Hong-Kong, la más importante base
inglesa en China, era un objetivo natural del ataque sorpresa desencadenado por
los japoneses en Diciembre de 1941. Más tarde, cuando empezó el asedio, las
frágiles defensas de la plaza y los desorganizados contraataques ingleses
constituyeron un pobre obstáculo para los fines de la estrategia japonesa.
La colonia inglesa de Hong Kong,
en la costa de China meridional, estaba constituida por la isla del mismo
nombre y por un hinterland llamado New territories (Territorios nuevos). La
isla que se halla a poco más de un kilómetro de la costa, es la primitiva
colonia.
Después de la cesión inicial en 1842, Gran Bretaña se fue anexionando, en parte por las armas y en parte por medios diplomáticos, una franja de tierra firme que se extiende a lo largo de casi 35 kilómetros hacia el Norte. La población se concentra principalmente en sus dos ciudades: Victoria, en la costa septentrional de la isla y Kowloon, en el extremo meridional de la tierra firme.
Después de la cesión inicial en 1842, Gran Bretaña se fue anexionando, en parte por las armas y en parte por medios diplomáticos, una franja de tierra firme que se extiende a lo largo de casi 35 kilómetros hacia el Norte. La población se concentra principalmente en sus dos ciudades: Victoria, en la costa septentrional de la isla y Kowloon, en el extremo meridional de la tierra firme.
En 1940, los jefes del Estado Mayor británicos llegaron
a la conclusión que Hong-Kong no era más que un puesto avanzado, de escasa o de
ninguna importancia estratégica, del que sin embargo Gran Bretaña no podía
retirarse por cuestión de prestigio: la
única razón de que se le defendiera era impedir que los barcos enemigos
tuvieran acceso al puerto. El plan de defensa preveía la concentración de todas
las fuerzas en la isla. Pero,, cuando en Noviembre de 1941, la guarnición fue
reforzada, llegando a tener de cuatro a seis batallones, su comandante el
general C.M. Maltby, hubo de modificar estos planes.
Hong-Kong antes de la Segunda Guerra Mundial.
Hong-Kong antes de la Segunda Guerra Mundial.
DEFENSAS
En lugar de conservar en tierra
firme una modesta fuerza de cobertura, Maltby desplegó tres batallones de
infantería y dieciséis de sus veintiocho cañones de campaña a lo largo de la
Gindfrinkers Line, línea defensiva e unos 16 kilómetros de longitud que se
extendía a través del sector meridional. Desde el punto de vista de una defensa
por tiempo ilimitado, la línea era demasiado extensa para ser defendida por una
sola brigada de infantería.
Además tenía poca profundidad,
pues la posición más avanzada sobre la Smugglers Ridge (Cima de los
contrabandistas) distaba apenas 1,500 metros del mar. Pese a su aparente
fragilidad, Maltby sostenía que la línea podría contener un ataque japonés
durante unos siete días.
Al desplegar la mitad de sus fuerzas en tierra
firma, el general británico pretendía impedir que la artillería enemiga bombardease
Kowloon y la isla durante la fase crítica en que los ingleses procedieran a
demoler los edificios e instalaciones más importantes, a hundir los buques y
juncos y a activar el traslado de los almacenes y de los talleres. Después en cuanto
pudiera retiraría en todas sus unidades a la isla, preparándose para iniciar
una defensa estática a lo largo del perímetro.
ATAQUES
Los japoneses prepararon el
ataque a Hong Kong desde una base situada en China meridional, que ocupaban
desde hace tres años. La operación fue confiada a una gran unidad que
comprendía nueve batallones de infantería y 17 de artillería. Estos últimos
disponían de cañones de montaña y contracarro, cañones pesados con afuste de
campaña y otros con afuste de asedio, así como numerosos morteros.
En total sus efectivos sumaban
unos 20 mil hombres, casi el doble de los que podían reunir los defensores.
Estas unidades estaban apoyadas por seis escuadrones de bombarderos. Cazas y
aviones de reconocimiento y asimismo por una pequeña formación naval, cuya
misión era bloquear l colonia, impidiendo la llegada de refuerzos o cualquier
intento de fuga.
A las 7.30 del día 8 de
Diciembre-cuatro horas después del ataque de Pearl Harbor- las tropas japonesas
cruzaron la frontera y avanzaron hasta el Sham Chum, cuyos puentes habían sido
volados, les obligó a detenerse momentáneamente.
Pero en seguida algunas unidades de
pontoneros, ejecutando a la perfección, en el terreno práctico, todas las
enseñanzas teóricas aprendidas en el transcurso de su largo adiestramiento,
establecieron nuevos puentes provisionales. Aquellos hombres trabajaron rápida y eficazmente a pesar del
intenso fuego de la brigada hindú a la que se había confiado la cobertura del
sector.
DESTRUCCION
Casi al mismo tiempo, una formación de aviones
japoneses atacó el aeropuerto de Kaitak,
destruyendo los cinco anticuados aparatos ingleses que allí había. A
partir de este momento, la Aviación japonesa no encontró ninguna oposición aérea,
pudiendo bombardear con toda tranquilidad las posiciones inútilmente defendidas
de los ingleses..
En los días sucesivos las fuerzas
niponas avanzaron casi 125 kilómetros superando escarpadas vertientes
recubiertas de bosques, hasta llegar a la vista de de la Gindrinkers Line. La
segunda noche un regimiento japonés atacó por sorpresa una compañía británica
que guarnecía el fortín de Shingmun, apoderándose de él tras un duro combate.
Este fortín que debía constituir el punto de
mayor resistencia de la línea, estaba formado por cinco casamatas unidas entre sí
por trincheras y galerías y rodeadas de alambradas. Su importancia era vital
pues dominaba casi toda la parte oriental de la línea defensiva.
Este indudable éxito que hay que atribuir exclusivamente
a la iniciativa personal del comandante del regimiento japonés, no figuraba en
los planos de operaciones de las tropas niponas y por ello, cuando el oficial
informó a su superior del logro conseguido recibió con amargo estupor por su
parte, la orden de retirarse inmediatamente del fortín.
OBSTINACION
Pero el oficial, con una
obstinación un tanto suicida, se negó a hacerlo. Más por fortuna, al día
siguiente, recibió autorización oficial para conservar y mantenerse en la
posición conquistada. Al tener noticia de que el fortín había caído en manos
del enemigo, el General Wallis, comandante de la brigada inglesa Mainland,
solicitó de la Royal Scots que reconquistaran la posición, prometiendo todo el
apoyo preciso por parte de la artillería y de la infantería.
El Jefe de la Royal Scots replicó
que su compañía de reserva, diezmada por la malaria, no estaba en condiciones
de llevar a cabo tal acción, por lo que Wallis comunicó al General Maltby que
“no había insistido en la necesidad de un contraataque porque le parecía inútil
obligar a un comandante de batallón a seguir un plan en el que ni él tenía la menor confianza”
La pérdida del fortín de Shing-mum
determinó la rápida evacuación de la franja de tierra firme. El mando inglés
quedó sorprendido y un tanto desconcertado ante aquel ataque tan rápido y tan
bien preparado y no se hallaba en condiciones de poder preparar un apoyo
inmediato a las fuerzas empeñadas ni de organizar ningún contraataque eficaz.
Por lo tanto, al día siguiente, el General Maltby decidió evacuar lo antes
posible la franja de tierra del continente.
Con objeto de cubrir la
evacuación de los hombres y del material, los Royal Scots abandonaron las Gindrinkers Line para dirigirse a
Kowloon. Pero penas habían tenido tiempo de ocupar sus nuevas posiciones cuando
los japoneses atacaron en fuerza: las pérdidas
fueron muy importantes, sobre todo entre los oficiales. No obstante, lograron
impedir una derrota total y, gracias a su resistencia, la línea se estabilizó
permitiendo a los ingleses ganar un tiempo precioso para llevar a cabo la
retirada.
Soldados británicos preparándose para atacar.
Soldados británicos preparándose para atacar.
DEMOLICION
Aquella misma tarde (era ya el
cuarto día de la guerra) se llevaron a cabo los trabajos masivos de demolición.
Los depósitos de combustibles y los astilleros de Kowloon fueron destruidos.
Los cañones situados en la Stonecutters Island (Isla de los Picapedreros)
saltaron hecho pedazos y todos los buques surtos en el puerto fueron hundidos.
A causa de esta intensa labor de demolición, sólo los Royal Scots y la
artillería pudieron ser evacuados por el camino más corto, que era el que
pasaba a través del Kowloon.
Los otros dos batallones de
infantería (el 11 del 14° Punjab y el V del 7 Rajaputana) tuvieron que
retirarse a la península de Devil’s Peak, situada en el ángulo sudoriental de
tierra firme. Afortunadamente para la posterior defensa de la isla, esta
operación se llevó a cabo sin sufrir demasiadas pérdidas.
Cuando el batallón Punjab abandonó la zona del
continente, el V del 7° Rajaputana se atrincheró en la península y ayudado por
el fuego de la artillería desplegada en la isla, rechazó un potente ataque de
las fuerzas japonesas. De todos modos Maltby decidió no prolongar más la
defensa de la citada península.
EXITO
En las primeras horas de la
mañana del sexto día de combate, el destructor Thracian y el barco de pasaje
Victoria embarcaron hombres y cañones, dejando tan sólo atrás a los mulos, pues
los bombarderos japoneses habían hundido las embarcaciones destinadas a transportarlos.
Como maniobra táctica, realizada en pleno ataque enemigo, la retirada fue un
éxito. El único contratiempo se produjo cuando una lancha que transportaba
explosivos, se acercó de noche al Victoria.
Los centinelas, al ver una
embarcación sin ninguna luz que se aproximaba, dispararon contra ella y la
lancha saltó en pedazos por el aire. El error
grave fue dejar que centenares de juncos y de sampanes cayeran en poder de los
japoneses, puestos estos los podrían utilizar como medio de desembarco. Por
otra parte, los ingleses no pudieron contener el avance japonés tanto tiempo
como habían previsto en sus planes. En efecto, el General Maltby esperaba que
la defensa de tierra firme duraría, por lo menos, otros tres días más.
No cabe duda de que la retirada sorprendió
a los japoneses. Apenas había terminado la operación del comandante japonés
teniente general Taikaishi Sakai, envió un mensaje exigiendo la rendición de la
isla, amenazando si no se accedía a ello, con un fuerte bombardeo aéreo y de la
artillería. Como el gobernador, sir Mark Young, rechazó la petición, los
japoneses iniciaron en seguida el ataque sistemático de las defensas de la
costa septentrional. Los defensores se dieron cuenta de que los japoneses
contaban con una buena dotación de artillería para demoler las fortificaciones
de cemento armado de la isla. No obstante, ahora, Maltby disponía de algunos
días para prepararse y completar su
defensa.
LA ISLA
La isla de Hong Kong mide 14
kilómetros de longitud por 5 de anchura y en su parte central está cruzada de
Oeste a Este, por una cadena de escarpadas colinas que se inicia con el The
Peak, que domina la ciudad de Victoria y termina en el monte Parker, a espaldas
de la pequeña ciudad de Shau-ki-Wan. Esta cadena de colinas (nunca inferior a
200 metros de altura ni superior a los 600) esta cruzada a su vez por una
carretera que pasa a través del Wong-nei-Chong. Otra carretera de cierta
importancia es la que corre a lo largo de la costa.
Las defensas de la isla
consistían en un sistema de fortines y casamatas con un armamento de 26 cañones de costa y 56 ametralladoras
que batían todas las playas donde eran factibles los desembarcos.
El General Maltby no disponía ni
de radar ni de aviones de reconocimiento y convencido de que el ataque
principal llegaría por mar, desplegó todas sus fuerzas en torno a la isla. Los cañones de costa se confiaron a
un regimiento de soldados hindúes, el Hong-Kong and Singapore Artellery y las
casamatas al I Batallón del Regimiento Middesex. Los seis batallones
de infantería se reagruparon en dos brigadas: la oriental y la occidental.
Aviones japoneses bombardeando la isla.
Aviones japoneses bombardeando la isla.
REGIMIENTOS
En la costa septentrional se
hallaban los dos regimientos hindúes Punjab y Rajaputana, mientras las costas
meridionales y sudorientales estaban defendidas por dos regimientos
canadienses. Estos últimos se limitaban a una simple actividad de guarnición,
pues ninguno de ellos había recibido una verdadera y adecuada instrucción para
el combate.
Los Royal Scots y las cuatro compañías del
cuerpo de voluntarios constituían la reserva de las obras fortificadas. Un
hecho bastante sorprendente es que estas reservas estaban situadas en la parte
occidental de la isla y no en el sector nororiental, donde la amenaza de
invasión era más patente.
Así ocurrió que, cuando se
disponían a iniciar el movimiento para alcanzar sus respectivas posiciones, los
defensores se vieron seriamente obstaculizados por el intenso y preciso fuego
de la artillería enemiga.
Dos noches después de la retirada a la isla,
los reflectores de Shau-ki-Wan descubrieron algunas pequeñas embarcaciones en
el brazo del mar del estrecho de Lei-u Mun. Entonces, la batería de cañones de
152 mm que batía el estrecho abrió fuego y, con la ayuda de algunas
ametralladoras, neutralizó rápidamente lo que más tarde resultó ser un audaz ataque por parte de compañías de
infantería japonesa, que intentaban desembarcar utilizando lanchas de goma y
balsas construidas con bidones de gasolina.
LOS CHINOS
Durante los preparativos para la
defensa, Maltby tuvo que preocuparse también de la posible reacción de la
población china. Muchos de ellos se habían refugiado en Hong-Kong huyendo de la
guerra que se desarrollaba entre su país y el Japón y, por lo tanto, no tenían
ningún motivo para desear la victoria japonesa.
No obstante, los nipones consiguieron reclutar
a muchos chinos como espías y saboteadores, los
cuales crearon bastantes preocupaciones haciendo circular falsos
rumores, provocando incendios y saqueando almacenes y casas, sobre todo después
de las incursiones aéreas sobre Victoria. Durante los combates que se
entablaron por la posesión de la isla, algunas asociaciones secretas
nacionalistas chinas cooperaron con la policía para mantener el orden e impedir
los saqueos.
Los saboteadores se mostraron muy
hábiles en atacar las unidades militares aisladas y en informar a los japoneses
de la situación de las posiciones inglesas. El reflector de Shau-ki-Wan, por
ejemplo, fue atacado dos veces durante el periodo de relativa calma que
precedió a los desembarcos nipones en la isla.
Y un puesto de observación, situado en la cima
de una colina, fue asimismo engañado tres veces por unas falsas señales
luminosas dirigidas a Kowloon. Pero aún mucho más grave fue el hecho de que
casi todos los conductores de los camones militares enrolados en el mismo
Hong-Kong, desertaron apenas empezaron los combates.
RENDICION
El 17 de Diciembre décimo día de
hostilidades, los japoneses exigieron la rendición por segunda vez. Y el
gobernador volvió a negarse empleando en
esta ocasión términos mucho más duros que la primera. El General Maltby y otros
oficiales se sintieron bastante animados ante esta segunda petición, pues
creían que podía suponer un primer signo de debilidad por parte de los
japoneses, que tal vez empezaban a
pensar que el desembarco les iba a resultar difícil y muy costoso.
También creían posible que los
japoneses se sintieran amenazados por un ejército chino, que según se decía,
estaba en marcha para liberar a Hong-Kong. En realidad, ambas hipótesis eran
infundadas y los japoneses continuaron sometiendo a la defensa a un bombardeo
masivo ultimando, al mismo tiempo, los
preparativos para una invasión en gran escala. Por aquel entonces, casi todas las casamatas y
los reflectores situados a lo largo de la costa septentrional estaban ya inservibles.
El 18 de Diciembre, los nipones
empezaron a concentrar tropas y pequeñas embarcaciones en la península de
Devil’s Peak y entonces ya no cupo la menor duda de que el sector nororiental
iba a ser atacado.
El fuerte de de Sai Wan, maciza construcción de
cemento armado situada sobre una colina desde la que se dominaba el estrecho de
Lei-mun fue bombardeado por aviones en
picado y aquella misma noche, antes de que saliera la luna, seis batallones
japoneses cruzaron la rada sin ser vistos y desembarcaron en seis lugares
distintos situados entre North Point y el estrecho.
La invasión de los japoneses ha comenzado.
La invasión de los japoneses ha comenzado.
RESISTENCIA
Apenas descubierto el intento de invasión, los
soldados del batallón Rajaputana
opusieron una encarnizada resistencia. Pero al fin, al ser atacados por fuerzas
muy superiores se vieron obligados a replegarse.
En la punta del estrecho la
resistencia fue casi nula, tanto que muchos soldados ingleses no se dieron cuenta
del desembarco enemigo hasta que oyeron a los japoneses ordenarles que
abandonaran sus literas.
En Lei Mun y Sai Wan las
guarniciones fueron capturadas sin lucha, lo que no libró a algunos prisioneros
de una muerte horrible. Veinte voluntarios de Hong-Kong, hechos prisioneros en
Sai Wan, fueron heridos brutalmente con las bayonetas antes de ser arrojados
desde lo alto de los muros del fuerte.
Pero dos de ellos, dados por
muertos y abandonados consiguieron alejarse a rastras y salvar la vida
milagrosamente. A la mañana siguiente en Shan-ki Wan las tropas niponas se
apoderaron de un puesto de socorro avanzado capturando a unas 20 personas entre
personal sanitario, ayudantes y conductores.
SALVADOS
Tras obligarles a abandonar el
edificio fueron ajusticiados en el acto. Dos hombres, aún gravemente heridos,
lograron salvarse sobreviviendo a su cautiverio y al terminar la guerra
pudieron comparecer ante un tribunal para dar testimonio de aquel crimen.
En medio de la confusión que
produjeron las primeras noticias a cerca de la invasión, los ingleses trataron
de organizar algunos contraataques. Una compañía de Canadá fue enviada a la
colina de Sai Wan, pero se extravió en la oscuridad y su ataque se produjo
demasiado tarde, pues aunque logró llegar hasta los muros del fuerte no pudo
penetrar en él. Algo más al oeste, varias compañías se lanzaron también al
ataque, a fin de rechazar a los japoneses de la cima de las colinas. Más su
acción no fue lo suficientemente coordinada y fracasaron.
Las noticias que llegaron al
General Maltby, a la mañana siguiente, indicaban que los japoneses se habían
establecido sólidamente en el sector nororiental de la isla. En la costa
septentrional, algunos destacamentos aislados del batallón Rajaputana y de
voluntarios de Hong-Kong siguieron resistiendo.
Pero la verdad era que ya se habían perdido 5
kilómetros de costa y, en el interior, una zona que llegaba hasta la cima de
las colinas. La pérdida más grave fue la del importantísimo paso de Wongs-nei-
Chong porque significaba que con ello
las fuerzas inglesas corrían el peligro de quedar divididos.
COMBATES
Los combates más duros se
registraron al día siguiente del desembarco. Durante la mañana los ingleses
organizaron dos ataques para tratar de reconquistar el paso de Wong-nei-Chong.
Ambos ataques se llevaron a cabo con gran energía, pero no obtuvieron ningún
resultado positivo.
A media mañana, el mando de la
brigada occidental, situado cerca del paso, fue cercado por los japoneses y
tras sostener una última conversación telefónica con Maltby, el General Tom
Lawson, que la mandaba, se lanzó al ataque frente de sus tropas, pereciendo
casi en seguida en el intento de romper el cerco.
Por la tarde, Maltby organizó una
nueva acción ofensiva general, de Oeste a Este, cuyo objetivo era una vez más
el paso de Wong-nei-Chong: dos compañías atacaron el citado paso y otras dos lo
hicieron más al Norte. Pero los japoneses resistieron duramente y aunque ambas
partes sufrieron grandes pérdidas las posiciones apenas variaron.
Los ingleses siguieron atacando
durante todo el día y la noche, más por desgracia sus ataques no estaban lo
suficientemente coordinados para conseguir sus fines, ya que la avalancha
nipona los cogió completamente desprevenidos.
Ingreso triunfal japonés
Ingreso triunfal japonés
DOMINIO
No obstante, al oeste lograron
detener algo el avance enemigo. Pero, en cambio, al Sur los japoneses adelantaban rápidamente, logrando alcanzar la cima de las
colinas y desde allí dominar la carretera de la costa meridional.
Por la mañana habían ocupado un
sector en forma de cuña, cuya base correspondía al tramo de costa septentrional
donde desembarcaron y cuyas caras laterales perfectamente desplegadas, ejercían
una presión continua contra las fuerzas
inglesas ya casi divididas y hundidas moral y materialmente.
En los días que siguieron la cuña
penetró cada vez con más fuerza en profundidad, obligando a los defensores a
retirarse a las penínsulas de La Victoria y de Stanley.
A medida que aumentaba la presión
japonesa las fuerzas inglesas parecían más exhaustas y desorganizadas. Todas
sus ciudades habían sufrido grandes pérdidas. Muchas de ellas se hallaban
completamente cercadas y sólo unos pocos supervivientes lograban alcanzar de
nuevo las líneas defensivas británicas.
La organización en batallones
resultó muy precaria, siendo necesario recurrir a unidades improvisadas. En un
determinado momento, para defender la Bennet’s Hill, próxima Aberdeen, se
reunieron 34 granaderos canadienses, 14 aviadores, 10 marinos y 43 voluntarios.
SITUACION
Muchas veces los defensores no
dejaban de combatir incluso siendo que sus posiciones ya no eran defendibles y
que la situación general era caótica. Pero el heroísmo y la obstinación no
podían compensar la falta de coordinación. El 21 de Diciembre se lanzaron dos
nuevos ataques con la esperanza de reconquistar el paso de Wong-nei-Chong, el
primero de ellos por el Oeste a cargo de una compañía de Royal Scots y fue
rechazado con grandes pérdidas, la misma suerte le tocó al segundo.
Sin embargo, en las últimas horas
de aquella misma tarde una pequeña unidad móvil procedente del Sur, llegó cerca
del objetivo: si los dos ataques se hubieran llevado a cabo simultáneamente,
tal vez hubiera sido posible conseguir, por lo menos, un éxito temporal.
En el transcurso de los días, el
agua y las municiones empezaron a escasear. La brigada occidental podía
abastecerse en el depósito de Little Hong-Kong, incluso en tiempos de paz, y
los japoneses se dieron cuenta enseguida de lo vulnerable que podría ser
la guarnición en este aspecto y
decidieron inutilizarlos. Hacia el 22 de Diciembre, casi todos los depósitos ya
se habían perdido y los que todavía quedaban
en poder de los ingleses, en Aberdeen estaban inutilizados: en Victoria no se disponía de la menor reserva.
NAVIDAD
La mañana del día de Navidad los defensores quedaron cercados en dos
sectores. El grueso de las fuerzas estaba desplegado a lo largo de una línea
que cruzaba la garganta del Wang-Chai, teniendo a sus espaldas unos 8
kilómetros de terreno y lo que quedaba de la brigada oriental defendía un
frente de casi 600 metros a través de la península de Stanley.
Ambos sectores habían sufrido
ataques en fuerza durante la noche y sus defensores se vieron obligados a
retroceder todavía más. Luego, a las 9 los japoneses enviaron al General Maltby
dos prisioneros ingleses con bandera de tregua para parlamentar.
Estos afirmaron haber visto a su
paso por la isla, un número increíble de cañones y soldados enemigos, por lo
que se juzgaba inútil continuar la guerra. El General Maltby convocó entonces
al gobernador y al Consejo de Defensa para examinar la situación. Sólo quedaban
ocho cañones de campaña disponibles. La guarnición de la península de Stanley
había quedado totalmente aislada y los contactos por radio estaban
interrumpidos.
La liberacion ocurrida en 1945
La liberacion ocurrida en 1945
RENDICION
A pesar de todo el Consejo de
Defensa dedicó que “no había que pensar en la rendición” por lo que el General
Maltby empezó a preparar un nuevo contraataque. Pero otro avance japonés, en
las primeras horas de la tarde, le hizo desistir. A las 15.15 se informo al
gobernador que “nuevos ataques supondrían el exterminio de toda la guarnición y
el riesgo de terribles represalias en la población civil”. Por lo demás estaba
claro que ningún contraataque podría ya influir en el desenlace final.
En la Península Hotel y después
de 18 días de terrible lucha, sir Mark
Young se rindió sin condiciones al Teniente General Taikaishi Saki.
Casi 4 mil 500 soldados ingleses
e hindúes habían muerto y más de 8 mil 500 vivirían en cautiverio durante tres
años y medio.
Más tarde se supo que los
japoneses habían perdido unos 2,750 hombres.
No puede decirse ciertamente que
los ingleses al dejarse llevar por “razones de prestigio” hubieran alcanzado
resultados muy satisfactorios. (Editado,
resumido y condensado de la Revista “Así fue la Segunda Guerra Mundial”)
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