Don José Antonio Barrenechea y Dorrego
poseía un espíritu lleno de ardores aventureros: de ahí que San Martín le
encargara misiones difíciles. Pertenece a este tipo de hombres valerosos y
sencillos que, cuando se trata de realizar una obra callada y peligrosa se
presentan espontáneos y abnegados.
Pláceme trazar la silueta de un bravo
militar argentino, seguramente casi desconocido en la tierra de su nacimiento,
y que por la gallarda inquietud y el espíritu de aventura de los primeros años
de su carrera es uno de los tipos más interesantes de nuestra gesta
revolucionaria.
Hombre sin resplandores ni
sonoridades, sin duda porque terminado el esfuerzo de la independencia, no
quiso intervenir en las agitadas controversias intestinas de los primeros años
de nuestra vida republicana, fue, sin embargo, un bellísimo ejemplar de
aquellos laboradores silenciosos y desinteresados que una vez sacada su tarea
se hacen a un lado sin vocear su esfuerzo.
Mucho antes de que las huestes del
gran San Martín llegaran hasta la sede virreinal del Perú, arribaron a nuestras
playas algunas legiones abnegadas de hombres resueltos, capaces de todos los
sacrificios. Fueron las avanzadas oscuras de los cortejos triunfales.
Luchó con San Martín.
Luchó con San Martín.
PREDECESOR
Los que batallaron en las horas sombrías sin
dianas ni laureles, y aún esperan las consagraciones póstumas. Los que trajeron
a la vida el empeño sin brillo, la resolución sin alardes, la abnegación que se
esconde hasta en la gloria, y el silencio, el gran silencio e el denuedo.
De
aquellos predecesores fue un argentino: don José Antonio Barrenechea y
Dorrego nacido en Buenos Aires el 8 de Julio de 1794, del matrimonio de don
Domingo de Barrenechea con la señora doña María de las Nieves Dorrego, hermana
de aquel legendario don Manuel Dorrego, padre del federalismo argentino.
El personaje se dedicó a la carrera
del comercio y fue compañero de labor de Manuel Castilla y de Domingo Vallarino que también
estuvieron en Lima y con quienes le unió siempre una cordialísima amistad que
sólo interrumpió la muerte.
Según uno de sus biógrafos, el Coronel
Pedro de Vidaurre, que a nombre de la Sociedad Fundadores de la Independencia
pronunció el 22 de Mayo de 1870 la oración necrológica en los funerales de
Barrenechea, éste ingresó al Ejército siendo casi un niño, en 1811 y asistió al
combate de San Lorenzo. En 1813 forma parte de la oficialidad de la Guardia
Nacional de su país.
En 1816 Barrenechea se alista en la célebre
expedición de Guillermo Brown. Su vida cobra desde entonces relieves de
aventura. Corre la suerte bizarra de los corsarios heroicos, odiados y temidos
por la diabólica fama de que los rodeó el pacato ambiente colonial.
BALAZO
En el Callao al abordar la fragata “Consecuencia”, recibe un balazo
en el pecho que le postra gravemente y cuya cicatriz, como un testimonio de su
coraje, le acompañó siempre. En esa fragata que Brown apresó, venía entre otros
el brigadier Juan Manuel de Mendiburu, que había nacido en Lima y que enviado a
España había hecho la guerra de la independencia peninsular hasta alcanzar ese
alto grado.
Mendiburu como lo dice su sobrino el
historiador del mismo apellido, venía a hacerse cargo de la gobernación de
Guayaquil, nombrado por el Rey. En el número 20 de la “Gaceta de Lima” de 1816,
he leído que en ese barco volvía también al Perú el piurano José Antonio
Navarrete, diputado por Piura a las Cortes de Cádiz y Fiscal de la Real
Audiencia de Chile.
La situación del virreinato peruano,
entonces, era la de un sólido baluarte del gobierno español. Los sembradores encargados
de esparcir la semilla revolucionaria tenían que jugarse la vida a cada paso
muchas veces sin resonancia y sin gloria.
Encargado siempre con difíciles
comisiones, Barrenechea en una incursión peligrosa es apresado en la costa
guayaquileña y con una barra de grillos se le arroja en la bodega de un buque
que le lleva a Valparaíso.
Guerra de la Independencia Hispanoamericana.
Guerra de la Independencia Hispanoamericana.
SUBLEVACION
Va a pagar tal vez con la vida su amor
a la libertad, pero su audacia temeraria le salva. Sujeto por los hierros y
agobiado por las penalidades, su libérrimo espíritu reacciona y triunfa. Co un
grupo de prisioneros intenta y realiza una atrevida sublevación en la que le
acompaña denodadamente el más tarde general Aldunate. Suyo es el grito
sedicioso y característicamente argentino: “¡Botemos a los gallegos al agua!”
Libre Barrenechea hace la gloriosísima
campaña austral. Es actor de los épicos
escenarios de Cancha Rayada y Maipú. Se bate heroicamente a órdenes de Quintana.
Tiene ya en su haber una larga serie de heroísmos. Se conoce que está infiltrado
por el ardor aventurero, porque San Martín le encarga misiones difíciles.
Pertenece a este tipo de hombres
valerosos y sencillos que en las situaciones broncas cuando se trata de
realizar una obra callada y peligrosa, se presentan espontáneos y abnegados.
Cuando se alista la expedición libertadora, cumple una nueva aventura arriesgadísima
que los historiadores han recogido en unas cuantas líneas escuetas y que se
presta, sin embargo, al cantar y al romance.
San Martín y O’Higgins necesitan un
grupo de valientes que se adelante al ejército que vino al Perú en 1820. La
goleta “Terrible” está encargada de la hazaña. En ella viene Barrenechea con
Pedro Zorrilla, Francisco Vidal, José María Pagador, Remigio Silva, Manuel
Flores y otros.
PLIEGOS
Mendiburu en su artículo sobre Pezuela
cita especialmente a Barrenechea entre los expedicionarios. Cuenta la historia
que algunos desembarcaron en Arica. Los demás se propusieron hacerlo al norte
del Callao para preparar el ambiente y anunciar a los patriotas del Perú la
próxima salida de San Martín.
En sus apuntes inéditos dice el
Comandante Stiglich, distinguido jefe de nuestra Marina, que los comisionados
traían pliegos de O’Higgins para Boqui y López Aldana. La goleta dejó cerca de
Pativilca a los emisarios en una lancha que dio vuelta de campana.
El trágico episodio que costó la vida
a Zorrilla está contado en la Gaceta de Lima del 17 de Agosto de 1820 con la
nerviosa inquietud causada por la gravedad del momento que en vano pretende
disimular un tono fachendoso. Ese papel, que transparenta la dramaticidad del constante
con un sello de autenticidad irrefragable, señala a Barrenechea como el autor
principal de la comisión. Es tan pintoresco el relato que bien vale copiarlo
con su propia ortografía.
Una ocurrencia inesperada acaba de
venir esta mañana a confirmar nuestra opinión. La goleta inglesa nombrada “La
Terrible” que salió de Valparaíso a mediados de Julio, condujo a su bordo siete
espías mandados al Perú por el caudillo San
Martín.
DESEMBARCO
Tres de ellos desembarcaron en las inmediaciones
de Arica, cargados de papeles subversivos que aseguran la venida de 12 mil
hombres de tropa y otras falsedades semejantes con que intentan alucinar a los
pueblos incautos y que muestran bastante la debilidad en que se hallan y la
poca confianza que tienen en sus armas.
Pensaron desembarcar los otros cuatro
´más debajo de Pativilca, en una ensenada que llaman de las zorras. Y
habiéndose volcado la lancha en que venían nadaron hasta tierra acompañados del
piloto y cuatro marineros. Ahógose uno
de los espías llamado Zorrilla.
El Capitán Camilagua nos trajo anoche
al piloto y al principal espía llamado Barnechea. Y los cuatro marineros se han
presentado aquí voluntariamente. Estos declaran uniformemente: que la
expedición debía de salir de Valparaíso. Que venía a las órdenes del caudillo
San Martín
Que aunque había 6 mil hombres
destinadas para ella atendiendo a los enfermos y a los muchos desertores,
apenas podría conseguirse que se embarcasen de cuatro a cuatro mil quinientos.
Y que se trata finalmente de hacer el desembarco en uno de los puntos cercanos
a la capital.
La relación no puede ser más
interesante. Hoy nos hace sonreír un poco el afán de llamar espías a los
avanzados emisarios de la expedición libertadora y caudillo a San Martín. En
esos tiempos la palabra caudillo tenía una significación tenebrosa. El esfuerzo
por desheredar el prestigio de la causa libertadora salta a la vista, pero
entre líneas se percibe la agitación que la noticia produjo.
Captura de una fragata española en el Callao.
Captura de una fragata española en el Callao.
SEMIAHOGADO
Vidal que llegó a ser general y jefe
supremo y que es considerado como el primer soldado peruano de la Independencia
salvó con Silva parte de las proclamas y papeles. Barrenechea quedó semiahogado
en la playa. Los marineros le hicieron arrojar el agua colocándole una piedra
en el vientre.
Lo áspero e inhospitalario del lugar
hace pensar en esos antiguos grabados en madera que hicieron nuestra
imaginación de niños como robinsonianas escenas de naufragios. En ese momento
el militar argentino y sus acompañantes debieron sentir que les llegaba la hora
de la muerte.
Nuevamente apresado Barrenechea fue
conducido al presidio del Callao. El general español Vivero se portó caballerosamente
con el prisionero argentino, porque habiéndolo tenido como tal años antes en
Guayaquil no reveló esta circunstancia que hubiera costado la vida por
reincidente a Barrenechea. Sus compañeros de prisión fueron, entre otros, su
compatriota Estanislao Correa Garay y el después General Pardo de Zela.
Pretextando una enfermedad,
Barrenechea se hace trasladar al Hospital e Bellavista, pintoresco pueblecito
que el Conde de Superunda fundó en 1776 a raíz de la ruina de Lima y Callao del
año anterior. De allí logra escaparse. Viene a Lima y vive a salto de mata.
MATRONA
La primera que lo asila es una matrona
ilustre: Antonia Bernales de Zubiaga, conspiradora tenaz, madre de aquella
mujer bravía y superior que fue la esposa del Mariscal Gamarra y a la que nuestro
pueblo llamó siempre “La Mariscala”. De aquel albergue pasó al estudio de
doctor Manuel Pérez de Tudela que fue el que redactó el acta de la
independencia. En ese lugar se relacionó con los patriotas limeños y preparó su
reincorporación al ejército unido.
Siendo ya capitán Barrenechea,
contrajo matrimonio con una distinguida dama
limeña, Carmen Morales Ugalde y García de la Plata, hija de un militar del ejército español, Camilo Morales
Ugalde y de Mónica García de la Plata y Orbaneja y nieta, por lo tanto, del Oidor
y Regente de la Audiencia de Lima,
Manuel García de la Plata, que por una curiosa coincidencia había recibido en
1810 provisión real para regentar la Audiencia de Buenos Aires, cargo que tuvo
que renunciar por las ocurrencias revolucionarias de aquella ciudad.
Doce años después, su nieta preferida
contraía matrimonio con un rebelde argentino. El dato sobre esta lbse de
vinculaciones entre patriotas americanos y señoras de la nobleza limeña no es
único y revela hasta qué punto se estrecharon los lazos del americanismo. Estanislao Correa casó con una
de las Boza y Carrillo de Albornoz, dama de las más linajudas del Virreinato peruano y como ellos muchísimos
otros.
San Martin proclama la Independencia del Perú.
San Martin proclama la Independencia del Perú.
COMBATES
Cuando San Martín se retira del
Perú, Barrenechea se queda al servicio
de la patria de su esposa y prosigue la
campaña libertadora, tan gallardamente iniciada en su adolescencia. Ha
combatido en su propio terruño, en las aguas del Callao, en la costa de
Guayaquil, en los campos de Chile
Le ha rozado la muerte y le ha marcado
varias veces el cuerpo con signos
gloriosos. El itinerario de su bravura se engalana con dos fechas decisivas:
Junín y Ayacucho cuyas campañas hace como comandante del Parque de la
Maestranza. Después de esas batallas,
forma parte del ejército sitiador del Callao.
Consumada la obra de la independencia,
Barrenechea se consagra a la patria que había contribuido a forjar. El
matrimonio parece aquietarle y como ya no había donde combatir cesan sus
andanzas.
Se dedica al estudio de la artillería,
de cuyo cuerpo se le puede considerar fundador, como lo dijo en sus funerales
el Coronel Vidaurre que le llama su maestro. Con el Coronel La Rosa idea una
nueva manera de elaborar la pólvora que el gobierno peruano adopta.
Llega al alto cargo de comandante general
de esa arma. Pero no interviene en las revueltas que fueron constante ocupación
de los veteranos de la independencia, se ve postergado muchas veces y su vida
es el ejemplo triste del olvido que en todas partes sufrieron los más leales
combatientes de la libertad.
VALEROSO
Barrenechea toma parte en la guerra
contra Colombia en 1829 y se porta valerosamente en la Batalla de Portete de
Tarqui. Fiel a los gobiernos constitucionales, sufre la enemistad de Gamarra
porque resiste las seducciones del caudillo que quiere imponer a Bermúdez.
El cuerpo de artillería que manda
Barrenechea sostiene al presidente elegido por el pueblo y Orbegoso envía al
Congreso un mensaje encomiando la conductora del jefe argentino. Salaverry a
quien le unían estrechísimos lazos, le dice “sirve conmigo, pero no acepta.
En la contienda que provocó la
Confederación Perú Boliviana, Barrenechea como extranjero estuvo al lado de
Orbegoso. Con su amigo y compañero Vidal, el mismo que naufragó con él en
Pativilca, fue plenipotenciario ante Bulnes y rechazó las ofertas del chileno
para que se quedara en su ejército y regresó dispuesto a sacrificarse.En el
combate librado en las inmediaciones de Lima en el lugar llamado Guía, le
mataron el caballo. Triunfante la restauración fue destituido y desterrado a
Guayaquil.
Termina entonces la carrera activa de
Barrenechea. No interviene en nuestra accidentada política y confirmando su
modestia y desprendimiento se aparta de toda obra escénica. Su hogar sirve de
albergue de algunos emigrados argentinos de la época de Rosas.
Primer escudo de la República peruana
Primer escudo de la República peruana
COSTUMBRES
Una tradición familiar que el cronista
ha recogido, lo pinta siempre argentino hasta la médula, aún en la peculiar y
pintoresca manera de hablar que no perdió nunca. Esa tradición cuenta que en cierta
ocasión tuvo de huéspedes a unos parientes suyos. Entre sus descendientes se ha
conservado, de boca en boca, el recuerdo de un desterrado, Miró y Dorrego, que
tuvo gran fama de gentil y de elegante.
Eran en Lima los tiempos entre
asustadizos y apacibles de las tertulias y de los cierrapuertas que anunciaban
montoneras. Las gentes solían comer a las cuatro y se acostumbraba, después de las comidas que las mujeres
limeñas, con las cabelleras cuajadas, de jazmines, salieran a ventanas y balcones.
En el romanticismo aldeano de esos
tiempos los caballeros de fraques oscuros y entrabillados pantalones claros
rondaban esas ventanas y esos balcones. En la leyenda familiar ha quedado, como
un pulido dije, una de las más frecuentes frases de Miró después de las
vinculadores sobremesas “Ahora caballeros vamos a dar un regardé.
El volcánico Sarmiento hubiera
encontrado en ese inesperado galicismo un mundo para oponer a Rosas y explicar
el destierro de aquel acicalado señor del cuento hogareño que quien estas líneas
escribe escuchó hace mucho tiempo a una mujer encantadora y adorada.
SU
HIJO
Pasan los años. Barrenechea tiene la
satisfacción de haber formado un hogar respetable. Un hijo suyo, que lleva su
nombre, alcanza los más altos cargos y distinciones: Rector de San Marcos,
Ministro de Relaciones Exteriores, Decano del Colegio de Abogados y diplomático
a quien hasta ahora se considera como uno de los más ilustres en la historia de
las relaciones internacionales del Perú.
Con el correr de los años, Barrenechea
se desvincula de sus parientes argentinos. Toda su vida se hace peruana,
valetudinario, sin aspiraciones y sin
derechos políticos suena una hora de angustia para la patria de sus hijos,
revive en él la llamarada del heroísmo y del espíritu de sacrificio. Los españoles
han vuelo a las aguas de América y amenazan el Callao.
A los 72 años el veterano consigue un
caballejo, se escapa como un muchacho travieso burlando la vigilancia familiar
y se marcha al lugar del combate. Pide un puesto en las filas y volviendo a sus
juveniles días de artillero, apunta, con
rediviva osadía un cañón contra sus antiguos y bravos enemigos.
UN joven oficial le reconoce, le ve en
descubierto y le ofrece su puesto mas abrigado y cómodo. El veterano no acepta.
Breves instantes después una granada mata al oficial. Barrenechea recoge la
gorra del mancebo como sangriento recuerdo de aquel día glorioso. En los partes
oficiales del 2 de Mayo de 1866, el General Buendía y el Coronel Inclán rindieron justiciero homenaje al valor
del viejo militar.
Pintura que representan la instalacion del Primer Congreso Constituyente.
Pintura que representan la instalacion del Primer Congreso Constituyente.
MUERTE
Fue ese el último episodio de su vida.
El Coronel Barrenechea murió el 20 de Agosto de 1870. “El Comercio de Lima
publicó un elogioso artículo necrológico
en honor del veterano. En sus funerales de lúcido cortejo, la sociedad
“Fundadores de la Independencia y Vencedores del 2 de Mayo lde rindió tributo merecido de
reconocimiento.
Todas las referencias de la época hacen resaltar estas dos cualidades
sustantivas en el jefe argentino:
bravura y bondad. Barrenechea fundó en Lima una familia distinguida. De él
descienden los Barrenechea de la Fuente,
los Barrenechea Raygada, los
Barrenechea Benvenuto, los Galvez
Barrenechea, los Porras Barrenechea y los Rospigliosi Gómez Sánchez.
Nietos suyos son Samuel Barrenechea Raygada, jefe de la sección diplomática del
Ministerio de Relaciones Exteriores y Oscar Barrenechea Raygada, actual primer secretario de nuestra
legación en el Brasil. Entre sus bisnietos
destaca uno de los valores más ciertos y acendrados de nuestra literatura
joven. el escritor y crítico Raúl Porras Barrenechea.
Y ahora esta crónica biográfica que rescata del olvido una
simpática figura que tiene relieves heroicos y simboliza el anhelo libertador
de la América toda, sin reservas localistas, sentido no sólo por los conductores
geniales, sino por todos, y que representa, además, la iniciación de la
simpatía y de la fraternidad entre argentinos y peruanos.
La Batalla de Junín.
La Batalla de Junín.
Esta figura la he rastreado aquí y
allá, en Mendiburu, en anécdotas familiares, charlas de viejos, papeles
dispersos y olvidadas gacetas. Al respecto debo confesar que muchas veces, como
una brevísima angustia que se disuelve en una sonrisa, me han asaltado estas
preguntas:
¿Hay acaso allá, en algún hogar
argentino, el recuerdo de un lejano pariente que en alarde aventurero dejó la
patria, se embarcó en los riscos y quebradas y no volvió nunca? ¿Hay acaso en ese hogar, la leyenda de aquel
otro, del desterrado elegante que vuelto a la partida contó a los suyos la
bravía historia del pariente aventurero y un desgranar de anécdotas dejó para
la historia familiar una leve añoranza del encanto de la ciudad limeña? (Páginas seleccionadas de las "Obras
Completas" que pertenecen como autor al consagrado escritor y político,
José Gálvez Barrenechea.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario