Un hecho singular de la Historia
del Perú poco conocido que, en su momento, causó revuelo e incluso indignación.
Lo positivo del tremebundo escándalo es que al final se probó la inocencia
total del implicado que era Mariano Belaunde de la Torre, abuelo
del posterior Presidente del Perú, Fernando Belaunde Terry, quien cayó
preso por su actuación como Ministro de Hacienda del Gobierno de Romaña,
acusado por los supuestos delitos de
defraudación de fondos públicos y enriquecimiento ilícito, luego de lo que se
denominó una imprudente operación crediticia.
Belaúnde, abogado y parlamentario
pierolista, se había convertido a punta de trabajo en un acaudalado comerciante
arequipeño que poseía además una casa importadora y exportadora con sucursales
en Puno y algunos fundos agrícolas en los valles de Vítor y Majes. Como prueba
de su éxito económico, contaba, en el primer lugar, con una pequeña línea férrea
de vía ancha que instaló con su propio peculio y entregó, desinteresadamente,
al servicio público.
Patrocinó un vasto plan de
irrigaciones hasta Camaná. Era titular de
derechos auríferos de oro en las provincias puneñas de Carabaya y
Sandia. Explotaba varios yacimientos de bórax y exportaba el caucho de sus
plantaciones gomeras, ubicadas en Madre de Dios.
Gracias a sus florecientes
vínculos con las grandes casas comerciales de Londres, Paris, Berlín, Leipzig y
Hamburgo, Belaunde negociaba frecuentemente sus cheques, letras y pagarés en
los bancos de Arequipa y Lima.
Belaunde protagonizó menudo escándalo.
Belaunde protagonizó menudo escándalo.
REMESAS
Cuando a inicios de 1900, el
Consejo de Ministros acordó una remisión de fondos a los representantes
peruanos para la compra de armamento se decidió-para mantener la operación en
la debida reserva- realizar las remesas por la adquisición a través del Ministerio
de Hacienda y no, como correspondía, por intermedio del Ministerio de Guerra.
Mientras la operación se llevaba
a cabo, Belaunde vendió a la Dirección del Tesoro algunas letras suyas por
cobrarse contra la Casa de Manuel Enrique Puertas de París, con la que el Ministro
mantenía una larga relación comercial.
Con esa finalidad, entre los
meses de Enero y Setiembre de 1900, Belaúnde envió remesas a su corresponsal
parisino por poco más de un millón de francos. Más tarde el hombre de negocios arequipeño
alegó que las letras representaron valores reales y confiables, respaldados por
varios años de negocios exitosos y seguros.
Lamentablemente, a fines de septiembre
de 1900, la Casa Puertas comunicó al
Estado peruano que existía un sobregiro en las obligaciones del Ministro
Belaunde para con dicha entidad y exigía una inmediata satisfacción en efectivo,
por la diferencia del monto reportado de las letras vencidas.
PRISION
Ante la zozobra generada, el
Presidente Romaña, no obstante de que el implicado puso a disposición todo su
patrimonio en garantía e intentó un arregló privado con los acreedores, convocó
inmediatamente a Consejo de Ministros.
Apresuradamente el 28 de
Septiembre de 1900, por encargo del propio Romaña, el pleno ministerial
encabezado por Enrique Coronel Zegarra, elevó un informe acusatorio a la Cámara
de Diputados a la que pertenecía Belaúnde.
Al día siguiente al amparo del
art. 55 de la Constitución, el Congreso emitió la resolución legislativa que
autorizaba la prisión y enjuiciamiento del Ministro, a la que el Presidente
Romaña puso el cúmplase, el 26 de
Octubre de 1900.
Entre los cargos figuraron: haber
vendido Belaunde sus títulos personales al Estado, siendo Ministro de Estado. No haber efectuado, regularmente, las
respectivas provisiones de fondos. El infortunado político, en medio de la ira
del pueblo, que no entendía la trama de una simple transferencia comercial, intentó asilarse en la Embajada de Bolivia.
Pero luego se entregó a las autoridades y, públicamente, fue conducido esposado
a la cárcel de Guadalupe.Sus hijos Víctor Andrés y Rafael, padre del posterior Presidente, se turnaban para acompañarlo en la prisión, .
Fue acusado por la Cámara de
Diputados ante el Senado por el delito de defraudación de fondos públicos. En
un antejuicio que tenía todos los visos de hostilidad política, el Senado formuló
acusación el 22 de Octubre de 1900. El único que se opuso salvando su voto fue
el Senador y jurista, Francisco García Calderón.
Victor A. Belaunde defiende al padre en un libro.
FOLLETO
Victor A. Belaunde defiende al padre en un libro.
FOLLETO
El 26 de Julio de 1901, Belaunde
con el patrocinio de su abogado expuso sus descargos ante la Corte Suprema y
poco después publicó un folleto con su
posición. En su alegato resaltó el aspecto jurídico, comercial de varias
letras de cambio, que la malignidad de sus perseguidores se empeñaron en
convertir en actos delictuosos.
Esgrimió que se le acusó de un
acto, practicado durante seis meses como lícito y como bueno a vista y paciencia de innumerables testigos,
sin que a nadie se le ocurriera acudir al Presidente y, menos aún, que se
impulsase una denuncia ante el Congreso.
Manifestó asimismo que viendo
sobrevivir la temporal interrupción del servicio de sus letras había sido el
mismo el primero en comunicar su preocupación al Presidente Romaña. Salvo ese percance, la operación se venía
llevando con la debida cautela y sin mayores sobresaltos.
Explicó que la emisión era
perfectamente natural, dadas las circunstancias que rodeaban a las remesas y
que, por lo demás, esos títulos valores constituían “buenas, corrientes y
descontables letras de cambio”.
LARGO PROCESO
No resultaba comprensible tampoco
que, siendo él un cliente habitual y privilegiado de los grandes bancos y casas comerciales europeas, sucumbiese a la
tentación de una defraudación burda. Además la operación, lejos de acarrearle
beneficio alguno, le había acarreado el mayor de los perjuicios.
El largo proceso continuó en
medio de la animosidad de algunos sectores de la opinión pública,
principalmente civilistas que recusaban un acercamiento con el partido de
Piérola. Pero también radicales que aprovecharon para convertir al hombre
público, católico militante, en el blanco de sus ataques.
Para su defensor, el doctor
Manuel Augusto Olaechea, la causa emanaba de un error de apreciación fruto del apasionamiento
político “que había hecho caer la acción penal sobre un asunto que corresponde exclusivamente
a la ley mercantil. Se trataba de una mera irregularidad de este tipo, aunque ésta-dicho
sea de paso- tampoco aparecía demostrada. Lo que es peor: el pago de la letra
se cumplió y ni siquiera hubo el protesto
correspondiente.
La Primera Sala Privativa de la Corte Suprema,
el 20 de Abril de 1903, se pronunció
absolviendo de conducta dolosa a Belaunde. Este triunfo, empero, fue parcial,
pues en el mismo fallo se le declaró ”reo del delito de malversación de
caudales públicos por imprudencia temeraria” y le impuso la pena de reclusión
en primer grado-es decir un año- que sería compurgada con los meses de
carcelería transcurridos.
Romaña actuó apresuradamente en el caso.
Romaña actuó apresuradamente en el caso.
LIBRE
El fallo era previsible: de los
16 jueces que vieron la dilatada causa, ocho había sido nombrados por el
Presidente Romaña o por el Parlamento civilista, así que una absolución total
era impensable.
Rodeado del escándalo público y
tras un proceso insensato que un prurito de transparencia del propio Presidente
Romaña alentó, Mariano Belaunde fue puesto discretamente en libertad, mientras
que la cárcel limeña era desalojada con el pretexto de una epidemia de peste.
La sentencia fue impugnada por el
ex ministro el 21 de Abril de 1903 y el asunto pasó a conocimiento de la
Segunda Sala Privativa de la Suprema, donde siguió su trámite. Belaunde continuó
defendiéndose a capa y espada, mostrando, a cada rato sus descargos.
Sin embargo los subsiguientes fallos del 3 de
Julio de 1903 y del 24 de Diciembre de 1904, si bien reconocían no haber dolo
en la conducta del ex ministro, insistieron en la condena por malversación
culposa.
Durante el dilatado proceso de
más de cuatro años, había sobrevenido la quiebra de la otrora próspera casa
comercial arequipeña de Belaunde, sin contar con el descredito personal y el ensañamiento
ciudadano fomentado por intereses políticos coyunturales.
REHABILITACION
En torno de esa triste situación,
el comerciante y político arequipeño
publicó un testimonio explícito en un folleto en Lima aparecido en 1905 con el
título de “Cómo se tramó mi ruina. Hechos que nadie puede negar”.
La rehabilitación moral, más no
económica, fue emprendida por el Congreso de la República en 1914, diez años
después del juzgamiento. En efecto, el Parlamento, a través de la Comisión de Justicia de la Cámara de Diputados,
dictaminó constitucionalmente a favor de la inocencia plena de Belaúnde, la
injusticia de su persecución y de su consiguiente ruina.
Solo ese año fue levantado el
embargo de sus bienes, mientras que la rehabilitación comercial y profesional fue ordenada por la Ley 2004 del 7 de
Noviembre del 2014. Cuando desempeñaba un modesto cargo judicial, que se le
concedió como pálida compensación por los daños sufridos. Belaunde falleció en
Arequipa el 9 de Febrero de 1921.
Caso emblemático. Caso que demuestra a las
claras que la justicia inexorablemente, muchas veces, tarda pero llega. Mariano Belaunde, definitivamente, un inocente que protagonizó un escándalo
lamentable. Pero que al final salió libre de polvo y paja para beneplácito de
él mismo y de su ilustre familia, cuyos miembros más destacados contribuyeron,
innumerables veces, a un hecho de por si importante: el fortalecimiento
político y democrático del Perú. (E de N)
Todas las que pasó don Mariano Belaunde. Pero lo reconfortante fue cuando lo declararon inocente. Su nieto, Fernando Belaunde Terry el Presidente del Perú en dos oportunidades, pudo tener muchos defectos. Pero si demostró, a las claras, honestidad y honradez. Recordemos que murió viviendo en un edificio multifamiliar, normal y sin lujos, ubicado en San Isidro. Que diferencia con los truhanes de ahora. Los presos y los que tienen que caer. No necesitamos nombres, todos saben quienes son... (Augusto Alvarez del Solar)
ResponderEliminarEstos miserables se reproducen de "degeneración en degeneración".
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