Escribe: Maynor Freyre
Los
objetivos de esta investigación son determinar cómo los medios informativos se
fueron contaminando de la corrupción, a partir del último golpe de estado
sufrido en el Perú el 5 de abril de 1992, con el denominado “autogolpe” que
dieron los militares para tratar de perpetuar en el poder una seudo
democracia encabezada por el dictador Alberto Fujimori Fujimori --hoy condenado
a 25 años de prisión por la justicia peruana.
A partir de esa fecha se da el
surgimiento de la denominada “prensa chicha”, capaz de vender los titulares de
sus primeras planas, a los designios del Servicio Nacional de Inteligencia
(SIN) manejado por el ex capitán -dado de baja- del ejército Vladimiro
Montesinos, en esos momentos abogado “asesor” de la Presidencia de la
República, apoyado éste a su vez por el fallecido periodista Augusto Bresani y
por el periodista ex jefe de redacción de la revista Oiga, Jesús Reyes Muñante;
el primero como contacto con los directores de los diarios chicha y el segundo
como creativo con oficina en el SIN, así como por el publicista argentino
Daniel Borobbio, junto a otros oscuros personajes del mundillo periodístico
nacional.
Primeras planas de varios periódicos sensacionalistas.
La venalidad imperante no solo entre la
prensa chicha, sino en casi la generalidad de los mass media, se hace
manifiesta gracias a la valentía de la mayor parte de la plana de
redactores del diario El Chato, encabezados por el editor Hugo Borjas
Bustamante, experto periodista policial. El arriesgado grupo de hombres de
prensa salió a denunciar los hechos de corrupción ante la opinión pública a
través de algunos programas televisivos y del diario La República, señalando
que los dueños de EL Chato recibían 180 mil dólares mensuales por vender
sus titulares de primera plana así como lo hicieron ante el Ministerio Público,
Poder Judicial, Defensoría del Pueblo y Ministerio de Trabajo. Tal venalidad no
ha podido ser erradicada del todo del ámbito periodístico nacional, al igual
que la corrupción generalizada, estableciéndose que el SIN manejaba un
presupuesto anual secreto de 54 millones de dólares, para manipular esta guerra
sucia mediática que despotricaba de los opositores al régimen y chantajeaba por
doquier a quienes trataban de atravesarse en su camino perpetuacionista.
Un poco de historia reciente
El periodismo peruano sufrió uno de sus
peores reveses con la estatización de los medios realizada a partir de 1974 por
orden del denominado Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada. Si bien hubo
una apertura hacia temas antes considerados tabúes o que eran enfocados
sesgadamente, la prensa se parametró y se dictó un Estatuto de Prensa vertical
y atentatorio contra la libertad de expresión.
Derrocado de la presidencia el general
EP ® Juan Velasco Alvarado, asumió el poder el general EP ® Francisco Morales
Bermúdez, el cual, presionado por los movimientos populares se vio obligado a
convocar a una Asamblea Constituyente, la misma que fuera presidida con honor
por el fundador y máximo dirigente aprista Víctor Raúl Haya de la Torre,
dándose una Constitución de la República (1979) considerada como la mejor que
haya tenido el Perú a lo largo de su vida republicana.
No obstante, al asumir el poder,
Francisco Morales Bermúdez decretó la clausura de varios medios de comunicación
independientes y envió a sus directores y principales periodistas al exilio en
Argentina, entonces gobernada por el general Jorge Rafael Videla, quien los
recibió en el tenebroso cuartel de la mecánica de la armada argentina, de donde
habían desaparecido tantos luchadores sociales del hermano país del sur.
Vladmiro Montesinos impulsor de los diarios chicha.
Los doce años que siguen a las
elecciones de 1980 son para la prensa peruana un verdadero retorno a la
democracia, tal es así que circularon diarios como El Diario Marka, El
Observador y La Voz, lo mismo que el semanario Sí, todos
ellos de corte progresista y contestatario. Los periódicos que subsistieron a
la crisis de los setentas, El Comercio y Expreso (los otros
perdieron importancia o se extinguieron), se convirtieron en medios capaces de
afrontar las noticias con cierto compromiso y hasta asomos de hidalguía. Para
fines de la década del ochenta surge el cotidiano Página Libre y la
revista semanal Clave, ambos con el claro objetivo de echarse abajo la
candidatura a la presidencia de la república del escritor Mario Vargas Llosa
que planteaba un ultra liberalismo como doctrina a través del FREDEMO, y
terminan por apoyar al gran batacazo del proceso electoral, el ingeniero
Alberto Fujimori Fujimori, un nissei de clase popular criado en los Barrios
Altos de Lima, vecindad venida muy a menos ya por esa época.
El triunfo de Fujimori con apoyo
de los votos de la izquierda y la social democracia peruanas, lleva a que el
flamante primer mandatario de la nación dé un volteretazo a todas sus promesas
electorales, lanzando al país el 8 de agosto de 1990 –apenas diez días después
de haber asumido el poder-- el llamado paquetazo del ministro de Economía Juan
Carlos Hurtado Miller que terminaba con una frase terrible: ¡Que Dios nos
ayude!
Para el 5 de abril de 1992, el
Ejército Peruano llevó desde el cercano cuartel Rafael Hoyos Rubio del distrito
del Rímac por enésima vez los tanques hasta la Plaza de Armas de Lima, donde se
ubica el Palacio de Gobierno, para convertir en dictador al presidente en
funciones. Inmediatamente el Gobierno de turno empieza a solventar los diarios
chichas, que iremos citando por orden de aparición: El Mañanero (1992), El
Chino (1995), La Chuchi (1996), La Reforma (1997), El Tío (1998), El Chato
(1998) y La Yuca (2000) (Gargurevich, 2008).
Estos diarios chichas servirían de
sustento a la dictadura que se hizo reelegir por un periodo más mediante mil
artimañas y luego logró la re-reelección, por suerte truncada por la
movilización popular de los Cuatro Suyos para llevarnos a un gobierno de
transición. Pero esa es otra historia.
La venalidad es definida
(Nuevo Pequeño Larousse Ilustrado) como un sustantivo femenino, proveniente de
la palabra latina venalitas, que significa: “Calidad de venal o
comprable”. Por su parte el Nuevo Diccionario Ilustrado Sopena le da la
acepción siguiente: “Calidad de venal (vendible o sobornable)”. El término, por
su raíz etimológica, como vemos, viene de antiguo, de la época de los romanos.
El periodismo no se remota a aquellos tiempos pretéritos. Pese a que Juan
Gutenberg perfeccionó en 1450 la imprenta inventada por los chinos en el siglo
VII antes de Jesucristo, los primeros periódicos aparecieron al finalizar el
siglo XVII de nuestra era y en el Perú se inició recién un siglo después, a
fines del XVIII.
Desde sus inicios, el Estado
vigente consideró al periodismo de oposición como un enemigo muy
peligroso y creó mecanismos para eliminarlo, al comienzo, y luego buscó que
controlarlo. Fueron múltiples las maneras de hacerlo, desde el amedrentamiento
o la burda requisa o clausura, hasta el uso de la venalidad: se compraba algunos
periodistas o bien a los propietarios mediante sobornos diversos, que en el
último caso hasta podía tratarse de una cartera ministerial, como fuere el caso
de algunos Miró Quesada (dueños de El Comercio), de Pedro Beltrán Espantoso
(Director-propietario de La Prensa) o de Manuel Ulloa (Presidente del
Directorio del diario Expreso), por solo mencionar algunos casos resaltantes
del pasado siglo.
Cuando de sobornar periodistas se
trataba, surgió un término dentro de la jerga periodística denominado como
“mermelada” y luego apocopado a la “merme”, y algo después surgió una frasecita
burlona para encarar a los hombres de prensa metidos en esos avatares: “dame la
mía”, que quería decir comparte tu mermelada. La respuesta altiva que surgiría
más adelante fue: “Solo es un cherry”, de donde devino una ingeniosa columna
titulada “El rincón de los cherrys”. Esta última palabreja proviene en realidad
de cheers!, que en inglés significa ¡salud!, es decir hacer un brindis.
Con esto, el colega daba a entender que solamente se había ganado un par de
tragos por escribir la nota a favor de determinado personaje o entidad y que no
había sido mermeleado (sí, el verbo también surgió en el ambiente). De allí que
los medios de información serios crearon el denominado Publi-reportaje,
publicado a manera de una información pero diferenciada en la tipografía y el
término incrustado en algún lugar disimulado que daba a entender que ésta era
pagada.
Es decir, la costumbre del
soborno dentro del periodismo peruano viene de antiguo, en especial de la
segunda mitad del siglo XX, aunque es famosa la edición espuria del semanario Jornada
hecha publicar por el dictador general EP Manuel Odría y que la gente
quemara en los tranvías que partían de la Plaza San Martín de Lima rumbo a
Chorrillos (desde Colmena izquierda) y rumbo al Callao (desde Colmena derecha).
Un famoso periodista pasado de tragos se encargó de realizar la malograda
hazaña, pues pocos días antes Jornada había sido clausurada y requisada
por el dictador con el mayor desparpajo.
Pasado el autogolpe de Estado del
5 de abril de 1992, cuando las Fuerzas Armadas cerraron temporalmente muchos
periódicos y visitaron otros para supervisar la edición del siguiente día
(Gargurevich, 2008), la situación de la venalidad en el ámbito mas mediático
se convertiría en algo en verdad burdo, insolente y bochornoso. La desvergüenza
cundió en los medios informativos y pocos se mantuvieron enhiestos, rectos
frente a la verdad, razón de ser de los noticiosos. Justo en 1992 aparece El
Mañanero, un diario de 20 céntimos sin avisaje que se dedica a distraer a
los lectores con un lenguaje replanero de la peor estofa y con una portada
digna de un programa de circo por los subidos colorinches. En 1995 lo va a
seguir El Chino, cuyo nombre, como parece obvio, obedece al mote del
Presidente de la República. Al año siguiente de 1996 surge La Chuchi, en
parte por el apodo de la congresista y vedette Susy Días y a la palabra
vulgar designante del sexo femenino. Le siguen La Reforma en el
97, El Tío y El Chato en el 98 y La Yuca el 2000. De esta
manera se va asentando la Prensa Chicha en el Perú, vendedora de titulares
comprados por el gobierno, los que incluso en ciertas ocasiones no llevaban en
sus páginas interiores la mínima información que los respaldara. Incluso
llegaron a publicar La Repúdica con idéntico logotipo al de La
República, para desprestigiar al diario de Gustavo Mohme que se mantenía
como un medio de clara oposición ante todo estas burdas maniobras. Se pagaba
hasta seis mil dólares por un titular falso de primera plana (Gamarra, s/f).
Se ha contactado con el
periodista Borjas, quien de manera valiente denunció cómo en El Chato
se daban estas coimas a los dueños para sacar titulares de primera comprados y
elaborados por las oficinas del SIN. Borjas fue entrevistado por los programas
televisivos de César Hildebrandt y de Beto Ortiz y fue el diario La
República el que más se encargo de difundir y seguir la noticia.
Todo este esfuerzo servía para
mancillar honras, desprestigiar a personas e instituciones honestas y para
denigrar de los enemigos políticos. La campaña llegó al extremo no solo de comprar
espacios y conciencias, sino de adquirir periódicos y canales de televisión, y
hasta programas televisivos de entretenimiento de diversa índole.
Por lo cual, el objetivo de esta
investigación es demostrar cómo la venalidad periodística obtuvo visos de gansterismo
durante el gobierno fujimontesinista luego del golpe de Estado encabezado por
el general EP Nicolás Hermosa Ríos.
*Hugo Borjas Bustamante,
editor de El chato en el año 1999.
Materiales de difícil búsqueda
Al tratarse de una investigación con escasa bibliografía, se ha
procurado buscar fuentes de carácter cuasi secreto que exigían discreción en
cuanto a la mención de sus nombres, pero también algunas que llegaron a hacer
públicas sus denuncias sobre el caso de la “Prensa Chicha” de los años noventa.
No obstante, se consiguió un texto de restringida circulación titulado La
prensa chicha de Montesinos-Los millones de dólares que la mafia
Fujimontesinista pagó para calumniar, difamar y “asesinar” la honra de sus
“enemigos”, de autoría del periodista Rubén Gamarra Garay. La
colaboración de Hugo Borjas Bustamante, ex editor de El Chato, también
nos sirvió de mucho, incluyendo recortes de diarios de la época que
proporcionó. Con dichos elementos y otras indagaciones particulares hechas
durante la investigación se ha podido llegar a redondear en gran parte el
trabajo.
Se procedió a evaluar todo
lo recopilado, así como la incidencia de los procedimientos empleados para
comprar los medios de “Prensa Chicha” en el actual periodismo, para poder
concluir en que el proceso iniciado en el Perú en la década de los noventa aún
se mantiene en parte vigente y la venalidad en los medios informativos prosigue
imperando en el ambiente mass mediático.
La observación directa de los
materiales desempolvados y las diversas entrevistas realizadas nos fueron dando
luces al respecto.
El atroz tinglado de la prensa
Se han obtenido resultados
corroborantes de nuestra hipótesis acerca de que durante la década del 90 el
Presidente de la República Alberto Fujimori y su asesor principal Vladimiro
Montesinos, pasado el denominado autogolpe del 5 de abril de 1992, se dedicaron
a armar un tinglado a través de cierto tipo de prensa impresa que se distribuía
a los largo y ancho del país para que sus portadas permanecieran colgadas en
los puestos –cual afiches- de periódicos lanzando noticias falsas e infundios
contra quienes consideraban sus enemigos políticos. No interesaba si el diario
se leía o no en sus contenidos interiores.
Para ello se compraban las
primeras planas de ciertos diarios a través de un equipo de venales periodistas
encargados de idear esos falsos titulares, quienes los remitían a la prensa
chicha utilizando fax encriptados o enviándolos con gente de su entorno junto
con el monto que se había fijado previamente por dichas compras.
Bresani y sus aficiones.
En el SIN trabajaba el periodista
Jesús Reyes Muñante, durante décadas jefe de redacción del semanario Oiga que
dirigiera Francisco Igartua, obligado a cerrar porque a las empresas que le
colocaban avisaje le enviaban la SUNAT para chantajearlas. Luego de “crear” las
noticias difamatorias, éstas se enviaban a la oficina de la calle Los Pinos que
manejaba Augusto Bresani, presentado a Montesinos por intermedio de Daniel
Borobbio, un publicista argentino que ayudó en la campaña de Fujimori cuando
aspiraba a la Presidencia de la República. Los diarios “chicha” fueron
surgiendo paulatinamente luego de abril del 92, o convirtiéndose en tales, de
acuerdo al siguiente calendario:
1992 El Mañanero (alude al acto sexual matutino).
1995 El Chino (obviamente por el auto golpista).
1996 La Chuchi (se liga con Susy Díaz, vedette
parlamentaria de baja calaña).
1997 La Reforma (de la Constitución para la re
reelección).
1998 El Tío y El Chato (el primero se
refiere a Montesinos, el tío que da propinas)
2000 La Yuca (la supuesta viveza de Fujimori para
embaucar a nuestra nación).
En realidad nunca les interesó la venta
de estos diarios, sino que se exhibieran como avisos de contra propaganda en
todos los quioscos del Perú, para así despistar a la opinión pública, sobre
todo la de la clase popular.
Otra denuncia alarmante fue la
hecha por el parlamentario aprista Alejandro Santa María de que el SIN disponía
de US$ 54 millones para financiar la guerra sucia de los diarios
sensacionalistas (Diario La República, Lima – Perú, miércoles 27 de
octubre de 1999, pág. 4). Por acoger ésta y otras denuncias contra la prensa
amarilla este diario sufrió la aparición de un periódico similar en formato y
diagramación, que usaba su isotipo, pero que utilizaba el falso nombre de La
Repúdica.
Lo trágico del asunto es que
luego fueron extendiendo sus garras para sobornar a periodistas de diversos
medios considerados como serios y compraron la línea editorial de Expreso a
Eduardo Calmell del Solar así como el Canal 10. Conocidos hombres de prensa de
diversos medios, como Hugo Guerrero y Nicolás Lúcar --“prestigiados” directores
de programas televisivos— o un tal Villarreal de RPP, estuvieron fichados por
la mafia fujimontesinista. Y no se diga nada de las “geishas” que posaban en la
cama rodeando al presidente Fujimori.
De ahí se trasladaría la corrupción al
Congreso de la República, comprando a los parlamentarios tránsfugas, para en
seguida ir copando casi todos los ámbitos del país. Personalidades políticas
emergentes de aquellos días, como el alcalde de Lima Alberto Andrade Carmona o
el aspirante al cargo Luis Castañeda Lossio así como Alejandro Toledo Manrique,
sufrieron en carne propia terribles vejaciones de aquellos falsos titulares
periodísticos. Denigrar de quienes obstaculizaran sus ansias de perpetuación en
el poder era la fórmula mágica para lograrlo, sabiendo que la guerra de
informaciones falseadas surtiría efecto cual gases venenosos que inoculaban en
nuestras débiles corrientes de opinión pública.
La venalidad se ha convertido en un
elemento permanente en los medios de comunicación social en el Perú y el estilo
de la prensa “chicha” si bien se ha amainado en apariencia, tenemos que la
Empresa Editora El Comercio que tanto la combatió, hoy publica Trome, un diario
que bate record de ventas valiéndose de las noticias sensacionalistas de
crónica roja y de prensa amarilla, al igual que Ajá, del grupo EPENSA.
El titular lo dice todo
Se conoce sobre periodistas de
reconocido prestigio que laboran bajo sueldo para determinados organismos
estatales, regionales o municipales y la mayoría de noticiarios televisivos dan
prioridad a las noticias escandalosas y policiales, dejando de lado la
información política, económica y cultural (CEPAL, 2003).
Existe la necesidad del
surgimiento de entes autorreguladores (Calandria 2006) que permitan retornar a
un adecuado manejo de la información pública, pues hasta los informativos de
Internet privilegian las noticias deportivas –en especial las de fútbol— o los
chismes faranduleros, sean internacionales o locales, creando de esta manera
corrientes de opinión pública desligadas de la realidad y, sobre todo, de los
acontecimientos trascendentales que se suscitan en el Perú y en el mundo.
Referencias bibliográficas
Autores varios (2006). Autorregulación YA. Calandria / Veeduría
Nacional, Lima.
- CEPAL (2003). Los caminos hacia
una sociedad de la información en América Latina. Naciones Unidas,
Santiago de Chile.
- Gamarra, R. (s/f) La prensa
chicha de Montesinos. Editores Importadores S.A., Lima.
- Gargurevich J. (2008). Historia de los medios de información en el Perú. Blog.pucp.com /pe /ítem / 24665. Ciberespacio.
Referencias hemerográficas
- Diario La República (ediciones del
25, 26 y 27 de octubre de 1999).
- Diario El Mañanero (años 1992 al
2000).
- Diario El Chino (años 1995 al
2000).
- Diario La Chuchi (años 1996
al 200).
- Diario La Reforma (años 1997 al
2000).
- Diarios El Tío y El Chato (años
1998 al 2000).
- Diario La Yuca (año 2000
Mi querido gordo:
ResponderEliminarTe has lucido con esta edición de Miscelánea, me estoy refiriendo a tu excelente y exuberante informe sobre Ramiro Prialé y a la investigación periodística de Maynor Freyre sobre la prensa venal. Destaca también el tema de Afrika Corps, felicitaciones.
Víctor Alvarado
Este es un trabajo concienzudo y real de lo que pasó en el fujimorato. Lo de los diarios chicha no tiene nombre y aquí vemos, con detalle,la barbaridad de la comunicación para fines rechazables. El estudio es profundo y merece felicitaciones. Cómo se pudo llegar a tanta ignominia. Que la historia no se repita. Graciela Briceño
ResponderEliminarSoy estudiante de periodismo y de casualidad ingresé a este blog. Me encuentro con una investigación que realmente es destacable. Pero no solo eso. Coincidentemente, estoy preparando mi tesis que trata sobre el mismo tema. La investigacion de Maynor Freyre me ha caído de perilla y me servirá mucho para conseguir mi titulo. Felicito muy efusivamente al autor. Ha hecho algo profundo que sirve para mucho. Tomás Hernández.
ResponderEliminarLos diarios chicha. Que tal cochinada. Y pensar que los señores de "El Comercio" siguen por la misma linea solo por vender y-no olvidemos nunca- vender porquería. "El Trome" es efectivamente eso. Ahora bien, en cuanto a lo publicado, impecable realmente. Felicitaciones Baldomero Iglesias
ResponderEliminarQue tales sinvergüenzas estos señores Montesinos y Bresani. Realmente jugaron con la comunicación y con la propia población. Mucho daño hicieron. El primero de ellos, un verdadero hampón, felizmente esta preso. El Sr, si se le puede llamar asi, Bresani ha muerto. En el infierno ha de estar pagando sus culpas. Esta investigación es la prueba de todo lo bárbaro que hicieron. Victor Salazar
ResponderEliminarEsta es la prueba fehaciente del gran mal que hizo al país Vladimiro Montesinos Torres. Los diarios chicha tenían objetivos determinados con plata de por medio y sin ningún tipo de principios. Hacer daño era lo primordial. Denunciar lo que paso, recordar, una necesidad de profilaxis de la ética nacional. El artículo me ha parecido completo, con una investigación a profundidad. Abel Laos
ResponderEliminarSeñores:
ResponderEliminarDebo decirlo con contundencia y convicción: el mejor gobierno que tuvo el Perú fue el de Alberto Fujimori que contribuyó eficientemente al desarrollo del país. Nos libró del terrorismo, Arregló la economía. Hizo excelentes gobiernos. Lo de este tipo de diarios fue obra exclusiva del señor Montesinos que rompió por completo con el líder de la reconstrucción nacional. Lo hizo también con Keiko. Por un lado va el fujimorismo. Por otro distinto el señor Montesinos. Viva Alberto Fujimori Fujimori, el mejor presidente del Perú. Alberto Noriega
No podemos, de ninguna manera, estar de acuerdo con este último comentario de Alberto Noriega. Pero lo publicamos por sentido de efectiva equidad democrática. Como prueba de que somos plurales por los cuatro costados. Las expresiones políticas como las de Fujimori-cargadas por completo de autoritarismo, inmoralidad y robo de por medio, dan lugar a posiciones extremas como las que hemos leído. Aunque, efectivamente no tienen pies ni cabeza, los argumentos. Es obvio no se puede defender,bajo ningún punto de vista, a un régimen cuyo accionas principales se basaron en los efectos de una dictadura total, bajo el común denominador-tanto de Fujimori como de Montesinos-de robar a mansalva.Era su virtud ser cleptómanos. Esta es una verdad histórica comprobada, sin que,por supuesto, se registre de nuestra parte exageraciones. Lo de los diarios chicha otra barbaridad. Lo decimos con conocimiento de causa porque sufrimos sus embates y sus ataques a mansalva. El chantaje vil era obvio. En efecto, por no darle publicidad a las revistas del famoso Augusto Bresani porque no nos parecía ni lo correcto ni lo comunicatvo acertado, cuando desempeñamos la Gerencia de Imagen en una empresa pública en tiempos del fujimorato, una tremebunda campaña se nos vino encima en contra y en cadena en varios de estos mugrosos medios de comunicación. Entre ellos estaba el diario "El Chino", dirigido por un pobre hombre de pasado vergonzante que,dicho sea de paso, se consideraba figura del periodismo nacional. Los ataques duraron cerca de un mes y nos dijeron de todo como en botica. El ex-presidente norteamericano Clinton se quedó chiquito con toda lo que escribían, sin ton ni son, en contra de uno. Son los gajes del oficio que tuvimos que soportar estoicamente. Obviamente con mucha indignación y porsupuesto con las manos atadas completamente sin poder hacer nada frente a tanto atropello.El abuso en toda su expresión. (Edgardo de Noriega)
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