Miércoles, 14 de octubre de 1953.
Lugar: Estadio Nacional de Santa
Beatriz. Hora: 7 p.m.
Motivo: homenaje y despedida de Teodoro
Oswaldo Fernández Meyzán o, simplemente, ‘Lolo’.
El Centro Iqueño, líder en la tabla del campeonato con 15 puntos,
accede a jugar en esta fecha un partido en beneficio del cañonero cañetano,
corolario de los homenajes de que ha sido objeto en las últimas semanas.
En efecto, Lolo Fernández Meyzán ha recibido numerosos agasajos y
distinciones con motivo de su anunciado retiro de las canchas de fútbol, al
cabo de más de treinta años de haber deleitado a miles, millones de aficionados
del Perú y del mundo, con su arte, su habilidad, su destreza y su efectividad.
El 1 de septiembre, el teniente
coronel Ricardo León Velarde, miembro de la Comisión de Deportes del Senado de
la República, solicita que el Ministerio de Educación otorgue una pensión
vitalicia a aquel hombre que tantos lauros dio a la patria.
Y cuyo ejemplo de entrega, pundonor, coraje, amor a la camiseta,
caballerosidad en el campo y conducta ejemplar, constituyen un ejemplo para las
generaciones venideras y merecen el reconocimiento de la nación.
El coronel Néstor Gambetta, senador por el Callao pidió consignar en el
presupuesto de 1954 una partida inicial de 50 mil soles como base para la
construcción de la casa propia para el cañonero.
La Cámara de Diputados, a solicitud de Leonidas Rivera, oficia al
Ministerio de Educación para que formule un proyecto de ley para consignar la
propuesta pensión vitalicia.
Teodoro Fernández Meyzán
Teodoro Fernández Meyzán
El 2 de septiembre, Lolo es recibido por el Presidente de la República,
general Manuel Apolinario Odría, quien le informa que ha dispuesto se le
impongan los Laureles Deportivos de Oro de Primera Clase, "en consideración a las probadas calidades de
valor moral y deportivo que ha puesto en evidencia durante su larga carrera al
servicio del deporte", como reza el acta de condecoración.
Todos se apuntan para la colecta procasa de Lolo. Odría se anota con
10,000 soles y un trofeo para ser disputado en el partido benéfico; el premier
y ministro de Guerra, general Zenón Noriega Agüero, aporta 5,000; la Federación
Peruana de Fútbol, apoquina 20,000; numerosas entidades y firmas comerciales
entregan donaciones diversas.
El Comercio pone en manos del ídolo un cheque por 32,007 soles,
producto de una colecta entre sus lectores.
El ministro de Educación, comandante Alfonso Balaguer, anuncia el
otorgamiento de becas para sus hijos Marina y Teodoro.
Suman decenas los homenajes y agasajos que se organizan en diversas
ciudades del país, empezando por Ica. La Crónica inicia una colecta nacional
pro casa del ídolo; Benjamín Cisneros, de La Prensa, promueve la rifa de los
chimpunes de Lolo, esos legendarios botines- calibre 42, marca Mayuri, con seis
cocos cada uno- que acaban de jubilarse tras anotar sus últimos tres goles en
la valla aliancista.
"Estos zapatos viejos y
gloriosos -dice `Bencis’- no tienen,
intrínsecamente, valor alguno, pero hay en ellos un verdadero símbolo que
significa un incalculable valor sentimental. Si fuéramos nosotros los
favorecidos con el sorteo, lo guardaríamos con el orgullo y exacta devoción
como conservaríamos un trofeo del ‘Huáscar’".
Germán Mena Galesio, arquero del club ‘Estrella Roja’, del distrito de
La Unión, a 39 kilómetros de Piura, se hace del codiciado trofeo, se convierte
en el hombre más feliz de la tierra y viene a Lima a recogerlo y a abrazarse
con Lolo.
A su retorno a Piura, Mena y su tesoro son recibidos con bombos,
cohetones, banda de músicos, gran fiesta popular con harta chicha de jora y
cerveza helada, y una sesión especial en el Concejo Municipal.
Los chimpunes son colocados dentro de una urna en el salón de
recepciones del club más importante de esa ciudad. Ahí descansan para eterna
memoria de una vida dedicada al gol.
Los chimpunes del famoso centro delantero.
Los chimpunes del famoso centro delantero.
UN
BREVE ADIÓS
El Estadio Nacional de Lima luce un lleno de bandera. Ningún admirador
de Lolo ha querido estar ausente en esta fecha tan especial.
Los 30 mil espectadores dejan en taquilla 149,000 soles, que serán
entregados a Lolo sin ningún descuento, por disposición del Gobierno. Tampoco
será gravada la rifa de los chimpunes del cañonero, organizada por el diario La
Prensa.
A las 7 de la noche hacen su aparición los equipos de ‘Los Olímpicos’
conformado por los ya veteranos jugadores que triunfaron en Berlín en 1936 y
los que campeonaron invictos en el
Sudamericano de 1939; y el ‘Deportivo Lolo Fernández’, el antiguo ‘Huracán de
Hualcará’, donde el homenajeado inicio su carrera futbolística, anotando sus
primeros goles en las canchas de barro de la hacienda cañetana del mismo
nombre.
Juegan dos tiempos de 25 minutos cada uno, y ganan los cañetanos por 2
a 1.
El espectáculo congrega a Aurelio Collantes, ‘La Voz de la Tradición’,
que declama su ‘Polirrítmico a Lolo’; Juan Criado deleita a las tribunas con su
junto de música negra que bailan las alumnas de la Gran Unidad Escolar ‘Teresa
González de Fanning’; desfilan los Galanes Criollos, Freddy Roland y su
orquesta.
Esa misma noche se enfrentan los equipos del Colegio Militar Leoncio
Prado y los juveniles del Universitario, donde juegan cuatro sobrinos de Lolo:
uno como arquero, otro como defensa, un mediocampista y un delantero. Ganan los
futuros oficiales por 1 a 0.
Con Pelé.
Con Pelé.
A las 9 y 30 de la noche, en medio de una ovación que se desata de las
cuatro tribunas del Nacional, hacen su aparición los equipos del partido de
fondo, para la ceremonia oficial de despedida.
El equipo universitario sale con el ídolo en primer plano, luciendo su
característica redecilla de seda negra, la cabeza gacha y la mirada
entristecida.
Detrás de él: Dimas Zegarra, Rufino Valdiviezo, Da Silva, Bravo,
Gutiérrez, Velit, Trigo, ‘Toto’ Terry, Salinas y Dante Rovay.
Detrás de ellos, los once iqueños con sus características camisetas
blanquinegras: Cárpena, Ramírez, Adolfo Donayre, Ramos, del Valle, Angobaldo,
Alegría, Palomino, Luis Rivera, Rojas y Salas.
Charles Dean hace tocar su silbato por primera vez. Empieza el partido.
Lolo pone la bola en movimiento, la vuelve a tocar apenas en otra oportunidad,
antes que el referee use otra vez su
pito para suspender el partido, por indicación de la mesa de control.
Silenciosamente, los jugadores universitarios forman un semicírculo, y
los iqueños hace otro tanto para completar el círculo en medio del campo.
La banda de músicos de la Guardia Republicana toca la marcha
‘Kentucky’, mientras ingresa al campo Manuel Arce, el joven encargado de asumir
tamaña responsabilidad: sustituir al insustituible Lolo.
Arce trota hacia el medio del campo, confundido por la cerrada ovación
que parece, es, interminable.
Lentamente, el cañonero de cañoneros se despoja de la camiseta crema
que lucio durante 24 anos consecutivos, con el 9 pegado en la espalda, el mismo
numero que enarbolo en toda su trayectoria deportiva.
Maestro y alumno, titular y sustituto, el jubilado y el recién
ingresado, se confunden en un abrazo. Arce se viste la camiseta, que la siente
tan pesada, y agradece a las tribunas que lo vivan.
Lolo, entristecido, trata de esbozar una sonrisa que en esos momentos
se transforma en una mueca casi grotesca que trata de mostrar una cosa y
muestra otra.
Lolo y Valeriano López: ídolos y rivales
Lolo y Valeriano López: ídolos y rivales
Lolo Fernández, el mismo gesto indescriptible, se dirige a sus
excompañeros de equipo, se abraza con cada uno de ellos y se despide, hace lo
mismo con los iqueños, gracias, gracias, al contrario, maestro, a usted las
gracias.
La banda sigue tocando, el público sigue ovacionando, las instalaciones
del Estadio se siguen estremeciendo.
Lolo Fernández Meyzán agacha la cabeza como cuando convierte gol,
quiere retirarse ya, siente que las lágrimas pugnan por brotarle incontenibles,
no se siente de madera, de fierro ni de mármol, presiente que no podrá controlar
sus emociones, que pueden desmoronarlo en cualquier momento.
No te digo adiós...
Lolo Fernández quiere dirigirse al camerino, descansar de tantas
emociones juntas, se acerca a la tribuna de occidente, agradece con los brazos
en alto, pero las otras tribunas lo reclaman, quieren despedirse de él, quieren
que él se despida de ellas.
Lolo no puede contener las lágrimas que se deslizan por sus mejillas y
le recorren el pecho, ni calmar los nervios que tratan de doblegar sus piernas
de granito.
Con un ramo de flores, recorre la pista atlética, da la vuelta
olímpica.
Puesta en pie en las tribunas, la multitud llora, aplaude sin cesar y
se pregunta a cada instante si volverá a surgir en algún momento después otro
Teodoro Oswaldo Fernández Meyzán.
(Que se llame diferente, que tenga otro apodo, que nazca en la chacra o
la ciudad, que surja de un callejón o de una residencia, nos tiene sin cuidado,
que sea cholo, blanco, indio o negro, que más da, solo importa que haga lo que
él hizo en la cancha.)
(Las voces se multiplican: todo es posible, tío; puede ser, socio;
déjense de bromas, imbéciles; hay que ser realista, primo; tenemos que
resignarnos a no ver a otro igual a Lolo; allá quien crea en la reencarnación;
ya cállense, carajo; pero puede ser; por qué no; sí, pues.)
Lolo apura el paso en los
últimos tramos, quiere llegar al camerino lo antes posible. Esta empapado de
sudor y lágrimas, las tribunas siguen aplaudiendo, decenas lloran sin consuelo,
la emoción traspone los muros del Nacional, se traslada a los hogares en las
palabras emocionadas, entrecortadas de los locutores de las radioemisoras
limeñas.
Lolo ingresa al camerino llorando a lágrima tendida. Lo esperan sus
hermanos Arturo y Eduardo ‘Lolín’, tan emocionados como él; algunos amigos
íntimos, periodistas.
Todos han visto la despedida de Lolo desde la boca del túnel, y ahora
guardan respetuoso silencio. Lolo abraza a sus hermanos, se sienta en el poyo
de cemento y se cubre el rostro con ambas manos. Todos respetan su gesto.
El silencio es elocuente. La emoción anuda las gargantas. Es hora de
despedirse. Lolo ingresa a la ducha, se viste de paisano y sale del Estadio con
sus hermanos y sus íntimos.
Mientras cruzan la calzada de cemento camino a Paseo de la República,
Lolo voltea para ver el frontis del recién inaugurado coloso y alcanza a leer
su nombre, en medio de una palma de laurel y otra de olivo.
(Dentro del Estadio, en el campo de juego, Manuel Arce está inspirado
por su fantasma de turno y anota cuatro de los cinco goles con que
Universitario vence al Centro Iqueño. El partido termina 5 a 2, pero de eso
nadie se acuerda al día siguiente: la memoria esta ocupada por la despedida de
Lolo.)
(Han pasado muchos números ‘9’ en las alineaciones del Universitario,
pero nunca se reencarnó otro Lolo. Manuel Arce no pasó de una promesa:
desapareció sin decir adiós. Lo reemplazó Carlos Valdivia Menet, quien había jugado en Sport
Boys y estaba en México. Era interior y fue improvisado centro delantero. Lo
siguió Segundo Guevara, y no pasó nada.)
(Apareció un goleador huaralino: Daniel ‘Chino’ Ríos, goleador en 1956
con 16 goles; y en 57, con 20, dio algunas esperanzas pero no satisfizo como
jugador, otros jugaban por él, y él, oportunista, se limitaba a rematar.)
(Lucieron la misma camiseta Tomás Iwasaki, que pasó casi inadvertido, y
‘Pelé’ Guzmán, sin fortuna.)
(Siguieron Enrique ‘Loco’ Casaretto, campeón sudamericano y autor de
los dos goles contra Brasil en 1975. Y punto. Juan José Oré, con uno que otro
cuarto de hora; Seminario, Briceño, ‘Balán’ González; Percy Vílchez, ‘Pinocho’
Urrunaga, Percy ‘Trucha’ Rojas... muchos los llamados, ninguno el escogido.)
Así se fue Lolo. Sencilla, modestamente. Tal como apareció una mañana
cualquiera entre la chiquillada de la hacienda Hualcará; tal como fue en el
campo de juego y en su vida diaria, tal como fue con su familia y con sus
amigos.
Por eso -y más- ha sido, es, sigue siendo irreemplazable.
Con él se fue el genio.
Queda la leyenda. (José Luis
Vargas Sifuentes)
Su estatua en el Estadio Monumental.
Su estatua en el Estadio Monumental.
GRACIAS LOLO POR LO QUE DISTES A UNIVERSITARIO DE DEPORTES TU EQUIPO DE TODA TU VIDA DEPORTIVA Y POR LOS LAUROS QUE LOGRASTES VISTIENDO LA BICOLOR DE NUESTRA AMADA PATRIA DIOS TE TENGA EN SU GLORIA ERES UNICO EJEMPLAR ,GUERRERO Y GOLEADOR. DESCANSA EN PAZ.
ResponderEliminarPD: GRACIAS A LOS SEÑORES PERIODISTAS POR SU EXCELENTE TRABAJO