Los dados están echados sobre la mesa y existe, desde el mes de marzo que iniciamos este blog, una conexión directa con los lectores en este periodismo electrónico que ejercemos y es una realidad cada semana.
De allí que en cada número de Miscelánea publicamos, sin ningún tipo de censura, los comentarios que nos envían los que nos siguen. Ello, evidentemente, nos complace porque sólo nos debemos a ustedes.
También es cierto que estamos comprometidos a mucha honra con la verdad en forma completamente independiente. Lo dijimos en nuestro primer artículo titulado "Aquí estamos" y lo reafirmamos ahora.
Pero hay un hecho que evidentemente rechazamos y que definitivamente estamos en total desacuerdo. Resulta que muchas personas escriben al blog, en forma soez y grosera, con un desparpajo y una irresponsabilidad tremenda.
Frente a ello consideramos, sin duda alguna, como completamente inadecuados este tipo de mensajes . No nos ha quedado otro camino que eliminarlos. Lo hemos hecho innumerables veces y lo seguiremos haciendo, por cuestiones de principios. Eso si repetimos, los adecuados en cuanto a lenguaje se publican de todas maneras.
El número de comentarios impublicables es realmente considerable. Por eso mismo y con miras a desterrar y disminuir al máximo esa práctica ruin, pongo a consideración de los cibernautas este artículo que es efectivamente el texto de una charla que dicté sobre verdad, ética y moral periodística en la Universidad Nacional Federico Villareal ante los alumnos del programa de Ciencias de la Comunicación, atendiendo un cordial pedido del poeta y periodista, Maynor Freyre Bustamante.
Lo hacemos porque asi comprenderán cuales son nuestros objetivos primordiales de información y queremos, de la misma forma y por las mismas razones de principios, la respuesta similar de los que nos leen.
Una acotación adicional: reiteramos que nos interesa de sobre manera las opiniones de los lectores pero en buenas formas. Por eso mismo es que en esta edición cumplimos con ellos. Nos pidieron comentarios sobre el problema del gas en el sur y una semblanza sobre Grau. En esta edición, ambos temas, los tiene a su disposición.
A diario asistimos a una cita ineludible con los medios de comunicación. Lo primero que hacemos en la mañana es escuchar radio o prender los noticieros de televisión. Leer el periódico. Incluso entramos a Internet para tener noticias y enterarse de lo que ha pasado en el Perú y el mundo.
Todo este acto cotidiano del lector, del oyente, del televidente o el navegante cibernético exige, naturalmente y de inmediato, una premisa innegable y contundente: ¡que los medios de comunicación digan la verdad! El compromiso es con la verdad. Con ella no se puede jugar. Menos manipular.
Comencemos con lo más elemental a ver lo que dice el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española sobre estas palabras. Ética: proviene del latín ethicus y tiene varias acepciones. 1. Sinónimo de recto, conforme a lo moral. 2. Persona que estudia o enseña moral. 3 Parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre. 4 Conjunto de normas morales que rigen la conducta humana. Creo y ustedes estarán de acuerdo que para desarrollar el tema nos quedemos con las acepciones 3 y 4.
Verdad, del latín veritas. Acepciones: 1. Conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente. 2. Conformidad de lo que se dice con lo que se sienta o piense. 3. Propiedad que tiene una cosa de mantenerse siempre la misma sin mutación alguna. 4 Juicio o proposición que no se puede negar racionalmente. De acuerdo al mismo diccionario, lo verdadero es lo que contiene la verdad. Para el caso que tratamos, todas estas acepciones nos interesan mucho.
Transparencia, Cualidad de transparente. Comprobación real. Dicho de un cuerpo a través del cual pueden verse los objetos claramente. Sinónimo de claro y evidente, que se comprenden sin dudas ni ambigüedad. Condiciones, evidentemente y sin ninguna discusión, de un buen periodismo.
Realizadas estas precisiones vayamos directamente al tema de la charla. Partamos del principio que la información es un bien y un derecho de todo ciudadano. De doble vía: informar y ser informados. Los periodistas están en la obligación de informar a cerca de lo que le interesa a la gente pero con una obligación evidente: la comprobación de la veracidad y la valoración de su real interés público.
El periodismo y el manejo de información en los medios de comunicación son fundamentales para el equilibrio de la sociedad y para garantizar la democracia. Una prensa libre y responsable es demandada por todos.
Le pregunta, sin embargo, que salta a la vista es evidentemente la siguiente: ¿Cómo decir la verdad en el periodismo y en medio de una sociedad que privilegia lo económico y que tal condición presiona en detrimento de la libertad de expresión?
¿Cierto es esto? Muchos analistas, muchos pensadores, muchos entendidos afirman sin ambages que si lo es. Otros no le dan la importancia que efectivamente tiene. Pero también existen aquellos que niegan sus efectos.
Lo evidente es que esta es una ardua tarea que nunca debe darse por terminada y requiere esfuerzos y constancias. Los periodistas tenemos la obligación de acercarnos siempre a la realidad. Esta, obviamente, nos dice que las presiones políticas y económicas restringen la libertad de expresión, aún cuando el periodismo cumple eminentemente un servicio a la comunidad.
Ahora bien, para contextualizar esta temática, hay que señalar sin ambages que esta profesión está desprestigiada por la falta de profesionalismo y además por las presiones políticas y económicas ejercidas desde distintos actores sociales (políticos, empresarios, comerciantes, sindicatos, entre otros). No obstante ello, debe prevalecer como norma fundamental la verdad, la seriedad, la ética en el informar diario de los medios de comunicación. La verdad es, pues el remedio a tan grave enfermedad que es la realidad.
La búsqueda de la verdad es una ardua tarea que nunca debe darse por terminada y requiere esfuerzos y constancia. Los periodistas deben acercarse a la realidad. Nosotros debemos servir siempre a la comunidad con las informaciones, con las noticias, con los comentarios.
Ahora bien, deliniemos el rol del periodista. Su función principal es comunicar y dar a conocer los hechos noticiosos y de opinión, de manera enteramente imparcial.
Pero no olvidemos algo muy importante: el periodista tiene una responsabilidad de ser un agente de socialización, contribuyendo a la transparencia del sistema democrático para actuar en la búsqueda del bien común y no de intereses particulares, anunciando las verdades y denunciando las injusticias.
La ética del periodista debe orientarse a investigar un hecho y brindar información que no sea falsa, respetando siempre el derecho a la intimidad, el honor, la imagen que competen a las personas.
Nos inclinamos a pensar que la labor periodística es eminentemente social. El periodista debe tener presente que, en el ejercicio de su profesión, el bien común de la sociedad es lo primordial. Nunca debe inclinarse a los intereses particulares, denunciando las injusticias y las propias presiones políticas y económicas.
Nunca un periodista puede ser genuflexo y dependiente del poder de turno. De allí que son acertadas las palabras de Calvin Simmsi, representante del New York Times para América Latina, que no vacila en decir lo siguiente: “el periodista debe ser crítico hasta los huesos para tratar de llegar a la verdad, teniendo una condición absoluta de imparcialidad. Sin un periodismo independiente, no puede hablarse de una sociedad democrática.
Recordemos que, en Estados Unidos, el periodista televisivo está revertido de una función crítica y está predispuesto siempre a molestar al poder y, de alguna manera inclusive, a mantenerla bajo sospecha y acusación. Esta agresividad está considerada, aunque parezca increíble, como ética profesional.
Ahora bien, el comunicador debe tener una ética de responsabilidad en el desempeño de su profesión, con un servicio permanente a la verdad y un sentido crítico de la propia realidad. Debe existir siempre, en el ejercicio profesional, la autoresponsabilidad para ponerse al servicio de valores superiores como: la dignidad de la persona humana, el bien común, la solidaridad, la libertad y la verdad. Protegiendo, evidentemente, los derechos del público y de la sociedad.
Son recomendaciones de profesionales de la talla del argentino Barroso Asenjo y del americano Cheris Kramer. La autoresponsabilidad es una necesidad que para muchos tienen mayor efecto que los códigos, estatutos o manuales de conducta que en determinado momento podrían servir para restringir la libertad de expresión.
Vale la pena recordar el pensamiento del periodista Accattori, del diario italiano “Corrrieri della Sera”, quien afirma lo siguiente: “la moralidad de la profesión periodística debe medirse a largo plazo y en el conjunto de la actividad. Una opción fundamental de seriedad, claridad veracidad debe ser permanente. No obstante, los incumplimientos aislados y la propia falta de ética”.
Otros pensadores, como el propio Kramer, resaltan que el periodismo es una profesión sagrada de elevada vocación, alto nivel moral. Los periodistas no pueden escribir contra la propia conciencia. Deben huir de los malos hábitos y rechazar todo aquellos que pueda estar relacionado con el soborno. Lo que en el Perú se conoce como lo famosa “mermelada”, “dulce” primordial de los pillos e inmorales que también existen- en gran número- en esta profesión.
La ética periodística debe respetar compromisos como el secreto profesional sobre las fuentes como norma diaria y constante. Lo mismo que dejar de lado regalos, invitaciones y plagios. Defender, sobretodo y ante todo, la libertad de expresión para servir al bien común. Anteponer la verdad sobre las ideologías. Imparcialidad, en las críticas. Preocuparse por la formación y capacitación permanente como garantía de competencia profesional.
El rol del periodista con la sociedad debe estar enlazado con algunos valores fundamentales relacionados con la defensa y el ejercicio de la libertad, la honestidad y la conducta intachable en el ejercicio de la profesión.
Obviamente que la búsqueda de la verdad debe ser su principal fin. Se trata de uno de los principales valores que está en el juego de la comunicación. La verdad es condición indispensable para toda comunicación.
Ahora bien, la rentabilidad empresarial nunca hay que olvidarla. Pero ella no debe ir en perjuicio de los contenidos informativos y ser condicionante para ejercer el periodismo. La verdad está por encima de todo, asegura la comunicadora alemana Hannah Arendt. La verdad es, pues, la condición válida de la comunicación. Hay que tomarla como el principal criterio ético de los periodistas.
Al respecto debemos recordar el Código de la UNESCO de 1983 que dice lo siguiente: la tarea primordial del periodismo es la de servir al derecho de una información verídica y auténtica por la adhesión honesta a la realidad.
En noviembre de 1982, el Papa Juan Pablo II esbozó el retrato moral del periodista por dar con la verdad. La decisión de proponer la verdad. La praxis de no excluirla. La actitud de ser incorruptible. La conciencia ética es necesaria. Sin claudicar con el falso prestigio de interés personal, político o de grupo.
En el terreno del ejercicio del periodismo, los comunicadores tienen el deber de seguir las indicaciones de su conciencia y resolver lo más que puedan a las presiones que los empujen a adoptar la verdad para satisfacer las exigencias de los poderes económicos.
“De todos los derechos humanos, el fundamental es la libertad de expresión porque sino puedo hablar, sino puedo expresarme no tengo manera de defender mis derechos. Solo hablando podemos hacer cosas que de otro modo quedarían escondidas”.
Son palabras de Abid Hussair, Relator Oficial sobre Libertad de Opinión y Expresión de la Organización de Naciones Unidas, pronunciadas en una Mesa Redonda sobre Medios de Comunicación y Derechos Humanos, realizada en Buenos Aires el año 2001.
En definitiva, la libertad de expresión hay que reclamarla y defenderla a rajatabla diariamente, más allá de las presiones económicas y políticas que existan y las que se presenten.
Las presiones económicas se materializan cuando el poder de este tipo que es dueño del espacio, integrado por anunciantes y los propietarios de los medios de comunicación, pone condiciones sobre las informaciones y opiniones de los periodistas. Así se limita el informe imparcial de los hechos a transmitir, ejerciendo una presión que puede llegar hasta la censura sobre el comunicador.
En tanto, las presiones políticas son las acciones que ejerce el poder de este tipo con el objeto de presionar y condicionar la libertad de expresión de los periodistas ya que no aceptan posturas diferentes, atentando contra la visión de la realidad.
Para los periodistas es fundamental que, los propietarios de los periódicos, les concedan la suficiente independencia con el fin exclusivo de servir a la comunidad, sin consideración de los intereses económicos o políticos de los propietarios.
Esto, evidentemente, es difícil pero factible y hay que pregonar siempre que el periodismo es incompatible con todo género de presiones y debe oponerse a la deformación de los hechos, rechazando las presiones de todo tipo vengan de donde vinieran y defendiendo a rajatabla la verdad. La independencia es, pues, una necesidad. El clima para un periodismo digno es indispensable
El periodismo digno e independiente, es la base y plataforma de la democracia, como sinónimo de: libertad, igualdad y pluralismo ideológico. Hay que trabajar de la mano de este sistema para alcanzar una comunicación efectiva que beneficie a todos.
La democratización de la comunicación es la capacidad que tiene la sociedad para comunicarse entre sí y para comunicar a los demás señales justas, demandas y pensamientos de beneficio general. Luchemos por ella. Busquémosla,
Pero, evidentemente, el pluralismo es necesario como predisposición para escalar y analizar todas las visiones humanas de las ideas. Las valoraciones, los pensamientos en los distintos planos: religioso, ideológico, filosófico, racial y social.
Lo cierto es que en sociedades como las nuestras es conveniente que existan una diversidad de medios de comunicación con distintas visiones del pensamiento en los planos ideológicos, político, social, económico. Este pluralismo que proponemos impide el monopolio informativo que, sin duda, atenta contra los derechos de los ciudadanos de recibir informaciones y opiniones. Lo que siempre hay que reforzar es una prensa libre e independiente.
Por otro lado, si queremos ser consecuentes con la verdad, cuando hablamos de Etica y Transparencia en el Perú, tenemos que referirnos de todas maneras y por obligación a un verdadero pionero en este campo: Alfredo Vigñolo Maldonado, el primer periodista graduado en el Perú que perteneció a la primera promoción de la Escuela de Periodismo de la Universidad Católica, donde fue catedrático durante más de 25 años.
Vigñolo ejerció también la docencia en las Universidades Inca Garcilaso de la Vega, San Martín de Porres y la del Pacífico. Colaboró como periodista en los diarios El Comercio, La Crónica, La Prensa y las revistas Oiga y Gente.
Al respecto el periodista y Catedrático en la Pontificia Universidad Católica del Perú, Juan Gargurevich, opina lo siguiente: “Vigñolo tuvo una larga vida como profesional. Era por sobre todo periodista y a esta vocación unía una obsesión que proclamaba con tenacidad: la ética periodística.
Vigñolo, cuenta Gargurevich, se entristecía al observar el descenso de calidad del periodismo, pero sobre todo se condolía hasta el sollozo cuando comentaba la prensa amarilla que llamamos “chicha”
A lo larga de su fructífera vida profesional, el destacado colega nunca se cansó en pedir a los comunicadores que hicieran buen periodismo, de respeto a los demás y así mismos.
Su tesis al finalizar sus estudios universitarios en 1948 versó sobre la crónica policial con visión crítica de los excesos de los cronistas. Enseñó constantemente que el mejor periodismo es el que se practica con la verdad en la mano.
Una saludable obsesión que lo llevó a componer el Código de Ética Periodística ofrecido a las instituciones del gremio y adoptado por la Federación de Periodistas del Perú.
El Código-recordemos- se inicia así: “los periodistas están moralmente obligados a ejercer con honestidad. Deben honrar su profesión y hacer que se les respete. Hay que ser dignos de la libertad de prensa, considerando en ella las libertades de información, opinión en todas sus formas, investigación periodística, difusión del pensamiento, fundación de medios de comunicación y programas periodísticos. No incurrir en libertinaje. No existe irrestricta libertad de prensa, su límite natural es el derecho ajeno" (El Director).
Señor yo escribo como puedo y como quierom nadie se debe meter.
ResponderEliminarJESUCRISTO DIJO DESIR LA VERDAD HOS HARA LIVRES Y JUSTOS.- ¿COMO DIRIA? TU TIENES UNA PLUMA EN LA MANO , Y SE TRASFORMA EN UNA ESPADA. DISIENDO LA VERDAD, Y MATAS AMUCHOS OPRTUNISTAS .
ResponderEliminar,