En 1841- no hay que reírse- había
máquina para criar niños. Así se ve en
un aviso publicado en el N° 493 de “El Comercio” y dedicado a las madres de
familia. Una maquina completa costaba diez pesos, lo que no era una bicoca en
esos días y se componía de dos pezoneras, dos mamaderas y un frasquito de
pezones.
La primera vez que se reunió el
tribunal de los siete jueces que creó la
ley del 5 de Septiembre de 1831,
fue el 14 de Marzo de 1842 (N° 835). Lo componían el doctor Francisco Pascual y
Erazo, José Anglade, Julián Piñeyro y Juan Gualberto Menacho.
En el N° 1290 correspondiente al
29 de Setiembre de 1843, hay una interesante relación de los 176 abogados que
componían el ilustre colegio de esa fecha.
Así como el famoso José de los Baños de “El Comercio”, se dedica
en ese establecimiento el arte quiropedístico, así en los baños tibios que
había en el Portal de Escribanos, hubo un francés que se llamaba o se hacía
llamar Caille que llegado a Lima en 1844, se dedicó como decía en sus anuncios:
“al aseo y alivio de los pies”.
Tan madrugadores eran todos
entonces, hasta los piquichones, que Musiú Caille cortaba callos y enderezaba
uñas de siete a nueve de la mañana. En abril de de 1845 le salió un formidable
rival en Mister H Kingt que mediante un elixir de su invención extraía,
radicalmente, según él, los callos más dolorosos.
La Lima antigua.
La Lima antigua.
CANAL
Paraba en la fonda francesa de
“La Bola de Oro” en Mercaderes y se anunció pomposamente a dos columnas de “El
Comercio” del 24 de Abril de 1845(N° 1764) con un aviso ilustrado con un
grabado en acero en el que aparece un elegante operador a los pies de una
lánguida dama, a la que rodean con ámbito de asombro, un caballero, una señora
de cofia, una señorita y dos graciosas infantinas.
En “El Comercio del 6 de Abril de
1844 (N° 1441) se comienza a publicar un artículo muy interesante sobre el Istmo
de Panamá y la posibilidad de hacer en él un canal de comunicación entre los
océanos Atlántico y Pacífico. El artículo concluyó de ser publicado en el N°
1442.
Un gran entierro fue, en ese año
de 1844, el del comodoro Dallas, Jefe de la Escuadra norteamericana del
Pacífico, que falleció en aguas del Callao el 4 de Julio de 1844, a bordo del
Sabanah.
Cuarenta falúas acompañaron el
féretro, mientras los barcos de las diferentes escuadras hacían salvas y las
bandas de músicos de los buques tocaban sonatas fúnebres. El acompañamiento lo
abría la tropa de la marina norteamericana, seguía la carroza, acompañado por
el Almirante Du Petit Thouars, padre del que hoy tiene un monumento en Lima y
otras altas personalidades.
ESQUELAS
Iban después las marinerías francesas,
inglesa, sarda, norteamericana, las oficialidades, las autoridades locales, los
particulares y el cuerpo diplomático. Fue enterrado el cadáver en el Cementerio
de Bellavista donde habría en el momento de la inhumación unas quinientas
personas.
El hecho debió llamar la
atención, porque en esa época no se
publicaban ni siquiera defunciones. Las invitaciones y los sepelios se
hacían por medio de esquelas. Después se
comenzó a hacer la invitación a los entierros por medio del periódico, que
hasta entonces se limitaba a escoger los artículos necrológicos que se le
enviaban y a dar, cuando se trataba de la muerte de alguna persona distinguida,
una breve nota anunciando el hecho. Salvo, naturalmente, los casos notorios del
fallecimiento de muy altas personalidades.
Llamó mucho la atención en 1845,
en Lima, un cometa semejante al que se dejó ver en 1843. En el N° 1672 del 4 de Enero de 1845 se dice que
“la cola tenía como 8 grados de longitud y que pasaría “el punto de su perihelio
hacia el fin del mes cuando se perderá de vista en los rayos del sol.
En 1845 había en el Ejército del
Perú una gran cantidad de jefes y oficiales extranjeros, lo que prueba que
hasta esa época los nacionalismos no estaban muy bien deslindados. El eco
resonante de la guerra de la independencia subsistía y americanos y aún algunos
españoles que habían abrazado la causa de la libertad se quedaron en el Perú
incorporados a la milicia nacional.
Otra de la misma época y al fondo la torre de una iglesia.
Otra de la misma época y al fondo la torre de una iglesia.
RECELO
Pero ya en esa época comenzaba a
sentirse el recelo por tal situación. En el número 1817, correspondiente al 30
de Junio de 1845, hay una detallada
relación de todos los extranjeros que figuraban en el escalafón militar.
Dos grandes mariscales- el
canario Blas Cerdeña y el argentino Mariano Necochea- seis generales de
división, seis de brigada, 24 coroneles, 18 tenientes coroneles, 14 sargentos
mayores, 28 capitanes, 17 tenientes, un capitán de fragata, uno de corbeta
y un teniente primero, que
representaban, según reza el artículo que extractamos, un gravamen de 238,340
pesos anuales en el presupuesto de la república.
Era tal la fastuosidad con que
solían vivir antaño algunos grandes
señorones de provincia, y tan grande era la profusión de servidores que se
permitían tener, que algunos viajaban con una comparsa enorme verdaderamente.
En una lista de pasajeros del bergante nacional “Mercedes” procedente de
Huanchaco y Huacho figura el Coronel José Velezmoro, diputado al Congreso, con
el acompañamiento de nueve criados.
En la sección Lima del N° 1977
del 12 de Enero de 1846 hay un artículo sobre Baltazar Guisado natural de Lima
que había fallecido a la edad de 115 años y diez meses en Noviembre de 1845.
Allí se dice que Guisado había sido hijo de un teniente coronel español y de
una cacica nombrada Huáscar Inca.
VERSOS
Guisado había conducido del
Callao a la Península en calidad de sargento de guarnición a los jesuitas
expulsados en la época de Amat. Había
sido testigo de acontecimientos tan notables como el terremoto de 1746. Guisado,
hasta muy poco antes de su muerte, servía en la cárcel pública como mayordomo o
dependiente.
En 1846 un tal Martín Lara
anunció una ascensión aerostática para lo que solicitaba una suscripción por
los ingentes gastos que demandaba y remataba su anuncio con unos versos que
terminan así: Si la química me es conocida/Si las leyes del viento he
alcanzado/ Muy dichosa será mi partida/ Y mi vuelta también pueblo amado…
En la época colonial las murallas
de Lima fueron consideradas por diversas reales órdenes como fortalezas o
castillos, debiendo ser tenidas y respetadas por tales. Pero en l época
republicana, no obstante la vigencia de muchas disposiciones del régimen
antiguo, muchos de los baluartes y bastiones
fueron irreverentemente tratados.
En 1846, la Intendencia de
Policía de Lima dispuso que continuaran en toda su eficacia las arcaicas
pragmáticas y se publicó un aviso previniendo que quien fuese sorprendido haciendo daños a las
murallas sería preso y “sometido a juicio como ladrón de intereses fiscales”.
En 1846 todos los relojes
públicos se arreglaban por el de la Catedral y este por el péndulo de la
relojería de Enrique Grand Jean. Es de
advertirse que en esa época si habían
diferencias notables entre unos y otros, se aplicaban multas a los omisos al
cumplimiento de la obligación de cuidar que se diese la hora como era debido.
Casona del siglo XIX
Casona del siglo XIX
BALLENAS
En 1846 los gremios de artesanos
obedecían a las organizaciones que de antiguo habían recibido y elegían por
libre sufragio sus maestros mayores y alcaldes. Las elecciones se hacían en la
Intendencia de Policía. Entre los gremios de la época había además de los
representativos de artes y oficios, que aún subsisten, algunos que ya, por
razón del progreso, no podrían ser, como
los balancineros, los capacheros, los enrejadores, los de coches de postas.
Ocurrió un interesante suceso en
el Callao. A la 1.30 p.m. dos ballenas se paseaban arriba y abajo-con mucha
diversión de todos. Tomás Jump, dueño de la goleta Callao, dispuso dos botes
con sus respectivos arpones para cazar a los voluminosos visitantes de nuestro
apacible puerto. El público siguió con excitación creciente la batalla que
terminó con el triunfo de Mr. Jump que logró apropiarse de un cetáceo que fue
valorizado en la considerable suma de 800 pesos.
Debió ser grande la afición al
ajedrez e aquel año de 1846 porque “El Comercio” publica a partir del N° 2170
una serie de problemas de ese interesante juego. En el N° 2172 “El Comercio”
acepta la invitación que le hizo “El Correo Peruano” para jugar una partida
completa. Ambos periódicos, además, se proponían problemas.
AJEDREZ
La partida del desafío comenzó el
19 de Setiembre jugando El Comercio con las blancas y “El Correo Peruano con las negras. El primero de los
diarios propuso el gambito del alfil del rey que no aceptó el contrincante. El
Correo Peruano se retiró del campo y surgió uno, que ocultándose bajo el
seudónimo de “Philidor” siguió la partida. Con intervalos aparecen las jugadas
durante lo que resta del año 1846. En la jugada N° 52 se definió la situación y
en el N° 2333 del 6 de Abril de 1847, “Philidor” se dio por vencido.
En 1846 la calle del General La
Fuente se llamaba todavía de Montes Así se ve en el aviso de un pianista que
componía y templaba pianos (N° 2070).
Avisito muy revelador de la
afición a divertirse de nuestros bisabuelos es, sin duda, el que registra “El
Comercio” del 23 de Junio de 1848 (N° 2696). Se trataba de un rancho en la
Pampa de Amancaes donde se servían aves asadas, fiambres, toda clase de licores
y se advertía que había dos salones: uno
para las señoritas y gente decente y otro para toda clase de personas.
El Prefecto de Lima a nombre del
supremo gobierno, el 4 de Junio e 2848,
comisionó a Manuel Falcón y a Pedro Maury para la formación de un reglamento de
zapadores. bomberos. El General Castilla había hecho venir las bombas de Europa
y se pensó-con razón- en la necesidad de organizar un cuerpo de bomberos y
reglamentarlo.
Los comisionados cumplieron el
encargo y presentaron un proyecto de reglamento. Los interesados en la historia
bomberil tienen aquí el derrotero para conocer íntegramente la cuestión. Uno de
los artículos decía: “El día siguiente de un incendio se sacaran las bombas y
las mangueras para que se sequen…
Ajedrez desde los periódicos.
Ajedrez desde los periódicos.
EMBLEMA
El 9 de Julio de 1848 se izó por
primera vez en Lima la bandera tricolor italiana. El Cónsul General de Cerdeña,
José Canevaro, anunció que ese día se elevaría el nuevo emblema. Un grupo de
más de 400 italianos acompañados de una excelente música se presentaron frente
a la casa consular.
Hubo discursos, vivas a Italia
unida, a Carlos Alberto y a Pío IX, banquete, función teatral en la que se
representó “Lucrecia” y se cantó el
himno de Pío IX. Un gracioso incidente se registró en el Callao. No había barco
alguno de guerra de nacionalidad sarda y la banca mercante “Due Sorelle” se
encargó de arriar la bandera del rey de Cerdeña y de izar la de la Unión
Italiana, para lo que se consiguió que el buque americano “Xilon” le
proporcionase 4 cañones con lo que hizo la salva de 21 cañonazos que alarmó al
contralmirante inglés que estaba en la bahía, al punto de enviar a dos
oficiales a inquirir el motivo del cañoneo.
Acontecimiento sensacional en el
año de 1848 fue la llegada del vapor de guerra Rimac. José Arnaldo Márquez
publicó unos versos que comenzaban así: Noble esperanza de la patria mía/
Hiende las olas del inmenso mar…”
MINAS
En 1848 y 1849 una de las grandes
preocupaciones era la de las ingentes riquezas de las minas de California. En
El Comercio se hace notar que hay no poca inmigración a ese prometedor lugar.
Un aviso salió bajo el título de “Quema,
Quema en el que “una señorita de 15 a 17 años, buena educación, dote crecida y
gracioso palmito, desea establecerse con el primer joven que se presente”.
En “El Comercio” del 15 de
Octubre de 1853 (N° 4265) hay una carta fechada en Iquique el 3 de Octubre del
mismo año, en la que se habla de la nueva riqueza descubierta en Tarapacá con
el bórax de soda y cal encontrada en las pampas de Tamarugal.
Hasta no hace mucho había cierta
culto malsano, en Lima, por menudas y tristes anormalidades de la naturaleza.
Frecuentemente se lee en los antiguos diarios los anuncios de la exhibición de
fenómenos y, sin duda por ese culto, llegaron a alcanzar famas los cándidos de
remate, los tontos de capirote.
Tanto es así que en la lista de
la suerte en las que se publicaba que cada cual daba al suertero como señal.
Verbigracia como dicen los textos escolares: “La Virgen del Carmen me la de
para salvar a mi hija, para hacer un viaje, no pocas veces alguien puso “para
ver el fenómeno”.
La Virgen del Carmen.
La Virgen del Carmen.
DINEROS
Pero lo curioso del caso es que
el anuncio de crónica que nos sirve para esta ligera disquisición tiene otra
particularidad y es la de contarnos, que en 1864 se llamaba todavía dineros a
los reales. En la Sección Crónicas de la Capital de “El Comercio” hay un suelto
anunciando que se exhibe un fenómeno en la calle de Jesús Nazareno. Se trataba
de una mujer sin brazos y sin piernas. El suelto termina así: “Cuando no sea más
que por favorecer a esa pobre mujer, se debe visitarla. La entrada a la sala de
la exhibición vale dos dineros”.
En el N° 2724 del 29 de Junio
está la descripción de la llegada del barco. El 27 el General Castilla, vestido
de gran uniforme, se embarcó en la goleta francesa “Brillante” y trasbordose
luego al bergantín peruano “Gamarra”, que se dio a la vela para dar el
encuentro al primer vapor de guerra que tuvo el Perú.
La descripción es pintoresca: “Es
pisada la cubierta por S E… Sigue el buque entonces su marcha, y violento como
una bala de cañón se lanza sobre el muelle, se acerca, se precipita, parece que
va a estrellarse…
La población toda del Callao
apiñada allí, queda helada de espanto pero dócil el buque como el caballo
peruano de mejor boca, revuelve rápidamente, presenta un largo costado y bordea
coquetonamente toda la curva del muelle…una triple salva de Viva el Rímac se
desprende de todos los labios.
NAUFRAGIO
“El Comercio” del 8 de Mayo de
1854 (N° 4429) publica todos los emocionados detalles del naufragio de “La
Mercedes” en Casma en el que perecieron 731 personas y entre ellas dando
ejemplo de heroico estoicismo, el comandante Juan Noel, a quien el Gobierno de
Echenique consideró como muerto en acción de guerra. Allí se cuenta el diálogo
entre el General Allende y Noel.
-¿Y usted comandante?
-Yo, general, salvaré mi buque o
pereceré con los que no alcancen a librarse.
En el vapor Chile con destino a
Paita y Panamá se embarcaron el 14 de
Abril de 1864 los marinos de la escuadra peruana, Capitán de Fragata Domingo
Valle Riestra, Teniente Primero José Carreño, Teniente Primero Benito Huertas y
los guardiamarinos Saavedra, Sanz y Faura.
Iban a Estados Unidos. Según un
irónico remitido publicado en el N° 8049 todos ellos “pertenecían a la lúcida
escuadra que dentro de poco tendríamos en el Perú para hacer competencia a los
orgullosos ingleses, franceses y norteamericanos.
El 20 de Febrero de 1865, los
marinos de la escuadra española vinieron del Callao, visitaron la ciudad,
fueron al teatro y en una palabra, despertaron la curiosidad del público.
en el naufragio murieron 731 personas
en el naufragio murieron 731 personas
CUBA
“El Comercio” del 31 de Mayo de
1869(N° 10,176) da cuenta del meeting realizado el 30 a favor de la independencia de Cuba.
Presidió el acto Francisco José Mariátegui, que tenía a su derecha al enviado
cubano, señor Valiente.
Mariátegui pidió que se declarara
que la causa de Cuba era “una causa nacional”. Pronunciaron discursos Valiente,
el Coronel Bolognesi, que propuso que se
formase una columna de voluntarios que fuera parte en el ejército cubano.
El General Buendía encabezó
después la manifestación que fue hasta
Desamparados y pidió la presencia del Presidente Balta, quien dijo,
entre otras cosas, que el gobierno haría en la cuestión cubana cuanto fuere
digno de la república.
La reunión fue en el teatro. La
comisión de universitarios que se dirigió pidiendo la cooperación de todos los
estudiantes de la república, estaba compuesta por Agustín Zapatel, Pedro B.
Quintana y Juan Ureta. (Páginas
seleccionadas de las "Obras Completas" que pertenecen como autor al
consagrado escritor y político, José Gálvez Barrenechea.)
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