Rebelde, inteligente y genial. Era
muy especial y cultivado en la inmensidad de la escritura como saber
intensamente humano. Un verdadero poeta de renombre expresión entera de la
Arequipa de ayer, hoy y de siempre. El intelectual de pies a cabeza, forjado en
la intensidad de la vida cotidiana, vivió intensamente con sus versos, sus
escritos y sus ensayos. Sus inmensos conocimientos y su lectura de todos los
días, lo llevaron a ser un hábil y enterado bibliotecario durante varias
décadas del mismísimo siglo XX en las mismas entrañas de su blanca ciudad.
Hombre de agallas, de prestancia eminente y de valor intelectual que merece, de
todas maneras, destacarse en honor de la Literatura peruana.
El poeta Percy Gibson le añadió a César Augusto Rodríguez Olcay,
verdadero nombre del poeta y personaje principal de esta crónica, el nombre de
Atahualpa y le quitó el de Augusto, en una de las tantas reuniones literarias
del grupo “Aquelarre”. Por eso se quedó por siempre y paras siempre hasta el
final de sus días como César Atahualpa
Rodríguez.
En el acto, le dijo que era
demasiado llevar el nombre de dos emperadores romanos juntos, César y Augusto.
Más aún cuando era auténticamente peruano. A partir de entonces, a él se le
incluyó el nombre del ultimo inca peruano matado, dicho sea de paso, por los
españoles tras engaños y farsas eminentes.
El famoso profesor y caudillo
arequipeño, Francisco Mostajo quien estaba en la reunión, subrayó en esa
oportunidad que César Atahualpa Rodríguez pertenecía a la mejor generación de
poetas de aquel tiempo, integrada además por el propio Gibson (el padre de
Doris, fundadora de la revista Caretas), Renato Morales de Rivero, Belisario
Calle, Federico Agüero Bueno y Miguel Ángel Urquieta, entre otros.
Cesar Atahualpa Rodríguez: gran poeta y bibliotecario
Cesar Atahualpa Rodríguez: gran poeta y bibliotecario
Esta noche estoy triste hasta la muerte;/como dijo el Rabí de
Galilea,/que hasta el agua que bebo se convierte en repugnante almíbar…así
sea/Sobre mi crudo invierno doloroso/la serpiente del tiempo se desliza/ ten
gol aboca amarga, todo es soso/y el aire que respiro es de ceniza/Si en el
osario del ayer me pierdo para encontrarme con lo que he vivido/veo que hasta
el cadáver del recuerdo/se pudre sin cesar en el olvido/ Y si quiero agarrarme
del ahora/ como mi terca ansiedad desesperada/Veo también que todo se
evapora/que mis manos están llenas de nada/ ¿Qué dónde voy señor de senda en
senda con estos pasos por demás inciertos?/Voy a cumplir tu frase que es
tremenda: “que los muertos entierren a
sus muertos. (Desesperado)
El poeta fue hijo de César
Rodríguez y de Mercedes Olcay. Realizo sus estudios primarios en la escuela de
Antonio Martínez. Mientras que los secundarios los realizó en el Colegio
Nacional de la Independencia Americana entre 1903 y 1907.
Comenzó a escribir sus versos en
ese prestigiado e histórico plantel mistiano. Así se ganó la admiración de sus
condiscípulos, quienes lo llamaron, con mucha admiración de por medio, “el
poeta del colegio”.
Cuentan que, por esa época como
signo de efectiva rebeldía, escribió dos poemas de expresión atrevida en la
revista del plantel. Lo que le ocasionó una fuerte reprimenda, sobre todo por
el tipó sensual de sus versos.
El vate mistiano laboró, por
muchos años, en la Biblioteca Pública Municipal de Arequipa. Llegó a ser
Director de esta entidad que pertenece al Estado. En dicho recinto se conservan
hasta ahora una extensa colección de volúmenes con el título de “Anales de
Arequipa” que él con habilidad juntó y que, para recapitular varios años de la
historia de la blanca ciudad, en base a una adecuada información periodística.
Labor, obviamente, muy encomiable que retrata enteramente el valor intelectual
de Rodríguez.
Fue condecorado por Luiis Alberto Sánchez.
Fue condecorado por Luiis Alberto Sánchez.
“Soy de raza americana/peruano de Arequipa. Bien ¿Y qué/ Llevo el color
moreno de los míos/estampado en la piel/ Mi familia es muy grande: son los pobres/
que vinieron al mundo sin sostén;/aquellos muchos preteridos/por los que pueden
más según la ley/ Esa madrastra estúpida creada por los que detentaron el poder.
/ No me arredran las celosas…Soy de la raza americana/perdida en el proceso de
crecer. / Mi estatura no cuenta. /Vivo aparte. / Me siento infortunado. / Se
leer (Datos Biográficos)
Su obra fue muy valiosa y
fecunda. Son de su autoría los libros “Cien Poemas”, “Los Últimos Versos”,
“Sonatas en Tono de Silencio”, “La Torre de las Paradojas” y “Dios Nos Quiere”.
Muchos de sus poemas fueron publicados, a lo largo de los años, en diferentes
periódicos y revistas como: “La Semana”, “Escocia”, “Texas”, “Carnaval”. Los
matutinos de Arequipa: “El Pueblo”, “El Deber” y “Noticias”. Y en los de Lima,
como el diario “El Comercio”, entre otros.
Cultivó la poesía, la narración y
el ensayo. Su estilo estuvo caracterizado por la profundidad y el casticismo.
Le entregaron la Medalla del Congreso en ceremonia que presidio el Senador y
distinguido escritor, Luis Alberto Sánchez. También lo condecoraron con otras
distinciones de eminente prestigio.
César Atahualpa Rodríguez vivió,
exactamente 82 años, entre 1889 y 1972. Fue un escritor de formación cultural
autodidacta. Frecuentó a escritores de la talla de José María Eguren, Manuel
González Prada y Abraham Valdelomar. Estos últimos, varias veces, elogiaron su
obra. Incluso el segundo, que formó parte del radicalismo, legó a considerarlo
como “la nueva expresión dee la lírica nacional.
A fines de 1916, junto a Percy Gibson,
fundó el grupo literario “El Aquelarre” y publicaron cuatro números de una
revistas que llevaba el mismo nombre. Iniciativas que fueron, evidentemente, un
aliciente para la vida intelectual arequipeña.
Muy joven aún
Muy joven aún
“El automóvil pasa…/Fuga inquiera una liebre;/el sol como una brasa,
/llora como un orfebre. / Una iglesia, una plaza, /la campiña, el pesebre, /
corren tras una casa…/la brisa está con fiebre/Somos tres. Es domingo/Ya hemos
pasado Tingo;/ Lili: ¿Quieres darme eso? / Mi gran amigo Z,/mira el campo: es
poeta/ ¡No ve nuestro beso! ( A Toda Velocidad)
Cabe explicar que “El Aquelarre”
aparece más o menos al mismo tiempo que el movimiento Colonida de Lima, el
Grupo Norte de Trujillo y “La Tea” de Puno. Sin embargo, la influencia del
grupo arequipeño fue modernista y simbolista.
En 1917, Rodríguez fue nombrado
Director de la Biblioteca Pública de Arequipa, cargo que desempeñó hasta 1955.
La editorial “Nuestra América” publicó “La Torre de las Paradojas”, su primer
libro a la que le precedió una vasta obra. Su poesía tuvo bastante emoción
social y un marcado acento regionalista,
según la opinión de los críticos.
Hacia 1966 publica “Sonatas en
Tono de Silencio”, libro editado por el Ministerio de Educación. Aquí se reúnen
versos que son representativos de la madurez del poeta. El tema central del
poemario es la búsqueda de la soledad, como un medio para convertir a la
filosofía en la fuente primaria de sus escritos.
Nació el 26 de agosto de 1889.
Joven aún se trasladó de Arequipa a Lima. Comenzó a estudiar Letras en la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Abandonó los estudios por su pésima
situación económica y tuvo que retornar a su ciudad natal.
Afiche de un homenaje.
Afiche de un homenaje.
“El sequito del Inca-que era una huesta ufana/ de triunfos-explorando
la turba lejanía,/ compacto y fragoroso como un mar refluía/en el ancho silencio
de la muerte/ Capitanes y henderos hercúleos, la macana/recostada en el hombro,
con marcial bizarría/marchaban por delante Mayta Capac venía/ sañudo entre los
pliegues de su manto de lana/ La legión que hace tiempo camina en campo
raso/hasta de las tristezas del yermo, recuesta el paso/ y el cansancio
monótono de la inacción ya cede/Pero
súbitamente surge un valle y un grifo/de júbilo saluda tal oasis.
Contrito /pide un noble quedarse y el que todo lo puede/ Ari-quepay le dice, le
dice que se quede” (Mayta Capac)
Durante años, César Atahualpa se desempeñó
como amanuense en una notaría. Pero nunca abandonó la lectura. Pedía prestados
libros de un lado y de otro. Todos los leía con minuciosidad, convirtiéndose en
un autodidacta de extensa y sólida cultura.
Debido a sus profundos
conocimientos, la Universidad Nacional San Agustín de Arequipa le confió, por
breve tiempo, la cátedra de Historia de la Literatura. Son de su pluma también
la novela “Dios no nos Quiere” y los ensayos “El Misti, Genio Titular de
Arequiipa y “Ciudad de Piedra”
Presente en la Casa de la Literatura.
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Presente en la Casa de la Literatura.
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La revista “Amauta”, dirigida por
José Carlos Mariátegui allá por 1926 lo calificó al vate mistiano del “más
beethoveniano de los poetas del Perú de variado pensamiento, belleza de
expresión, audacia imaginativa, ágil y vigorosa armonía del verso”.
Hay una anécdota del poeta
chileno Pablo Neruda que dice que visita Arequipa y va a buscarla a su casa. Le
responde la hija de Rodríguez: “dice que no está”. “Entonces dígale que no he
venido, le responde el intelectual mapochino.
Lacea cabellera y su faz de
nigromante andino. Así lo describió el poeta Percy Gibson, su amigo y paisano.
Figura impresionante e indiscutible de la literatura arequipeña y peruana. Si
ninguna duda e indiscutiblemente (Edgardo
de Noriega)
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