En agosto de 1941, el Presidente
Franklin D. Roosevelt y el Primer Ministro Winston Churchill se encontraron por
primera vez, después de ocupar sus altos cargos, a bordo de un buque inglés en
aguas de Terranova. Entre otros asuntos, los dos grandes estadistas acordaron
redactar una declaración de los principios fundamentales que debían regir el
mundo de la posguerra, declaración que muy pronto se hizo famosa con el nombre
de “Carta del Atlántico”. Para evitar que Roosevelt se viera obligada a
someterla al examen del Senado de los Estados Unidos de América, cuya
aprobación era necesaria, el documento se llamó “Declaración”, en lugar de
Tratado. He aquí el texto del mismo, que Roosevelt leyó al Congreso dos semanas
después de su encuentro con el Primer Ministro inglés.
Hace más de una semana he tenido
muchas e importantes conversaciones con el Primer Ministro inglés. Por motivo
de seguridad de los buques americanos, británicos y canadienses, así como de
sus tripulaciones, no ha sido posible dar la adecuada información sobre dichas entrevistas
hasta este momento.
Al terminar las conferencias, el
Premier británico y el Presidente han hecho pública una declaración. Y con
objeto de que el Congreso la conozca y sea incluida en el Acta, voy a leer su texto:
El Presidente de los Estados
Unidos y el Primer Ministro de Gran Bretaña, mister Churchill, representante
del gobierno de su Majestad británica se han reunido.
Roosevelt y Churchill.
Roosevelt y Churchill.
ARMAMENTO
Ambos se hallaban acompañados de
funcionarios de los respectivos gobiernos entre los cuales figuraban también
altos oficiales del Ejército, de la Marina y de la Aviación.
Se ha examinado ampliamente el
problema de la distribución de armamento y municiones de guerra, según prevé la
Ley de Préstamos y Arriendos, a las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos y de
todos aquellos países que se hallan activamente empeñados en rechazar la
agresión.
Ha estado presente en dichas
entrevistas Lord Beaverbrook, Ministro de Abastecimientos del Gobierno inglés.
En breve plazo vendrá a Washington para examinar diversos detalles ulteriores
con los correspondientes funcionarios del Gobierno de los Estados Unidos. En
las conversaciones que se mantengan se examinarán también los problemas
inherentes a los suministros destinados a la Unión Soviética.
El Presidente y el Primer
Ministro han sostenidos numerosas conversaciones. Ambos están de acuerdo en que
la civilización se haya amenazada por la política de dominación militar, mediante
conquista, a la que se ha lanzado el Gobierno hitleriano de Alemania y otros
gobiernos a él asociados; también han puesto de relieve las medidas que sus
respectivos países están tomando para hacer frente a este peligro.
PRINCIPIOS
Han acordado la siguiente
declaración conjunta:
Declaración conjunta del
Presidente de los Estados Unidos de América y el Primer Ministro mister
Churchill, representante del gobierno de Su Majestad Británica quienes,
encontrándose reunidos consideran justo dar a conocer algunos principios
comunes de las políticas nacionales de sus respectivos países, principios en los que basan sus esperanzas de
un futuro mejor para el mundo.
Primero: sus países no aspiran a ningún
engrandecimiento territorial ni de otra clase.
Segundo: no desean que se
produzca ningún cambio territorial que no esté conforme con las aspiraciones
libremente expresadas de los pueblos interesados.
Tercero: respetan el derecho de todos
los pueblos a elegir la forma de gobierno bajo la cual quieren vivir, y aspiran
que aquellos que estén privados por la fuerza de esta libertad, recuperen el
derecho de la soberanía y al autogobierno.
Cuarto: se esforzarán, con el
debido respeto a las obligaciones que actualmente tienen contraídas, en
asegurar a todos los estados, grandes o pequeñas, vencedores o vencidos, el
acceso-en paridad de condiciones- a los intercambios comerciales y al disfrute
de las materias primas de las que tengan necesidad para su bienestar económico.
El acuerdo impreso y firmado.
El acuerdo impreso y firmado.
COLABORACION
Quinto: desean conseguir la más
completa colaboración de las naciones en el campo económico, siendo uno de sus
objetivos asegurar a todos el más elevado nivel de trabajo, el progreso económico y la seguridad social.
Sexto: después de la eliminación
definitiva de la tiranía nazi, esperan ver establecida una paz que asegure a
todas las naciones la posibilidad de vivir en plena tranquilidad dentro de sus respectivas fronteras y a los
hombres de todos los continentes el derecho a vivir su vida libres del temor y
de las necesidades más elementales.
Séptimo: una paz de esta clase
debe permitir a todo aquel que lo desee atravesar los mares y los océanos sin
impedimento de ninguna clase.
Octavo: ambos estadistas creen
que todas las naciones del mundo, por motivos tanto materiales como navales,
deben abandonar el empleo de la fuerza.
SEGURIDAD
Porque ninguna paz futura podrá ser garantizada mientas subsista el
empleo de armamentos terrestres, navales o aéreos por parte de naciones que
amenacen, o puedan amenazar, con una agresión a otros países, y en espera de
que se establezca un más amplio y permanente sistema de seguridad general, los
dos estadistas consideran que el desarme de tales naciones es indispensable. Además acordarán y alentarán la adopción de
todas aquellas medidas que entrañen la posibilidad de aliviar a los pueblos
amantes de la paz del enorme gasto que supone la fabricación de armamentos.
El Congreso y el Presidente han
basado hasta ahora en la Ley de Préstamos y Arriendos la política de ayuda
americana a las democracias, que tanto en el Este como en el Oeste están
combatiendo contra las dictaduras; las conversaciones que se han celebrado en
el transcurso de las mencionadas entrevistas representan un indudable paso
adelante en la tarea de acrecentar la eficacia de esa ayuda.
Además, el Primer Ministro y el
Presidente están preparando conversaciones con la Unión Soviética, con objeto
de ayudarla a defenderse del ataque
realizado por Alemania, el más potente agresor del mundo moderno.
Las personalidades del mundo tras la firma del histórico documento
.
Las personalidades del mundo tras la firma del histórico documento
.
META
Por último, en este momento, la
presente declaración de principios ofrece una meta que es muy justo que nuestra
civilización intente alcanzar. La misma queda definida con tal claridad, que
resulta difícil oponerse a uno cualquiera de sus principales aspectos sin
admitir, automáticamente, que se está dispuesto a aceptar un compromiso con el
nazismo o una paz mundial que asegure a éste el dominio sobre gran número de países conquistados. Una paz
semejante sería un verdadero regalo para el nazismo: le permitiría
fortalecerse-en armamento, como es natural- para una nueva guerra que tendría
como objetivo la extensión del poder germano en Europa, en Asia e incluso en el
mismo continente americano
No creemos que sea necesario
insistir una vez más e la absoluta falta de confianza que merece la palabra,
dicha o escrita del Gobierno nazi.
Es también superfluo que se
señale el hecho de que esta declaración de principios incluye, necesariamente,
el derecho que todo el mundo tiene a la libertad de religión y de información.
Ninguna sociedad, en un mundo organizado sobre la base de los principios
enunciados en este escrito, podría sobrevivir sin estas libertades, las
cuales no son sino partes de la libertad
total y completa de lo que ahora luchamos.
(Editado, resumido y condensado de la Revista “Así fue la Segunda Guerra
Mundial”)
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