Muchos sectores políticos que
casi siempre están bien informados aseguran que Luis Castañeda Lossio habría ingresado a los vericuetos de la corrupción,
beneficiándose enteramente mientras se desempeñó varios años en el poder
durante su gestión como Alcalde de Lima.
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Ellos en reuniones públicas, privadas y sobre todo en las redes sociales recuerdan que, efectivamente, en su
mandato se hicieron infinidad de obras a favor de la ciudad. Pero en lo que se
refiere a los trámites administrativos y la ejecución de las mismas, las
cosas fueron turbias. Pero tan turbias que implicó beneficio personal, de acuerdo a estas fuentes que mucho hablan y poco prueban.
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Si efectivamente es así como
ocurrió es una obligación que se
investigue a fondo lo que se habría realizado y la forma que se habría efectuado. Hablar por hablar,
con desparpajo e irresponsabilidad, es realmente rechazable y se estaría
cayendo no sólo en falsedad, sino en delito de difamación. El propio doctor
Castañeda debe pedir aclaraciones totales para estar bien consigo mismo y con
el país.
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Cabe la posibilidad que nada sea cierto y allí si que se estaría
manchando honras, en este caso la de un político que constantemente ha
pregonado honestidad y eso también debe tomarse en cuenta. No vale manchar por manchar.
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Sin embargo, cuando el río suena es porque piedras trae. El último de estos pedrones es el que señala- se dice que con veracidad plena- que un
amigo íntimo del ex burgomaestre de Lima de vistosos bigotes al estilo
mexicano y asiduo animador de las páginas sociales de varios periódicos y
revistas capitalinas, estaría realizando gestiones para comprar una casa en España ¿De dónde pecatamea?
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Mientras que aquí en Lima tiene a
su íntimo amigo, el doctor Castañeda
Lossio de quien creemos con convicción a pesar de lo que se dice
debida o indebidamenmte que es un hombre
honesto y honrado, pasando las horcas caudinas por el caso Comunicore.
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Alli está implicado y eso si que no es ningun invento. La realidad
monda y lironda que da a lugar a un hecho completamente cierto: hace poco, Castañeda tuvo que pagar 30 mil soles
como caución para librarse de la cárcel por los compromisos de carácter penal
de este último entripado que nunca explicó a cabalidad.
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Lo debe hacer a minuciosamente
para ver a las claras si está comprometido o no. Por si acaso no acusamos. Solo
comentamos y recordamos la
posiblidad en vista de que es legítimo que el ex alcalde quiera conservar
prestigio.
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Lo que se sabe a plenitud es que
el lider de Solidartidad Nacional trabaja actualmente como profesor en la universidad de uno de sus correligionarios que es
congresista, José Luna. De estas
actividades docentes vive y seguramente que debe haber solicitado un préstamo
para cancelar sus obligaciones judiciales.
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Treinta mil soles son treinta mil soles. No es, efectivamente, una
cifra altísima Pero pagar, sol tras sol, significa evidentemente sacrificio. Salvo
que se tenga otras entradas adicionales. Un hombre público y figura política de
un país debe ser enteramente claro en sus cuentas personales.
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Por eso es que insistimos tanto
en que Castañeda, de una vez por
todas, hable minuciosamente de Comunicore que se ha convertido en el
dogal de su vida. Necesita zafarse de lo malo y de lo dudoso. Por el bien de él mismo. Si es inocente que lo
pruebe. La mudez a un lado. Ya es hora.
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Que se califique de tan pésima forma a uno de sus íntimos,
que funje con poca capacidad comprobada ni menos profesión conocida de ser su
relacionista público de pacotilla, hace pensar a los desconfiados que no sólo uno seria el beneficiado de las
arcas municipales del estado.
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Esta sería una banda de galifardos que debería ser descubierta. Las
investigaciones correspondientes las debe pedir el propio ex alcalde y no
seguir andando con malas compañías que, obviamente, lo desprestigian.
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Hay una necesidad de que no se rompa la
integridad de este político que salió de
las filas de Acción Popular, fue perseguido a mansalva por Montesinos y actuó en la Alcaldía de Lima elegido
impecablemente por el pueblo para luego ser candidato presidencial sin éxito. Pero que confiamos en él, si lo hacemos.
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Mientras tanto la actual Alcadesa
de Lima, Susana Villarán de la Puente,
metida hasta el fondo en el lío de los vándalos de La Parada que ha puesto de
vuelta y media a toda la capital. Una vez más demostró que tiene poca capacidad para solucionar los
problemas.
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Lo ocurrido por si acaso es serio y pone en peligro la actividad comercial en la
capital. Ya se habla de pérdidas cuantiosas en el emporio comercial de
Gamarra. Inclusive, por los constantes disturbios, muchas tiendas cerraron sus
puertas dos días seguidos.
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El vandalismo desatado es enteramente rechazable. Eso de bloquear
los accesos es una estocada a muerte que va desangrando mes a mes y va
quitándole fuerza al mercado de Santa Anita. Como lo dijo, acertadamente, el
economista Carlos Adrianzén.
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La señora Villarán sin chistar aceptó que la operación la ha hecho ella,
asumiendo la responsabilidad del fallido ordenamiento de dicho mercado. Incluso
dijo que no se trato de un accionar improvisado. Ella anunció que continuará
con las acciones correspondientes. Que
tal cuajo.
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La pregunta cae por madura: ¿la alcaldesa tiene o no responsabilidad o
no de lo que inexplicablemente esta ocurriendo en la capital? Hay un hecho
innegable: el principio de autoridad ha quedado por los suelos y hay riesgos de
violencia e incluso efectivas pérdidas
de vida.
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Parece a las claras que no hay decisión de parte de las
autoridades. Las del Ejecutivo y la Municipal con la Villarán a la cabeza, quienes son realmente los culpables. La orden
de la burgomaestre de bloquear de barreras de concreto los accesos de camiones a La
Parada e impedir que siga así funcionando ilegalmente, dio lugar al saqueo.
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Los comerciantes de inmediato
contrataron a los matones, se trajeron abajo las barreras y procedieron al
saqueo. Eso se debió, de todas maneras,
planificar para que ello no ocurra. Quien dio la orden tiene
responsabilidad. En este caso la señora Villarán. Quien la ejecutó también.
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Es decir, ademas de la alcadesa, las
autoridades al más alto nivel de la policía Incluido el Director General, Raúl Salazar, y por
supuesto el Ministro del Interior, Wilfredo
Pedraza Sierra. Los responsables, dicho sea de paso, hasta ahora no dan una explicación efectiva de los hechos. Ellos tienen la obligación de hacerlo.
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No se debe olvidar de ninguna
manera que el saldo de la jornada fue de cuatro civiles muertos, más de 130 heridos donde están incluidos casi un
centenar de policías y las escenas realmente dantescas, violentas,
rechazables. La tranquilidad es una necesidad imperante de la ciudadanía.
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Aquí hay salvajismo de la peor especie y una carga simbólica de sufrimiento.
No puede ser. Las turbas, bajo ningun punto de vista, pueden hacer lo que
quieren, desafiando el orden y las leyes
establecidas en el país.
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Incluso de forma inaudita, muchos
peruanos pudieron ver por la televisión cuando las turbas desenfrenadas
arrastraban por el piso a los custodios del orden e incluso los golpeaban salvajemente. Dónde estamos, en la barbarie total
y las leyes, como los policías, por los suelos.
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Tal situación es gravísima y
hay que evitar que nuevamente ocurra. Los efectivos del orden nunca deben ser
carne de cañón. Hay que actuar con coherencia viendo los pros y los contras.
Pero, sobre todo, aplicando medidas de seguridad efectivas, con los servicios
de inteligencia necesarios. Si los malhechores nos sorprenden y hacen lo que
les parece, cuáles pueden ser las seguridades de las ciudadanía.
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La señora Villarán tiene responsabilidad en lo sucedido porque
permitió con su negligencia que la
situación de La Parada llegase al punto en que está. Cuando asumió la alcaldía tenía
a los 250 mayoristas que manejaban el 90 por ciento a favor del traslado a Santa Anita.
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Sin embargo, la burgomaestre lo postergó porque hizo saber que faltaban
pabellones que ella prometió construir. Los mismos que hoy no existen y brillan por su ausencia. Eso no
es serio. Eso es un engaño.
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Hay también mezquindad en la Villarán. Muchos entendidos afirman y eso sí que es grave que el retraso
solo se debió a su intención de impedir que Santa Anita fuese visto como un
éxito de la gestión anterior de Castañeda
Lossio. Política de la más barata y rechazable totalmente.
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Los dos años de puras promesas, inconsecuencia y obras inexistentes
pese a los anuncios expresos sirvieron para quienes tienen intereses económicos
directos en que el traslado, no se realizase.
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Fue así como y ello está enteramente comprobado
que los inescrupulosos alquilaron informalmente sus puestos en la Parada, se organizaron, vencieron a la mayoría que estaba a favor del traslado y, por
supuesto, voltearon sus acciones contra la Municipalidad. La señora Villarán no se dio cuenta de ello y eso
significa que estuvo completamente desinformada
y lo que es peor, desacertada.
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A otra cosa señora Villarán y usted más fresca que una
lechuga solicitando dialogo cuando, de por medio, hay violencia y desbande. El
Estado de Derecho tan necesario para el país permanece por los suelos.
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Sin embargo, no nos
inclinamos por la revocatoria de la Alcadesa que debe terminar, de todas
maneras, su mandato para que, sea el propio pueblo de Lima, el que la rechace
por inepta y la cancelé de sus actividades políticas si es que quiere la
reelección que, en determinado momento
con cinismo, ha anunciado. Una medida de este tipo crea, además, mucha inestabilidad. La revocatoria es sinónimo de victimización y eso es, precisamente, lo que busca la señora de los fracasos totales.
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Lo que hasta ahora ha conseguido
como representante directa del pueblo de Lima es ineptitud. Porque no tiene capacidad de efectiva estadista y conductora del
porvenir de la ciudad. Lo de la Parada
es una confirmación de que el cargo le queda enteramente ancho.
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Si que se llena la boca y a cada
rato de proyectos, buenas intenciones y una emoción social inagotable. Pero a
la hora de las decisiones, lo único que hace es errar en contra de quienes
precisamente la eligieron. Es decir, los
limeños que quieren paz y tranquilidad por sus cuatro costados. (Noé)