miércoles, 31 de octubre de 2018

FRANCIA FUTURA

Al escuchar hace poco a Donnay en una fiesta de caridad y después de oír a Capus esta tarde, salí pensando en su concorde moraleja de esta guerra: “Se prepara una Francia nueva”. “¿Qué va a cambiar? ¿Qué ha cambiado? Al verles censurar el abolido reino del tango y de las persianerías y de las modas exorbitantes, recordé sonriendo que estos moralistas escribieron antaño obras picantes… ¿Es la vejez o el aire de la Academia lo que los ha convertido, o en realidad se prepara una Francia grave?
No hablemos por supuesto de este momento. Es la hora de luto y de plegaria. Me cuentan que antes de la batalla los más incrédulos aceptan la bendición de algún soldado clérigo. Y creo sin dificultad que en veinte pechos bronceados se está enmoheciendo una medalla de Lourdes. Justo y prudente. Ninguna precaución es inútil
Pero después, cuando en los Campos Elíseos halla estallado la Marsellesa de la victoria y pase Alberto I un poco pálido bajo la avalancha casi agresiva de vítores y violetas, ¿se consentirá en sonreír como anteayer y como siempre?
Algunos sombríos agoreros predican ya el advenimiento de una Francia puritana, sion el temido ingenio ni la aborrecida frivolidad. No lo creo. Entusiasta, si. Rencorosa ¡ojalá!, pero nada más. Uno de los más finos espíritus de América, Gonzalo Zaldumbide, me observaba con razón que París no soportará largo tiempo la abundancia inminente de heroísmo escrito.

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Alfred Capus celebre periodista frances

BUEN SENTIDO
Cada literato moviliza ya metáforas y adjetivos para el vendible “tres cincuenta”: cada enfermera bas-bleu nos contará sensiblemente su ambulancia. La señora Catulle Mendes recorre los hospitales aplastando con maternal unción, en su pecho ubérrimo, a heridos que cierran los ojos para ocultar una llama irónica.
Y el buen sentido francés se burla de las enfermeras sentimentales. Un periódico narraba a este propósito una admirable anécdota. Acababan de amputarle las piernas a un soldado joven que trajera en el pecho las medallasa militares por su bravura. Ante esta mutilación, no cabían palabras de consuelo, sino el silencio. Pero una dama romancesca:
-¡Cómo debe consolare de todo el saberse héroe!
El herido la miró con penosa sonrisa, murmurando luego, sin amargura:
-Por un año se es héroe. Después un lisiado que se arrastra en un carretoncillo de madera
Y por fortuna los recientes periódicos de mayor circulación y ninguna venta El eco de las marmitas o El Peludo, nos cuenta que fuera de este París en donde tanta heroica elocuencia se consume, los soldados son soldados de Francia, es decir, que no quieren darle a la guerra un aspecto moroso y una tiesura de parada
El loustic, el tití, el infatigable burlón que se llama en Musset Fantasio y Gavroche en Víctor Hugo, acepta la guerra como una lotería nacional en donde puede tocar la medalla militar o la “diña” (traducción libre de Guigne). Sólo así matando al tiempo y al enemigo con buen humor, pueden hacer de la trinchera un purgatorio aceptable.
La ansiada OPE de Enfermería reúne a 20.000 aspirantes para 392 plazas
Enfermeras francesas se capacitan

RISA
En mi viaje a la línea de fuego les vi preocupados siempre de la broma del compañero. Y ellos, si, tienen derecho de reír porque su risa es trágica, como podrán censurar el cacareo de tantos escritores que no se baten. Por un Charles Peguy que muere con helénica simplicidad, ¡cuánrtos Bernsein “emboscados” lo más lejos posible de las trincheras
Políticamente ¿Qué sorpresas reserva Francia? Fue un crisol de sistemas y ha vivido durante un siglo como en delirio. De la más escandalosa anarquía pasa amorosamente a la tutela manirrotas de Bonaparte para volver a saber, en convulsiones, republicana inconstante y monárquica a medias.
Loca de humanidad, sintiéndose la nación-modelo, la escuela primaria de la libertad, parece ensayar, sin encontrarlo, el sistema político perfecto. Su “más libre república”, casi la ha puesto en agonías. Y una reacción se opera lenta.
Espíritus urgentes quisieran ver a su rey en el Eliseo. No le veremos. Pero es evidente que como “la República era hermosa bajo el Imperio”, así el Imperio o la Realeza parecen prestigiosos bajo esta república desquiciada, desprestigiada y suicida.
He visto a sinceros republicanos lamentarse de los “enemigos del interior”. Estos fueron el diputado o el ministro que disputaban gajes de presupuesto mientras se conjuraba en Berlín la segunda y definitiva debacle. Y esta es la hora en que los sociólogos demasiado viejos para mudar de ideas, advierten desolados que, sin los puntales republicanos, se derrumbará más de una ideología.


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Ventura Garcia Calderron: autor de esta nota

LA PAZ
Lo más difícil, por esto mismo, será después de la guerra “la unión sagrada” de que se abusa tanto en los editoriales. La mantiene el peligro y es admirable tal civismo. Pero esto es sobre todo el país de la Fronda
La paz vendrá y con ella esas contiendas que hacen crujir al mundo. Francia tiene los defectos de sus virtudes incomparables. Su cualidad mejor, su santa inquietud, fue siempre la de ensayar, la de tantear, la de equivocarse alguna vez para precaver a la humanidad de una tiranía para avanzarle un progreso.
Y no se cumple esta misión sin arduas disidencias. Su lírica y su política están hechas de contrastes. En su literatura tiene prosélitos, lo mismo un clasicismo bruñido que la romántica abundancia. En cien años sus mejores poetas, con excepción de Hugo, casi español y de Verlaine o Baudelaire, fueron un griego y un cubano, Moreas y Heredia.
Lo es hoy una rumana excelsa, la condesa de Noailes. Es decir, peregrinos por quienes se infiltraba en el genio francés un alma exótica. Y, sin embargo, el alma francesa conserva el fondo idéntico. Así no creo que pueda sobrevenir una Francia hugonota, erizada y grave. 
Mayor confianza en sí misma y un poco más de fijeza en su genio leve, serán sin duda las únicas mudanzas ocasionadas por esta guerra. Pero las tierras de la Champaña invadida, producirán de nuevo su licor ágil y Francia continuará derramando sobre el mundo el mismo ingenio de burbujas doradas. (Editado, resumido y condensado del libro “Obras Escogidas de Ventura García Calderón”, destacado intelectual peruano que, con sus estudios, rescata los orígenes culturales de este país. Nació por un azar patriótico en Paris, retornó al Perú donde estudió. Posteriormente volvió a Francia en 1905 salvo cortos intervalos por aquí, Rio de Janeiro y Bruselas hasta 1959 en que murió, siempre habitante de la ciudad luz)

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