplazado por un gobierno provisional formado por partidos pertenecientes a la burguesía y apoyado por el soviet de Petrogrado.


Con Stalin.

CARTAS
A través de Pravda, Lenin publicaba sus «Cartas desde el exilio», con instrucciones para avanzar en la revolución, aniquilando de raíz la vieja maquinaria del Estado. El Ejército, la policía y la burocracia debían ser sustituidos por «una organización emanada del conjunto del pueblo armado que comprenda, sin excepción, todos sus miembros».
Un mes después de la abdicación del zar, en abril de 1917,  llegó a la estación Finlandia de Petrogrado, tras atravesar Alemania en un vagón blindado proporcionado por el estado mayor alemán.
 A pesar de las disputas políticas que originó su negociación con el gobierno del Káiser, fue recibido en la capital rusa por una multitud entusiasta que le dio la bienvenida como a un héroe.
Pero el jefe de los bolcheviques no se comprometió con el gobierno provisional y, por el contrario, terminó su discurso de la estación con un desafiante « ¡Viva la revolución socialista internacional!».
Muchos de sus camaradas aceptaron la autoridad de dicho gobierno, al que  calificó de «imperialista y burgués», acercándose así a las corrientes izquierdistas de la clase obrera, cada vez más radicalizadas.
KERENSKI
Con el apoyo de un importante aliado, Trotski, a pesar de que los bolcheviques aún constituían una minoría dentro de los soviets,  lanzó entonces la consigna: «Todo el poder para los soviets», pese al evidente desinterés de los mencheviques y los socialistas revolucionarios por tomar tal poder.
Para hacer frente a la presunta amenaza de un golpe de estado por parte de sus seguidores, en el mes de julio, la presidencia del gobierno provisional pasó a manos de un hombre fuerte-Kerenski- en sustitución del príncipe Lvov.
Al cabo de unos días, aquél ordenó que lo detuvieran y  se vio obligado a huir a Finlandia. Cruzó la frontera como fogonero de una locomotora, sin barba y con peluca, y se estableció en Helsingfors.
A medida que la situación interna se agravaba, desde el exterior urgió al partido a preparar la sublevación armada: «El gobierno se tambalea, hay que asestarle el golpe de gracia cueste lo que cueste».
Ya los bolcheviques controlaban el soviet de Moscú y el de Petrogrado estaba bajo la presidencia de Trotski, cuando, el 2 de octubre, volvió a entrar clandestinamente en la capital rusa. Cuatro días más tarde se presentó disfrazado en el cuartel general del partido para dirigir el alzamiento.
El día 7 estalló la insurrección y las masas asaltaron el palacio de Invierno. Según escribe Trotski, Lenin se dio cuenta entonces de que la revolución había vencido, y sonriendo le dijo: «El paso de la clandestinidad, con su eterno vagabundeo, al poder es demasiado brusco, te marea».


El cadáver momificado que hasta ahora se muestra al público.

PROCLAMA
Ese fue su único comentario personal antes de volver a las tareas cotidianas. Al día siguiente era nombrado jefe de gobierno y lanzaba su famosa proclama a los ciudadanos de Rusia, a los obreros, soldados, campesinos, ratificando los grandes objetivos fijados por la revolución: construir el socialismo en el marco de la revolución mundial y superar el atraso de Rusia.
Así es como la revolución  llegó al poder. Pero ahora había que salvarla, y la tarea más urgente para ello era firmar la paz inmediata. El Tratado de Brest-Litovsk, signado por Trotski el 3 de marzo de 1918, concertó la paz unilateral de Rusia con Alemania, Austria-Hungría, Bulgaria y Turquía.
El tratado ahondó aún más las divergencias con los socialistas revolucionarios que en agosto atentaron contra su vida  y contribuyó a intensificar la decisión de las fuerzas contrarrevolucionarias para derribar al nuevo gobierno con el apoyo de los países aliados, especialmente Francia y Estados Unidos.
TERCERA INTERNACIONAL
Pero el país quedó devastado, la economía maltrecha y el hambre se enseñoreó de grandes regiones. El reto más grande de la revolución pasó a ser entonces la reconstrucción económica de Rusia, tarea que  se propuso encarar a través de la NEP (nueva política económica), que detuvo las expropiaciones campesinas y supuso una apertura hacia una economía de mercado bajo control.
Pese a las dificultades de la guerra civil,  concretó en 1919 su viejo sueño de fundar una nueva Internacional. En su opinión, el destino de Rusia dependía de la revolución mundial, y en especial del futuro del movimiento llevado adelante en Alemania por los espartaquistas.
El 2 de marzo de 1919, en Moscú, inauguró el Primer Congreso de la Tercera Internacional, invocando a los líderes del comunismo alemán asesinados: Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo.
El Comintern elevó el comunismo ruso a la categoría de modelo a imitar por todos los países comunistas del mundo y, al defender los movimientos de liberación nacional de los pueblos coloniales y semicoloniales de Asia, logró ampliar enormemente el número de aliados de la Revolución soviética.
A finales de 1921, su salud se vio gravemente afectada: sufría de insomnios progresivamente acusados y sus dolores de cabeza eran cada vez más frecuentes. En marzo del año siguiente asistió por última vez a un congreso del partido, en el que fue elegido Stalin secretario general de la organización.
EL TESTAMENTO
Fue intervenido quirúrgicamente para extraerle las balas que continuaban alojadas en su cuerpo, desde el atentado sufrido en 1918. Si bien se recuperó rápidamente de la operación, pocas semanas después sufrió un serio ataque que, por un tiempo, le impidió el habla y el movimiento de las extremidades derechas.
Su salud mejoró parcialmente y dirigió la formación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Pero sufrió un segundo ataque de apoplejía que le impidió cualquier posibilidad de influir en la política práctica.
Aún así, tuvo la fuerza de dictar varias cartas. Entre ellas, su llamado «testamento» en la que expresa el gran temor ante la lucha por el poder entablada entre Trotski y Stalin en el seno del partido.
¿HASTA CUANDO SERA VISTO?
En ese documento con Stalin fue implacable cuando reveló que “tenia la autoridad ilimitada concentrada en sus manos sin estar seguro que siempre sepa utilizarla con la suficiente prudencia” Sobre Trostki dijo que “quizá sea el hombre más capaz del Comité Central del Partido pero demasiado ensoberbecido y atraído por los aspectos administrativos de los  asuntos”.
Una hemorragia cerebral acabó con su vida. Sin embargo, muchos dicen que murió de sífilis, mal que afectaba a una considerable parte de la población rusa. Hay una tercera teoría sobre su fallecimiento. La de Trostski quien llegó a decir que Stalin lo mató, aunque la afirmación fue hecha sin pruebas
 El hombre que detestaba el culto a la personalidad y abominaba de la religión fue embalsamado y depositado en un rico mausoleo de la plaza Roja donde hasta ahora puede ser visto, aunque hay corrientes de opinión en la actual Federación Rusa que solicitan que los restos sean enterrados. ¿Camino al olvido total? (EDENM)

1 comentario:

  1. Excelente semblanza. Hombre de la historia pero equivocado. El marxismo definitivamente no soluciona el problema de los pueblos. Aquí están los fundamentos explicados a cabalidad. Felicitaciones. Julio Tapia

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