viernes, 25 de mayo de 2012

CLARO...CLARISIMO


La gran virtud del Presidente Ollanta Humala desde que asumió el gobierno, hace casi diez meses, es haberle dado tranquilidad al país. Del rebelde sin causa en sus inicios como político a presidir un gobierno de centro que da confianza  es, evidentemente, un mérito que hay que reconocerlo. No hacerlo seria, simplemente, mezquino.
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Lo que se esperaba aquí en el Perú, con un triunfo de Humala, es una convulsión de padre y señor mío donde las ideas extremas iban a primar con cambios radicales que darían lugar a frenar, por completo, el desenvolvimiento económico exitoso en el país y que nos lleva, desde hace continuados años, por las vías del progreso y del bienestar.
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Mucho se especuló que nos íbamos acercar, en cuanto a política exterior, hacia los linderos de Venezuela para estar al lado del detestable gorila Hugo Chávez y de las huestes cubanas dictatoriales de los hermanos Castro. Nada de eso ocurrió para bien de los peruanos..
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Mérito, evidente de Humala, por las decisiones acertadas que tomó. Por el cambio de ese mamotreto de la gran transformación por la hoja de ruta precisa para los momentos que vive el Perú.  Aunque griten, lloren y les de la pataleta a los ineptos de pensamientos que crearon tal barbaridad.
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El actual presidente acertó políticamente y de los extremos se fue al centro cuyo pensamiento acertado de posiciones plausibles y concretas en todo orden de la vida nacional, le dio el triunfo y ahora está en el poder.
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Todo eso se especulaba porque, obviamente, Ollanta era el representante del antisistema y caminaba con aliados poco recomendables, quienes habían integrado las filas del ultrismo y el extremismo político.
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Allí estaban Javier Diez Canseco, Nicolás Lynch, Aida Garcia Naranjo Manuel Dammert Ego Aguirre, Sinesio López  y muchos otros ilusos que ahora reniegan del pasado vergonzante ultra y se llaman demócratas. ¿Serán o no serán? La pregunta del millón de dólares. 
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 Malas juntas que, felizmente, se van yendo del poder porque actualmente no encajan en el gobierno actual. Si se van, después de haber sacado su troncha y tajada en puestos públicos con altísimos sueldos. Que tal cuajo.
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Pero también hay de los que se quedan. No, señor Lynch encaramado en la Embajada del Perú en la Argentina. No señora  Garcia Naranjo, gozando  a raudales de la vida diplomática en Montevideo, Uruguay. Ellos que se van a ir, si están felices con el carguito de Embajadores. Los principios. ¿Cuáles? Mejores, mucho mejores son los salarios y privilegios que tienen.
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 Un acierto es, pues, que aquel joven militar poco coherente y lleno de sorpresas con actos incluso de violencia, efectivamente se haya convertido en un mandatario calmado. Ahora está tratando de conciliar en todos los aspectos de la vida nacional. Eso tampoco se puede negar.
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 Pero el problema esta que, en el poder, ello no basta. Ni tampoco convence. No olvidemos que la popularidad del Presidente, en las últimas  encuestas, ha disminuido  notablemente.
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 Lo que necesita este gobierno nacionalista son logros propios. Que sean contundentes. Que desafortunadamente hasta ahora, no los hay, ni se pueden ver. Ni menos  comprobar, a pocos meses de cumplir el primer año.
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Probablemente porque no hay diferenciación. Definitivamente,  un gobierno  requiere de resultados. No es fácil encontrarlos en la gestión nacionalista. Si mucha rutina. Lo mismo que grandes problemas de carácter político que no son solucionados, existiendo la obligación de hacerlo.
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Si no fuese asi, a las claras se demostraría, los actos efectivos  de un estadista que quiere cambiar al Perú. Pero todavía hay tiempo para hacerlo. Entrar a fondo en la gran reforma para todos los peruanos Por allí tiene que ingresar Humala, si efectivamente quiere trascender.

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Otra verdad: Ollanta el hijo de padres tan controvertidos: Isaac Humala, que cree en el enfrentamiento de las razas. La cobriza contra las otras y en tantas barbaridades del etnocacerismo.
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 Mientras que Elena Tasso de Humala desea acabar con el homosexualismo a como de lugar. Felizmente que tal errado pensamiento  no ha contaminado el actual gobierno. Otro punto a favor del Presidente. Lucha por deslindar con su familia y muchas veces lo consigue. Otras,desfortunadamente, lo compromete. Los genes son los genes y no se puede contra ellos.
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Cierto es que los señores Humala, en los últimos días, están calmados aunque muy dolidos por lo que le pasa a su hijo Antauro de quien, de un tiempo a esta parte, no se sabe mucho de él.. Parece que el rigor en la Base Naval del Callao, por fin, lo ha calmado y está cumpliendo su condena como debe ser.
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Hay otro reconocimiento para el Presidente luego de prometer que no apoyará, bajo ningún  punto de vista ni motivo, a ninguno de sus parientes, sea quien fuera. Lo está cumpliendo y, para bien del país, últimamente no tenemos novedades de este tipo.
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 Ni Alexis, ni Antauro, ni la cuñada Isabel Paiva ni la primita abogada. Si no ocurren en el futuro este tipo de anomalías, ya hemos ganado mucho en lo que se refiere a oportunidades transparencia e igualdad.
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Sin embargo en el plano general, si este gobierno quiere trascender tiene que desarrollar labores que se conviertan en obras concretas que la ciudadanía aplauda. Que el pueblo sienta el cambio es una necesidad. Muy mal estamos sin plenitud de logros. ¿Cuáles son, dónde están?
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 No hay algo que destaque como propio. Solo hay un barco que va en el movimiento del mar.  La inclusión  social, completamente lenta. Los ministerios  creados van allí a la deriva y al  acontecer diario. No hay nada nuevo.
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Lo que si es real y contundente es la situación económica del país que está  consolidada,  dentro de un modelo determinado que no es precisamente logro de este gobierno. Sino continuidad de los anteriores. El problema es que el chorro del progreso tiene que llegar a los sectores populares. Eso si está pendiente.
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Hay méritos que pertenecen al régimen del corrupto Fujimori que si acertó en este campo pero erró en lo que se refiere a moralidad, honestidad y derechos humanos, pasando por el de Toledo y siguiendo por el de García.
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De eso no hay ninguna duda. En efecto, la política del sector que analizamos que significa costo de vida, proyecciones, avances, aplicaciones y lo que quieran llamar los economistas se ha seguido igual desde 1990. Es decir, hace nada más y nada menos 22 años. Que en la continuidad acierta Humala nadie lo discute. Como igual lo hicieron sus antecesores.
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Pero ya es tiempo de pedirle vida propia,  avances propios al humalismo.. Mas allá de los que gozamos  por un devenir de lo que precisamente nada se cambió. No hay gran transformación. Exijamos que se cumpla la hoja de ruta  prometida.
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En cuanto a los  gabinetes ministeriales. Hemos pasado  del primero presidido por el empresario, Salomón Lerner Ghitis, a quien la negociación de Cajamarca por el proyecto minero Conga, lo aniquiló al de Oscar Valdés, un militar retirado de voz pausada que siempre luce peinadito con pelo cortito y tratando de convencer a todos los peruanos que este es un buen gobierno.
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Cuidado con Conga señor Valdés que hasta ahora no se soluciona y ese puede ser su Waterloo. Es decir, su gran derrota que lo puedo sacar del puesto al igual de lo que le pasó a Lerner Ghitis.
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A propósito de gabinetes. Hace muy poco  se registró una crisis ministerial por lo del Vrae y el narcoterrorismo, tremendo y peliagudo problema que se arrastra desde hace mucho tiempo y donde hay cosas realmente graves. Terror, narcotráfico, infinidad de niños convertidos en delincuentes de este tipo. El panorama tiene que acabar y existe la obligación de hacerlo.
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Pero nombrando ministros como los últimos, el congresista Jose Urquizo y el General  Wilver Calle, si que ha sido un error garrafal porque ellos se pierden, desde el inicios de sus gestiones, con su pasado no muy claro que digamos.
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Con títulos universitarios  que no calzan por la edad, sucesos violentos en Paita, acta de sujeción hacia el corrupto de Montesinos y hasta balazos de por medio en estado etílico. Le damos el beneficio de la duda a la tercera ministra designada en la cartera de Producción, Gladys Triveño, que ojalá se desempeñe a la altura del cargo.
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Lo que si es  cierto es que con la crisis se perdió a un Ministro de Defensa de polendas como fue Alberto Otárola Peñaranda, quien durante su desempeño de más de cuatro meses demostró capacidad, profesionalismo y eficiencia.
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Se trata de un abogado constitucionalista experto en temas de Defensa y Derechos Humanos. El gobierno está en la obligación, si quiere contar con buenos cuadros, de llamarlo nuevamente para que ocupe otro cargo y seguir aportando por el país. Otárola se lo merece. Definitivamente ha demostrado conocimiento profundo de los temas.
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Muchos dicen que a partir del 28 de Julio habrá nuevo gabinete y que esa será la oportunidad de Humala para enmendar rumbos y demostrar que, efectivamente, tiene condiciones de estadista. Ojalá lo pueda conseguir porque el país lo requiere. A gritos, por si acaso.
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Mientras tanto la crisis de los partidos políticos es eminente. Para un lado y para otro. Desde la derecha hasta la izquierda que permanecen, realmente, en el anonimato. Al Partido Popular Cristiano ni se le oye. Ni para bien, ni para mal. El Apra, reducido a 4 parlamentarios No es nada de lo que fue. Al interior de la que fue la principal agrupación política peruana, crisis total.
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El de Toledo es un club de amigos personales con etiquetas negra y azul. Porque allí si que se tiene sed y se bebe trago fino a raudales. En fin este es uno los grandes males del país que, por el bien de la democracia, debe resolverse en el futuro. (Noé)