Un siglo hacía de la turbulenta jornada del “día de
los tres gobernadores”, en que se apagó el destello de la vida del prócer
Manuel Belgrano. Y el pueblo de Buenos Aires del 20 de Julio de 1920, sin
recordar por cierto a los que habían agitado la ciudad con su sed de historia,
fue a buscar al olvidado hombre de aquella jornada, que sólo tuvo un amigo a la
vera de su lecho de muerte, para exaltar en el centenario glorioso, las prendas
morales que constituyen la aureola de su figura patricia.
Tremenda lección del tiempo. Por
las calles de la capital holladas por el paso de hombres llegados de los cuatro
rumbos, resonaban los ecos de la patria misma rescatando los últimos vestigios
del olvido, mientras el polvo se acumulaba sobre el nombre de los que, cien
años atrás, creyeron, en su humana vanidad, ganar un lugar entre los
inmortales.
Cabe la afirmación de que toda la
República Argentina se movilizó concentrándose sus miradas en Buenos Aires.
Indescriptible resultó esa multitud que casi no circula, sino que pesadamente
se encamina por la Avenida de Mayo hacia la plaza del mismo nombre, o de
Florida y calles adyacentes en uno y otro sentido.
En honroso gesto, una comisión
dedamas, emulando a las patricias mendocinas, había tomado a su cargo la
confección de la gran bandera nacional que con el nacer del sol, y en medio del
fragor de las salvas, se elevó majestuosa hasta el tope de una gran torre de
hierro que con sus 50 metros sobresalía de los altos edificios de la época,
desde su emplazamiento en la Plaza de Mayo.
Manuel Belgrano: insigne procer argentino.
Manuel Belgrano: insigne procer argentino.
EMOCIONES
El pueblo y los soldados vieron
subir el sagrado símbolo con los ojos brillantes de lagrimas, estremecidos sus
corazones por el toque vibrante de los clarines. Ya desde la noche anterior un
escuadrón del Regimiento de Patricios haría guardia de honor en torno del
mausoleo, ee instantes antes desde su custodia en el Centro Naval desfilaban hacia el Congreso, en
cureñas, los cofres con las banderas de los acorazados Moreno y Rivadavia y de
los cruceros Gribaldi, Belgrano, San Martín y Pueyrredón.
Luego el solemne Te Deum en la
Catedral Metropolitana con asistencia del primer magistrado, ministros y
delegados de todas las naciones del mundo. A continuación el desfile militar.
Sin embargo, el auténtico sentido de la fecha estaba en el corazón del pueblo.
Resplandecía en los rostros de la
gente y en el dorado sol del mediodía de un otoño ya al filo del invierno. Era
la voz que no reconoce más autoridad que la de Dios, rindiendo homenaje a quien
al decir de Martinez de Sucre, “vivió y murió en loor de civismo, honradez,
abnegación y desinterés y que ya está en
el descanso de los soldados que mientran reposa, velan”
Así fue celebrado en Buenos Aires
el centenario de Belgrano, creador del más sagrado de nuestros símbolos, el
noble prócer que escribió bellas páginas
de la historia con su acendra vocación de
civismo.
Frase celebre.
Frase celebre.
LO QUE FUE
Belgrano se convirtió en un intelectual, economista, periodista,
político, abogado, militar de destacada actuación en el Rio de la Plata,
Paraguay y el Alto Perú, durante las dos primeras décadas del siglo XIX.
Participó en la defensa
de Buenos Aires , capital del Virreinato del Rio de la Plata, en las
dos invasiones inglesas —1806
y 1807— y promovió la emancipación de Hispanoamérica
respecto de España..
Uno de los principales patriotas que
impulsó la Revolución de Mayo,
destituyó al Virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros y creó la Primera Junta Libertadora, que
reemplazó al gobierno opresor de la Argentina. Allí fue vocal de ese organismo.
Peleó en la Guerra de la
Independencia de la Argentina contra los ejércitos realistas. Jefe de la expedición
militar que la Junta de
Buenos Aires envió al Paraguay. Posteriormente, participó en la firma del
Tratado del 12 de Octubre de 1811.Jefe de una de las Expediciones Libertadoras
a la Banda Oriental.
En 1812 creó la Bandera
Argentina, en la actual ciudad de Rosario..
Como general del Ejercito
del Norte tuvo a su cargo la Segunda Campaña Auxiliadora al Alto Perú, dirigiendo el éxodo jujeño y comandando las
victorias de los revolucionarios en la Batalla de Tucumán y en la de Salta..
Tuvo gran influencia en el Congreso de Tucumán que declaró la Independencia de las
Provincias Unidas de Sud América, proyectando vanamente el establecimiento de
una monarquía constitucional dirigida
por un noble inca.
La educación del pueblo fue una de sus
principales preocupaciones. Para ello elaboró durante su estadía en España un
plan de acción con avanzadas ideas sobre la misma. Una figura indiscutible a
nivel de toda América.
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