Apenas la primavera comenzó a
florecer en los cerezos de los parques de Tokio y Yokohama, las rápidas y acuciosas
muchachas japonesas reflejaron los extraños dibujos de sus vestidos y kimonos
sobre las fuentes bordeadas de lotos y musgos.
Pero los colores y los dibujos de
aquellos kimonos tradicionales no eran los mismos de siempre. Los pálidos
crisantemos y las nevadas cumbres de sus altas montañas, de sus grises volcanes
que decoran aquellos trajes habían sido remplazados. Pero también eran
insólitos, distintos, los dibujos y colores de la corbata que llevaba puesta
aquel pacífico ciudadano que leía un diario en el parque.
Era 1958 bajo el cielo limpio del
Mikado. Una nueva moda que se exteriorizaba en los vestidos de las damas y los
caballeros, inclusive de los niños, había invadido el Japón.Los periódicos, la
radio, los medios llamaron “Incaboom” al nuevo “look”. Una explosión distinta a
la de Hiroshima y Nagasaki. Pero también “boom” por su impacto y sus fuertes
consecuencias.
¿Quién lanzó aquella poética
“bomba” en el archipiélago del Sol Naciente?. Yoshitaro Amano, que además había traído el detonante desde el Perú. Amano, delgado, de baja estatura, se dedicó a
la industria pesquera por los años 50, habiendo instalado sus plantas de
procesamiento en el litoral de Chancay y sus oficinas comerciales en el antiguo
Edificio Ferrand de la entonces Avenida Wilson (hoy Garcilaso de la Vega).
VOCACION
Pero esa vinculación con la pesca
hizo que se aficionara a los estudios arqueológicos, por los que tenía una
enorme vocación. Casi por instinto, por una profunda convicción, fue explorando
diversos yacimientos arqueológicos de nuestro litoral, adquiriendo piezas y
ceramios y especializándose en los restos precolombinos de la pesca. Pero su
especialidad era Chancay.
Y ocurrió entonces que Amano, Director
Gerente de Inca Fishing, fue dándole más importancia a sus menesteres arqueológicos
que a su empresa industrial. Con su propio peculio fue adquiriendo y
coleccionando piezas de las distintas culturas, no solo aquellas que
florecieron junto a nuestro mar, sino de civilizaciones andinas como Chavín,
Moche y otras. En 1958 había logrado reunir ya una colección admirable de las
distintas culturas del Perú antiguo.
Amano había conseguido reunir ceramios,
tejidos, instrumentos, utensilios, adornos, plumarios y organizar una verdadera
muestra de nuestras civilizaciones pre colombinas. Se trataba de más de 600
piezas que el doctor Amano presentó en 1958 en las cinco principales ciudades
del Japón, bajo el título de “Exposición Cultural del Imperio Inca”
Y uno de los primeros en visitar
la exposición fue el príncipe Mikasa, arqueólogo interesadísimo en el
conocimiento del Antiguo Perú.
EXPEDICIONES
Años antes habíamos tenido el
privilegio de conocer al doctor Amano, cuando tenía una empresa pesquera cuya
oficina principal quedaba, como dijimos, en la avenida Garcilaso. Amano
comenzaba más o menos a enamorarse de las redes con artísticos dibujos de los
antiguos pescadores de Chancay, que de los modernos instrumentos de una
creciente pesca industrial. Se revelaba una vocación insustituible.
La amorosa semilla que Amano
llevó a su país había comenzado a florecer. En el dedicado y exquisito mundo
del arte japonés, junto a los duraznos maduros, los fabulosos dragones y los
románticos crisantemos, asomó vetusto e imperial el motivo puquino, la piedra
asombrosa de Chavín, los felinos de Nazca, la interpretación zoo mitológica de
las culturas mochica o chimú.
La visita que el Príncipe Mikasa
hizo por esos años al Perú promovió un vivo interés por nuestro pasado en el
Imperio. La Universidad de Tokio creó el Instituto de Investigación Andina y desde
ese centro partieron varias laboriosas expediciones científicas a nuestro país,
Al lado del doctor Terada, en la Universidad de Tokio.
Amano abrió ante asombrados
científicos japoneses un fardo funerario proveniente de Chancay: ante esos ojos
apareció la amarilla osamenta de un dignatario del antiguo país de Chancay
forrada en coloridos mantos y vistosas telas.
La vida de Amano en paneles
La vida de Amano en paneles
TELAS
Las telas que llevó Amano
acicatearon la creatividad de los diseñadores textiles de la industria nipona.
Pronto aparecieron en las vitrinas de las casas de moda, en las tiendas más
famosas, los estampados primaverales con motivo sugeridos por el “Inca-Boom”.
La moda se proyectó también a los dibujos y gráficos de la ropa masculina.
Cuando el reportero nipón de
apellido Konno de la redacción de Yomihuri visitó Lima, nos refirió el impacto
de la nueva moda, sobre todo en las damas.
En 1962 Amano regresó al Japón
cuando don Miguel Mujica Gallo llevó a ese país su fabulosa colección llamada
“Oro del Perú”.
Las valiosas y bellísimas joyas
de la colección de Mujica Gallo acrecentaron el
interés nipón en civilizaciones de Costa y Sierra que mostraban el siglo
XX, creaciones prodigiosas. Pero no quedó en aquel viaje la porfía pionera de
Amano.
En 1972 llevó a la tierra de sus
mayores (él había nacido en el puertecito de Akito, perteneciente a Yokohama),
una nueva muestra a la que bautizó como “Exposición de las Civilizaciones
Andinas”. Su recorrido abarcó gran parte de
Japón. El archipiélago se acercaba más al Perú cuyas primeras inmigraciones
niponas tenían data en 1872 y luego en 1899.
Fino telar del Museo.
Fino telar del Museo.
LIBRO
En el bello libro “La Pesca en el
Perú Prehispánico” editado por Pesca Perú, se insertan valiosos trabajos sobre esta
materia suscritos por reputados historiadores como Hermann Buse de la Guerra, Ernesto
Sarmiento, Franklin Pease, Maria Rotsworowski y José Antonio del Busto. Nuestro
personaje publicó en ese monumental libro un sugestivo aporte sobre “La redes
teñidas de la cultura Chancay”.
Se trataba de los famosos chinchorros que
Amano no sólo descubrió sino estudió con enorme acuciosidad. A su muerte
ocurrida en Lima en 1982 ya había logrado levantar y fundar el Museo Amano que
es uno de los más bellos y organizados de nuestra capital y que reúne todas las
piezas adquiridas por Amano.
El Museo Amano se levanta en la
calle Retiro de Miraflores, en una arbolada calle perpendicular a la avenida
Angamos. Es virtualmente un monumento dedicado a la cultura y a las ciencias
que cultivó el doctor Amano.
La directora del Museo es la señora Rosa
Mercedes Watanabe, dama peruana, que fue esposa del doctor Amano y la principal
compañera de sus preocupaciones y trabajos científicos. A más de 100 años de la
llegada de laboriosas familias niponas que han sembrado prominentes hijos y
nietos en los más distintos campos de la actividad nacional, es menester
recordar al sagaz científico nipón que reposa en el cementerio de Surquillo y
dejó un auténtico aporte de cariño, obra y mensaje a la cultura peruana. (Jorge Donayre Belaúnde)
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