sábado, 30 de abril de 2016

SIGNIFICADO DE LA REVOLUCION DEL 90

Poco afortunada fue la gestión económica y financiera del doctor Miguel Angel Juárez Celman. La desenfrenada inflación con su secuela de especulación y corrupción resultó una realidad. Luego vino un agudo periodo de deflación con la caída vertical de los precios y la ruina consiguiente de la Argentina que llegó al extremo de correr el riesgo de no poder hacer honor a su firma, por los ingentes compromisos financieros contraídos en el exterior.
Dentro de este cuadro dramático y alarmante, el Presidente tampoco se movía con sagacidad en el terreno político. Pretendió emanciparse de la tutela del General Roca quien, en consecuencia, no tardó  en retirarle su apoyo.
Como Jefe virtual del Partido Autonomista Nacional, el doctor Juárez Celman aspiró a consolidar el unicato, de acuerdo con los gobernadores de provincias, propiciando la candidatura del doctor Ramón J Cárcamo para sucederle en el poder. La reacción popular no tardó en manifestarse vigorosamente,, encontrado eco propicio especialmente en la juventud ardorosa de la época.
El doctor Francisco Barroetaveña publica, el 21 de  Agosto de 1889, un magnífico artículo en el diario “La Nación”, contra el unicato recibiendo millares de adhesiones. Entre las más significativas las de Marcelo T. Alvear, Juan B. Justo, Tomás Le Breton, Enrique S. Pérez, Pedro Goyena y otros muchos jóvenes distinguidos y talentosos.

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Barricada revolucionaria en la última década del siglo XIX

FIGURAS
Simultáneamente el doctor Aristóbulo del Valle, cuyo bufete era centro frecuente de reuniones, congrega a un grupo de figuras expectables, entre los que se encuentran el General Mitre, Luis Sáenz Peña, Bernardo de Irigoyen, Vicente  F.  López, y Leandro. N. Alem.
Del Valle hace una descripción sombría del panorama político que encuentra profundo eco entre los asistentes, pero no se adopto ninguna resolución. En juna segunda reunión con los caballeros antes mencionados, a los que se agregaron algunos otros, se encara entonces abiertamente la necesidad de apelar a las armas para poner remedio a la situación.
El dueño de casa le pregunta concretamente al General Mitre si estaba dispuesto a ponerse frente a un movimiento revolucionario para derrocar al gobierno. El vencedor de Pavón da una respuesta vacilante. Quiere ahorrarle a su país, por el que tantos sacrificios había hecho, nuevas horas de sangre y de luto, y teme, sobre todo,  el entronizamiento del  Ejército en el gobierno, con meditados conceptos de honda preocupación civilista y  de vivo acento patriótico.
Los escrúpulos del General Mitre no constituyen óbice para que al término  de la reunión quede vibrando en el ambiente tras las palabras de otros oradores, la decisión de acudir a las armas para poner fin al estado de cosas imperante.



Leandro N. Alem: el alcohol lo dominó

MITIN
Entretanto, Barroetaveña, Alvear, Emilio Gouchón, Manuel Augusto Montes de Oca u Vicente Fidel López, redactaron un manifiesto y organizaron un mitin para sometérselo al pueblo. El mitin se realizó el 1° de Septiembre de 1899 en el Jardín de la Florida, ubicado en la manzana comprendida hoy por las calles Florida, Maipú y Córdova, con una extraordinaria concurrencia.
Mitre y Bernardo de Irigoyen, quienes juntamente con otras figuras expectables, habían sido invitados, se adhirieron por nota a los propósitos de los organizadores. Entre otros oradores hablaron Aristóbulo del Valle y Leandro N. Alem, este último que volvía a la lucha cívica, después de un paréntesis de diez años, iniciado con motivo de su repulsa al General Roca, al asumir en 1880 la presidencia de la república por imposición de la Liga de Gobernadores.
Los diario de la época publican grandes crónicas del mitin de La Florida, destacando su clamoroso éxito y dando cuenta de la fundación, en esa ocasión, del partido Unión Cívica de la Juventud. Una intensa propaganda pública acompaña los primeros pasos de  la agrupación que adquiere un gran impulso, extendiéndose rápidamente en todas las capas sociales de Buenos Aires.
El éxito popular del nuevo partido queda atestiguado en una nueva asamblea que se realizó en el frontón Buenos Aires el 13 de Abril de 1890, congregando a más de 30 mil personas. Hablan Mitre, Alem, Barroetaveña, del Valle, Pedro Goyena y otros dirigentes, en medio de un entusiasmo indescriptible.


El Presidente Juárez Celman estaba muy desprestigiado

UNION CIVICA
Los diarios del día siguiente dedican gran atención al acontecimiento, señalando que en ese marco popular imponente había quedado constituido el partido Unión Cívica, denominación que adquiere desde entonces la Unión Cívica de la Juventud.
Al  frente de la Unión Cívica están Bartolomé Mitre, Vicente Fidel Gómez, Leandro N. Alem, Aristóbulo del  Valle y otras figuras prestigiosas de auténtico arraigo popular. Leandro N. Alem, designado  presidente de la junta ejecutiva, lanza un manifiesto al país, que halla eco propicio en casi todas las provincias, preparándose con éxito creciente el clima revolucionario.
Aristóbulo del Valle y Leandro N. Alem trabajan infatigablemente buscando afinidades entre los jefes del ejército y consiguen ponerse en contacto con una logia de 33 oficiales que compartían sus afanes patrióticos.
Entre los integrantes de esa logia se encuentra el joven José Félix Uriburu. La necesidad de la revolución va ganando adeptos en el  ejército, pero Mitre se embarca para Europa, eliminándose del complot, mientras el General Manuel J. Campos, en quien habían puesto sus ojos los civiles para confiarle la dirección ejecutiva del movimiento, aspira a darle un carácter eminentemente militar, con exclusión de toda injerencia popular activa. 
DETENCION
Esta discrepancia no sería la única  dificultad, pues días mas tarde, el doctor Juárez Celman, al tanto de los preparativos, ordena la detención del General Campos, dejando a la revolución sin jefe militar.
El doctor Aristóbulo del Valle concibe entonces la iniciativa de sublevar en el Parque, el 10 de infantería, para que salga a la calle con el general Campos a la cabeza. Los civiles comparten la oportunidad de la iniciativa y el 26 de Julio la población de Buenos Aires es despertada a la madrugada, por los estampidos de los cañones y las descargas de fusilería. Había estallado la revolución.
Su jefe militar, conforme a los planes, era el General Manuel J. Campos y el Teniente de Navío Eduardo O’Connor se puso al frente de los buques de la armada sublevados e el puerto,. En el Parque, ubicado en el lugar que hoy ocupa el Palacio de Justicia, se instaló la junta revolucionaria integrada por el doctor Leandro N. Alem, como Presidente: el doctor Mariano Demaría, como Vicepresidente, y como ministros los doctores Miguel Goyena, Juan E. Torrent, Juan J. Romero, Bonifacio Lastra y el General Joaquín  Viejobueno.
Se luchó encarnizadamente durante cuatro días en medio del terror de la población, especialmente provocado por el bombardeo de la escuadra, que lanzó grandes proyectiles al azar sobre la ciudad, causando los consiguientes estragos.


Algunos miembros de la revolución

VICTIMAS
Hubo una extraordinaria cantidad de víctimas a pesar de que desde el primer día a se tuvo la sensación de que la revolución había fracasado. Muchas son las conjeturas que tratan de explicar el fracaso de la revolución como hecho militar: el General Campos adujo escasez de municiones, hubo quienes negaron capacidad de dirección al jefe elegido y asimismo se difundió la versión de que las primeras medidas del doctor Leandro N. Alem no contaron con el beneplácito de buena parte de los complotados, en quienes hizo pronto cuerpo .la idea de la rendición.
Lo cierto es que después de 96 horas, en que las fuerzas revolucionarias no consiguieron salir del Parque, se negocio la rendición, con el compromiso por parte del Gobierno de no tomar represalias. Cuando el General Levalle ocupó en  nombre de las autoridades, el Parque sólo encontró en su interior al doctor Alem, quien abandonado en un rincón, había buscado en el alcohol consuelo para su desventura.
Sin embargo, la revolución fracasada como hecho militar el 29 de Julio, tuvo rápida expresión en el Congreso ante quien, el  5 de Agosto, el Presidente de la República presentó la renuncia a su cargo. Había caído Juárez Celman, haciéndose cargo del poder el Vicepresidente doctor Carlos Pellegrini,  el viejo alsinista, amigo de Roca, quien pronto daría mucho tema a la crónica política.

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