Cincuentisiete años
de la fecunda, incansable, novelesca
existencia del barón Alejandro de Humboldt, ilustre sabio, científico,
humanista alemán, estuvieron consagrados al Perú profundo. A pesar de que su
estancia en nuestro territorio fue breve, tan sólo cinco meses-de agosto a
diciembre de 1802- sus estudios, sus experimentos, sus observaciones y también
sus relatos, amén de una vastísima obra epistolar, constituyen una monumental
contribución para el conocimiento del
Perú.
Alejandro de Humboldt
SIN LIMITES
Humboldt es autor de
una labor científica cuyo valor ecuménico no tuvo límites. Pero es evidente que en la obra del ilustre
berlinés, se define una bibliografía singular dedicada al Perú. Ahí en perfecta
conjunción afluyen nuestra flora y fauna, sus estudios geográficos y oceanográficos, sus apuntes
sobre nuestra minería y la geología de los Andes, sus observaciones científicas
sobre el guano, sus anotaciones a cerca de nuestra etnología y sus relatos
acerca de la realidad social y económica de la época.
Antes de que Humboldt
llegara al país, todo el conocimiento que se tenía del Perú provenía de los
cronistas que,a pluma de ganso, habían difundida una versión parcializada y un
tanto imaginativa de la realidad peruana. Asimismo, de viajeros preocupados y
acusiosos, pintores y dibujantes que dejaron a su paso una personal impresión
sobre el país durante la Colonia. Y de este modo, porque tampoco a la Metropoli
le interesaba, el conocimiento científico del Nuevo Mundo fue precario,
distorsionado e incompetente.
La incursión
expedicionaria de Humboldt y sus acompañantes, que tuvo como principal objetivo
el estudio del Perú del siglo XIX y sus regiones menos conocidas, es en
realidad, el primer intento serio, científico e instrumental para adentrarse en
la naturaleza, la geografía y las riquezas del casi inédito continente
sudamericano.
La expedición de Humboldt en Latinoamérica
CRITICA SOCIAL
Su viaje y estada en
el Perú le sirven no sólo para reafirmar la existencia de una extraña corriente
en el Mar del Sur; analizar amalgamas y sulfuros, reactualizar el valor del
guano y explotar las cumbres del Misti, sino también para profundizar en la
crítica social de nuestras ciudades virreinales, de sus medrosas gentes, de sus
limitados medios económicos y poca capacidad creativa. Humbodlt no es sólo el
oceonógrafo que introduce los termómetros en las aguas del Pacífico para
comprobar sus teorías; no es sólo el primer heraldo de la capacidad productora
de nuestra Amazonía; no es sólo el paciente observador de la conducta regular
de los gallinazos y los perros peruanos, sino que es un valiente expositor ante
la autoridad virreinal, ante las cortes peninsulares y todo el mundo científico
de entonces, y también de ahora, de las grandezas y miserias de aquella
milenaria tierra que iba conociendo legua a legua.
Humboldt escalando
montañas, bordeando ríos de la selva, no es menos valiente que cuando dirige
una elegante y cordial misiva al virrey don Pedro de Mondinueta para
agradecerle atenciones y añadirle vibrantes críticas. El sabio tuvo una penosa
impresión de la Lima de 1802, de sus
autoridades, de sus paseos y su mal cuidado aspecto urbano. Su desazón fue
grande al encontrar una ciudad a la que sólo uno o dos virreyes le pusieron
cariño y adobes, mientras los demás se habían empeñado en conservarla aldeana y
envilecida.
ESTUDIOSO
Uno de los más
grandes estudiosos del mar peruano, el doctor Erwin Schweigger, en su libro “El
Litoral Peruano”-editado en 1947- explica la relación directa que halló el
sabio alemán entre la temperatura del
agua, la del aire y el estado del tiempo en la Costa peruana. Al respecto
señala: “Estas bajas temperaturas en la costa misma constituyen pues el
fenómeno que ha llamado la atención de todos los navegantes desde los tiempos
de la Conquista, y famoso es el cuento relatado por Acosta, quien dice que los
españoles enfriaban sus bebidas amarrando sus botellas a un cordel y
metiéndolas en las profundidades del agua. Pero mientras que los observadores
anteriores al año 1802 aceptaban aquellas temperaturas como una cosa natural
que no requiere explicación detallada, fue Alejandro Von Humboldt, el primero
que a base de sus amplios conocimientos de los mares del planeta quedó
asombrado cuando leyó tan sólo 15 grados en su termómetro sumergido en el mar
de Trujillo. La idea original de Humboldt que cambió todo el concepto
científico, era que en nuestra costa el
aire es enfriado por la temperatura baja del mar, mientras que autores
anteriores habían mantenido lo contrario. La idea de que la corriente se deriva
del mar inmediato al Polo Sur, que explica la frialdad de sus aguas era común
entre los historiadores españoles, los que también desde Zárate (ocho años
después de la Conquista) señalaron la dirección estable de los vientos como principal factor que origina esta corriente”.
Su casa en México.
FENOMENOS
“Sea como fuere,
llámesele Corriente de Humboldt o no, el gran mérito de este investigador queda
establecido para siempre, por el hecho de ser él quien enfocó la situación,
fuera de toda comparación, encontrada frente a
Trujillo, es decir a 8 grados de distancia de la linea ecuatorial, como
un complejo de fenómenos al poner él en relación con la temperatura, la del
aire y el estado del tiempo en la costa; aparte de todo esto comprobó antes que
nadie que las temperaturas aumentan fuertemente al alejarse de la costa.
Como los grandes
navegantes, Humboldt conoció casi todos los mares del mundo. Y siempre
impaciente, bajó a tierra para estudiar todo lo que él consideraba de interés
para la cultura y la ciencia universal. En uno de los momentos cruciales de su interés por el Nuevo Mundo su inquietud
se fijó en la visita y el estudio del Perú al cual ingresó por las regiones
montañosas del Alto Marañon.
Estudios del mar a cabalidad.
Estuardo Nuñez y
George Petersen en su documentado libro titulado “El Perú en la obra de
Humboldt” refieren insertados relatos del sabio, sus cartas y otros importantes
aportes, los penosos y sacrificados recorridos que el viajero alemán y sus
acompañantesa: el médico y botánico Aimé Goujadd comúnmente conocido como
Bonpland, Carlos Cortes y Carlos Aguirre Montúfar, hicieron en el país. Eran
los tiempos en que las distancias sólo se podían salvar a fuerza de literas,
montando mulas o caballos o simplemente a pie.
DISTANCIAS
Refieren estos
destacados estudiosos que durante los 146 días de su estada en el Perú,
Humboldt cubrió una distancia de 1,200 kilómetros sin incluir los recorridos
locales en Cajamarca, Trujillo y Lima que se estiman en unos 200 kilómetros. Al
ingresar al Perú, Humboldt y sus acompañantes, recalan en la provincia de
Ayabaca en Piura, para luego dirigirse a los departamentos de Cajamarca y
Amazonas. La descripción de la forma como Humboldt y sus amigos avistaron desde
las cumbres de Huangamarca el Mar del Sur es realmente fascinante.
En su trayecto a Lima
se alternan terribles caminatas por heladas cordilleras, pantanosos
territorios, interminales pampas calurosas, tórridos puertos. A su paso
aparecen Cajamarca-donde permanece más tiempo- Trujillo, Chimbote, Huacho y,
finalmente, Lima. Entró por la Portada de Guía en una templada noche del 23 de
Octubre de 1802.
Aquel tranquilo mar
de Trujillo que vio Humboldt surcado de caballitos de totora, y más al sur, la
hermosa bahía de Chimbote,-que calificó como una de las más amplias que había conocido
en sus viajes por los océanos del mundo-187
años después de su paso por el norte bullen con la actividad pesquera e
industrial y constituyen con otros puertos de nuestro litoral, gravitantes
centros productores de harina de pescado,conservas y enlatados. Esa actividad
en cierta forma se condiciona en las
variaciones marítimas y atmósfericas que la ciencia moderna ha establecido y
estudiado plenamente.
MINERIA
La misma obra de
Humboldt proyectada en el estudio de
nuestros minerales, de nuestros yacimientos de plata ( a los que él llamó
”Pascos del Perú”), de la amalgama minera, del cobre y sus estudios sobre la
geología de los Andes, recobra trascendental vigencia cuando el nuevo Perú pone
en marcha su destino eminentemente minero. Asimismo fluye en su obra el anuncio
de venideras conquistas que habrían de realizarse con el aprovechamiento de
nuestras riquezas en la flora y fauna del territorio que recorrió con porfiado
sacrificio hace ya casi dos siglos.
Viajero sin remedio,
Humboldt no gustó de la ciudad virreinal que le ofrecía cama blanda y sillón cómodo. Prefirió en sus recorridos por el Perú los infinitos aposentos del
desierto y la selva. Por eso escribió alguna vez: “Prefiero el páramo de
Saraguro y Tomependa a las casas de
naipes que componen la capital del Perú. (Jorge
Donayre Belaúnde)
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