Corría el año 1946. El viejo
maestro y el discípulo preferido regresaban de una de sus tantas excursiones
científicas a lo largo y ancho del territorio patrio. Esta vez la distancia
escogida había sido muy corta porque la edad del maestro ya cifraba en cerca de
80 años. Pero eso no fue óbice para que ambos hicieran detener el vehículo que
los traía desde Chala y Nazca de vuelta a Lima y bajaran en plena pampa a
examinar un grupo de plantas que crecían entre los médanos. El maestro le dijo
al discípulo con notoria humildad:
-No podía haberme equivocado.
Como usted sabe esta planta lleva mi nombre
Y Augusto
Weberbauer no se equivocó, pues según cuenta el discípulo doctor Ramón
Ferreyra, la planta era en efecto una Weberbaurella
Brongniartiodes, hierba leguminosa que como cientos de plantas peruanas
llevan el nombre del científico alemán.
Durante cerca de 50 años, el
ilustre botánico germano realizó en nuestro país una obra de exploración,
estudio y experimentación con nuestra flora que al decir de Jorge Basadre, es
una de las contribuciones más
formidables al Perú del siglo XX.
Cuando el doctor Augusto
Weberbauer llegó al Perú en 1901 tenía 30 años de edad. Desde que inició sus
estudios de Biología y Botánica en la Universidad de Breslau y luego en
Berlín, lo obsesionaba el estudio de las
plantas y hierbas que crecen en las
altitudes de los Andes. Ya pensaba entonces que la vegetación de los Alpes no
era tan interesante como la que se podía localizar en nuestra Cordillera.
Augusto Weberbauer: verdadero maestro
Augusto Weberbauer: verdadero maestro
OBRA CUMBRE
Y en busca de todo aquel
fascinante mundo de hierbas, plantas, flores,
cactus huraños y espinosos, vino para hacer realidad su más preciado
sueño: la conquista de la flora andina del Perú.
Cuando el doctor Augusto
Weberbauer, luego de haber publicado en Europa varios textos de investigación
botánica y biológica, editó su obra cumbre: “El Mundo Vegetal de los Andes Peruanos”, se consideró en los
medios científicos de todo el mundo que había surgido el trabajo fitogeográfico
más importante de esta parte del continente. Era 1911 y se tuvo que esperar hasta 1945 para que aparezca la edición en
castellano.
En la actualidad, contar con
aquel libro es tener un tesoro de
bibliotecas. Según el notable biólogo
peruano, doctor Ramón Ferreyra, si
Alejandro von Humboldt hizo el más importante aporte de la Fitogeografía de
Sudamérica, Weberbauer, debe ser
considerado como el padre de la Fitogeografía en el Perú.
MURIO POBRE
Para hacer un fecundo acopio de
experimentos y observaciones, para coleccionar millares de millares de especies
andinas y luego volcarlas en un libro básico y magistral, Weberbauer recorrió
casi todo el Perú y aunque con una endeble anatomía de vicuña, tuvo la fuerza
de un cóndor para trepar y vencer cumbres increíbles.
Como todos los pioneros, lo
devoraba la pasión de crear, de construir, de afianzar con el estudio de las
ciencias o del derroche del valor, un país más próspero, progresista que
supiera aprovechar mejor sus riquezas naturales. A Weberbauer no lo subyugó, por
eso, sólo la contemplación ornamental y estética de las especies que descubría
y estudiaba, sino que muchas veces ahondó en su aprovechamiento alimenticio e
industrial.
Murió sin fortuna en 1948,
rodeado por el respeto del medio universitario, en el cual desarrolló una labor no sólo científica y docente, sino promotora
de futuras conquistas.
Los antiguos vecinos del edificio
que hace esquina entre Tambo de Belén y Uruguay, aún recuerdan al menudo y
sonriente profesor alemán que siempre llegaba a su departamento llevando en cajas de cartón, y en las
propias manos, plantas, flores, ramas y semillas que recolectaba en sus viajes.
La vida de Weberbauer y su heroica odisea en busca de
ayuda, estímulo y dinero para continuar sus estudios y exploraciones refleja
sobre todo su obstinado temple que, como dice Goethe, no tuvo prisa ni pausa.
Porque inclusive cuando la guerra del 14 puso en situación difícil a la colonia
alemana, el ilustre maestro buscó el
lejano refugio de una aldea próxima a Pallasca, en un asiento minero, para
allí-durante tres años- continuar estudiando silenciosamente la flora andina
del Perú.
150 VIAJES
Se asegura que, en su larga
permanencia en nuestra patria, Weberbauer hizo no menos de 150 viajes a lo
largo de todo el territorio peruano: no hubo departamento que no visitara. Muchas de sus excursiones siguieron
las rutas que ya había caminado antes Antonio
Raimondi. Pero como su interés biológico estaba centrado a la vegetación
de la altitud peruana, fue a las
provincias serranas a la que más subía. Interesado también por aquella
otra fastuosa, pródiga, exuberante
naturaleza que crecía en la vertiente oriental de los Andes. Weberbauer realizó
también numerosas excursiones a la Amazonía, habiendo llegado a Chachapoyas,
Tarapoto, Yurimaguas e Iquitos.
Estando en Huancabamba sufrió un
ataque de malaria que lo puso al borde de la muerte. Ya en 1925, Weberbauer
prácticamente había logrado levantar el Mapa
Fitogeográfico del Perú. Vale decir que ubicó en cada centímetro del
vasto, complejo, diverso, territorio del Perú, la especie botánica que allí
crecía.
Por eso sobre esta gesta
científica Basadre escribió: “Su paciencia de hormiga llevó a Weberbauer a
construir fragmento por fragmento, una obra de gigante”.
Una de las plantas que lleva su nombre.
Una de las plantas que lleva su nombre.
PASEOS
Hasta dos o tres años antes de su
muerte, el científico alemán siguió
haciendo sus habituales excursiones a las Lomas de los Andes, cercanas a Lima.
Acompañado por maestros universitarios y alumnos organizaba paseos para recoger
plantas a las Lomas de Amancaes, Lurín, Atocongo, Mangonamarca. Todos se
extrañaban de ver como el anciano profesor trepaba las cumbres casi sin denotar
fatiga. “Lo bravo es la bajada-dicen que
solía decir- porque uno no cae para arriba sino para abajo”.
Nacido en la ciudad de Breslau,
Alemania, el 26 de Noviembre de 1871, desde niño tuvo contactos con la
Botánica. Su padre Otto Weberbauer lo hacía leer sus publicaciones, en
especial la obra “Los Bongos de la
Alemania Septentrional”. Estudio
secundaria en el colegio de Glatz, Silesia y después de haberla concluido, se
dedicó al estudio de las Ciencias Naturales, principalmente de la Botánica, en
las universidades de Breslau, Heidelberg
y Berlín.
A los 23 años se gradúa de doctor
y es nombrado Ayudante de Botánica Sistemática en la Universidad de Breslau.
Cuatro años después es recibido allí como miembro del cuerpo docente, con el
carácter de Privatdocent.
Entre 1893 y 1901, publica los
siguientes trabajos: Sobre los géneros
fósiles de las ninfeáceas. Las familias naturales de las plantas. Estudio sobre
la anatomía de los frutos capsulares. Anatomía de los frutos de las
escrofulariáceas. Todos ellos en versión alemana.
Alli están los descubrimientos del gran botánico
Alli están los descubrimientos del gran botánico
ESTUDIOS
Los estudios que hizo para dictar
clases de Fitogeografía en Breslau le indujeron a visitar los andes peruanos.
La Real Academia Prusiana de Ciencias cubrió parte de sus gastos y la
universidad a la que pertenecía le dio licencia por cuatro años para hacer uso
de la beca que le había conseguido su maestro, el famoso botánico Adolfo
Engler.
Llega al Callao el 11 de
Noviembre de 1901. Viajó primero por los alrededores de Lima, ciudad donde
trabajó después varias veces en las vertientes occidentales de los Andes. Se
incorporó a una expedición enviada por el
Gobierno a Sandia de marzo a julio de 1902 y así tomo contacto con esa
zona y con las de Puno y Arequipa. Recorrió luego La Oroya, Tarma, La Merced y los lugares aledaños. Pasó a los
departamentos de Ancash y Huánuco y después de visitar las cordilleras Blanca y
Negra, se traslada al Oriente por el valle del Marañón.
Más tarde trabajó nuevamente en
la ruta Lima La Oroya para visitar la zona alto-andina y continuó luego por el
norte peruano. Era abril de 1904 y aquella zona estaba azotada por la peste
bubónica.
El valle de Chicama y parte de
Cajamarca también fueron estudiados por el sabio alemán. A estos lugares le
siguieron Chachapoyas, Moyobamba,
Iquitos, Yurimaguas y Tarapoto. Retorna a Lima y nuevamente emprende viaje,
pero esta vez hacia el sur, Cusco, la ciudad imperial.
EN ALEMANIA
En septiembre de 1905 regresaba a
su patria para proseguir otra etapa de sus investigaciones. Se dedica entonces,
a la descripción técnica de cada una de las plantas integrantes de su valioso
herbario que pasó a formar parte del Museo Botánico de Berlín. En Alemania
editó estudios anatómicos y biológicos sobre la vegetación andina. Al año
siguiente, 1906, publica una contribución
sobre el clima y la distribución de las plantas en los Andes peruanos,
basándose en los trabajos del botánico Alfred Hettner.
En la primavera de 1908, Weberbauer retorna al Perú. Es contratado por
el Gobierno como Director del Parque Zoológico y Botánico de Lima. Dos años
después obtuvo una licencia y continuó viajando por los departamentos de Ica, Huancavelica, Ayacucho y Junín, para
analizar la flora de estos lugares. Su
colección tenía 5,200 números de campo, material suficiente para publicar la
monumental obra “El Mundo Vegetal de los
Andes Peruanos”, editada en 1911 en Leipzig, en versión alemana.
En 1912 examinó en la Costa y en
las vertientes occidentales de los Andes, la transición que se realiza entre
los tipos de vegetación peruana y ecuatoriana y exploró la vegetación
xerofítica del Marañón. Así pasó por Paita, Piura, Chulucanas, Morropón, Jaén,
Bellavista, Ayabaca y otros lugares. Al año siguiente, el Gobierno le otorgó
una subvención destinada a explorar tres regiones: la del bajo Mantaro
(Huancayo), la del Pangoa y la de Huánuco.
PROFESOR
Durante 1914 recorrió los departamentos
de Arequipa, Cusco y La Libertad. Al estallar la Primera Guerra Mundial tuvo
que soportar situaciones muy difíciles, pues fue removido de su cargo. Empieza
entonces a dibujar su Mapa fitogeográfico de los Andes peruanos y, con sus
pequeños ahorros, el mismo se financia sus expediciones siguientes a
Lambayeque, Huancabamba (zona donde contrajo
La Malaria), Luya, Lamud y Cutervo.
En 1916 la situación económica empeoró,
de tal suerte a que tuvo que emplearse como explorador minero en la compañía Wolfram, que operaba en Pasto
Bueno, Pallasca. En 1920, la empresa quebró y Weberbauer tuvo que regresar a
Lima. Ese mismo año se incorpora a una expedición universitaria sueco peruana
que investiga la zona del Perené y del Bajo Pangoa.
En 1921 de nuevo retorna a la
carrera docente pues lo nombran profesor del Instituto Lima, plantel secundario
(que al año siguiente cambió por el Colegio Alemán) y trabaja también como
Catedrático de Botánica Farmacéutica en la Facultad de Ciencias de la
Universidad de San Marcos. Con su propio peculio publicó al año siguiente, su
Mapa fitogeográfico de los Andes peruanos. Paralelamente, opta el grado de
doctor presentando un trabajo sobre las relaciones entre la estructura
anatómica de las hojas y la altura sobre el nivel del mar.
VACIO
En 1925 siendo catedrático de
Botánica Sistemática celebra un convenio con el Field Museum of Natural History
de Chicago, para coleccionar plantas y recorrer durante dos años más la Costa y
la Sierra peruanas. En 1928 viaja a Bolivia y Argentina por gentil invitación
del médico Esteban Campodónico.
En 1929 viaja por seis meses a
Alemania para consultar la bibliografía del Museo Botánico de Berlín y que era
inhallable en Lima. Regresa al Perú en 1930. Dos años después, el Gobierno lo nombra Botánico. Adscrito de la
Estación Experimental Agrícola de La
Molina. En 1946 realiza su última exploración a las Lomas de Chala, pero ya su salud se encuentra
resentida. En 1947, se le concede la Orden del Sol en el Grado de Comendador y
el 16 de Enero de 1948 expira, dejando un profundo vacío en la cátedra y en la
ciencia. (Jorge Donayre Belaúnde)
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