La gran virtud del
Presidente Ollanta Humala desde que
asumió el gobierno, hace casi diez meses, es haberle dado
tranquilidad al país. Del rebelde sin causa en sus inicios como político a presidir
un gobierno de centro que da confianza es,
evidentemente, un mérito que hay que reconocerlo. No hacerlo seria, simplemente,
mezquino.
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Lo que se esperaba aquí en
el Perú, con un triunfo de Humala, es
una convulsión de padre y señor mío donde las ideas extremas iban a primar con
cambios radicales que darían lugar a frenar, por completo, el desenvolvimiento económico
exitoso en el país y que nos lleva, desde hace continuados años, por las vías del
progreso y del bienestar.
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Mucho se especuló que nos íbamos
acercar, en cuanto a política exterior, hacia los linderos de Venezuela para
estar al lado del detestable gorila Hugo
Chávez y de las huestes cubanas dictatoriales de los hermanos Castro. Nada de eso ocurrió para bien
de los peruanos..
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Mérito, evidente de Humala, por las decisiones acertadas
que tomó. Por el cambio de ese mamotreto de la gran transformación por la hoja
de ruta precisa para los momentos que vive el Perú. Aunque griten, lloren y les de la pataleta a
los ineptos de pensamientos que crearon tal barbaridad.
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El
actual presidente acertó políticamente y de los extremos se fue al
centro cuyo pensamiento acertado de posiciones plausibles y concretas en todo
orden de la vida nacional, le dio el triunfo y ahora está en el poder.
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Todo eso se especulaba
porque, obviamente, Ollanta era el
representante del antisistema y caminaba con aliados poco recomendables, quienes habían
integrado las filas del ultrismo y el extremismo político.
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Allí estaban Javier Diez Canseco, Nicolás Lynch, Aida Garcia Naranjo Manuel Dammert
Ego Aguirre, Sinesio López y muchos
otros ilusos que ahora reniegan del pasado vergonzante ultra y se llaman demócratas.
¿Serán o no serán? La pregunta del millón de dólares.
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Malas
juntas que, felizmente, se van yendo del poder porque actualmente no
encajan en el gobierno actual. Si se van, después de haber sacado su troncha y
tajada en puestos públicos con altísimos sueldos. Que tal cuajo.
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Pero también hay de los que
se quedan. No, señor Lynch
encaramado en la Embajada del Perú en la Argentina. No señora Garcia
Naranjo, gozando a raudales de la
vida diplomática en Montevideo, Uruguay. Ellos que se van a ir, si están felices
con el carguito de Embajadores. Los principios. ¿Cuáles? Mejores, mucho mejores
son los salarios y privilegios que tienen.
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Un acierto es, pues, que aquel joven militar poco
coherente y lleno de sorpresas con actos incluso de violencia, efectivamente se haya convertido en un mandatario calmado. Ahora está tratando de conciliar en todos los aspectos de la vida nacional. Eso
tampoco se puede negar.
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Pero el problema esta que, en el poder, ello no
basta. Ni tampoco convence. No olvidemos que la popularidad del Presidente, en
las últimas encuestas, ha disminuido notablemente.
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Lo que necesita este gobierno nacionalista son
logros propios. Que sean contundentes.
Que desafortunadamente hasta ahora, no los hay, ni se pueden ver. Ni menos comprobar, a pocos meses de cumplir el primer
año.
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Probablemente
porque no hay diferenciación. Definitivamente, un gobierno requiere de resultados. No es fácil encontrarlos
en la gestión nacionalista. Si mucha rutina. Lo mismo que grandes problemas de carácter
político que no son solucionados, existiendo la obligación de hacerlo.
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Si no fuese asi, a las
claras se demostraría, los actos
efectivos de un estadista que quiere
cambiar al Perú. Pero todavía hay tiempo para hacerlo. Entrar a fondo en la
gran reforma para todos los peruanos Por allí tiene que ingresar Humala, si efectivamente quiere
trascender.
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Otra verdad: Ollanta el hijo de padres tan
controvertidos: Isaac Humala, que cree en el enfrentamiento de las razas. La cobriza contra las otras y en tantas barbaridades del etnocacerismo.
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Mientras que Elena Tasso de Humala desea acabar con el homosexualismo
a como de lugar. Felizmente que tal errado pensamiento no ha contaminado el actual gobierno. Otro
punto a favor del Presidente. Lucha por deslindar con su familia y muchas veces
lo consigue. Otras,desfortunadamente, lo compromete. Los genes son los genes y no se puede contra ellos.
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Cierto es que los señores Humala, en los últimos días, están calmados
aunque muy dolidos por lo que le pasa a su hijo Antauro de quien, de un tiempo
a esta parte, no se sabe mucho de él.. Parece que el rigor en la Base Naval del
Callao, por fin, lo ha calmado y está cumpliendo su condena como debe ser.
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Hay otro reconocimiento para
el Presidente luego de prometer que no
apoyará, bajo ningún punto de vista ni
motivo, a ninguno de sus parientes, sea quien fuera. Lo está cumpliendo y,
para bien del país, últimamente no tenemos novedades de este tipo.
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Ni Alexis, ni Antauro, ni la cuñada Isabel
Paiva ni la primita abogada. Si no ocurren en el futuro
este tipo de anomalías, ya hemos ganado mucho en lo que se refiere a
oportunidades transparencia e igualdad.
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Sin embargo en el plano general,
si este gobierno quiere trascender tiene que desarrollar labores que se
conviertan en obras concretas que la ciudadanía aplauda. Que el pueblo sienta
el cambio es una necesidad. Muy mal estamos sin plenitud de logros. ¿Cuáles son, dónde están?
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No hay
algo que destaque como propio. Solo hay un barco que va en el movimiento del
mar. La inclusión social, completamente lenta. Los ministerios creados van allí a la deriva y al acontecer diario. No hay nada nuevo.
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Lo que si es real y
contundente es la situación económica
del país que está consolidada, dentro de un modelo determinado que no es
precisamente logro de este gobierno. Sino continuidad de los anteriores. El problema
es que el chorro del progreso tiene que llegar a los sectores populares. Eso si
está pendiente.
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Hay méritos que pertenecen al régimen del corrupto Fujimori que si acertó en este campo pero erró en lo que se refiere
a moralidad, honestidad y derechos humanos, pasando por el de Toledo y siguiendo por el de García.
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De eso no hay ninguna duda.
En efecto, la política del sector que analizamos que significa costo de vida,
proyecciones, avances, aplicaciones y lo que quieran llamar los economistas se
ha seguido igual desde 1990. Es decir, hace nada más y nada menos 22 años. Que en la continuidad acierta Humala nadie
lo discute. Como igual lo hicieron sus antecesores.
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Pero
ya es tiempo de pedirle vida propia, avances propios al humalismo.. Mas allá de los que
gozamos por un devenir de lo que
precisamente nada se cambió. No hay gran transformación. Exijamos que se cumpla
la hoja de ruta prometida.
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En cuanto a los gabinetes ministeriales. Hemos pasado del primero presidido por el empresario, Salomón Lerner Ghitis, a quien la negociación
de Cajamarca por el proyecto minero Conga, lo aniquiló al de Oscar Valdés, un militar retirado de
voz pausada que siempre luce peinadito con pelo cortito y tratando de convencer
a todos los peruanos que este es un buen gobierno.
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Cuidado con Conga señor Valdés que hasta ahora no se soluciona y ese puede ser su Waterloo.
Es decir, su gran derrota que lo puedo sacar del puesto al igual de lo que le pasó
a Lerner Ghitis.
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A propósito de gabinetes.
Hace muy poco se registró una crisis
ministerial por lo del Vrae y el narcoterrorismo, tremendo y peliagudo
problema que se arrastra desde hace mucho tiempo y donde hay cosas realmente
graves. Terror, narcotráfico, infinidad de niños convertidos en delincuentes de este tipo. El panorama tiene que
acabar y existe la obligación de hacerlo.
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Pero nombrando ministros
como los últimos, el congresista Jose
Urquizo y el General Wilver Calle,
si que ha sido un error garrafal porque ellos se pierden, desde el inicios de
sus gestiones, con su pasado no muy claro que digamos.
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Con títulos universitarios que no calzan por la edad, sucesos violentos
en Paita, acta de sujeción hacia el corrupto de Montesinos y hasta balazos de
por medio en estado etílico. Le damos el beneficio de la duda a la tercera
ministra designada en la cartera de Producción, Gladys Triveño, que ojalá se desempeñe a la altura del cargo.
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Lo que si es cierto es que con la crisis se perdió a un
Ministro de Defensa de polendas como fue Alberto
Otárola Peñaranda, quien durante su desempeño de más de cuatro meses demostró capacidad,
profesionalismo y eficiencia.
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Se trata de un abogado constitucionalista
experto en temas de Defensa y Derechos Humanos. El gobierno está en la obligación,
si quiere contar con buenos cuadros, de llamarlo nuevamente para que ocupe otro
cargo y seguir aportando por el país. Otárola
se lo merece. Definitivamente ha demostrado conocimiento profundo de los temas.
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Muchos dicen que a partir
del 28 de Julio habrá nuevo gabinete y que esa será la oportunidad de Humala para enmendar rumbos y demostrar
que, efectivamente, tiene condiciones de estadista. Ojalá lo pueda conseguir
porque el país lo requiere. A gritos, por si acaso.
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Mientras
tanto la crisis de los partidos políticos es eminente.
Para un lado y para otro. Desde la derecha hasta la izquierda que permanecen,
realmente, en el anonimato. Al Partido Popular Cristiano ni se le oye. Ni para bien, ni para mal. El Apra, reducido a 4 parlamentarios No es nada de lo que fue. Al interior de la que fue la principal agrupación política peruana, crisis total.
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El de Toledo es un club de amigos personales con etiquetas negra y azul.
Porque allí si que se tiene sed y se bebe trago fino a raudales. En fin este es
uno los grandes males del país que, por el bien de la democracia, debe resolverse
en el futuro. (Noé)