¿POR QUE ES MORADO EL HABITO?

En octubre, Lima se viste de morado. Centenares de miles de personas-hombres y mujeres de toda condición- reemplazan sus ropas convencionales por el sencillo y serio hábito del Señor de los Milagros, como signo inquebrantable de fe cristiana y contrita promesa.

Las mujeres usan el hábito con un simbólico cordón color blanco que tiene cinco nudos y un pequeño detente con la imagen del milagroso Cristo de Pachacamilla. Por su parte, los hombres se ponen una sobria corbata o un capuchón del mismo color.

Sin embargo, muchas personas no saben a ciencia cierta cómo y en qué oportunidades debe llevarse ataviada la prenda de vestir. ¿Será posible ponerse como hábito, solo por el hecho de ser morado, una atractiva minifalda de esas que llaman la atención. De la misma forma, un impresionante palazzo o una elegante maxifalda? Veamos antes algunos antecedentes históricos

Según la tradición, el color y la forma del hábito fue dado por el propio Jesucristo a la beata Antonia Lucia Maldonado, fundadora de la orden de las Nazarenas, de acuerdo a la versión de su confesor el mercedario Fray Blas Suárez.

Nuestro Señor vestido con túnica morada se acercó donde ella, se despojo, le puso la túnica y luego le dio otra de espinas con una soga diciéndole:  “Mi madre ha dado su traje de pureza para hábito a otras almas y yo te doy mi traje con el que anduve en el mundo”.


El hábito.

A partir de ese momento, la madre Antonia y sus seguidoras se vistieron de morado. La indumentaria llamó la atención de algunos por el color disipado de la túnica y se quejaron a la autoridad eclesiástica.

Una de las autoridades, Pedro de Villagómez, trato de reprimir el uso, pero al conocer a la beata desistió por completo de su propósito. Había quedado impresionada por la santidad y obediencia de Antonia.

Ella, obviamente, fue la primera en usar el hábito. Había nacido en Guayaquil y desde temprana edad se caracterizó por ser muy piadosa y pegada a su madre. Con su progenitora desembarcó una tarde de mediados del siglo XVII en el Callao. Hacía poco que había perdido a su padre.

Las dos mujeres se enfrentaron a la vida solas. Lo hicieron pasando pobreza con mucha dignidad y estoicismo. Antonia, cuando todavía era una niña, ayudaba a su madre en un negocio de cigarrillos.

A los 30 años era una mujer que sólo le gustaba rezar. No quería casarse. Sin embargo, por complacer a su madre, aceptó ser desposada por un artillero chalaco Antonio Quintanilla, con quien vivió en promesa de castidad que se cumplió al pie de la letra.

Al quedar viuda, decidió vestir una túnica morada en lugar de luto y dedicarse a la vida religiosa. Consiguió con el apoyo de un militar fundar un monasterio en el Callao, pero fracasó porque su protector le obligó a que nombrara a una criada bruja, como superiora del monasterio.

Tres católicas ataviadas con la vestimenta religiosa.

Antonia abandonó el Callao y se recluyó en otra casa de oración que funcionaba en Monserrate. Posteriormente  consiguió que otro  militar la ayudase a fundar su propio monasterio. Le ofrecen  terrenos para construirlo, a cambio de dedicarse al culto del Cristo de Pachacamilla. Ella acepta.

La beata murió en 1709. No vio levantada su obra pero si sentó las bases de la Orden Nazarena, cuyo fin es la “imitación de un Cristo doloroso y afrentado”.

Por otro lado, en la actualidad, el hábito es de color morado porque es símbolo de penitencia y de sufrimiento. Los católicos lo aceptan voluntariamente para reparar alguna ofensa a Dios, según afirma el R.P. Manuel Mosquera Martín en su libro “El Señor de los Milagros”.

“No hay color más acertado que el morado para expresar la penitencia y el sufrimiento cristiano”, sostiene el sacerdote jesuita.

Para usar la indumentaria, los cristianos tienen que hacer una promesa y estar en gracia de Dios que se adquiere  mediante el sacramento de la Confesión. El cordón blanco que tiene cinco nudos representa, simbólicamente,  las llagas de Jesucristo.

Ya estamos en condiciones de contestar la pregunta hecha al principio. El hábito debe usarse con sencillez y modestia. En consecuencia, la minifalda, el palazzo o la maxifalda no son aceptables. Lo ideal es llevar la prenda morada a la altura de la rodilla y con mangas largas.

“No debe ser llamativo ni nada que se le parezca. La naturalidad y sobriedad debe reinar en el hábito, recomienda en su libro el Padre Mosquera.

La persona con hábito no tiene porque cambiar por completo su vida, debe hacerla idéntica, siempre y cuando, esté encuadrada dentro de la moral y las buenas costumbres. “Esto significa que  si hay oportunidad de ir a fiestas hay que ir. Lo mismo que a reuniones, paseos, etc. Acaso se peca sólo con habito”, señala el sacerdote.