sábado, 17 de mayo de 2014

AVANCE RAPIDO SOBRE JARKOV

La gran victoria de Rundstedt  fue el preludio de la invasión de Ucrania, invasión que prosiguió sin detenerse hasta alcanzar Járkov, cuarta ciudad de la URSS. Pero se había perdido un tiempo precioso.  Y con la llegada del invierno, la despreciativa evaluación del Ejército ruso-sobre la cual se forjó la Operación Barbarroja- se vio que era errónea.  Hitler se equivocó totalmente en sus apreciaciones. Cierto que la puerta había sido “derribada” en Smolensk, en Kiev y en Járkov. Pero el Ejército ruso y la URSS no habían sido ni aniquilados ni derrotados por la guerra relámpago germana, como el  Führer prometiera en los primeros tiempos.
A fines de Septiembre de 1941, la gran batalla por Ucrania occidental había terminado. Los escasos recursos de cuatro ejércitos soviéticos lograron abrirse camino a través del cerco germano y se unieron a otras maltrechas unidades para constituir, al menos en teoría, nuevas divisiones.
También los alemanes victoriosos estaban extenuados. Guderian-cuyo 2° Panzergruppe cerró la trampa con un audaz avance hacia el Sur- se desplazó para proseguir la ofensiva contra Moscú. En Ucrania quedó solamente el  1er Panzergruppe de Kleist, reducido a unos 300 carros de combate.  Los dos Ejércitos rumanos 3 y 4.  El  Cuerpo de Ejército húngaro. Tres divisiones del Cuerpo Expedicionario italiano (CSIR) y la división ligera eslovaca.
Por aquellos días comenzaron a caer las primeras lluvias otoñales y todavía debían llevar a cabo la segunda parte de su misión: la ocupación de la zona industrial de Ucrania oriental.  La perspectiva no era ciertamente alentadora.

Charkov-Belgorod.jpg
Una de las batallas en Járkov.

SITUACION
 Asimismo para los exhaustos soldados rusos de los frentes meridional y sudoccidental, la situación se perfilaba muy sombría.  La zona que debían defender era de importancia vital para la Unión Soviética, pues producía el 60% del carbón, el 30% del hierro y el 20% del acero.
En Ucrania se encontraban las tres cuartas partes de las instalaciones hidroeléctricas de la nación. Dos tercios de las fábricas de productos químicos de gran utilidad para las necesidades bélicas y tres quintos de la red ferroviaria.
Por el extremo oriental de Ucrania cruzaban también las principales vías de distribución del petróleo proveniente del Cáucaso. Por lo tanto, la caída de toda esta zona en manos de los alemanes reduciría gravemente la potencia del Ejército ruso, aislaría el Cáucaso y harían que fueran más persuasivos los argumentos con que Alemania trataba de convencer a Turquía para que entrara a su lado en la guerra.
A lo rusos les era a todas luces indispensable  ganar tiempo, de otro modo su potencial ventaja en cuanto al número de hombres no se traduciría jamás en resultados prácticos: necesitaban tiempo para desmantelar las instalaciones de las zonas que no podían defender y para volver a montarlas luego en diferentes localidades.
SIETE EJERCITOS
 Tiempo para destruir todo lo que no podían transportar, no sólo las maquinas que los alemanes utilizarían, sino también los edificios, a fin de que les sirvieran para resguardarse de los rigores del invierno. Tiempo para reorganizar los Ejércitos dispersos, víctimas de las derrotas del verano y de la ineptitud de sus jefes.
Para oponerse a los seis ejércitos alemanes y rumanos del Grupo de Ejércitos del Sur, el Comandante del Frente Sudoccidental soviético, Mariscal  Timoshenko,  contaba con siete ejércitos. Hasta el 16 de Octubre, uno de los ejércitos rumanos, el 4, estuvo empeñado en el asedio de Odesa  y, desde fines de Septiembre,  el Ejército alemán intervino en la invasión de Crimea, donde se le unió el citado Ejército 4 rumano cuando los rusos evacuaron Odesa. Por lo tanto, en realidad, eran siete ejércitos soviéticos contra cinco del Eje.
Sin embargo,  estas cifras no reflejaban la verdadera situación.  Aún orgánicamente al completo, un ejército  soviético era mucho más reducido que su adversario alemán y los ejércitos de Timoshenko se hallaban entonces muy lejos de estar al completo.
 En la parte central del despliegue, el Ejército 38 del General  Feklenko  reunía dos divisiones de infantería, una división acorazada y un “regimiento mixto” de 7 mil hombres. Pero, mientras una de las divisiones de infantería estaba completa, la otra contaba a duras penas con un tercio de los efectivos previstos y disponía tan sólo de cuatro cañones de campaña.  En la división acorazada había un solo carro de combate.

Los avances soviéticos.

PLAN
Por su parte, el STAVKA  ya no podía seguir agrupando hombres para lanzarlos  a imprudentes contraofensivas. Estaba seriamente comprometido en el centro, donde se esperaba de un día  a otro la ofensiva germana contra Moscú.
El frente meridional  había recibido orden de limitar su actividad a una defensa decidida y el 27 de Septiembre se ordenó lo mismo al frente sudoccidental.  Al mismo tiempo se empezó a preparar un cinturón de fortificaciones en las direcciones de acceso a Járkov y en la cuenca del Don
El plan alemán era sumamente sencillo. El 1er Panzergruppe debía lanzarse fuera de la cabeza de puente, en los ríos  Dnieper y Samara, entre Dniepropetrovsk y Stalinnogorsk, y dirigirse al Sur, hacia la costa del mar de Azov.
Avanzaría a espaldas de los ejércitos soviéticos 9,12 y 18 que constituían el frente meridional.  Kleist  ya pensó en una maniobra de este género, pero en más vasta escala, durante la campaña de Ucrania occidental.  Ahora por fin podría lanzar sus 300 carros de combate a través de la retaguardia soviética. 
ATAQUE
Para unas fuerzas de esta entidad se trataba ciertamente de un plan ambicioso. Pero no temerario. Los tres ejércitos soviéticos tenían en conjunto menos de los dos tercios de los carros de combate de Kleist y además andaban escasos de armas contracarros.
 Si el plan tenía éxito, unos 100 mil soldados rusos se verían cogidos entre los Panzer y la infantería del Ejército 11 del general von Manstein que había aplazado su proyectada invasión de Crimea para poder tomar parte en  la Operación “Azov”
Los oficiales superiores  enviados por el STAVKA no tuvieron tiempo de organizar el cinturón de fortificaciones defensivas, pues el 30 de Septiembre, el  1er Panzergruppe inició el ataque y se dirigió directamente sobre la ruta principal de los abastecimientos soviéticos: la línea ferroviaria Járkov- Zaporozhe. A pesar de los esfuerzos de un tren blindado soviético, la línea fue alcanzada e ininterrumpida la tarde del día siguiente: esta acción no era ciertamente un buen augurio para el frente meridional
Muy pronto, el rápido desarrollo de la situación hizo creer que no habría mas tropas soviéticas par enviar al sector situado al sur de la brecha. El ataque germano acababa de dividir el  ala derecha del ejército 12 soviético por lo que entre los Panzer y la costa no había prácticamente ningún obstáculo.
El 5 de Octubre, el Comandante del Frente Meridional General en Jefe Cerevicenko, decidió desplazar su despliegue 45 grados hacia el Este, tomando como eje la costa, a fin de oponer a los alemanes un nuevo frente. Esa maniobra significaba abandonar una vasta extensión de territorio-comprendido el gran centro de Zaporozhe- pero, al menos, alimentaba la esperanza de evitar un nuevo cerco.


Bundesarchiv Bild 183-J22454, Charkow, Schützenpanzerwagen der SS.jpg
La ciudad ocupada militarmente.

DECISION
Desgraciadamente esta decisión se tomó demasiado tarde. Mientras los ejércitos 12 y 18 trataban de organizar las defensas a lo largo de la nueva línea, el 1er Panzergruppe atacó en el punto de unión de ambas unidades y consiguió romper el frente. El 6 de Octubre, sus unidades avanzadas enlazaron con las vanguardias del Ejército 9 de Manstein.  Por lo tanto, el cerco se había cerrado.  Los ejércitos 9 y 18 rusos se hallaban encerrados en la zona de estepas comprendida entre Orejov y el pequeño puerto de Berdiansk.
En el interior de la bolsa,  la resistencia soviética seguía siendo encarnizada. Pero a causa de la pérdida de los mandos, no estaba lo bastante coordinada.  Algunas unidades del flanco derecho del Ejército 9 lograron abrir una brecha de escape y parte del ejército 18, luchando con la fuerza de la desesperación, abrió un corredor por el que pudo llegar a Stalino.
No obstante una vez finalizados los combates, cuando hicieron inventario del botín, los alemanes comprobaron que habían capturado 212 carros de combate, alrededor de 700 cañones y 106 mil hombres.
CONCLUSION
Con excesivo optimismo llegaron a la conclusión de que habían dispersado o destruido cuatro ejércitos rusos y en consecuencia empezaron a retirar tropas de aquel sector, confiando al 1er Panzergruppe (en aquellos momentos reducido en sustancia a un ejército de carros) la misión de continuar la ofensiva contra Rostov.
Al parecer, el Grupo de Ejércitos Sur tenía demasiada confianza en sí mismo. De los cuatro ejércitos rusos que creía haber dispersado o destruido, dos de ellos el 6 y el 12, si bien se hallaban muy quebrantados, estaban muy lejos de haber sido aniquilados.
 Y de los dos ejércitos cercados-el 9 y el 18- varias unidades habían huido, como ya se ha dicho, y se estaban reorganizando. Todavía más grave para los alemanes era el hecho de que el STAVKA no intentase seriamente taponar las brechas: estaba cambiando espacio por tiempo y proyectando ya una eventual contraofensiva.
En aquel momento crítico-con Moscú, Leningrado y Járkov seriamente amenazadas y el Ejército obligado a una retirada general, aunque o sin resistencia- la reacción del STAVKA consistió en ordenar la retirada sobre un frente más limitado, con la exclusiva finalidad de obtener para la reserva un mínimo de diez divisiones de infantería y dos cuerpo de ejército de caballería.
Estas unidades, que estuvieron disponibles a fines de octubre, formaron un nuevo ejército-el 37- y fueron concentrados en torno a Krasnodonets, al nordeste de Rostov.  Desde allí el nuevo Ejército debía lanzar un contraofensiva contra los flancos de cualquier fuerza que intentara cercar Rostov. Desde luego, al STAVKA quizá se le podían reprochar muchas cosas, pero no ciertamente la de perder la sangre fría.
VOLUNTARIOS
Y sin embargo, la situación era tan angustiosa que hubiera sido comprensible la pérdida del dominio de los nervios. En el frente sudoccidental, los tres ejércitos soviéticos desplegados ante Járkov-21,38 y 40- se hallaban un poco mejor que sus vecinos situados más al Sur. Pero la ciudad estaba prácticamente indefensa.
Noventa mil ciudadanos de Járkov se presentaron voluntarios para entrar en las milicias. Pero la única manera de poder armarlos fue enviar grupos de soldados a recorrer los campos de batalla para recoger las armas de los muertos. De este modo, en medio de una gravísima escasez y con una angustiosa improvisación, los soldados del frente sudoccidental y la población de la cuarta ciudad de la Unión Soviética esperaban que los alemanes pusieran las cartas sobre la mesa.
El Grupo de Ejércitos Sur seguía avanzando pero no como en los primeros días de la campaña: aquellas rápidas ofensivas del verano ya eran tan sólo un bello recuerdo. Los ejércitos 6 y 17 se abrían camino entre el fango, continuamente hostigados por las retaguardias soviéticas. Muchos días el transporte en vehículos de ruedas era casi imposible y ambos contendientes utilizaban caballos y bueyes para transportar armas y equipos.


Tanque alemán.

AVIACION
La situación era eficazmente aprovechada por la Aviación soviética, que concentraba sus ataques contra los cuadrúpedos. En un solo día, el 11 de Octubre y en un solo cuerpo de ejército, los aviones rusos mataron 238 caballos y 196 hombres.
Pero los comandantes del frente sudoccidental no podían sentirse satisfechos por el simple hecho de haber retardado hasta aquel momento el rito en progresión de los alemanes. Pues las condiciones atmosféricas  también obstaculizaban los movimientos de sus tropas y no en menor escala que los de sus enemigos. No obstante, como el objetivo de los soviéticos era aminorar el ritmo de las operaciones, el mal tiempo representaba para ellos un inconveniente menos grave que para los alemanes.
Y en efecto, la combinación de los esfuerzos del frente sudoccidental con las condiciones atmosféricas consiguió retardar el ritmo del avance alemán  de los 20-25 kilómetros al día, que se hacían en Junio, a 2-3 kilómetros diarios a mediados de Octubre.
Como Popel observó más tarde “Los rusos no tenían grandes motivos para alegrarse. Los alemanes aunque lentamente, avanzaban. En cambio, nosotros nos retirábamos. Sin embargo, la reducción de la velocidad de progresión prevista en los planes del Estado Mayor General alemán constituyó un presagio  de la catástrofe que amenazaba a las fuerzas germanas empeñadas en Rusia”.
RODEO
Rundstedt estaba  firmemente convencido de que las grandes ciudades debían ser rodeadas y cercadas, en lugar de atacarlas frontalmente. Había aplicado esta teoría en el caso de Kiev y obtuvo un brillante éxito. Pero en aquella ocasión no era posible efectuar una amplia maniobra envolvente en torno a Járkov, pues las formaciones acorazadas se hallaban lejos. Por lo tanto, era conveniente fingir una acción de cerco, ya que esto induciría al  Ejército ruso a abandonar la ciudad.
El ala izquierda del Ejercito 17 ocupó una cabeza de puente en el río Uda, a unos 7 kilómetros al sur de la urbe y el Ejército 6 envió varias unidades de exploración al norte y sur de la misma. El STAVKA reaccionó inmediatamente y en aquella ocasión Stalin no se empeñó en ordenar que los defensores resistieran a ultranza: dejando en Járkov tan sólo algunas unidades de retaguardia, el grueso de las fuerzas se retiró.
Rundstedt  había logrado su objetivo. Eso sí tuvo que contestarse con la ciudad y renunciar a la atractiva idea de un gran colapso de tropas rusas. El Ejército 6 entró en Járkov el 24 de Octubre y en seguida el avance germano continuó. La acción se había convertido en una marcha lenta y fatigosa en pos de las fuerzas soviéticas que se retiraban lentamente y en buen orden. El avance alemán se detuvo por completo. 
DEFENSAS
Más al Sur, donde el ejército acorazado 1 presionaba contra el frente meridional soviético, las condiciones atmosféricas eran más favorables y los Panzer podían actuar con mayor libertad. Su marcha era menos espectacular que de costumbre, lo que obedecía principalmente a que los rusos habían asimilado las duras lecciones sufridas y, en consecuencia, mejoraron mucho sus tácticas defensivas.
En los primeros días de la guerra, los comandantes soviéticos utilizaron defensas lineales, a lo largo de las cuales se distribuían las fuerzas de una manera relativamente uniforme. Pero aquel tipo de despliegue era muy vulnerable frente a los intentos de ruptura que los carros de combate efectuaban en un solo punto y se corría el riesgo de quedar aprisionado entre la infantería (de frente) y los carros (por la espalda).
El ejército 9 ruso encargado de la defensa de Rostov no fue el único en buscar otros métodos defensivos más eficaces. La forma en que resolvió el problema está  mejor documentada en esta unidad que en las otras. La solución que encontró consistía en construir cuatro cinturones defensivos uno a uno a continuación de otro, todos con campos de tiro que se cruzaban en los intervalos de las fortificaciones construidas.
Los sirvientes de los cañones de campaña y contracarros y los de las ametralladoras disponían de abrigos subterráneos. Para fraccionar el esfuerzo del enemigo entre las obras verdaderas habían muchas falsas. Las trincheras de la infantería eran muy estrechas para que no se hundiesen bajo el peso de los carros y los soldados pudieran mantenerse en la posición tras el paso de los vehículos.


Tropas germánicas.

CUATRO SISTEMAS
Para  retardar hasta el máximo la marcha de los carros de combate, las orillas de los ríos y la base de las elevaciones del terreno fueron socavadas en los puntos donde era más probable que el enemigo pasara. En los lugares donde no había obstáculos naturales, se crearon artificiales, especialmente en los flancos de las unidades. La escasez de minas no permitía unir todas las direcciones de acceso. Solo se hizo en los nudos de las carreteras.
El resultado final fue la creación de cuatro sistemas defensivos cada uno con una profundidad de dos kilómetros dotados de buenos campos de tiro frontales y de diversos obstáculos para disminuir la marcha de los carros de combate. Entre un sistema defensivo y el siguiente se extendían muchos kilómetros de terreno abierto. El correspondiente al ejército 9, por ejemplo, tenía una profundidad total (desde la primera línea a la retaguardia) de casi 80 kilómetros.
Cuando el citado ejército 8 soviético tuvo que hacer frente a la furiosa ofensiva del  Ejército Acorazado I contra Rostov, sólo tres de los cuatro cinturones defensivos estaban terminados. A pesar de ello, el nuevo sistema demostró ser eficaz. Los alemanes tenían un gran empeño en derrumbar el frente. Los rusos querían detenerlo.  La batalla se transformó muy pronto en una serie de violentísimos encuentros desarrollados entre el fango y el hielo de aquel principio de invierno.
EVALUACION
Los alemanes llegaron a la orilla meridional del río Tuzlow, próximo al litoral en una zona que no pertenecía al sector asignado al Ejército 9 ruso y que estaba defendido por otro, el Ejército Autónomo 56 constituido apresuradamente. Allí Rundstedt se detuvo para dedicar dos días a una evaluación de la marcha de la campaña, puesto que, evidentemente, el principal ataque contra Rostov no se estaba desarrollando según los planes.
Además las unidades del flanco septentrional de Rundstedt empezaban a darse cuenta en aquellos momentos de la existencia del Ejército 37-que se estaba formando al norte y nordeste de Rostov- y este descubrimiento no tenía  nada de tranquilizador.
El primitivo plan alemán hubo de ser abandonado. Rundstedt ordenó que se dejara atrás una fuerza de cobertura, con la misión de neutralizar un eventual contraataque del Ejército 37, y reagrupó el grueso del Ejército Acorzado I en la línea de Tuzlow, frente al Ejército Autónomo 56. Como la maniobra de cerco había fallado, el Grupo de Ejércitos del Sur intentaría esta  vez un ataque frontal.
La concentración de las fuerzas germanas se llevó a término con admirable rapidez y la ofensiva a lo largo de la costa comenzó el 17 de Noviembre. Arrolló las líneas enemigas con una facilidad y una eficacia que recordaban las batallas del verano y, después de tan sólo dos días de lucha las tropas alemanas llegaron a la periferia septentrional de Rostov. El mismo día que se iniciaba la ofensiva, las fuerzas dejadas atrás para proteger el sector Norte comunicaron un alarmante noticia: se encontraban sometidas a un ataque sistemático.


Un cañón de efectividad.

RESISTENCIA
Ocurría que por fin  el Ejército 37 soviético había recibido orden de avanzar. Y por primera vez en el curso de la Segunda Guerra Mundial, las fuerzas alemanas tuvieron que hacer frente a un ataque enemigo preparado e iniciado después de un adecuado estudio estratégico.
Durante dos días las fuerzas alemanas que se encontraban en el sector Norte resistieron y el –Ejército Acorazado I continuó penetrando en Rostov. El día 1°, precisamente, mientras se procedía a limpiar los suburbios septentrionales de la ciudad, la División SS Viking comenzó a ceder terreno en el Nordeste.
Se produjo entonces una situación bastante paradójica: en tanto que el 21 Rostov caía bajo la presión del III  Panzerkorps, las fuerzas de cobertura situadas al Norte continuaban retrocediendo, así que, por primera vez  en la guerra, un comandante soviético pudo considerar la posibilidad de cercar a un gran contingente alemán.
A los grupos de asalto del Ejército 37 ruso se habían unido, durante la batalla, varias unidades del Ejército 9. Estas se hallaban muy próximas a la línea del río Tuzlov, por lo que amenazaban el flanco y la retaguardia germanos. 
LIMITACIONES
Como habían perdido la iniciativa en los flancos septentrional y nororiental, los alemanes no podían intentar derrumbar el frente en aquellos sectores. Tampoco les era posible obligar a los rusos a retirarse al sur de Rostov, porque todos los puentes habían sido destruidos y además el Ejército Autónomo 56 resistía firmemente.
El comandante del frente meridional, general en jefe Cerevicenko, se daba perfecta cuenta de las posibilidades que ofrecía la situación y tanto él como el STAVKA sintieron la tentación de estimular la maniobra realizada por Kleist a principios de Octubre, cuando alcanzó la costa en un rápido avance a espaldas del grueso de las fuerzas enemigas.
El Ejército ruso no disponía aún de suficientes tropas móviles y sus divisiones de infantería, especialmente las correspondientes al Ejército 9, no estaban al completo. Por lo tanto se decidió jugar sobre seguro y disponerse a reconquistar Rostov y luego lanzar una contraofensiva a lo largo de la costa en dirección a  Taganrog.
El despliegue de las tropas soviéticas en torno a Rostov fue rápidamente ultimado. En tres grupos, el Ejército Autónomo 56 atacaría el sector meridional, a la vez que el Ejército 37 entraría en acción por el  Noroeste y varias unidades del Ejército 9 lo harían por el Nordeste.


Hitler saludando a uno de sus generales.

CONQUISTA
La operación comenzó la noche del 27 al 28 de Noviembre. Una compañía del regimiento motorizado de infantería 33 cruzó la superficie helada del Don y estableció una pequeña cabeza de puente en la plaza del Teatro de la ciudad.
 Dos batallones de la milicia de Rostov, que efectuaron también el cruce, ocuparon el cementerio y las dos carreteras de acceso. Las fuerzas atacantes sólo podían llevar consigo armas ligeras, pues la capa de hielo no era lo bastante gruesa para soportar el peso de los cañones y de los carros de combate.
No obstante, las dos precarias cabezas de puente se mantuvieron toda la noche y a la mañana siguiente llegaron nuevas tropas. Al mismo tiempo se lanzó un violento ataque en todo el frente del río Tuzlov. Desempeñando todas sus reservas, el Ejército Acorazado I Alemán consiguió mantener abierto un corredor y Rostov fue abandonada precipitadamente, antes de que el Ejército 37 ruso llegase a la ciudad. Los alemanes la habían conquistado el 21 de Noviembre y sólo la  mantuvieron en su poder durante ocho días.
Como ingentes fuerzas soviéticas fueran lanzadas en su  persecución, Rundstedt decidió que sus tropas retrocediesen a una línea más fácilmente defendible, la del río Mius, lo que significaba abandonar Tangarog. 
A PESAR…
Suponiendo que Hitler se opondría a la idea de aquella retirada, no la comunicó al Mando Supremo, sino cuando la maniobra estaba   ya en plena realización. El Führer le ordenó inmediatamente anular la orden de retroceder y resistir a cualquier precio, ante lo cual Rundstedt presentó la dimisión. Hitler la aceptó. Y así, el más eminente de los militares alemanes abandonó el frente oriental para no volver.
El día 1°de Diciembre el OKH hizo un nuevo estudio, actualizado, sobre el potencial del Ejército ruso.  El documento revelaba cosas que  entrañaban muy malos auspicios. A  pesar de las brillantes victorias del verano, a pesar de que los Ejércitos alemanes se encontraban frente a Moscú y Leningrado, a pesar de que los campos de concentración estaban llenos de prisioneros rusos, el OKH consideraba que el enemigo disponía aún de 200 divisiones de infantería, 35 divisiones de caballería y 40 brigadas acorazadas.
En pocas palabras, el Ejército ruso tenía, en aquel momento, un potencial bélico dos veces superior al calculado por el OKH cuando, el 23 de Julio, Brauchitsch presentó  a Hitler su informe sobre la situación. Además, sus procedimientos tácticos habían mejorado notablemente.
En el transcurso de los fríos meses que se avecinaban eran de esperar vigorosas ofensivas soviéticas, así como también una intensificación de las actividades partisanas y asimismo las de sabotaje. Sería un invierno realmente duro para el Ejército alemán. (Editado, resumido  y condensado de la Revista “Así fue la Segunda Guerra Mundial”)

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