¡QUE TALES PRESIDENTES DE LA REPUBLICA!
El ex Presidente de la República,
Alejandro Toledo Manrique, habría sido
autor del delito de enriquecimiento
ilícito, cometido durante la época que gobernó el país entre el 2001 y el
2006. Hace pocos meses saltó la chispa en la pradera y ahora estamos en un
incendio sin precedentes que nadie lo puede apagar, sin saber exactamente lo
que efectivamente ocurrió.
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Sin embargo, las evidencias y
pruebas estarían precisamente en las operaciones bancarias y financieras realizadas a través de la empresa siniestra denominada Ecoteva, como sinónimo evidente de movimiento efectivo de lo que se
denomina popularmente “plata negra” y
para muchos de trafa constante por sus cuatro costados.
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No se ha aclarado hasta ahora la compra de los inmuebles de lujo en
las zonas de de las Casuarinas y Monterrico,
las cancelaciones de las hipotecas
de sus propiedades en Camacho y Punta Sal, por montos que sobrepasan de lejos
los 5 millones de dólares y tanta operación singular realizada para
tapar el entuerto corrupto, según la opinión de los entendidos y los abogados
penalistas consultados por esta columna.
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El problema lo ha ahondado el
propio ex mandatario con sus mentirillas y mentirillas. Una tras otra, en
medio de viajes que hace el ex mandatario, ida y vuelta de Estados Unidos a
Lima. Como un rosario total de incongruencias que hacen pensar que este
mismísimo señor que, por el escándalo y lo que se puede venir después, deshonra
al pueblo humilde de Cabana donde nació y a todo el Perú que lo tuvo de
presidente.
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La coincidencia y el sentir de la
gran mayoría de la población en todos los estratos sociales y económicos es que
el político, según las encuestas realizadas, estaría metido por completo en los vericuetos detestables de la
corrupción. Muy pocos creen lo
contrario. Lo que es peor, ni siquiera sus partidarios lo defienden con
convicción.
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Precisamente se trataría de un robo
encubierto y sistemático, cuyos cómplices serían su suegra Eva Fernenbug, su esposa Eliane
Karp y el empresario judío Joseph
Maiman. La investigación la está
haciendo el Fiscal de la Nación, José Peláez
Bardales, quien de acuerdo a la opinión de las mismas fuentes, estaría actuando impecablemente, sin
infligir en ningún momento la ley penal vigente en el país. Ni menos haber
iniciado una persecución. Esta investigación, tarde o temprano, podría convertirse en
acusación definitiva.
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Tambien tendrían responsabilidad
penal por sus cuatro costados el asesor israelí de seguridad de Toledo, Avraham Dan On, a quien se le sindica
conjuntamente con su hijo Shai Dan On,
de ser los actores directos de las movidas financieras por órdenes dadas,
directamente, por el ex Presidente.
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El primero, de acuerdo a lo que
se asegura, está de mal de salud en su país y que por eso es imposible
que retorne al Perú. Pero las declaraciones que por ley le corresponde se
realizarán de todas maneras. Del segundo
poco se conoce. No obstante de que tiene mucho que contar con miras a
aclarar este asunto de marras.
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Lo que hasta ahora está completamente
comprobado es que el israelita papá entró, infinidad de veces en vuelos privados, a Costa Rica. La
constante era estar en ese país y luego
salir con rumbo desconocido. Más claro sólo la luz y el agua. Allí en Centroamérica
habría actuado a sus anchas, a diestra y siniestra y con impunidad total, uno
de los operadores principales del caso.
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Ahora bien que Peláez tenga sus relaciones muy
cercanas con el Apra y su corazoncito sea de ese color político con muchas simpatías hacia Alan Garcia, es cierto. Pero sin indicios de parcialidad y tampoco es manejado por García o cualquier aprista. Hay seriedad en sus actos.
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Si es así, conforme dicen los abogados, que
sigan las investigaciones y que, de una vez por todas, se destape todo. Necesidad de orden público que
contribuirá, definitivamente, a la salud
moral del país.
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Como siempre pasa en la administración de justicia, incluido el
Ministerio Publico y el propio Poder Judicial, las demoras son instituciones de
efectos retardantes. Por ese mal endémico, atribuyen los abogados
consultados, es que no se toman decisiones inmediatas relacionadas con la
perdida de la libertad de Toledo.
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Los letrados con quien hablamos no creen que haya un blindaje y protección a Toledo,
por parte del Gobierno. Pero si sostienen que todo caerá por su propio peso. Y
que, pronto, si tendremos novedades judiciales de primer orden. Con
consecuencias definitivas.
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En condiciones normales, Toledo
debería estar, hoy en día, con impedimento de salida del
país y con orden de captura. Por mucho menos, en cuanto a calificación y
comparación de delitos y teniendo en cuenta las diferencias, Rómulo León Alegría y Alberto Quimper,
fueron a parar a la cárcel por el escándalo de los petroaudios y las andanzas en los negocios del dominicano Fortunato
Canaan.
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El ex presidente ha contemplado
de todas maneras esta posibilidad. Por eso mismo está pensando en el asilo en Israel, como una factible salida que podría venir para
evitar la cárcel, el sitio preciso donde debería estar por lo que habría hecho delictualmente
y, por ende, de forma tan poco honesta.
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Lo que hace pensar, en la ficción jurídica,
que dentro de poco podríamos tener otra extradición en ciernes. Como la de
Fujimori que vino traído desde
Chile. El pretexto de Toledo para ingresar a dicho país blindado es que aquí en el Perú se le persigue. Que tal
mentira de mentiras. Todo es posible en la dimensión de la corrupción.
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Las contradicciones de la vida
política son realmente crueles. El ex presidente, precisamente, surgió y llegó
a Palacio de Gobierno como un salvador de la democracia y un adalid en la lucha contra la
corrupción y los robos del japonés y su socio Montesinos. Eran los comienzos del milenio. Han pasado 13 años.
Seis de los cuales se las habría pasado sacándolo la vuelta al poder.
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Ahora estaría, por decir lo menos, en la misma
condición delictual de su adversario de antaño. Contentos deben estar los
fujimoristas con lo que está pasando. El
acusador implacable del ayer sería el corrupto de hoy.
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El gobierno de Toledo, dicho sea de paso, fue aceptable y con una
constante de recuperación en el plano económico que se convirtió en la
fortaleza de ese periodo. Hubo y se registró una etapa interesante de recuperación nacional. Pero el problema estaría en
que el mal endémico estaba escondido y latente, con manos y uñas largas. Un engaño total al pueblo.
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Ello merece, por donde se le vea, el rechazo, la crítica total y,
por supuesto, la investigación y, si hay lugar, el correspondiente juzgamiento.
Guardando eso si, la justicia proporcional y por ende el debido proceso. Es
decir la acción legal transparente por sus cuatro costados. Nada de abusos.
Pero tampoco ninguna componenda.
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Los hombres definitivamente, con sus actos, se labran el futuro. O se encumbran o se
van al fango. Parece ser que las
decisiones del destino son implacables. Como sería el caso de este economista de
origen humilde que salió para triunfar de
Ancash y Chimbote, estudiar en el extranjero, tener una profesión. No
solo eso, sino que encumbrarse en la política, llegar al poder, tentarlo
nuevamente y allí quedarse estancando por su supuesta deshonestidad.
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El cholo sano y sagrado ya
no tiene porvenir político, por efecto de los escándalos. Un hecho, para amigos y enemigos, es que estará lapidado durante las elecciones del 2016. No hay vuelta que darle. Sin embargo, el involucrado ha tenido el cinismo de anunciar su candidatura presidencial. Que tal cuajo.
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Ha olvidado por completo que
uno de los mandamientos de la Ley de Dios dice clara y textualmente: no robar. Malo para el Perú. Un pésimo
ejemplo. Cuan necesaria es la probidad, la honradez, la honestidad. La
necesitan nuestros políticos.
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Hay, evidentemente, una constante
permanente y lamentable en la Historia del Perú contemporáneo. La corrupción mancha las manos de los
presidentes de la república. Como sería el caso de Toledo, a quien sólo falta probársele.
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El de Fujimori si está chequeado por sus cuatro costados e incluso ha
sido condenado a 25 años de prisión por asesino, violador de derechos humanos y
convertido en ladrón consuetudinario, por sus andanzas cleptómanas al lado del Doc en el curso de una
década en el poder, de 1,990 al 2,000.
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Las excepciones, en los últimos 74 años, son definitivamente: José Luis
Bustamante y Fernando Belaúnde Terry, quienes gobernaron de 1945 a 1948, el
primero. Mientras que el segundo lo hizo de 1963 a 1968 y de 1980 a 1985. Sus
actuaciones, como mandatarios, fueron impecables y por eso son los
protagonistas ejemplares de la reserva moral de la sociedad peruana Hay que admirarlos por sus virtudes de transparencia.
Si valen un Perú.
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El caso de Manuel Prado Ugarteche es distinto. Su primer gobierno, entre 1939
y 1945, fue dictatorial y el segundo, de 1956 a 1962, enteramente democrático.
Nunca se le sindicó como un pillo. Pero si
su familia, con Mariano Prado
Heudebert a la cabeza, hizo lo que quiso, medró y se aprovechó eeconómicamente en sus distintos negocios bancarios y empresariales, explotando el poder del Estado. Por ello no se le puede poner como impecable.
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Más aún cuando recordamos que su padre, Mariano Ignacio Prado Ochoa, abandonó como Presidente de la República el país indebidamente en plena Guerra con Chile y dejó a un anciano inepto, La Puerta, en su reemplazo. Eso, que fue un craso error, lo lapidó por completo.
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Aunque cierto es que la Historia
ha comprobado, entre ellos Basadre,
que es completamente falso que robó las joyas, alhajas y dinero que las damas
de la sociedad limeña donaron al Perú, para defendernos contra los embates del
invasor.
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Hay dos extremos en el periodo
indicado en los gobiernos de facto. Por un lado, el General Manuel A. Odria Amoretti que se enriqueció por completo y nunca se
le juzgó porque se registró una componenda política con su sucesor Prado para
tapar, como se hizo, los latrocinios. El borrón y cuenta nueva se impuso y que ¡viva la convivencia! que era el
nombre con el que se llamó a este periodo gubernamental.
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Mientras que por otro el generalísimo y abusivo
compulsivo Velasco Alvarado, conocido por sus áulicos
como “Juan sin miedo”, hizo barbaridad
tras barbaridad con sus famosas reformas sociales que para nada sirvieron y
atrasaron años de años al país, de forma sistemática y enteramente criticable.
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Pero el hecho comprobado al parecer es que nadie puede decir que Velasco fue un ladrón.
Ni tampoco que se re enriqueció con las arcas del Estado. Por lo menos, algo de
bueno tuvo. No obstante, haber presidido por la fuerza uno de los gobiernos más
nefastos en que la dignidad y la libertad fueron vulneradas por completo, con
saña implacable.
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Muy poco duraron los militares de
1962 a 1963 en Palacio de Gobierno, tras el veto a Haya de la Torre impedido anticonstitucionalmente de llegar al
poder. Hasta con dos Presidentes de la Junta de Gobierno. Los generales Ricardo Pérez Godoy, primero y Nicolás Lindley López, hasta el final. Nada se supo de actos turbios. Ni se
registró en contra de ellos actos de corrupción. En este campo salieron
limpios. Lo que estuvo mal es que fueron golpistas y antidemocráticos.
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A Alan García Pérez del Apra no se le ha probado de forma consistente corrupción. Pero mucho se comenta en su
contra. Lo que no se sabe si con razón o sin ella. Hubo, eso sí, una denuncia de soborno por la
construcción del tren eléctrico, obra inconclusa por años de su fracasado primer gobierno de 1985 a 1990 en que se pasó la peor de las crisis económicas,
con hiperinflación y desabastecimiento jamás vistas. Inclusive peor que los
efectos de la Guerra con Chile.
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Lo que se destapó es que el italiano Sergio Siragusa le habría pagado dinero contante y sonante. Las
evidencias fueron obtenidas durante el gobierno de Fujimori que era perseguidor de García. Por lo que el líder del Apra adujo de que se trataba de una
mentira, consecuencia de la venganza política.
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Lo cierto es que si se registró denuncia fiscal documentada,
sustentada por la Fiscal Nelly Calderón. Ello prescribió, mientras García estuvo
en el exilio. Es decir que el tiempo transcurrido, en buena cuenta, salvó al ex
presidente y nunca más se volvió a tocar el tema.
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Hay un hecho enteramente cierto. El líder aprista tenía como única propiedad
un departamento pequeño en una esquina de la avenida Pardo de Miraflores cuando asumió la Presidencia
de la República, el 28 de Julio de 1985. De allí dio su primer balconazo.
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Ya en el poder compró una
residencia de lujo 10 veces más grande en la exclusiva y lujosa zona de Chacarilla donde hasta ahora
vive su segunda esposa, Pilar Nores de
García. Lo que se ignora es cómo se han separado los bienes
comunes del matrimonio que está roto.
Misterio total.
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Pero la recatafila de inmuebles que se compraron prosiguió, tanto
en el primero como en el segundo gobierno y después fuera del poder. La casa en el balneario de Naplo que se vendió posteriormente y sobre todo el
departamento en París, Francia, donde vivió años de años en una zona enteramente
exclusiva y lujosísima. Precisamente, el valor de este bien es muy pero muy caro. Si lo comparamos con los precios del Perú.
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Un departamento pequeño de 100 metros
cuadrados en el mismo lugar que es la zona privilegiada del bello, incomparable y reluciente Paris
sobrepasa los 600 mil dólares. Las inversiones fueron muy altas. Por
eso es que, precisamente, se duda de donde salió la plata para lo de
Europa y del Perú. Ojalá que no haya sido del dinero de los contribuyentes.
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Ahora último, el líder del Apra
insistió en seguir comprando casas y lo tenemos como propietario de una amplia y vistosa vivienda de más de 400
metros cuadrados en la zona de San Antonio en Miraflores, cuyo costo es de
más de 800 mil dólares. Las investigaciones se han iniciado pero hasta ahora,
habiendo pasado muchos meses, no se sabe exactamente el origen de esta transacción
inmobiliaria.
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Si Alan está limpio de polvo y
paja lo debe probar con contundencia. La ciudadanía se lo exige. Si no lo hace,
las acusaciones persistirán. No precisamente subrayándose la honestidad y honradez. Definitivamente,
el Perú requiere de presidentes probos.
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Tanto se ha hablado mal de García que inclusive se asegura lo siguiente: durante los pocos años que ejerció la profesión de abogado, con estudio en un
edificio republicano del siglo XX ubicado en la Avda. Paseo de la República y
el Jirón Carabaya del centro de Lima asociado con el Vocal de la Corte Superior
de Lima, César Javier Vega Vega, lo
que ahorró fue producto de la defensa a
grupos de narcotraficantes, quienes lo habrían cubierto con suculentos honorarios. Vaya una a saber si, efectivamente, sea
verdad. Ahora bien, lo cierto es que los narcos si pagan bien.
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En lo que va de este gobierno han saltado escándalos en supuestos casos dolosos de posibles actos
de corrupción en los que estarían involucrados los familiares del Presidente Humala. El hermano Alexis y sus influencias comerciales
aquí y en la mismísima Rusia, las andanzas de Antauro tratando de salir libre por la buena o por la mala con
mujeres y marihuana en la cárcel y queriendo cobrar por licitaciones en
organismos públicos, junto con las rarezas de don Isaac y doña Elena, que no son delitos pero si causan serios
problemas gubernamentales.
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Lo que si es cierto es que, hasta hoy, nadie ha dicho directamente y menos con pruebas fehacientes que Ollanta y Nadine están robando. Que no
se registre ello ya es un mérito que hay que tomarse en cuenta. Esperamos que, al término de su gobierno y después, ocurra lo mismo.
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Si así fuera sería un merito evidente. Uno de los beneficiados, evidentemente, el Perú. Lo deseamos sinceramente,
aunque los tentáculos de este flagelo tardan muchos años en descubrirse.
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Por ejemplo, las andanzas de Fujimori y Montesinos permanecieron
ocultas y sin saberse más de una década. Nadie imagino tanta podredumbre dentro
del aparato del Estado, aunque se sabía que el Doc santo, precisamente, no era. Por el bien del país no
queremos novedades humalistas de este tipo ni ahora, ni mañana, ni a partir del
2016. Que así sea (Noé)