Extremadamente católica era la Lima
del siglo XVII cuando el predominio
de España en una de sus principales colonias, el Virreinato del Perú, resultaba
inminente y palpable. Allí definitivamente destacaba una joven por su entrega constante a la
oración con un amor a Dios y la Virgen María incontenible, acompañada de una
existencia llena de piedad y de virtud y apuntando a un sólo derrotero
enteramente noble y altruista: servir, por completo, a los demás. Esta es
su vida. Estos son sus milagros.
La muchacha, de una belleza
interior y exterior impresionante, persistió indefectiblemente en actitud
abierta y generosa de apoyar a los pobres y los enfermos. A los ancianos y desposeídos de felicidad. A los niños y los arrepentidos. A los hambrientos
y los perseguidos. A los que no tienen paz y a los que sufren constantemente. Porque de ellos
será el reino de los cielos.
Ella se llamaba Isabel Flores de Oliva y se convirtió
en la admirada, excelsa, milagrosa Santa Rosa de Lima. La patrona de
América, Filipinas y el Nuevo Mundo, que vivió piadosamente entre 1586 y
1617. Tan sólo y exclusivamente 31 años. Pero bastaron para que sea conocida sin
fronteras, con una poderosa fe en sus
decisiones sobrenaturales.
Su familia inclusive la quiso obligar a
casarse, pudiéndole haberle cambiado la
vida por completo. Ella rechazó firme y
persistentemente tal posibilidad, convencida
que todo lo mundano no le pertenecía de ninguna manera.
Rosa de Lima: una santa venerada a plenitud
Rosa de Lima: una santa venerada a plenitud
DONES
Había tal actitud de entereza desinteresada
que una multitud impresionante de fieles creyentes aseguraba, con convicción plena, que tenia evidentemente
dones divinos. Como efectivamente era así.
Cierto es que por aquellas
lejanas épocas cargadas de misticismo y de efervescencia religiosa abundaban
las atribuciones de milagros, curaciones y todo tipo de maravillas por parte de
una población que ponía evidente interés por las virtudes y calidades de la
vida cristiana.
Muchísimas más que las actuales que están mezcladas
inclusive de descreimiento, con atisbos evidentes de desolación y
desesperación. He allí la gran diferencia de percepciones que hay que tener en
cuenta para tener presente y, sobre todo, explicarse el inicio y desarrollo de la veneración a la santa
peruana, la primera de América por si acaso.
Alrededor de 60 personas
fallecieron en “olor de santidad” en la capital peruana entre finales del siglo
XVI y mediados del XVIII. De aquí se originó, como consecuencia, una larga
serie de biografías de santos, beatos y siervos de Dios, obras muy parecidas en
su contenido. Regidas por las mismas estructuras formales y por análogas
categorías de pensamiento.
LAICA
Lo cierto y concreto es que Rosa dio el primer
paso totalmente consecuente al vestir los
hábitos, túnica blanca y manto negro, de la Tercera
Orden de Santo Domingo y prosiguió con esa entrega de darse por completo,
sin recibir nada. Pero no era monja. Si laica terciaria de dicha congregación que vivía en su casa. Las religiosas, en aquella época, sólo podían serlo de clausura.
Así continuó con más fuerza en actitudes de
pobreza e incluso de sufrimiento
corporal con los cilicios. En señal de penitencia
por venerar a plenitud sus creencias religiosas, las mismas que le salían del
fondo de su corazón que había sido entregado enteramente hacia Jesucristo, el salvador del mundo.
Una vida ejemplar, donde la humildad y la contemplación llena de mística,
destacaron con admiración. La
obediencia, la paciencia y la abnegación eran sus virtudes predominantes. Lo
primero que hizo como monja es recluirse en una cabaña muy humilde que había
construido con sus propias manos, en un extremo del huerto ubicado en la casa
de sus padres.
Por aquel entonces, la convulsión
reinaba en el Perú entero por el asedio de los corsarios holandeses que habían
decidido atacar con violencia y ambición
desenfrenada. Los ánimos de la población estaban completamente alterados, en
medio del pánico general porque estos bandidos eran, realmente, inhumanos y
sobre todo crueles.
NO PASARAN
Ante tal dramática y peligrosa situación, Rosa
con decisión reúne a infinidad de mujeres capitalinas en la Iglesia de Nuestra
Señora del Rosario para orar ante el Santísimo por la salvación. Lo hacen
contritamente. Mientras tanto, tal era
el pavor que muchísimos huyeron hacia
lugares distantes, generando más pánico y estupor por los cuatro costados.
En el templo la religiosa, durante
un momento determinado del rezo continuo como expresión prístina de la fe que
mueve montañas, se remangó suavemente los hábitos firme y consecuente. Sorprendiendo a todos.
Ella, sin inmutarse, se ubicó en el mismísimo
centro del templo con coraje pero sin ira y, convencida al máximo, ofreció su
cuerpo para defender a Cristo en el Sagrario. A renglón seguido se escuchó su
voz tranquila y apacible que prometía no dejar pasar a ningún corsario a la
casa de Dios
El hecho concreto y comprobado es que, misteriosamente,
el capitán de la flota invasora falleció en su barco días después y ello dio
lugar a la retirada de sus naves. No ocurrió el mentado ataque artero que, muy
posiblemente, iba a destruir la ciudad por completo. Toda la población de Lima
atribuyó el milagro a Rosa y por ello en sus imágenes se le representa portando a la ciudad sostenida por el ancla.
La imagen en procesión por la Plaza de Armas.de Lima.
La imagen en procesión por la Plaza de Armas.de Lima.
CELEBRACION
Lo trascendente es que vivió una
vida de piedad y de virtud e hizo grandes caminos con la paciencia y la
contemplación mística durante su vida religiosa, imitando a la dominica
Catalina de Siena, la santa toscana del siglo XIV.
Ella se recluyó prácticamente en
su cabaña que había construido con
sus propias manos en el huerto de su
domicilio. Las ermita era muy pequeña,
con un espacio de poco más de dos metros cuadrados.
Llevaba sobre la cabeza una coronita de plata
cuyo interior era de puntas muy duras. Por lo que se convertía en un verdadero
centro de espinas. Al igual que nuestro Señor Jesucristo en su sacrificio por
salvar la humanidad.
En Marzo de 1617 celebró en la
Iglesia de Santo Domingo de Lima su
místico desposorio con Cristo, siendo uno de sus confesores Fray Alonso
Velásquez. El sacerdote le puso en sus dedos el anillo, en señal de unión
perpetua.
Muy niña aún, Isabel Flores de
Oliva fue confirmada en el pueblo de Quives por el Arzobispo Santo Toribio de
Mogrovejo. El la llamó Rosa porque se le ocurrió de un momento a otro. Ella
obedeció, sin gustarle el nuevo nombre. La santa prefería Rosa de Santa María.
Según lo relató su madre, la
joven fue a conversar con un sacerdote a la Iglesia de Santo Domingo manifestándole
la molestia que le llamaran Rosa. Pero el sacerdote la tranquilizó,
preguntándole: “¿Pues hija no es tu alma como una rosa que
recrea Jesucristo? Con ello quedó tranquila y segura del nombre que le
habían dado.
SU PADRE
Era hija de Gaspar Flores, arcabucero
natural de San Germán de Puerto Rico. Su
padre vino al país procedente de España, después de pasar por su país de origen
y Panamá que formaban parte del
Virreinato de Nueva España.
El arribo lo hizo como soldado
del pacificador Pedro de la Gasca, quien restableció la Real Audiencia en 1549,
recuperando el dominio de la Corona tras la usurpación del poder por Gonzalo
Pizarro, el hermano del Conquistador don Francisco; el criador de chanchos en Trujillo, Extremadura, España.
El que trazó la línea, ante la vacilación
total de los conquistadores, en las arenas de Panamá para continuar a tierras
rumbo al sur que llamarían las del Perú para hacerse ricos, tras engañar y vencer al último de nuestros
excelsos Incas llamado Atahualpa y que fueron forjadores de admirable cultura,
desde tiempos inmemoriales.
El Papa y la Patrona del Peru, América y Filipinas.
El Papa y la Patrona del Peru, América y Filipinas.
INFANCIA
Gaspar fue nombrado arcabucero
por el Virrey Andrés Hurtado de Mendoza y se casó en Lima con la criolla María de Oliva y Herrera,
apellidos procedentes de Aragón (España). Isabel fue la cuarta hija de los Flores Oliva. La bautizaron,
según partida existente, el 25 de Mayo de 1586 en la Parroquia de San Sebastián por el sacerdote Antonio
Polanco. Sus padrinos fueron: Hernando de Baldés y María Osorio.
Una infancia común y nada llamativa. El compañero de sus juegos
infantiles era su hermano Hernando, muy unido a ella y, a lo largo de su
existencia, siempre la apoyó con mucho cariño. A los 12 años se mudó con su
familia a Quives, un pueblito ubicado a una
distancia de 60 kilómetros de Lima en el valle de Chillón.
Aquí recibió la confirmación de manos de Santo
Toribio de Mogrovejo. Su padrino fue el sacerdote del pueblo, Francisco González.
Por tales épocas y en el lugar comenzaron sus mortificaciones de salud. Había
contraído un reumatismo, con
consecuencias dolorosas para su recuperación que ocultó a su madre. No
le quería dar preocupaciones.
Regresó a Lima ya siendo una
joven. Los problemas económicos de su padre fueron una realidad. Entonces, con
convicción y sin vacilación, comenzó a trabajar casi el día entero en el huerto
de su casa y solía bordar para
diferentes familias de la ciudad y así ayudar económicamente a su hogar. A pesar de todo estaba conforme con su vida.
Lo único que quería era servir a Dios.
Con todo acierto Rosa predijo que
su vida terminaría en la casa de su bienhechor y confidente Gonzalo de la Maza:
el contador del Tribunal de la Santa Cruzada. A la vivienda del protector se
trasladó a residir en los últimos cuatro o cinco años de su vida.
Solicitó a María de Uzátegui, la
española esposa del contador, que fuese ella quien la amortajase. En torno a su
lecho de agonía se situó el matrimonio de la Maza con sus dos hijas Micaela y
Andrea y una de sus discípulas más próximas, Luisa Daza.
MUERTE
A esta última, Santa Rosa le
pidió que entonase una canción religiosa con acompañamiento de vihuela. Así
entregó la virgen limeña su alma a Dios afectada por una aguda hemiplejia, el
24 de Agosto de 1617, en las primeras horas de la madrugada.
En el lecho de su muerte de la
Maza hizo retratar el rostro de Rosa con
el pintor italiano Angelino Medoro, quien fue el que realizó, de forma precisa, el primer testimonio visible de su aparición
física en este mundo.
El mismo día de su fallecimiento,
por la tarde, se realizó el traslado del cadáver al convento grande de los
dominicos llamado de Nuestra Señora del Rosario. Una abigarrada muchedumbre
colmó las calles, balcones y azoteas en las nueve cuadras largas que separa la
calle Capón donde estaba ubicada la residencia de la Maza con dicho templo.
El pozo donde los fieles depositan sus deseos escrito en un papel.
El pozo donde los fieles depositan sus deseos escrito en un papel.
CANONIZACION
El 25 de Agosto hubo una misa de
cuerpo presente por el Obispo electo de La Paz, Pedro de Valencia y luego se
procedió sigilosamente a enterrar los restos de la santa en una sala del
convento, sin toques de campanas ni ocurrencia alguna, para evitar la
aglomeración de la gente. Al entierro asistieron el Virrey y los más
distinguidos miembros del Cabildo Secular y Eclesiástico, los oidores, lo
miembros de las órdenes religiosas y otras personas notables.
El proceso que condujo a la canonización
empezó casi de inmediato con la
información de testigos promovido en 1617-1618 por el Arzobispo de Lima,
Bartolomé Lobo Guevara. Tras un largo
procedimiento, el Papa Clemente X la canonizó en 1671.
Tal era su convicción que cuando
rezaba ante la Santísima Virgen sentía claramente el llamado del Niño de Jesús
desde la imagen. El creador le decía: “Rosa de mi corazón yo te quiero por
esposa”. A lo que ella, muy anhelosa y enteramente admirada, le contestaba
“Aquí tienes Señor a tu humilde esclava”.
En Argentina y Uruguay, por el
mes de Agosto, ocurre lo que se denomina “La Torrente de Santa Rosa”. La
tradición religiosa atribuye a la santa este fenómeno natural que logró la
huída de los enemigos de tierras peruanas.
Mientras que en Filipinas también
la veneran por completo. Allí existe un nicho con su nombre ubicado en el
frontis de una iglesia principal de ese país al lado de la Virgen María, San
José y los cuatro evangelistas.
En esta nación, la más católica del
sudeste asiático y el tercero más creyente en el mundo que siguen al Papa bajo
el rito romano con una cifra impresionante de 72.9 millones de fieles, la
conocen bajo el nombre de Santa Rosa de Lagunas.
OTRO MILAGRO
La santa limeña tiene una
parroquia que es uno de los principales puntos turísticos de una ciudadela que tiene 54 metros cuadrados y una
población de 284.670 habitantes. En Filipinas todos saben que Rosa es milagrosa.
Varios episodios lo confirman. Son historias que, entre rezos y alabanzas, han
ido pasando de generación tras generación.
Resulta que, durante la ocupación
japonesa de Filipinas en la Segunda Guerra Mundial, las batallas entre el
Ejército Imperial y la resistencia filipina avanzaban lentamente a través del
campo y las ciudades hasta llegar a las inmediaciones de Santa Rosa de Lagunas,
que en ese tiempo era una población cuyo nombre era Bucol
Cientos de personas evocaban sus casas sin tener donde ir y, en
su huída, muchos aseguraron que una hermosa dama vestida de blanco y negro les
indicaba que fuesen a la parroquia de Santa Rosa, donde el pescado y el arroz
son abundantes y no pasarían hambre.
VENERACION
Cuando llegaban a la Iglesia, los
desplazados caían de rodillas envueltos en llanto al reconocer a la dama en la
imagen que era, precisamente, la que presidía el altar. No pasó mucho tiempo antes
de de que los estragos de la guerra se sientan en Bucol y la propia parroquia,
que fue visitada por las tropas japonesas. Pero los oficiales, montados en
briosos caballos, nunca pudieron ingresar a la iglesia sobre su cabalgadura.
Según la creencia religiosa, los animales se plantaban
en la puerta y no avanzaban, por más que los japoneses le clavaban con todas
sus fuerzas, las espuelas para que entraran en el santo recinto. Nunca lo
lograron.
Hoy los restos de Santa Rosa se veneran en la Basílica Nuestra Señora del
Rosario de la Iglesia de Santo Domingo
ubicada cerca de la Plaza Mayor en pleno centro de Lima, siendo notable
la devoción del pueblo peruano.
Su casa, el Santuario, situada
en el centro de Lima conserva los
lineamientos que tuvo en el siglo XVI, la
época que vivió Rosa. Anualmente es visitada por centenares de miles de devotos, peregrinos y
turistas, quienes recorren los ambientes que estuvieron directamente ligados a
su vida y la caridad para el prójimo.
Exactamente se conserva como sitio religioso la ermita donde Rosa oraba. Cerca del lugar hay un pozo de 20
metros de profundidad y ahí los devotos depositan, en papeles, sus deseos
escritos. También está idéntica la habitación
en que dormía. El cuarto donde nació y la enfermería para el bien y servicio
de sus hermanos necesitados.
Claustro de Santa Rosa de Lima.
Claustro de Santa Rosa de Lima.
BASILICA
La Basílica-Santuario que lleva
su nombre fue empezada a construir, luego de su canonización con posteriores
restauraciones. La inauguraron,
finalmente, el 24 de Agosto de 1922. Tal lugar sagrado es el principal punto de
peregrinación de todo el Perú y su arraigo popular es comparable a la Virgen de
Guadalupe de México.
Actualmente hay más de mil
rostros en lienzos, estampas y esculturas hechos entre otros por renombrados
artistas como: Francisco de Zurbarán, Claudio Coello, Daniel Hernández, Teófilo
Castillo, Francisco González y Sérvulo Gutiérrez.
A partir de las reformas del
calendario litúrgico, introducidas en el Concilio Vaticano II, la fiesta de
Santa Rosa de Lima se cumple el 23 de Agosto, fecha en que se celebra.
Anteriormente se le recordaba el 30 de Agosto y esa es la data que se mantiene
en el Perú y otros países latinoamericanos y en el rito romano tradicional.
Aquí en este país es un día feriado y su
imagen recorre, en procesión, las calles de Lima.
La tradición católica relata que
cuando el pontífice Clemente X, luego de oír los argumentos de su canonización
dijo: “Hum: ¡Patrona y Santa! ¿Y Rosa?
Que lluevan flores sobre mi escritorio si es verdad. La
respuesta fue una fragante lluvia de pétalos diferenciados y de variados colores sobre la
mesa del Papa. Como prueba fehaciente de que la peruana admirable era y es enteramente milagrosa. (Edgardo de Noriega)
Santa Rosa de Lima..gracias po tu servcio
ResponderEliminarte amo santa rosa de lima
ResponderEliminarSanta Rosa limeñita,muy amiga fue de Dios.Bendice a nuestro Perù,lìbranos de todo mal,
Eliminarujt
ResponderEliminargracias....me sirvio mucho para mi trabajo de religión
ResponderEliminarlinda su vida y historia
ResponderEliminarme ayudo pa el coleio
ResponderEliminarme saq un 20 con este reporte
ResponderEliminarno tienen penitencias
ResponderEliminarSeñor editor. Santa Rosa nunca fue monja.Corrija por favor.
ResponderEliminarMuchas gracias por la colaboración. Consultamos la bibliografía correspondiente y, efectivamente, Santa Rosa de Lima no fue monja. Si laica terciaria dominica. Incluso usaba el habito. Las religiosas en aquella época eran de clausura, viviendo-sin salir a la calle- en los conventos. Ella lo hizo en su casa toda la vida. Corrección hecha a plenitud.
ResponderEliminarme ayuda en mi tarea jajaja
ResponderEliminarbuenas tardes hola ma gustara saber sus sacrificios
ResponderEliminarFueron una realidad los sacrificios de Santa Rosa. Pero para explicarlos y entenderlos hay que remontarnos, enteramente, a la época que vivió. Hay que hacerlo sin exageraciones de ningún tipo, que si existieron en su época. Efectivamente, hay que reconocerlo, hubo silicios y otras flagelaciones. Su confesor lo sabia. Todos estos hechos,de ninguna manera, respondían a una idea masoquista. Nada de eso. Los sacrificios eran enteramente religiosos y en pro de la causa de Dios y por la redención. El Papa Francisco describe a Santa Rosa como "la amiga de Jesús desde muy pequeña" Una mujer de entero amor y pureza. Convertida en santa por sus cuatro costados y su sacrificio de vida. Cabe indicar, para comprendedla, Santa Rosa vivió en un mundo con gran fervor religioso y sentido de penitencia extrema. Así eran esos tiempos.Era una mujer con el olor a santidad total. Ella vivía de la hostia consagrada con convicción total.Una vida sacrificada y entregada al creador. Horas de horas de trabajo. Pero también de meditación y oración. Dormía poco, oraba mucho. Murió con 31 años de edad. Hermoso sacrificio del cuerpo propios de ese siglo. No olvidemos ello. Como los sacrificios de Cristo
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