No hay razón para que los
peruanos nos debilitemos tanto. El
fujimorismo, cual fuerza bruta, censuró sin ton ni son al Ministro Jaime Saavedra como prueba, se podría
decir, de que no ha cambiado y sigue por la senda de la obstrucción por gusto.
Lo que es peor, para muchos sectores de la población, un grupo aislado por completo de los intereses del país.
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Evidentemente que la censura trajo
algo muy claro. La condición autoritaria por parte de este conglomerado político
y en ese actuar parlamentario se pone, por completo, a la defensiva. Así
complica la dinámica que, de todas maneras, debe existir entre el
Congreso y el Poder Ejecutivo.
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Aquí hay dos caminos por seguir.
Uno de ellos el retorno a una convivencia forzada sin conversación de por medio,
dejando de lado la fuerza controladora del Congreso que había adquirido cierta
legitimidad. Es decir, el camino rumbo
al descalabro total. Una posibilidad concreta.
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La otra alternativa es lo que efectivamente se requiere. Una condición de diálogo
permanente. El comienzo de ello fue la reunión entre el Presidente Pedro Pablo Kuczynski y la Jefe de Fuerza Popular, Keiko Sofia Fujimori Higuchi.
Poco se sabe de su contenido, pero parece que se va por buen camino. Ya es tiempo de conciliar.
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Esto es, nos guste o no, lo que ha
propiciado, precisamente, el Cardenal Juan
Luis Cipriani Thorne, que, dicho sea de paso, está de mediador de forma efectiva y hasta ahora sin meter la pata, como es su
costumbre.
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Felizmente sirvió, para algo positivo, el
primado de la Iglesia peruana. Que se tome el acercamiento como el signo
inicial de reconciliación entre los peruanos. La meta, lograr el progreso y bienestar que requerimos.
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Suena, evidentemente, un poco
paradójico y contradictorio que el fujimorismo esté acusando al Ministro Saavedra de corrupción cuando,
precisamente, ellos la encarnaron, durante diez años entre 1990 y el 2000,
detentando de forma completamente equivocada el poder
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Por esos tiempos estaban Alberto Kenja Fujimori y su socio principal en los actos malignos
de robo y sustracción consuetudinaria y permanente, Vladimiro Montesinos Torres. Era la Primera Dama de la Nación, Keiko Sofia Fujimori Ello es la pura verdad. Malos, por donde se les vea, son los antecedentes.
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Cabe señalar que la izquierda, en
esta oportunidad, y frente al caso Saavedra,
ha tomado una nueva posición. El grupo se aleja, por completo, de una actitud de
respaldo al Ejecutivo para comenzar a
desarrollar un psicosocial eminente de oposición distinta.
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Ellos participaron en la marcha
del 12 de diciembre y no les quedó otra que alejarse del gobierno para buscar dividendos independientes que se
reflejen en apoyo de votos el 2021. Así se buscará también
participar en el diálogo en una posición determinada de oposición y obstrucción. La izquierda busca eso para ver cómo le va en el futuro.
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Cabe precisar que. en este
entuerto de la censura, el gobierno erró en su actuación política
y en la conducción que le corresponde a cargo del. Ejecutivo. Para un gran sector de la ciudadanía, el Presidente Kuczynski, en
ningún momento, se condujo como un estadista.
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El Jefe de Estado ni siquiera estaba persuadido de las bondades
de su Ministro de Educación y por eso criticó, a como de lugar, a sus
cuestionadores desde Chile, diciéndoles que salieran de su closet, Las cosas
empeoraron después cuando el mandatario sugirió la cuestión de confianza que, dicho sea de paso, jamás la ejecutó.
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Por el contrario se arrepintió y no le quedó otra que anunciar, en un
mensaje a la nación, que no ejecutaría tal pedido. Somos o no somos. Hacemos o no hacemos. Cómo es la nuez. Nada se sabia
con precisión. Entonces nada se hacía.
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El Jefe de Estado estuvo atarantado
por voces que le sugerían plantearle al Congreso una cuestión de confianza, a
partir de elaboraciones teóricas. Comenzó
a bailar como es su costumbre, dando su pasito adelante.
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Clarísimo fue cuando dijo en la radio que la cuestión de confianza habría que
pensarla. No obstante, al poco tiempo,
trató de retractarse. Pero lo cierto es que la expresión que usó hablaba de
la necesidad de hacer algo.
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Posteriormente, el mandatario se contradijo más.
Insistía en la confianza, dejaba dudas. No sabía, efectivamente, que hacer en
realidad. Hasta que, tardíamente, le vino la madurez y salió con la cantaleta
de la responsabilidad. “No haré el
pedido para evitar enfrentamientos” Total, en qué quedamos.
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La iniciativa, por supuesto, carecía de efectividad. Evidentemente que se
reaccionaba mal, ante el primer encontrón con el Congreso. Lo dejaría débil para el
futuro y sin el resto del gabinete, si
ejercía la cuestión de confianza, cuando empezaba a poner en marcha sus
reformas.
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La reacción se vino con todo, de
parte del fujimorismo. Ellos se irritaron y se pusieron envalentonados, llenos
de rencor político. Así ocurrió la
censura. Torpe e irresponsable fue provocarlos, cuando ni siquiera tenían
la razón.
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El Partido Popular Cristiano
(PPC) acaba de cumplir 50 años debilitado por completo y en medio de una de sus
peores crisis. Alli en esa organización hay dos facciones inocultables. La de los reformistas que encabeza Lourdes Flores Nano y los institucionalistas que lidera Raúl Castro Stagñaro, a pesar de haber
renunciado a su militancia.
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El problema entre las facciones
se hizo evidente el año pasado cuando, tras un proceso interno para ver si
debían ir solos o en alianza a los comicios del 2016, los dos bandos se reclamaron triunfadores.
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A renglón seguido la situación se
tornó grave porque los reformistas acusaron
a los institucionalistas de haber
introducido 1,149 votantes ilegítimos, mientras estos últimos acusaron a
aquellos de haber promovido “ladroncillos
truchos”.
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Las imputaciones cruzadas entre
los grupos se refirieron a un hecho grave que se llama: fraude. La crisis presentada
parecía que se arreglaba solamente con la expulsión de un grupo por otro, o la
ruptura definitiva.
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Pero la crisis se postergó en la
esperanza quizá de que un buen resultado sirviera para desvanecer las recíprocas
acusaciones de haber hecho trampa en el proceso interno. Allí fue cuando se se impuso la posición de ir en alianza con el Apra.
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Lourdes Flores acompañó en la fórmula presidencial a Alan García y los dos sectores del partido
integraron las listas parlamentarias con la excepción de Marisol Pérez Tello y Alberto Beingolea, quienes prefirieron ser consecuentes con sus
cuestionamientos.
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El veredicto de las urnas no pudo
ser más ingrato para el PPC. La fórmula García-Flores llegó en el
quinto lugar con el 5.82 del voto válido. Ninguno de los postulantes
pepecistas al Parlamento obtuvo una curul.
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La renuncia de Castro fue precipitada por una carta
en la que el fundador del partido, Luis
Bedoya Reyes, le comunicó que no asistiría a los actos conmemorativos del
50 aniversario por lo “gravemente dañada” que estaba su unidad.
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Los institucionalistas celebraron
últimamente un congreso en el que
eligieron al ex gobernador regional de Ica, Alonso Navarro como Presidente de la organización. Lourdes lo calificó de seudo congreso y anunció acciones
legales. La crisis continúa ¿Hasta
cuándo?
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Hay dos datos ciertos y
comprobados. Por todos los lados muy poco conocidos. Aqui va el primero. El
actual Ministro de Defensa, Jorge Nieto
Montesinos, proviene de las huestes marxistas de la ultra izquierda
peruana.
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Muchos años, allá por los 60 fue dirigente de “Trinchera Roja”, una
escisión de Vanguardia Revolucionaria (VR) y del Partido Comunista
Revolucionario (PCR), jefaturada por Agustín
“Cucho” Haya de la Torre de La Rosa.
Ahora demócrata a carta cabal y, desde
hace poco, Ministro de Defensa. Compañero
entre otros de Sinesio Lopez en Trinchera.
Avances y transformaciones en el sentido correcto. Así se asegura....
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La otra revelación Nieto es nada más y nada menos que pariente
de Vladimiro Montesinos Torres. Su madre es prima hermana
del “Doc”. Nadie tiene la culpa
de tener este tipo de familiares. Causa evidentes molestias. Pero que se hace…
Lo cierto es que el Ministro no tiene ninguna relación con su pariente y nada que ver con la corrupción. (Noé)