La decisión de Japón a atacar en
dirección Sur, a través de Tailandia y de Malasia, cristalizó uno de los mayores triunfos militares de su
historia. Al invadir Malasia los japoneses privaron de toda iniciativa a los
defensores ingleses, desorganizados y desmoralizados. Con incontenible furia
las fuerzas del ejército nipón empujaron al enemigo hacia el Sur y su triunfo
se vio finalmente coronado por la caída de Singapur, el famoso baluarte del
poderío británico en el Extremo Oriente.
La tarde del 2 de Diciembre de
1941 los oficiales del Estado Mayor del Ejército 25 japonés y el Teniente
Coronel Kera, responsable del transporte de tropas por vía marítima, escrutaban
el horizonte desde su puesto de mando en Samah, puerto de la isla de Hainán.
Esperaban la llegada de 20 transportes destinados a embarcar las tropas que
habían de tomar parte en la invasión de Tailandia y de Malasia.
A las 12 de la mañana del día 3,
todos los barcos estaban ya en el puerto y pudo empezar la operación de
embarque de las unidades del Ejército 25 y de la 3° División aérea. El día 4,
tras algunos pequeños contratiempos, quedó embarcado y colocado en perfecto
orden: hombres, equipo, armas, municiones y víveres. La operación podía
comenzar.
En aquellos momentos, Japón
todavía no había declarado la guerra a Inglaterra ni a Estados Unidos. Sin
embargo a menos que los americanos hicieran algunas concesiones in extremis, ya
se sabía que las hostilidades comenzarían a primeras horas del 8 de Diciembre.
El General Percival y sus oficiales antes de rendirse.
El General Percival y sus oficiales antes de rendirse.
SIN DECLARACION
Los comandantes de las grandes unidades tenían libertad
absoluta en cuanto a decidir el momento oportuno para lanzar sus fuerzas al
ataque: lo importante era que los objetivos se alcanzasen en la fecha señalada.
Por ello Yamashita, Comandante del Ejército, embarcó sus tropas el 4 de
Septiembre, mientras las restantes fuerzas partían entre el 5 y el 6. No era
necesaria ninguna declaración de guerra oficial.
Yamashita recibió órdenes
definitivas la tarde del día 2 de Diciembre. Eran las siguientes
·
Queda establecido de antemano que todas las
operaciones militares se iniciaran el día 8 de Diciembre.
·
El Ejército 25 deberá cooperar con la Marina de
Guerra en la fase inicial de las operaciones militares, cuyo objetivo principal
será la ocupación de Malasia.
·
El Comandante del Ejército 25 dará comienzo a
las operaciones, siguiendo las órdenes recibidas con anterioridad. Sin embargo,
si las negociaciones en curso con Estados Unidos terminaran con buen éxito
antes de la fecha indicada, el ataque quedaría automáticamente en suspenso.
MALASIA
En aquellos momentos, cuando el
bloqueo americano se había hecho más
intenso, Malasia constituía para el Japón la meta más ambicionada. No sólo por
su importantísima producción de caucho y de estaño, sino también porque en el
extremo meridional de la provincia se encontraba la isla de Singapur, base
naval de Gran Bretaña y punto clave de su poderío en el Extremo Oriente.
Por extraño que pueda parecer
hacía tres meses que el Alto Mando japonés se ocupaba de los nuevos planes para
la conquista de Singapur y sólo en Enero de1941 empezó el Ejército a estudiar
los problemas relacionados con una guerra tropical y con la lucha en la jungla.
Por aquel entonces había en
Formosa una pequeña organización llamada “Sociedad de Investigación del
Ejército de Taiwán”, a cuyo frente se encontraba el Coronel Masanobu Tsuji, un
hombrecillo prepotente y entrometido, que les era antipático a la mayoría de
oficiales que estaban a sus órdenes porque lo consideraban un “activista”.
Tras una consulta con sus
oficiales, Tsuji llegó a tres conclusiones principales en relación con los
objetivos:
· La plaza fuerte de Singapur era sólida y
resistente frente al mar. Pero estaba prácticamente indefensa por tierra, hacia
la provincia de Johore
Las noticias dadas por los periódicos referente al
potencial bélico de la RAF en aviones de caza no respondían a una realidad
objetiva, sino que habían sido exageradas con miras a una simple propaganda
· El Ejército inglés de Malasia disponía de cinco
o seis divisiones, con un total de unos 80 mil hombres. Probablemente el porcentaje de tropas europeas era inferior a
un 50%.
DIVERGENCIAS
En cuanto a la modalidad táctica
adecuada, existían grandes divergencias de opinión. El Estado Mayor de la
Marina proponía que los desembarcos fueran precedidos por un intenso bombardeo
de las defensas costeras y por duros ataques contra las bases aéreas, afirmando
que de no seguirse este procedimiento sus unidades de guerra estarían expuestas
al ataque de los aviones enemigos.
El Ejército, por su parte, se inclinaba más por el factor
sorpresa. Los altos jefes estaban convencidos de que los ingleses no moverían
un dedo antes de la declaración oficial de guerra, lo que significaba que no se
lanzarían a ninguna operación aérea en gran escala antes del amanecer del 8 de
Diciembre. Y en aquellos momentos la 3° División japonesa estaría ya en plena
acción. Gracias a la superioridad
numérica de aviones y a su calidad, asegurarse el control absoluto del espacio
aéreo sería cuestión de horas.
Soldados británicos en Malasia.
Soldados británicos en Malasia.
PRONOSTICOS
En esta discusión estaban también
otros factores. Nishimura, el oficial encargado de la previsión meteorológica había pronosticado que del 6 a 7 de Diciembre
soplarían vientos moderados. Pero que a partir del día 8, el monzón del
Nordeste aumentaría en tal forma que el mar estaría cada vez más encrespado a
lo largo de toda la costa.
Pese a todos estos argumentos, el
Estado Mayor de la Marina no cedía. Continuaba afirmando que sus unidades de
guerra estarían expuestas a riesgos inútiles y que había que llegar a una
solución de compromiso. Cuando la discusión parecía haber llegado a un punto muerto, pidió la palabra el
Almirante Jisaburo Ozawa, Comandante de la fuerza combinada: “Creo que la
Marina debe aceptar la proposición del Ejército, aún a riesgo de ser
aniquilada. Con ello quedó zanjada la discusión.
Pero el Ejército 25 carecía
todavía de Comandante y hasta el 5 de Noviembre no fue nombrado el Teniente
General Yamashita, militar de gran
prestigio en el Ejército (muchos oficiales lo consideraban el mejor soldado de
Japón), pero que tenía también muchos enemigos.
No obstante y por fortuna para él, Yamashita
estaba en buenas relaciones con dos de sus tres comandantes de división: con el
Teniente General Matsui, Jefe de la División 5 y con el –Teniente General Renya Mutaguchi, Jefe de la División 18. La
División 5 era una unidad muy experimentada que en el transcurso de la guerra
con China había adquirido mucha práctica en las operaciones de desembarco y se
la consideraba una de las mejores divisiones del Ejército japonés. La División
18 aunque con menos experiencia y no disponiendo apenas de medios de
transporte, gozaba asimismo de una insólita reputación.
APOYOS
La tercera unidad era la división
de Guardia Imperiales compuesta por hombres cuya estatura era superior a la
talla media del Ejército y que se lucían en todas las ceremonias oficiales.
Pero no tenía experiencia en el combate.
Las tres divisiones de infantería
estaban apoyadas por dos regimientos de artillería pesada (además de la propia
artillería orgánica) y por la 3° Brigada de carros de combate. En total, los
efectivos del Ejército 25 sumaban 60 mil hombres. La 3ra División Aérea disponía de 459 aviones,
a los que se sumaron otros 159 de la marina. La fuerza naval del sector meridional, del Vicealmirante Ozawa,
comprendía un crucero de batalla, 10 destructores y 5 submarinos
El Ejército se puso en marcha la
madrugada del día 4 de Diciembre.
Desde 1931, año de la invasión de
Manchuria, los ingleses contaban con la posibilidad de una ofensiva japonesa
contra Malasia. Y si bien las defensas de Singapur fueron reforzadas al año
siguiente, no fue hasta 1937 que los altos jefes militares s dieron cuenta de
que el destino de la base estaba estrechamente vinculado al de la citada
península.
DOBBIE
Este año el General W.G.S Dobbie
a la sazón Comandante de Malasia, empezó a estudiar el problema de las defensas
desde este nuevo punto de vista, considerando la posibilidad de desembarcos
enemigos en la costa oriental.
Dobbie preparó una valoración de
la situación desde el punto de vista japonés, expresando su opinión de que, como
movimiento preliminar, el Japón trataría de apoderarse de algunas bases aéreas
en Tailandia. Señaló, incluso, como posibles puntos de desembarco, Sengora,
Pattani y Kota Bharu.
De todo ello se desprendía claramente que la
seguridad de Singapur dependía en gran parte de Malasia septentrional y de
Johorwe y que, por lo tanto, debía ser este sector el que tuviera prioridad en
el envío de refuerzos. Más, después de largas discusiones, el Gobierno inglés
se limitó a reforzar la guarnición de Malasia con el envío de un batallón y a
destinar 60 mil libras esterlinas para la realización de obras defensivas
Estos trabajos se iniciaron en
1939 cuando ya el Japón había extendido su actividad bélica a la China meridional y mucho antes de que
hubieran terminado Gran Bretaña ya estaba en guerra con Alemania. Ante esta
nueva y peligrosa situación, los comandantes de las fuerzas de Tierra, Mar y
Aire de Singapur, a requerimiento de los jefes de Estado Mayor de Londres,
presentaron su primera valoración conjunta. Su
hipótesis de fondo era que, a falta de una eficaz fuerza naval, el
elemento primordial de la defensa debía ser la fuerza aérea.
Acorazados atacados por bombarderos japoneses
Acorazados atacados por bombarderos japoneses
SENGORA
Respecto a la RAF, su misión debía
consistir en rechazar a las fuerzas de asalto que llegasen por mar, impidiendo
todo intento de desembarco y destruyéndolas en el caso de que lo realizasen. La
RAF dispondría de 200 aviones, número que se iría incrementando hasta reunir 31
escuadrones con un total de 566 aparatos. Se suponía que una fuerza de esta
envergadura podría hacer frente, no sólo a cualquier ataque eventual en
Tailandia, sino incluso a los desembarcos. Por lo tanto el Ejército podía
quedar reducido a 23 batallones.
Pero, antes de que esta
valoración se pudiera poner en práctica o fuese simplemente asimilada, el
Teniente General de Aviación, sir Robert Brooke-Popham, asumió el cargo de
comandante en jefe del extremo oriente y el 7 de Diciembre envió su propio
informe a los jefes de Estado Mayor. En
su opinión, la política más oportuna
sería la de potenciar de tal forma las defensas inglesas, que los japoneses comprendieran la inutilidad de una agresión.
Una de las cosas que más
preocupaba a Brooke-Popham y a Percival, aparte del escaso número de fuerzas de
que disponían, era la situación en Sengora. Si
realmente se quería arrebatar la iniciativa al enemigo, debería ocuparse
aquel punto antes de que los japoneses llegasen a él.
“MATADOR”
Con este fin se elaboró un nuevo plan que fue
denominado “Matador”. Pero el 17 de Septiembre, el Estado Mayor arguyó que su
política era la de evitar a toda costa, la guerra con Japón y que, por lo
tanto, la idea de entrar en Tailandia antes de que esta hubiese sido atacada,
no podía tomarse en consideración. La situación general no podía ser más desconsoladora
para el mando del Extremo Oriente.}
El 6 de Diciembre, a las doce del
mediodía, un Hudson de la base de Katha Baru avistó el primer convoy japonés.
Doce horas más tarde, y pese a que el reconocimiento aéreo se vio obstaculizado
por un violento temporal, nuevos vuelos confirmaron que un convoy de 22 buques,
fuertemente escoltado, navegaba hacia el Oeste. La ruta del convoy daba a
entender que se adentraría en el golfo de Siam, alejándose de este modo del
sector vigilado por los ingleses.
Durante toda la noche del 6 al 7
la visibilidad fue nula y sólo a las 17.30 del día 7, casi 30 horas después de
la primera localización, los aviones ingleses logaron avistar un buque de transporte,
escoltado por un crucero que navegaba rumbo a Sengora. Una hora más tarde,
cuatro unidades de guerra navegaban hacia el sur, paralelamente a la costa.
Tres transportes habían fondeado
a dos millas de la costa y varias unidades estaban desembarcando. El mando
aéreo ingles ordenó que los aviones
atacasen sin demora y que los torpederos despegaran. La guerra de Malasia había
comenzado.
BOMBARDEOS
Los aviones de la RAF
bombardearon el convoy japonés. El buque en que se encontraba Takumi-el
Awajisam Maru- fue alcanzado por una bomba que mató a 560 hombres e inició un
incendio a bordo.
Takumi se vio obligado a
abandonar la averiada nave y trasbordar su puesto de mando a una lancha.
Mientras se iba alejando, su barco fue presa de las llamas. Dándose cuenta de
que si permanecían allí más tiempo serían exterminados hasta el último hombre,
dio la orden de avanzar. Los oficiales se lanzaron hacia adelante seguidos por
sus soldados. Pronto las tropas atacantes comenzaron a rodear las posiciones
enemigas y a excavar un paso en la arena con el fin de cruzar la alambrada de
espinas. Lanzaban también granadas de manos
La unidad de combate inglesa
Dogras se batió bien e infringió a los
japoneses graves pérdidas. Pero dos de sus posiciones centrales cayeron en
poder del enemigo. Durante todo el día la situación en la costa se fue haciendo más crítica. Un contraataque
lanzado por los fusileros de la Frontier Force fracaso. El aeródromo fue bombardeado y ametrallado por
los aviones japoneses que causaron graves daños a las instalaciones y los
aparatos. Los ingleses habían perdido el 15% de sus efectivos, unos 8,560
hombres. Los japoneses habían alcanzado su primer objetivo.
Un portaaviones se hunde.
Un portaaviones se hunde.
SUPERIORIDAD
Los japoneses habían desembarcado
en Tailandia, Sengora y Pattani y se preparaban para avanzar hacia el Sur. Desde Sengora lanzó ataques aéreos contra
Malasia septentrional. Encontró una débil resistencia por parte de los cazas
y de la artillería antiaérea inglesa.
Sus aviones fueron sorprendidos en
tierra y destruidos. Habían quedado reducidos de 110 a 50 aparatos. La
superioridad de los japoneses era evidente.
Las derrotas de los ingleses
continuaban en Jitra y en otros lugares. El Coronel Saeki se batía impecablemente con sus hombres
y los carros de combate. Los soldados europeos se refugiaron bajo los árboles
de caucho existentes como negligencia
que le costó una aplastante derrota, de acuerdo a la versión prestada
por los combatientes japoneses.
La batalla de Jitra supuso para
los ingleses un desastre de grandes proporciones y un deshonor. Según los
japoneses sólo emplearon en la acción, aparte de los carros de combate, 581 soldados
y sus pérdidas no llegaron a los 50 hombres mientras que la del rival se
contaban en millares
Un combate se libró en Gürün a
favor de los nipones. Sus enemigos tuvieron que retirarse perdiendo la cobertura aérea y toda esperanza de ver
llegar carros de combate para auxiliarlos. Había que contener el avance japonés
pero para eso se necesitan refuerzos complementarios. Los combates continuaron
ininterrumpidamente. El repliegue de los ingleses era una realidad
La ofensiva japonesa iba adquiriendo
más fuerza cada día. Cierto es que luego ocurrieron emboscadas propiciadas por
los ingleses que dieron resultados. Pero
los japoneses continuaron acumulando nuevas fuerzas.
DESEMBARCOS
El General Matsui asumió
personalmente el mando de las operaciones. Comenzó a avanzar a lo largo de la
costa con sus huestes efectuando nuevos desembarcos, Por su parte el General
Nishimura cruzó sin dificultad el Sungei Muar y entonces la West Force no tuvo más
remedio que retirarse.
Los ingleses recibieron
refuerzos. Primero 7 mil hombres y después casi dos mil australianos. Estos
soldados, sin embargo, no constituyeron un esfuerzo muy eficaz. En su mayoría
no estaban suficientemente instruidos y por añadidura, al llegar a tierra se vieron
envueltos en una atmósfera tan densa de confusionismo y desesperación que
desanimó al más intrépido. Los desembarcos japoneses continuaban. Cada vez con
mayores proporciones.
Los ingleses tuvieron que
retroceder hacia la ciudad de Singapur en la cual un millón de personas de la
población civil estaban sufriendo bombardeos ininterrumpidos mientas empezaba a
manifestarse cierta preocupación por las reservas de víveres y de agua. Las
fuerzas inglesas estaban tan desorganizadas que no sólo fallaron sus planes de
contra ataque sino que incluso quedaron aislados por completo, perdiendo
posiciones en medio de la confusion.
Japoneses disparan al enemigo.
Japoneses disparan al enemigo.
DESESPERACION
Wavell se dirigió por última vez
a la isla y aquella misma noche de regreso a Jaba, informó a Churchill: “La
batalla de Singapur no marcha bien. La moral de los soldados no es buena. He
dado la orden categórica de no rendirse
y de que los soldados sigan combatiendo hasta el último aliento”.
Las órdenes no impidieron en que
en Singapur se empezara a pensar en la posibilidad de una rendición. Los bombardeos habían dañado
los depósitos de agua, la red hidráulica y no había esperanza de ponerla
nuevamente en funcionamiento. Los ingleses, desesperados, seguían resistiendo.
Los japoneses tenían sus problemas
de reservas de municiones y de vivieres que estaban por agotarse. Pero ellos
hacían creer que estaban e lo mas bien y
mediante este ardid inducir a los ingleses a pedir la rendición. El
truco dio buen resultado. Un centinela comunicó que a través de los árboles se veía una bandera
blanca ondeando sobre el edificio de una radio.
Un poco más tarde salía de la
ciudad un coche con pabellón de parlamento y el Teniente Coronel Sugita, salió
al encuentro. Tras un breve coloquio que tuvo lugar en la carretera, los
parlamentarios declararon estar dispuestos a negociar las condiciones de la
rendición.
La noticia llegó a a Yamashita y
exigió que el propio comandante ingles se apersonara ante él. Llegó Percival
acompañado por dos oficiales de su estado mayor y de un intérprete. Los dos
comandantes se encontraron frente a frente. Y después de las expresiones de
rigor se estrecharon la mano y se sentaron cada uno a un lado de la mesa.
DIALOGO
Según una versión japonesa, la
escena se desarrollo así:
-Respóndame concisamente ¿Desea
rendirse usted sin condiciones?
Si.
-Tienen prisioneros de guerra japoneses?
-Ninguno.
¿Y civiles japoneses?
No. Todos han sido evacuados a la
India.
-Muy bien Ahora, sírvase firmar
esta declaratoria de rendición.
Percival leyó casi la mitad del documento,
luego pregunto:
-¿Están dispuestos a esperar
hasta mañana por la mañana?
RENDICION
Yamashita respondió
impacientemente:
-Si no firma ahora, seguiremos
combatiendo. Lo que quiero saber es: ¿Se rinde sin condiciones, si o no?
Percival palideció y empezó a
hablar en voz baja con el intérprete. Pero Yamashita le interrumpió y
señalándole con el dedo repitió:
-¿Sí o no?
Percival miró al intérprete.
Luego dijo:
-Si
-Muy bien. Las hostilidades
cesaran a las 22 horas, hora japonesa.
Percival solicitó entonces que
las fuerzas japonesas no entraran a la ciudad antes de la mañana del día
siguiente, ya que necesitaba algún tiempo para comunicar a sus unidades y a la
población civil la noticia de la rendición. Yamashita aceptó. Entonces se
desarrolló este diálogo.
-Cuál será la suerte de los
paisanos y de los soldados ingleses? ¿Puede
garantizarme su integridad?
-Sí. Puede estar tranquilo. Se lo
garantizo.
La rendición se firmó, poniendo
fin a una de las más desastrosas campañas de la historia militar inglesa. Había
durado 73 días.
La caminata interminable de los soldados en plena guerra.
La caminata interminable de los soldados en plena guerra.
PERDIDAS
Las pérdidas inglesas,
australianas e hindúes sumaron casi 9 mil muertos o heridos y 130 mil
prisioneros. Las perdidas japonesas ascendieron a 9,824, de las cuales 3 mil
fueron muertos. Percival pasó tres años prisionero en los campos de
concentración japoneses.
Yamashita fue llamado inmediatamente
después de la victoriosa campaña. Pero
la amenaza de Tojo no se cumplió y al final de la guerra se hallaba al frente e
de las tropas japonesas que operaban en Filipinas.
En Febrero de 1946 fue juzgado
por un un tribunal militar aliado por sus “crímenes de guerra” y condenado a
muerte, siendo ejecutado el 23 de Febrero. Poco antes de morir escribió:
“Creo haber cumplido con mi deber
lo mejor que he sabido durante el curso de toda la guerra. Ahora cuando estoy a
punto de morir, afirmo que no he cometido ningún acto del que pueda
avergonzarme ante Dios. Ruego a los oficiales americanos que me han defendido,
que me recuerden”.
Hoy día los historiadores
militares japoneses atribuyen la fácil conquista de Malasia y de Singapur a la
temeridad que más tarde demostraron los jefes japoneses en Imphal y Kohuma,
durante la ofensiva de Birmania en 1940. Estaban convencidos de que las fuerzas inglesas en el Extremo Oriente
eran débiles y no podrían hacer frente a las japonesas.
Más adelante, sin embargo,
deberían sufrir una dura lección. (Editado,
resumido y condensado de la Revista “Así fue la Segunda Guerra Mundial”)
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