A fines de 1941, la situación de
los Aliados atravesaba su fase más desfavorable: en todos los frentes de
batalla los ejércitos del Eje mantenían o mejoraban sus posiciones. Pero a
partir de las primeras semanas después de la conquista de Europa occidental, en
1940, Gran Bretaña había comenzado a hostigar a los alemanes en el continente
mediante incursiones de comandos, cuya acción se basaba en la regla de “ataca y desaparece”.
A pesar del escepticismo e incluso de la
hostilidad de Whitehall, el valor estratégico de los éxitos obtenidos por los
comandos en las islas Lofoten y en
Vaags fue, proporcionalmente, muy superior
a los daños que en realidad causaron.
En efecto, el alto mando alemán
se vio entonces obligado a dedicar a simples actividades de guarnición y a la
defensa costera de unidades muy valiosas que, por lo tanto, no pudieron
participar en las batallas decisivas del frente oriental.
Después de la caída en Francia,
en 1940, los medios de que disponía Gran Bretaña para responder a los ataques del Eje eran a
todas luces insuficientes: el mando de bombarderos de la RAF empezaba a reunir
sus efectivos.
Las Home Forces-unidades del
ejército territorial británico- no podían pensar aún en pasar a la ofensiva y
se limitaban a trabajar día y noche en preparar obras de defensa para el caso de
que Hitler decidiera poner en práctica el plan de invasión.
Comandos en plena acción.
Comandos en plena acción.
CHURCHILL
En estas circunstancias fue
cuando Churchill y sus consejeros decidieron adoptar la activa táctica de las
incursiones, que condujo a la formación de los comandos. El interés del Primer Ministro por esta idea se revela en
una anotación suya del 18 de Junio de
1940: “…De las unidades existentes se
deberían destacar unos 20 mil hombres, por lo menos, a fin de formar con ellos
unas fuerzas especiales de asalto, verdaderos “leopardos” preparados para
saltar sobre cualquier pequeño contingente de desembarco procedente del mar o
del cielo”.
Por una afortunada casualidad, un
hábil y experto oficial, el Teniente Coronel Dudley Clarke, estaba examinando por su cuenta
y desde hacía tiempo el mismo problema. Clarke estaba convencido de que fuerzas ligeras, móviles y decididas podían efectuar
incursiones o actuar tras las líneas del enemigo, con resultados muy superiores
a su fuerza numérica. ¿Acaso los guerrilleros españoles de la época de Napoleón
no habían obligado a los franceses a emplear decenas de miles de hombres para
defender su retaguardia?
Clarke expuso su idea al general Sir John Dill, quien se mostró completamente
de acuerdo y sin dilación alguna la sometió al juicio de Churchill el 5 de
Junio. El sentido común moderó en esta ocasión el conocido carácter batallador
de Churchill, quien estableció que las fuerzas de incursión no recibirían en
dotación armas que fuesen esenciales para las Home Forces.
SIN AFECTARSE
Ello significaba que la calidad
de los hombres enrolados tendría que compensar la posible falta de armas adecuadas, lo que constituía por sí mismo un
elemento suficiente para neutralizar muchas dificultades, haciendo que los
hombres de los comandos fuesen no sólo voluntarios, sino también individuos
seleccionados.
La Home Forces no se vieron
demasiado afectadas por esta decisión, ya que se sacaron muy pocos hombres de
cada unidad o destacamento. Por ejemplo
a la División 4, que había combatido en Francia y en Bélgica , tan sólo se le pidió que
proporcionara un contingente de tres oficiales y 46 soldados.
Afortunadamente, había elementos de primer orden en las
compañías autónomas que se habían formado retirando hombres de los batallones
territoriales para operar en Noruega (donde, en realidad, no se les había
empleado en incursiones, sino en combates normales de infantería)
Con hombres pertenecientes a
estas compañías se constituyeron los
comandos 1 y 2. En total se formaron-todos ellos en Junio de 1940- doce
comandos compuestos por soldados ingleses. Sólo uno, el N° 10, se formó con
soldados aliados belgas, holandeses, franceses, noruegos y hasta alemanes y no
entró en acción hasta Enero de 1942.
Los soldados de la guerra en el mar.
Los soldados de la guerra en el mar.
PROBLEMAS
Ciertamente que, en 1940, había
en Inglaterra algunos batallones de infantería de primer orden. Peo sería erróneo considerar
que, seleccionando algunos de estos
batallones para dedicarlo a las incursiones, se habrían obtenido resultados
análogos a los conseguidos formando destacamentos especiales de comandos.
Con guerra relámpago o sin ella, el Ejército
británico aún se resentía demasiado de la influencia de los métodos de
adiestramiento de la Primera Guerra Mundial, métodos que no tenían en cuenta
las características especiales del segundo conflicto.
Por otra parte, a diferencia de
lo que ocurría en Egipto y en la India, el número de soldados alistados de
largo tiempo en los batallones territoriales era muy bajo en Gran Bretaña: con frecuencia no pasaba del 25%, mientras que el resto de
los batallones estaba compuesto por
reservistas y jóvenes reclutas. Asimismo, en los batallones territoriales había
causado una impresión grave y negativa la decisión de dividirlos en dos para
promocionar los cuadros a las nuevas unidades.
Otro aspecto de la cuestión era
que la edad media de los oficiales oscilaba alrededor de los 45-48 años, y ésta
era una edad avanzada para hombres que tendrían que preparar, dirigir e incluso
tomar parte activa en incursiones peligrosas.
SORPRESA
Por lo tanto era indispensable
contar con hombres, ideas y métodos nuevos, si se deseaba que la táctica de las
incursiones diese resultados positivos. Las palabras clave en el campo práctico
debían ser “velocidad” y “sorpresa”, y se tenían que abolir los lentos avances
en orden de combates por tierra de nadie.
El término “comando” era
completamente nuevo en el Ejército inglés, si bien estas unidades ya se habían
empleado en otras guerras. Durante la
guerra anglo-bóer (1889-1902), la unidad base de las fuerzas bóers fue el comando, y más tarde, tras la caída de Pretoria,
cuando los bóers
recurrieron a la táctica de la guerrilla, la palabra comando se hizo
familiar.
Winston Churchill, quien por
cierto fue hecho prisionero en aquellos tiempos por uno de tales comandos,
consideró que este nombre se adaptaba muy bien a los “leopardos” que quería
crear. Sin embargo, fue Dudley Clarke quien más insistió en la conveniencia de
adoptar dicho nombre.
La formación de los comandos
se llevó a cabo con sorprendente
rapidez. Primero se seleccionar oficiales superiores de una generación más
joven que la que, en 1940, ocupaba los puestos de mando en el Ejército inglés.
Después se les dejÓ en completa libertad para elegir a los oficiales que estarían
bajo sus órdenes.
Las acciones de mimetismo y sorpresa a la orden del día.
Las acciones de mimetismo y sorpresa a la orden del día.
CIRCULAR
El Ministerio de la Guerra había
enviado con anterioridad, a todos los puestos de mando del Reino Unido, una
circular en la que se solicitaban voluntarios para un servicio especial de carácter
arriesgado, sin precisar más. Se exigían soldados perfectamente adiestrados, de
constitución robusta, que supieran nadar y no se mareasen.
“Valor, resistencia física,
espíritu de iniciativa, ingenio, dinamismo, precisión en el tiro, confianza en
sus propias capacidades y agresividad”: estos eran los requisitos necesarios. Los oficiales escogidos se lanzaron entonces a
una vertiginosa labor para seleccionar a sus propios hombres
Muchos grupo se formaron casi exclusivamente con territoriales, otros se seleccionaron de
la Brigada de Guardias. Resulta difícil
describir la composición de una unidad típica. Por ejemplo, casi todos los componentes
del Grupo H habían estado en Dunkerque.
Pocos eran los soldados de reemplazo: la mayor parte eran reservistas que
permanecieron siete años bajo las armas y a los que se había vuelto a llamar en
1939.
Allí destacó Eaton un experto en
lucha libre que además había sido policía. Albert Durling participó en muchos combates de boxeo
en el Ejército de la India. Predominaban los tiradores escogidos, los
boxeadores y los futbolistas.
Aunque el reglamento era bastan generoso respecto
al nombramiento de suboficiales, los oficiales de esta fuerza prefieren
esperar, para poder elegir como suboficiales a los hombres que tuvieran una
actuación más destacada.
REGIMIENTOS
Muchos eran los regimientos
representados en los comandos. Solo en el Grupo H había hombres de los de
Bedfordshire y Hertfordshire, fusileros
de Lancashire, East Surrey, Infantería Ligera, Duke of Cornwall, Black Watch y
Northamptonshire, artilleros, ingenieros y personal de varios servicios.
En el soldado inglés está
muy arraigado el espíritu del
regimiento. Pero afortunadamente, ello no suscitó ningún problema serio. Entre
los hombres no existían rivalidades, sino tan sólo un espíritu de emulación.
Con hombres como aquellos, que en
su mayor parte habían pasado ya siete u ocho años bajo las armas, el problema
de la disciplina prácticamente no existía. Se albergaban en casas particulares
en lugar de hacerlo en cuarteles, privilegio que nadie se atrevía a tomar
demasiado a la ligera por temor al único castigo que podían imponerles. En efecto, RTU (Returned to Unit) fue desde un
principio una sigla muy temida por todo soldado de los comandos.
Los pequeños castigos y las
fastidiosas sanciones estaban pasadas de moda. En los comandos estas
dificultados se superaron gracias a una intensa dedicación y con un deseo
profundo de perfeccionamiento.
ESPIRITU
Casi todos aquellos hombres habían entrado en
los comandos animados por el mismo espíritu de darse a la lucha. Lejos de los
comandos estuvo la burocracia y los papelotes. Si muy cerca las operaciones cuyo éxito dependía, principalmente, del individuo y de
hombres que se han elegido para llevar juntos el trabajo.
El Primer Ministro había
manifestado su deseo de que Clarke organizase lo antes posible una incursión
más allá del Canal de la Mancha. Una operación ofensiva demostraría al mundo
que el Ejército británico estaba todavía en pie. Pero la empresa no era fácil.
Se contaba con los hombres aunque no adiestrados a plenitud, pero no se
disponía de lanchas de desembarco.
El mejor medio disponible era una
embarcación especial de la RAF, veloz y bien acondicionada, pero que al carecer
de coraza protectora estaba muy lejos de ser el medio ideal. Además había pocos
objetivos importantes.
Pocas noticias detalladas respecto a las
posiciones alemanas a lo largo de las costas europeas. Y por añadidura, en
aquel crítico período, no había en el país más que 40 fusiles ametralladoras.
A pesar de todas estas dificultades,
la primera incursión de los comandos se llevó a cabo a las tres semanas de
haberse creado este tipo de unidades. En efecto, la noche del 23 al 24 de Junio,
120 hombres se hicieron a la mar a bordo de cuatro embarcaciones de la RAF para
desembarcar en la costa cerca de
Bolougne.
La muerte violenta al acecho.
La muerte violenta al acecho.
EFICACIA
Los esfuerzos por mantener en
secreto la operación fueron tan eficaces que el comando estuvo a punto de ser
atacado en pleno Canal de la Mancha, por algunos spitfire de la RAF que los
tomaron, equivocadamente, por embarcaciones alemanas en misión de
reconocimiento.
Afortunadamente los cazas
ingleses se fueron sin atacar. El desembarco sólo odio lugar a una breve
escaramuza con el enemigo. El mismo
Dudley Clarke resultó herido por una
bala que se le llevó un trozo de oreja. Así el primero que concibió la idea de
crear los comandos fue también su primer herido en la primera acción.
Más tarde Churchill escribió: “Si los
alemanes han conseguido desembarcar unos
centenares de hombres en los islotes de Jersey y Guernsey, nosotros tendríamos que elaborar
planes para desembarcar secretamente y matar o capturar a los invasores. Los
comandos son especialmente adecuados”. Los
reconocimientos revelaron que la guarnición alemana ascendía a 469 hombres con ametralladoras a lo largo de la costa
La incursión se efectuó y corrió
a cargo de unos 100 hombres mandados por el comandante Tod y unos 40 del
comando a las ordenes del Teniente
Coronel Durnford Slater. Los primeros tenían como objetivo el
aeropuerto, los segundos una posición enemiga en Jerbourg Point que después resultó que no existía. Al
no encontrar enemigo a quien atacar, Durnford
Slater se vio obligado a retirarse con
las manos vacías. Pero por lo menos
había desembarcado en el lugar exacto.
VICTORIA
La compañía autónoma fue aún
menos desafortunada. Dos de sus lanchas se averiaron, otra chocó contra un
escollo y la cuarta equivocó el rumbo. Los alemanes que se encontraban en el aeropuerto
de Guernsey no se vieron molestados en
lo más mínimo.
Los comandos se preparaban
constantemente para las misiones que les esperaban. Sin embargo tenían
problemas operativos. Había prejuicios en contra de ellas. Las unidades
tradicionales de la diversas armas sostenían que podían hacer todo, sin ellos.
Estaban equivocados. En el otoño
de1940 en el aire la RAF derrotó a la Luftwaffe, consiguiendo la primera
victoria de Gran Bretaña en la guerra. Los comandos siguieron sus interminables
ejercicios. Se trataba de entrenamientos
increíblemente variados y nuevos para el
ejército regular.
El problema estaba en que los
mantuvieron inactivos por bastante tiempo. Algunos recurrieron a su derecho de
volver a las unidades que habían dejado. Otros desahogaron su desilusión con
actos de indisciplina. El entusiasmo por luchar había desaparecido. Reinaba la
impaciencia. Sobre todo, por los aplazamientos para la lucha permanente.
MODIFICACIONES
Hasta que la organización de los
comandos sufrió dos importantes modificaciones. Cada comando estuvo formado por
cinco grupos de tres oficiales y 62 soldados cada uno y por un grupo dotado de
armas pesadas de uso 40 hombres. Una notable mejora.-
La segunda reorganización señalo la conclusión de una
fase especial en la evolución de los comandos. Pues gracias a la reducción, los
comandantes que habían dispuesto de nueve meses para decidir si las selecciones efectuadas en 1940
eran acertadas, tuvieron una ocasión ideal para quedarse con tan sólo los mejores
oficiales. Y en esta fase precisamente cuando la situación de los comandos
estaba atravesando el periodo más desfavorable, se organizó por fin una
incursión en gran escala.
Los objetivos se encontraban en las
islas Lofoten a unas 850 millas al nordeste de Scapa Flow, donde se reunieron
las fuerzas destinadas a participar en la incursión. En aquel periodo, los
alemanes recibían de las fabricas noruegas grandes cantidades de aceite de
bacalao y de arenques, del que extraían después nitroglicerina para fabricar
explosivos y vitaminas A y D para los soldados.
La destrucción de las fábricas en
las que se obtenía el aceite constituía el objetivo principal de la expedición:
el secundario era destruir los buques de transporte alemanes. La fuerza,
mandada por el General Haydon, estaba compuesta por dos comandos de 250 hombres
cada uno, apoyados por algunos destacamentos y por los noruegos que servirían
de guías.
Tanques dominando las calles de las ciudades invadidas.
Tanques dominando las calles de las ciudades invadidas.
DESEMBARCO
Las tropas se embarcaron en dos transbordadores
holandeses y llegaron a las proximidades de sus objetivos. El desembarco no
encontró ni la más ligera resistencia. Se capturó a más de 200 alemanes que
estaban trabajando en la construcción de un aeródromo y que no opusieron
resistencia.
Pronto se localizaron las fábricas
y se colocaron las cargas explosivas mientras los hombres de los comandos mantenían
a la población civil alejada de los edificios que se estaban demoliendo. Todos
los trabajos de demolición se llevaron a cabo con completo éxito y se calculó
que se incendiaron más de 36 mil hectolitros de aceite y gasolina. Las fábricas
destruidas fueron 18.
También se capturaron once buques
con un tonelaje superior a las 20 mil toneladas y se envió una lancha pesquera a Inglaterra. Los voluntarios noruegos reunidos
ascendían a 314. La prensa británica no dejó de dar la máxima publicidad a este
éxito. Por primera vez, los alemanes se habían visto completamente sorprendidos
por los ingleses
Pero los objetivos potenciales
continuaban siendo difíciles de descubrir. Una pequeña incursión a la costa
francesa efectuada por los comandos consiguió un éxito parcial. Ya no se llevó
a cabo otra incursión en gran escala hasta Agosto de 1941.
ACUERDO
Gran Bretaña, la URSS y Noruega
firmaron, en Julio de 1941, un acuerdo en virtud del cual los tres países se
comprometían a tomar las medidas inmediatas para impedir que el carbón cayese
en manos alemanas. Y como no se consideraba prudente mantener una guarnición en
dichas islas, se impuso inutilizar las minas.
Los ricos yacimientos de carbón
habían sido explotados desde 1931 por una empresa rusa que empleaba 2 mil
trabajadores. La fuerza seleccionada
para esta operación estaba constituida por los destacamentos de infantería
ligera al mando del General A. G. Potts y por algunos destacamentos de ingenieros
compuestos por ingleses y noruegos
El desembarco se efectuó el 25 de
Agosto de 1941 y, una vez más, la incursión inglesa no encontró resistencia alguna.
Se evacuaron a los rusos a su patria y a
los noruegos al Reino Unido. La demolición fue una realidad que arrasó con la
maquinaria y el sistema de cintas transportadoras. Adicionalmente se
incendiaron unas 540 mil toneladas de carbón y 12 mil 500 hectolitros de nafta,
gasolina y grasa.
Mientras los ingleses se encontraban
en la isla, las dos emisoras de radio continuaron emitiendo, como siempre,
boletines meteorológicos. Así los alemanes no sospecharon nada. Como los
ingleses habían señalado la presencia de bancos de niebla (completamente
imaginarios), los aviones germanos ni siquiera efectuaron vuelos de
reconocimiento sobre las islas. Estas estrategias tuvieron un éxito completo.
Listos para el ataque.
Listos para el ataque.
INCURSION
El 27 de Diciembre de 1941, una
unidad ingles efectuó una incursión contra el pequeño puerto de Söndaags, que
se encuentra en el Ulvesund y que se
extiende a lo largo de un extenso tramo de la costa noruega. Por el Indreled se
desarrollaba gran parte del tráfico alemán.
La finalidad estratégica de la incursión
era hostigar a los alemanes para que emplearan más fuerzas en la vigilancia de las
costas noruegas. Y la finalidad táctica
era destruir la guarnición, las fabricas de aceite de pescado y los buques
mercantes alemanes.
Los buques llegaron a la posición
con menos de un minuto de retraso respecto al horario previsto. La sorpresa era
completa. Las lanchas se dirigieron a sus objetivos. El Kenya lanzó algunos
cohetes que se encendieron encima de la isla haciendo visible el objetivo,.
Medio minuto después comenzó el bombardeo. Pequeños barracones militares saltaron
por los aires.. La isla desapareció poco a poco, en medio de una nube de humo
enorme.
Un par de ametralladoras lanzaban
su ráfaga contra los comandos. Pero los
soldados ingleses respondieron con precisión y fuerza, venciendo al fuego
alemán- Una vez alcanzada la costa, los comandos avanzaron hacia el interior.
COMBATE
A continuación se desarrolló el
combate más encarnizado del día. Lo que dio lugar a que de casa en casa, de
puerta en puerta, de pared en pared, los comandos continuaban avanzando hacia
adelante. El ataque proseguía.
En la isla de Maal se alcanzaron
todos los objetivos. La posiciones artilleras cayeron en manos inglesas antes
de que apareciese el primer alemán. La fábrica
de Mortenes se demolió por completo sin ningún problema. Proseguían los éxitos
de los comandos. _El combate en las calles era total.
Los comandos se apoderaron de casi
todas las fabricas de aceite de pescado y quedaban con vida muy pocos soldados
de la guarnición alemana. Las pérdidas sufridas por los ingleses
ascendieron a 20 muertos y 57 heridos.
Las perdidas alemanas no se
conocieron con precisión. Pero se capturaron 90 prisioneros y se destruyeron
cuatro cañones de campaña, un cañón antiaéreo y un carro de combate. En esta
operación la Royal Navy hundió buques por
un total de 16 mil toneladas de desplazamiento.
Así acabo la primera de las tres
grandes incursiones lanzadas en el periodo
en que Lord Mountbatten tuvo el mando de las operaciones combinadas. El
resultado de la incursión de Vaags puede valorarse en toda su importancia si se
tienen en cuenta las repercusiones que tuvo sobre el principal adversario de
Gran Bretaña. El Fuhrer exigió que se le pusiera al corriente, lo antes
posible, de los detalles de la incursión.
A la espera de las ordenes yu listos para vencer.
A la espera de las ordenes yu listos para vencer.
HITLER
“Si los ingleses son lo
suficientemente inteligentes-dijo Hitler- atacarán Noruega septentrional en más
puntos. Mediante un ataque masivo de unidades de guerra y de tropas intentarán
suplantarnos en aquel sector, ocupar Narvik y ejercer así cierta presión sobre
Suecia y Finlandia. Todo ello podría tener una importancia decisiva en el
desarrollo de la guerra”
Pronto se pusieron en camino 12
mil hombres para completar las filas de las divisiones de Falkenhorst en Noruega.
Y a éstos les siguieron otros 18 mil, destinados a formar batallones de
fortaleza.
Asimismo se constituyó una nueva división acorazada
para apoyar a los defensores. Con el tiempo, y seguramente para rechazar otra
posible incursión, las fuerzas destacadas en Noruega siguieron incrementándose,
hasta el punto de que en 1944 los efectivos alemanes llegaron a un total de 372 mil hombres.
Si bien posteriormente se
llevaron a cabo otras muchas e importantes acciones, como la de Bruneval, es preciso
reconocer que entre los factores que contribuyeron a determinar este resultado
tan favorable para los Aliados, uno de los más decisivos había sido la
significativa empresa llevada a cabo por los ingleses con todo éxito. (Editado, resumido y condensado de la
Revista “Así fue la Segunda Guerra Mundial”)
No hay comentarios:
Publicar un comentario