Había una constante admirable en
él, que lo retrataba de cuerpo entero, como figura indiscutible de la vida
pública y las letras del Ecuador del siglo XIX: un político y pulcro escritor
de aquellos que tienen agallas y destacan, cuyo pensamiento liberal era
contundente y marcado por el anticlericalismo. Con una oposición constante y
rotunda contra las dictaduras. Lo que lo hizo un rebelde con causa, de
naturaleza constante.
Formó parte de La Literatura
Latinoamericana que ha tenido grandes
exponentes. Si nos remontamos a la referida época, nos encontramos con Manuel
González Prada representando al Perú. Antes a
Andrés Bello, el insigne maestro originario de Venezuela, que tantos años vivió en el Chile de sus
amores. Domingo Faustino Sarmiento el maestro argentino por excelencia que llegó
a ser presidente de su país. Eugenio
Maria de Hostos que destacó en las Antillas de Puerto Rico y con gran
influencia en Cuba.
Pero al que nos referimos en esta
oportunidad es uno excepcional de mucha valía que deslumbró en ese país vecino
del norte por su originalidad, capacidad de escribir y brillantez en su obra
homogénea, según la opinión del famoso literato Rufino Blanco Fombona. Ese es,
definitivamente, Juan María Montalvo
Fiallos, quien vivió una fecunda existencia entre 1832 y 1899.
Juan Montalvo.
Juan Montalvo.
EN COLOMBIA
Fue en Colombia donde residió muchos
años y allí escribió la mayor parte de su extensa obra de valía. Uno de sus
libros más conocidos resultó ser “Las
Catilinarias”, donde marca sus
ideas políticas tan peculiares, sobre todo en contra de los curas timoratos a
los abusos del poder político desenfrenado.
Entre sus ensayos destacaron “Siete Tratados” analizando el mismo
tema y “Capitulos que se le olvidaron a
don Quijote”, una secuela en que da a conocer cómo concibe al hombre de la
Mancha en el exclusivo campo del idealismo y las costumbres arraigadas de los
pueblos.
Nació en el pueblo ecuatoriano de
Ambato el 13 de Abril de 1832, una villa de los Andes situada en un valle entre
montes y partida enteramente por un río caudaloso con casitas pintorescas a los
costados. Allí las faldas de la codillera están plagadas de árboles frutales,
como los melocotoneros y los nopales. Los sauces abundan y dan una sensación
verdosa de tranquilidad imponente.
No obstante que es una zona amenazada por
completo por los volcanes que, en más de una ocasión, causaron serios destrozos
en contra de la población. Accidentada y romántica ciudad con rocas, turbiones
y quebradas profundas. La inspiración del escritor definitivamente.
PADRES
Su padre Marco Montalvo hijo de
un inmigrante andaluz que se dedicaba a los negocios. Este hombre de carácter, cerca
de Ambato, conoció a Isabel Villacreces
de Fiallos, con quien se casó y tuvo ocho hijos. Juan era el menor de los
varones y sus progenitores le procuraron mimos y cuidados. Su niñez transcurrió
en la quinta de Ficoa. Sufrió de viruela y quedó con el rostro marcado para
toda su vida.
A los siete años fue a la escuela
que funcionaba en una humilde casa de aldea, de una sola planta, pobremente
administrada y sostenida. Cuando tenía 11 años, uno de sus hermanos fue
arrestado, encarcelado y desterrado al Perú por enfrentarse políticamente a la
dictadura de Juan José Flores. De
acuerdo a la versión de sus biógrafos, lo sufrido por el familiar tan cercano
le dejó una secuela moral muy grande, llevándolo a aborrecer, para siempre y
toda su vida, a los gobiernos abusivos y de facto.
Continúo sus estudios en Quito y
es en esta ciudad donde aparecen las
inclinaciones para escribir y dedicarse a las actividades intelectuales. Sus
hermanos mayores lo apoyan por completo. Empezó a estudiar Gramática Latina en
el Colegio San Fernando. Posteriormente, le interesó la Filosofía que la
aprendió en el Seminario San Luis donde recibió el grado de maestro.
Ingresó a la Universidad de Quito
para estudiar Derecho. No porque quisiera ser abogado, sino porque entre las
profesiones de entonces, Medicina, Teología y otras, ésta era la menos
desagradable. Así es como pensaba.
Autor de frases contundentes y controvertidas.
Autor de frases contundentes y controvertidas.
FISICO
Sus características físicas:
alto, delgado blanco con gotas de indígena. Cabellera azabache ensortijada. Frente
amplia. Los ojos oscuros, grandes,
luminosos. Nariz recta, dientes relucientes cuidados siempre con esmero.
Lampiño usando apenas un pequeño bigote y picado de viruela. Le gustaba siempre
vestir con elegancia. Era muy enamorado y un conquistador de voluntades
femeninas.
Por la época de su juventud se
hizo amigo del poeta y político liberal, Julio
Zaldumbide, con quien se reunía en tertulias continuamente en las cuales
participan otros escritores como: Agustín Yerovi, José Modesto Espinosa y
Miguel Riofrío. Ellos leían y comentaban sobre los grandes autores románticos
europeos. Abandonó sus estudios y retorno a Ambato. Ya sus padres y hermano
mayor habían fallecido.
Comenzó a ser un autodidacta de
tal vuelo que aprendió a hablar perfectamente cinco idiomas, además del
castellano: griego, latín, inglés, francés, italiano. Lo nombraron al cargo
diplomático de Adjunto Civil a la Legación Ecuatoriana en Roma. Permaneció en
París seis meses donde conoció a celebridades como Lamartine y Proudhon.
MELANCOLICO
Montalvo se volvió melancólico y se acentuó su misantropía, inclinación que
tuvo desde la infancia por hallarse en un medio extraño e indiferente. Asimismo
se le manifestó un agudo reumatismo, cuyos efectos lo acompañaron durante el
resto de su vida.
Regresó de Europa al Ecuador en 1859, bajo el gobierno
de García Moreno. Lo primero que hizo es escribirle una carta un tanto
discursiva. Pero cargada de admoniciones y amenazas. Colaboró en la revista
literaria “El Iris”. Comenzaron sus
amores con María Adelaida Guzmán, con quien contrajo matrimonio y tuvo dos hijos.
Cuando García Moreno comenzó a
perseguirlo a mansalva después de que escribiese en diferentes publicaciones
criticándolo duramente, el intelectual se expatrió y se fue a vivir a la ciudad
colombiana de Ipiales. De allí partió nuevamente a París, Francia en situación
económica endeble.
Retornó a América y visito el
Perú donde se encontró con varios desterrados por Garcia Moreno. Fomentó, desde
estas tierras, su oposición contra el gobierno de su país y hasta una
revolución que, dicho sea de paso, fracasó.
Redactó varios libros como “El Bárbaro de América en los Pueblos Civilizados de Europa”, “El Libro de las Pasiones”, Diario de un Loco”,
De las Virtudes y los Vicios”, Capítulos que se le olvidaron a Cervantes. Falleció
su hijo, para su entero sufrimiento, Carlo Alfonso de 5 años.
Un monumento en su honor
Un monumento en su honor
ASESINATO
Fue publicado su libro “La Dictadura Perfecta”, obra que
inspiró a un grupo de jóvenes liberales a pensar en asesinar a García Moreno. Sin embargo, el autor del magnicidio resultó un hombre ajeno a los conjurados, el
mercenario colombiano Faustino Lemos Rayo, quien incluso ocupó algunos puestos
públicos en los gobiernos de García Moreno, por lo cual el Presidente no
sospechaba de él. Al enterarse de la noticia, Montalvo afirmó: “No ha sido el machete de Rayo, sino mi
pluma quien lo ha matado”. Poco después sacó a luz el ensayo “El Ultimo de los Tiranos”
Llegó a Guayaquil y fue recibido
por una entusiasta multitud. Incapaz de hablar en público y más bien prometió
un agradecimiento a su modo, la palabra escrita que en efecto circuló entre los
guayaquileños al día siguiente. Ignacio de Veintemilla se proclamó dictador en
el Ecuador. La vida del escritor estaba en riesgo. Pero felizmente no le pasó
nada. Si sufría otra vez, de pobreza por la falta de recursos económicos
mínimos.
Lo eligieron diputado pero nunca
asistió a las cámaras. Conspiraba constantemente contra la dictadura. La
relación que tenía con su esposa se quebrantó por completo, por su
desentendimiento en las obligaciones familiares.
Le publicaron su obra “Siete Tratados”. Su esposa falleció y el mismo año Montalvo inició
una relación amorosa con la francesa Augustine-Catherine Contoux, la misma que
mantuvo hasta sus últimos días. Con ella tuvo un hijo, fruto de su concubinato.
El colegio que lleva su nombre ubicado en el Ecuador
El colegio que lleva su nombre ubicado en el Ecuador
INDEX
A raíz de la
publicación de este último libro, La Iglesia ecuatoriana mostró su descontento
con la obra. La reprobaron. A través de una carta personal, Montalvo respondió
por medio de otro, “Mercurial Eclesiastica”, escrito con pasmosa fuerza. El Arzobispo
de Quito, Monseñor José Ignacio Ordoñez, viajó a Roma y consiguió que el Papa León
XIII prohibiese el volumen, que ingresó de frente al index.
Empezó la
publicación de “El Espectador”,
libro compuesto de tres volúmenes con una serie de ensayos muy interesantes
sobre la realidad de su país. Estando en Francia, su salud comenzó a
deteriorarse de forma brusca. Un fuerte aguacero lo sorprendió por la calle y
contrajo una neumonía fulminante y esto se convirtió en un derrame pleural.
Lo operaron sin anestesia a pedido expreso del
mismo paciente, demostrando una valentía y un coraje pocas veces vistos. No
emitió ninguna palabra de dolor y se guardó por completo el sufrimiento.
La condición
de Montalvo empeoró totalmente y manifestó sus últimos deseos. Entre ellos ser
enterrado en París. Comenzó a agonizar y pidió a su ama de llaves que lo
vistiera con su elegante frac de color
negro. Le sugirió que tratara de comprar
un puñado de claveles para su féretro. Fueron sus últimas palabras.
FUNERALES
La colonia
ecuatoriana costeó sus funerales que fueron solemnes. Sus restos embalsamados repatriados a Guayaquil y
enterrados en el cementerio principal. Posteriormente, lo trasladaron a Ambato en donde reposan hasta ahora en un mausoleo.
A lo largo
de su vida, leyó copiosamente a cerca de
Historia, Filosofía y Literatura. Citó en sus obras a los griegos de la
antigüedad y sentía admiración por Roma que le sirvió de inspiración para cinco
dramas de su autoría que fueron recopilados en sus libros “De las Pasiones”, “La
Leprosa”, “Jara”, “El Descomulgado”, “Granja” y “El Dictador”. Admiraba
a Sócrates como pensador, Julio César, el Soldado y Cicerón, el orador.
Conocía buena
parte de la Literatura española y sentía especial aliento por Cervantes con su
obra cumbre “El Quijote de la Mancha”. Para él esta pieza literaria lo mas
acabado en el mundo de la imaginación y de la ficción.
Montalvo fue
un ideólogo romántico del liberalismo. Sus modelos fueron Chateaubriand,
Rousseau, Víctor Hugo, Montaigne, Montesquieu y Rosseau. Al mismo tiempo que
sus inspiradores políticos. Hay influencia en su producción de la literatura
inglesa, sobre todo de Byron Milton y
Bacon.
OBRA
La obra
fundamental de Montalvo estuvo en el campo preciso del ensayo porque puso, en
el tapete de la discusión, los males que corrompen una sociedad. En este caso
la ecuatoriana. Hay algunas poesías sueltas en
sus escritos. Su única novela “Capitulos
que se le olvidaron a Cervantes” es una preocupación permanente por la
lingüística y el desarrollo de personajes conspicuos.
En cuanto a
la Iglesia, el escritor deseaba la separación de ésta con el estado. En sus
escritos no pretendía hablar de religión y de fe, sino del Ecuador y su
gobierno. Atacaba o defendía al clero según su situación política. Muchas veces
escribió a favor de los sacerdotes, buscando en vano apoyo político.
Sin embargo,
continuó su oposición en sus “Siete Tratados” y en “Las Catilinarias” porque se veía
defraudado que este sector, según su opinión, no luchaba contra las dictaduras.
Su obra más furibunda fue “Mercurial Eclesiástica”.
No obstante, el escritor se llevó mejor con la autoridad religiosa que con los católicos
conservadores. No hay que olvidar que consideró al cristianismo como la
verdadera religión.
Era un
idealista que le desagradaba la realidad política dictatorial del Ecuador. Creía
enteramente en la moral y lo principios como base del funcionamiento de una nación. Quería
moralizar a la política. En eso se pasó toda su vida y, de por si, ello es
admirable y ejemplar. (Edgardo de
Noriega)
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