¿Es el Perú un país de dos mundos, o simplemente dos formas de
percibir y sentir la vida?. Si hay algo en que no hemos podido encontrar
concordancia y un común denominador es en el comportamiento social que cada día
se generaliza para mal con tendencias al retroceso y no al progreso en nuestras
formas de vida.
Muchas de los problemas de este país son originados por la incapacidad de las autoridades en solucionarlos. Sin embargo, algunos de ellos también son originados por los ciudadanos que poco o nada hacen para tener un comportamiento adecuado que linde con el orden, el respeto y la limpieza, elementos esenciales de buena convivencia y de conciencia ciudadana.
Cuando un ciudadano exige sus derechos, como contrapartida, tiene que cumplir también con sus deberes simplemente por un sentido de equidad y la regla que norma este principio es la Ley. Sobre esta premisa, muchas veces se ha predicado que la Ley es para todos, no solo para algunos, y que en este país no hay corona para nadie, pero en la práctica este dicho pareciera que no funciona o no es aplicable para las buenas relaciones humanas entre ciudadanos, puntualmente en la convivencia que se da en los espacios públicos compartidos.
El tema de este articulo trata puntualmente de la convivencia en nuestras playas del litoral que en este verano han generado comentarios ácidos y discrepantes como consecuencia de la diferencia de comportamiento de la gente, lo que ha obligado a establecer cordones que evitan el acceso a personas desadaptadas en algunas de ellas debido a la generalización de las malas costumbres en la mayoría de sus asistentes, donde la gente educada no está dispuesta a aceptar ni a tolerar excesos producto de la incultura, el capricho o la criollada, porque afecta y mella el buen ejemplo y las buenas costumbres en sus hijos, familias y allegados, como ha sido demostrado con hechos deplorables a través de las grabaciones por televisión y las fotos promovidas en internet.
Muchas de los problemas de este país son originados por la incapacidad de las autoridades en solucionarlos. Sin embargo, algunos de ellos también son originados por los ciudadanos que poco o nada hacen para tener un comportamiento adecuado que linde con el orden, el respeto y la limpieza, elementos esenciales de buena convivencia y de conciencia ciudadana.
Cuando un ciudadano exige sus derechos, como contrapartida, tiene que cumplir también con sus deberes simplemente por un sentido de equidad y la regla que norma este principio es la Ley. Sobre esta premisa, muchas veces se ha predicado que la Ley es para todos, no solo para algunos, y que en este país no hay corona para nadie, pero en la práctica este dicho pareciera que no funciona o no es aplicable para las buenas relaciones humanas entre ciudadanos, puntualmente en la convivencia que se da en los espacios públicos compartidos.
El tema de este articulo trata puntualmente de la convivencia en nuestras playas del litoral que en este verano han generado comentarios ácidos y discrepantes como consecuencia de la diferencia de comportamiento de la gente, lo que ha obligado a establecer cordones que evitan el acceso a personas desadaptadas en algunas de ellas debido a la generalización de las malas costumbres en la mayoría de sus asistentes, donde la gente educada no está dispuesta a aceptar ni a tolerar excesos producto de la incultura, el capricho o la criollada, porque afecta y mella el buen ejemplo y las buenas costumbres en sus hijos, familias y allegados, como ha sido demostrado con hechos deplorables a través de las grabaciones por televisión y las fotos promovidas en internet.
CAMBIO
Cuando algunos ciudadanos educados y conscientes con sus derechos expresan con firmeza su disconformidad con un comportamiento errado y actitudes discordantes con el respeto, las buenas costumbres, la higiene, la moral, y los buenos modales, no se trata de racismo, exclusión o discriminación, se trata simplemente de apelar a conceptos básicos de comportamiento no practicados por muchos peruanos y que están muy lejos de lo que es educación, respeto y orden. Esta situación exige con urgencia un cambio y una actitud diferente de la gente inculta que siempre existe y ve con indiferencia los buenos modales que llevan a actuar con el ejemplo y el respeto por una convivencia culta y educada.
Como es natural, no se trata que cunda el mal ejemplo y que todos nos rindamos y terminemos desechando nuestras propia escala de valores en favor de la generalización del mal ejemplo y las malas costumbres, se trata más bien, que los mal educados tomen conciencia de su mal comportamiento y cambien su actitud basada en el respeto propio y ajeno.
Cuando algunos ciudadanos educados y conscientes con sus derechos expresan con firmeza su disconformidad con un comportamiento errado y actitudes discordantes con el respeto, las buenas costumbres, la higiene, la moral, y los buenos modales, no se trata de racismo, exclusión o discriminación, se trata simplemente de apelar a conceptos básicos de comportamiento no practicados por muchos peruanos y que están muy lejos de lo que es educación, respeto y orden. Esta situación exige con urgencia un cambio y una actitud diferente de la gente inculta que siempre existe y ve con indiferencia los buenos modales que llevan a actuar con el ejemplo y el respeto por una convivencia culta y educada.
Como es natural, no se trata que cunda el mal ejemplo y que todos nos rindamos y terminemos desechando nuestras propia escala de valores en favor de la generalización del mal ejemplo y las malas costumbres, se trata más bien, que los mal educados tomen conciencia de su mal comportamiento y cambien su actitud basada en el respeto propio y ajeno.
LAS PLAYAS
Ante la exigencia de un buen comportamiento, algunos comentaristas no entienden o ignoran el sentido de estos valores y los mal interpretan al extremo que incitan a la confrontación, al enfrentamiento y a la división social en un país con techo de vidrio, porque en el caso puntual de las playas, estas se han convertido en basureros, cocinas, baños y hasta dormitorios de borracheras sin ningún pudor. El ambiente que se respira en estas es de olores de Ceviche en mal estado repartido en bolsa plástica, restos de arroz con pollo y tallarines mezclados con la arena y todo este entorno adornado con cajas de cerveza, ollas, bacines y otros utencillos que solo causan desazón y molestan a los veraneantes de buenas maneras.
Desgraciadamente este panorama no se puede tolerar. Lo que es peor, esta desagradable situación está sujeta a distorsiones en la prensa nacional que mal interpreta los hechos y en lugar hacer docencia y predicar con el ejemplo, enfrenta dos realidades que colisionan todos los días no solo en las playas, sino en las calles, en los parques, en los restaurantes, en los cines y teatros y hasta en las filas para acceder a los servicios públicos. Por declaraciones de muchos vecinos, estos culpan en parte a la prensa que magnifica sus apreciaciones y agudiza las discrepancias magnificando derechos mal interpretados.
Sin embargo también adquieren responsabilidad las autoridades y los servidores públicos que no prestan atención al problema porque perdieron la sintonía en materia de atención en temas de salubridad, limpieza, recojo de basura, implementación de basureros, baños públicos, control de venta de bebidas alcohólicas y campañas de educación para mejorar el comportamiento humano.
Las playas no deben estar sucias por un decoro elemental
Ante la exigencia de un buen comportamiento, algunos comentaristas no entienden o ignoran el sentido de estos valores y los mal interpretan al extremo que incitan a la confrontación, al enfrentamiento y a la división social en un país con techo de vidrio, porque en el caso puntual de las playas, estas se han convertido en basureros, cocinas, baños y hasta dormitorios de borracheras sin ningún pudor. El ambiente que se respira en estas es de olores de Ceviche en mal estado repartido en bolsa plástica, restos de arroz con pollo y tallarines mezclados con la arena y todo este entorno adornado con cajas de cerveza, ollas, bacines y otros utencillos que solo causan desazón y molestan a los veraneantes de buenas maneras.
Desgraciadamente este panorama no se puede tolerar. Lo que es peor, esta desagradable situación está sujeta a distorsiones en la prensa nacional que mal interpreta los hechos y en lugar hacer docencia y predicar con el ejemplo, enfrenta dos realidades que colisionan todos los días no solo en las playas, sino en las calles, en los parques, en los restaurantes, en los cines y teatros y hasta en las filas para acceder a los servicios públicos. Por declaraciones de muchos vecinos, estos culpan en parte a la prensa que magnifica sus apreciaciones y agudiza las discrepancias magnificando derechos mal interpretados.
Sin embargo también adquieren responsabilidad las autoridades y los servidores públicos que no prestan atención al problema porque perdieron la sintonía en materia de atención en temas de salubridad, limpieza, recojo de basura, implementación de basureros, baños públicos, control de venta de bebidas alcohólicas y campañas de educación para mejorar el comportamiento humano.
Las playas no deben estar sucias por un decoro elemental
HUIDA
Los políticos le huyen como siempre al problema porque como son temas relacionados con las mayorías se trata de votos y si actúan en beneficio de cosas justas y del bien común, creen que estos actos no los favorecen y por consiguiente, quitan el cuerpo porque piensan absurdamente que el mal llamado pueblo no votará por ellos en las famosas reelecciones.
Un periodista limeño catalogó el problema en un canal de televisión de la capital con una simpleza increíble aduciendo que el Perú ha cambiado y que debido a esto, tenemos que ser tolerantes, y en conclusión hacernos a esta nueva realidad. Esta es una pobre argumentación que contamina y hace daño a la sociedad. Estos comentarios me recuerdan a aquellos comentarios que en la década de los años setenta del siglo pasado se vertían a diestra y siniestra por el tristemente recordado golpista Velasco Alvarado que como consecuencia solo logró enfrentar a los peruanos con su resentimiento y demagogia.
De otro lado, le han metido en la cabeza a la gente que las playas, plazas y jardines les pertenece y que son del pueblo, por lo tanto tienen derecho a hacer lo que les venga en gana y comportarse como ellos desean sin el menor respeto por el prójimo. El resultado de esta concientización nos lleva a establecer que algunos peruanos creen que tienen el derecho a la invasión, a comportarse inadecuadamente sin importarles dar muy mal ejemplo a la sociedad y sobre todo a la juventud, y que su regla es no respetar el bien público sino solo disfrutarlo, dejando sus averías para los que vienen por detrás hagan la limpieza de su mal comportamiento.
La educacion como elemento basica. Aqui uina grafica demostrativa.
Los políticos le huyen como siempre al problema porque como son temas relacionados con las mayorías se trata de votos y si actúan en beneficio de cosas justas y del bien común, creen que estos actos no los favorecen y por consiguiente, quitan el cuerpo porque piensan absurdamente que el mal llamado pueblo no votará por ellos en las famosas reelecciones.
Un periodista limeño catalogó el problema en un canal de televisión de la capital con una simpleza increíble aduciendo que el Perú ha cambiado y que debido a esto, tenemos que ser tolerantes, y en conclusión hacernos a esta nueva realidad. Esta es una pobre argumentación que contamina y hace daño a la sociedad. Estos comentarios me recuerdan a aquellos comentarios que en la década de los años setenta del siglo pasado se vertían a diestra y siniestra por el tristemente recordado golpista Velasco Alvarado que como consecuencia solo logró enfrentar a los peruanos con su resentimiento y demagogia.
De otro lado, le han metido en la cabeza a la gente que las playas, plazas y jardines les pertenece y que son del pueblo, por lo tanto tienen derecho a hacer lo que les venga en gana y comportarse como ellos desean sin el menor respeto por el prójimo. El resultado de esta concientización nos lleva a establecer que algunos peruanos creen que tienen el derecho a la invasión, a comportarse inadecuadamente sin importarles dar muy mal ejemplo a la sociedad y sobre todo a la juventud, y que su regla es no respetar el bien público sino solo disfrutarlo, dejando sus averías para los que vienen por detrás hagan la limpieza de su mal comportamiento.
La educacion como elemento basica. Aqui uina grafica demostrativa.
SENTIDO
COMUN
Para la solución de estos problemas no hay que solicitar una ley, ni apelar al látigo para enseñar a comportarse y menos exigir que la letra entre con sangre, no, es simplemente accionar con sentido común, con una buena dosis de criterio e ir al meollo del problema que es la EDUCACION, la razón de todos los problemas de este país que tiene un efecto multiplicador sobre el comportamiento de muchísimos peruanos que tienen como motivación las malas costumbres y los malos hábitos de vida, como si accionar fuera un comportamiento correcto sea un acto de viveza criolla.
La tolerancia como contrapartida de este mal comportamiento tiene su límite. El sentido erróneo de propiedad del lugar público, la mala interpretación de los hechos por gente mal intencionada, el significado erróneo y excluyente en cuanto a la interpretación de la palabra pueblo, y de alguna manera la mezquindad por decir lo menos con los derechos de la gente, están socavando los límites de la tolerancia social. Pero el cambio desgraciadamente no se da de la noche a la mañana, es paulatino y requiere de tiempo, paciencia, mejores autoridades comprometidas y lógicamente responsabilidad ciudadana.
El comportamiento humano es básico.
INDIFERENCIAPara la solución de estos problemas no hay que solicitar una ley, ni apelar al látigo para enseñar a comportarse y menos exigir que la letra entre con sangre, no, es simplemente accionar con sentido común, con una buena dosis de criterio e ir al meollo del problema que es la EDUCACION, la razón de todos los problemas de este país que tiene un efecto multiplicador sobre el comportamiento de muchísimos peruanos que tienen como motivación las malas costumbres y los malos hábitos de vida, como si accionar fuera un comportamiento correcto sea un acto de viveza criolla.
La tolerancia como contrapartida de este mal comportamiento tiene su límite. El sentido erróneo de propiedad del lugar público, la mala interpretación de los hechos por gente mal intencionada, el significado erróneo y excluyente en cuanto a la interpretación de la palabra pueblo, y de alguna manera la mezquindad por decir lo menos con los derechos de la gente, están socavando los límites de la tolerancia social. Pero el cambio desgraciadamente no se da de la noche a la mañana, es paulatino y requiere de tiempo, paciencia, mejores autoridades comprometidas y lógicamente responsabilidad ciudadana.
El comportamiento humano es básico.
La indiferencia de algunos ciudadanos por el respeto a la buena convivencia social en el país hoy en día es clamorosa, es un tema puntual que merece toda la atención, y en el caso del acceso a las playas de nuestro litoral que hoy tocamos es solo el “iceberg” de un más profundo problema social de confrontación, que se produce simplemente por una gran desigualdad en la educación, por consiguiente hay que evitar esta batalla que se produce todos los años entre vecinos y propietarios contra los veraneantes en todo el litoral peruano.
Para finalizar, tengo una interpretación propia del problema cual es que no solo hay que cambiar las estructuras económicas, ambientales, industriales o comerciales del país, hay que cambiar también las estructuras mentales de la gente con la inyección de una mayor dosis de educación y respeto por el prójimo, dado que hoy en día el factor humano es el elemento más importante y valioso que tiene un país, no solo para competir en el siglo XXI, sino que el comportamiento humano es el valor agregado más importante que podemos darle al Perú para el cambio que exigen las circunstancias rumbo al futuro.( Luis Ernesto Cáceres Angulo, Especialista en Marketing)
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