Poco afortunada fue la gestión
económica y financiera del doctor Miguel Angel Juárez Celman. La desenfrenada
inflación con su secuela de especulación y corrupción resultó una realidad.
Luego vino un agudo periodo de deflación con la caída vertical de los precios y
la ruina consiguiente de la Argentina que llegó al extremo de correr el riesgo
de no poder hacer honor a su firma, por los ingentes compromisos financieros
contraídos en el exterior.
Dentro de este cuadro dramático y
alarmante, el Presidente tampoco se movía con sagacidad en el terreno político.
Pretendió emanciparse de la tutela del General Roca quien, en consecuencia, no
tardó en retirarle su apoyo.
Como Jefe virtual del Partido
Autonomista Nacional, el doctor Juárez Celman aspiró a consolidar el unicato,
de acuerdo con los gobernadores de provincias, propiciando la candidatura del doctor
Ramón J Cárcamo para sucederle en el poder. La reacción popular no tardó en manifestarse
vigorosamente,, encontrado eco propicio especialmente en la juventud ardorosa
de la época.
El doctor Francisco Barroetaveña
publica, el 21 de Agosto de 1889, un
magnífico artículo en el diario “La Nación”, contra el unicato recibiendo
millares de adhesiones. Entre las más significativas las de Marcelo T. Alvear,
Juan B. Justo, Tomás Le Breton, Enrique S. Pérez, Pedro Goyena y otros muchos
jóvenes distinguidos y talentosos.
Barricada revolucionaria en la última década del siglo XIX
Barricada revolucionaria en la última década del siglo XIX
FIGURAS
Simultáneamente el doctor
Aristóbulo del Valle, cuyo bufete era centro frecuente de reuniones, congrega a
un grupo de figuras expectables, entre los que se encuentran el General Mitre,
Luis Sáenz Peña, Bernardo de Irigoyen, Vicente
F. López, y Leandro. N. Alem.
Del Valle hace una descripción
sombría del panorama político que encuentra profundo eco entre los asistentes,
pero no se adopto ninguna resolución. En juna segunda reunión con los
caballeros antes mencionados, a los que se agregaron algunos otros, se encara
entonces abiertamente la necesidad de apelar a las armas para poner remedio a
la situación.
El dueño de casa le pregunta
concretamente al General Mitre si estaba dispuesto a ponerse frente a un
movimiento revolucionario para derrocar al gobierno. El vencedor de Pavón da
una respuesta vacilante. Quiere ahorrarle a su país, por el que tantos
sacrificios había hecho, nuevas horas de sangre y de luto, y teme, sobre
todo, el entronizamiento del Ejército en el gobierno, con meditados
conceptos de honda preocupación civilista y
de vivo acento patriótico.
Los escrúpulos del General Mitre
no constituyen óbice para que al término
de la reunión quede vibrando en el ambiente tras las palabras de otros
oradores, la decisión de acudir a las armas para poner fin al estado de cosas
imperante.
Leandro N. Alem: el alcohol lo dominó
Leandro N. Alem: el alcohol lo dominó
MITIN
Entretanto, Barroetaveña, Alvear,
Emilio Gouchón, Manuel Augusto Montes de Oca u Vicente Fidel López, redactaron
un manifiesto y organizaron un mitin para sometérselo al pueblo. El mitin se
realizó el 1° de Septiembre de 1899 en el Jardín de la Florida, ubicado en la
manzana comprendida hoy por las calles Florida, Maipú y Córdova, con una
extraordinaria concurrencia.
Mitre y Bernardo de Irigoyen,
quienes juntamente con otras figuras expectables, habían sido invitados, se
adhirieron por nota a los propósitos de los organizadores. Entre otros oradores
hablaron Aristóbulo del Valle y Leandro N. Alem, este último que volvía a la
lucha cívica, después de un paréntesis de diez años, iniciado con motivo de su
repulsa al General Roca, al asumir en 1880 la presidencia de la república por
imposición de la Liga de Gobernadores.
Los diario de la época publican
grandes crónicas del mitin de La Florida, destacando su clamoroso éxito y dando
cuenta de la fundación, en esa ocasión, del partido Unión Cívica de la
Juventud. Una intensa propaganda pública acompaña los primeros pasos de la agrupación que adquiere un gran impulso,
extendiéndose rápidamente en todas las capas sociales de Buenos Aires.
El éxito popular del nuevo
partido queda atestiguado en una nueva asamblea que se realizó en el frontón
Buenos Aires el 13 de Abril de 1890, congregando a más de 30 mil personas.
Hablan Mitre, Alem, Barroetaveña, del Valle, Pedro Goyena y otros dirigentes,
en medio de un entusiasmo indescriptible.
El Presidente Juárez Celman estaba muy desprestigiado
El Presidente Juárez Celman estaba muy desprestigiado
UNION CIVICA
Los diarios del día siguiente
dedican gran atención al acontecimiento, señalando que en ese marco popular
imponente había quedado constituido el partido Unión Cívica, denominación que
adquiere desde entonces la Unión Cívica de la Juventud.
Al frente de la Unión Cívica están Bartolomé
Mitre, Vicente Fidel Gómez, Leandro N. Alem, Aristóbulo del Valle y otras figuras prestigiosas de
auténtico arraigo popular. Leandro N. Alem, designado presidente de la junta ejecutiva, lanza un
manifiesto al país, que halla eco propicio en casi todas las provincias,
preparándose con éxito creciente el clima revolucionario.
Aristóbulo del Valle y Leandro N.
Alem trabajan infatigablemente buscando afinidades entre los jefes del ejército
y consiguen ponerse en contacto con una logia de 33 oficiales que compartían
sus afanes patrióticos.
Entre los integrantes de esa
logia se encuentra el joven José Félix Uriburu. La necesidad de la revolución
va ganando adeptos en el ejército, pero
Mitre se embarca para Europa, eliminándose del complot, mientras el General
Manuel J. Campos, en quien habían puesto sus ojos los civiles para confiarle la
dirección ejecutiva del movimiento, aspira a darle un carácter eminentemente
militar, con exclusión de toda injerencia popular activa.
DETENCION
Esta discrepancia no sería la
única dificultad, pues días mas tarde,
el doctor Juárez Celman, al tanto de los preparativos, ordena la detención del
General Campos, dejando a la revolución sin jefe militar.
El doctor Aristóbulo del Valle
concibe entonces la iniciativa de sublevar en el Parque, el 10 de infantería,
para que salga a la calle con el general Campos a la cabeza. Los civiles
comparten la oportunidad de la iniciativa y el 26 de Julio la población de
Buenos Aires es despertada a la madrugada, por los estampidos de los cañones y
las descargas de fusilería. Había estallado la revolución.
Su jefe militar, conforme a los
planes, era el General Manuel J. Campos y el Teniente de Navío Eduardo O’Connor
se puso al frente de los buques de la armada sublevados e el puerto,. En el
Parque, ubicado en el lugar que hoy ocupa el Palacio de Justicia, se instaló la
junta revolucionaria integrada por el doctor Leandro N. Alem, como Presidente:
el doctor Mariano Demaría, como Vicepresidente, y como ministros los doctores
Miguel Goyena, Juan E. Torrent, Juan J. Romero, Bonifacio Lastra y el General
Joaquín Viejobueno.
Se luchó encarnizadamente durante
cuatro días en medio del terror de la población, especialmente provocado por el
bombardeo de la escuadra, que lanzó grandes proyectiles al azar sobre la
ciudad, causando los consiguientes estragos.
Algunos miembros de la revolución
Algunos miembros de la revolución
VICTIMAS
Hubo una extraordinaria cantidad
de víctimas a pesar de que desde el primer día a se tuvo la sensación de que la
revolución había fracasado. Muchas son las conjeturas que tratan de explicar el
fracaso de la revolución como hecho militar: el General Campos adujo escasez de
municiones, hubo quienes negaron capacidad de dirección al jefe elegido y
asimismo se difundió la versión de que las primeras medidas del doctor Leandro
N. Alem no contaron con el beneplácito de buena parte de los complotados, en
quienes hizo pronto cuerpo .la idea de la rendición.
Lo cierto es que después de 96
horas, en que las fuerzas revolucionarias no consiguieron salir del Parque, se
negocio la rendición, con el compromiso por parte del Gobierno de no tomar
represalias. Cuando el General Levalle ocupó en
nombre de las autoridades, el Parque sólo encontró en su interior al
doctor Alem, quien abandonado en un rincón, había buscado en el alcohol
consuelo para su desventura.
Sin embargo, la revolución
fracasada como hecho militar el 29 de Julio, tuvo rápida expresión en el
Congreso ante quien, el 5 de Agosto, el
Presidente de la República presentó la renuncia a su cargo. Había caído Juárez
Celman, haciéndose cargo del poder el Vicepresidente doctor Carlos Pellegrini, el viejo alsinista, amigo de Roca, quien
pronto daría mucho tema a la crónica política.
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