El quinquenio gubernativo de
Pedro Pablo Kukzynski, entre el 2016 y el 2021, se ha iniciado con bríos,
bombos y platillos de renovación y promesas de cambios contundentes para el
desarrollo socio- económico y político del Perú. Ahora toca cumplirlas, como expresión de compromiso con la patria.
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Evidentemente que la esperanza de
transformación y de progreso efectivo cunde entre los peruanos sobre todo
porque hay un convencimiento general ciudadano, basado en una premisa
definitiva: el pais cuenta con un gobierno democrático, a carta cabal.
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Tal posición es, efectiva, por sus
cuatro costados, muy lejana al autoritarismo, la dictadura y la corrupción. A cualquier enlace del inescrupuloso padre con la hija llámese como se llame o de
cualquier régimen de este tipo. Allí, en un pozo nefasto de oscuras características tan malignas y peligrosas, pudimos caer y, felizmente, la
amenaza se ha alejado gracias al triunfo inobjetable de PPK
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La tarea del Ejecutivo arrancó el
último 28 de Julio con la juramentación correspondiente, el mensaje a la nación, el debut del flamante gabinete ministerial conformado por un afiatado equipo de profesionales,
técnicos y expertos que tienen que comportarse, obligatoriamente, como
políticos y que cumplirán, según se
espera, una acertada labor.
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En cuanto a lo primero, PPK se
dirigió desde el Congreso, en un discurso corto y preciso de 38
minutos, exponiendo sus compromisos y la visión general de la gran problemática existente. Aquí sí que estuvo acertado y
demostró ganas de trabajar por entero.
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Los entendidos y analistas
aseguraron que fue una alocución sencilla con precisiones especificas de medidas y cifras. Sin
pasarse de la raya. Ni hacer promesas lindantes en la demagogia y el
incumplimiento indebido.
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De acuerdo a fuentes muy cercanas
a su entorno, el mandatario ha reservado
lo principal y primordial para la próxima presentación del Premier, Fernando
Zavala Lombardi, ante el Parlamento. Una estrategia que puede considerarse hábil y de resultados posteriores.
Ojala sea así.
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Lo que si pidió el flamante Presidente a cada rato y de forma
continua, fue la unidad en la acción de los hechos a desarrollarse. “Si a la paz, a la unión. No al
enfrentamiento, no a la división”. La invitación de forma cabal al diálogo
y a la cohesión. Es decir, lo que se requiere a gritos como objetivo fundamental.
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Las palabras eran dirigidas, no sólo al pueblo, sino directamente a la bancada fujimorista. Signo evidente de que necesita la ayuda de
este Congreso. Pero la oposición ni siquiera se inmutó.
Lo que es peor, en ningún momento, lo aplaudió. Como si nada dijese el Presidente. Era obvia la mínima y poquísima disposición.
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Mientras que la Presidente del Parlamento, Luz Salgado Rubianes, miraba a las
paredes, sin expresión de ninguna clase. Parecía que no escuchaba nada. Con ella no era el problema La actitud traducía mucho de negativo, aunque no pronunciaba una palabra.
Ni tampoco lo podía hacer. Pero si lo expresaba con su desinterés de expresión
facial.
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La Salgado
es una fujimorista de larga data, cuya llegada a la Presidencia del Congreso ha
sido saludada por todos los grupos políticos. Sin embargo, su pasado la
condena. Comprometida a fondo con el delincuente Alberto Fujimori. Ella trabajó de la mano de Montesinos y de tanto otro desalmado de tomo
y lomo. Responsabilidad política la tiene y con creces. Lo peor es que no
le gusta hablar de ello. Mucho cinismo de su parte.
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Lo que no se puede negar, de
ninguna manera, es que el Congreso
manejado por Fuerza Popular es tan responsable como el Ejecutivo por el futuro
del país y que, por lo mismo, tiene la obligación de trabajar en ese sentido.
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Ambos poderes deben negociar y laborar juntos porque sino, simplemente, el
Perú deja de progresar, sin poder avanzar. Hay conciencia de ello en todos
los sectores de la ´población. Nada logramos separados.
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El gran problema a resolver es, a
todas luces, conseguir la gobernabilidad necesaria, en vista de que la oposición
cuenta con una amplia mayoría de 73 parlamentarios de Fuerza Popular. No se sabe, con precisión ni exactitud, cómo actuará este grupo durante el
desarrollo del gobierno de Peruanos por el Kambio, a cargo del Ejecutivo. Pero sí se intuye obstrucción.
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En su mensaje a la nación, PPK se
emocionó al principio, logró controlarse
y, nuevamente, volvió a sentir enternecimiento cuando recordó a su padre: Maxime Kukzyinski, un abnegado médico judío alemán de ascendencia polaca que se nacionalizó peruano y entregó su vida por curar a los pobres y los más necesitados de este territorio.
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Completamente justo y equilibrado fue cuando le rindió homenaje a uno
de los presidentes eminentemente demócratas que ha tenido el Perú, el
Arquitecto Fernando Belaunde Terry, del cual fue colaborador como alto
funcionario del Banco Central de Reserva y Ministro de Energía y Minas. A
propósito no hizo lo mismo con Toledo,
de cuyo régimen fue Premier y antes
responsable de la cartera de Economía. Seguramente, el desprestigio del ex mandatario lo desanimó
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También fue muy preciso y claro,
en su cometido, de luchar contra la corrupción. “No permitiré, especialmente a
mis funcionarios y colaboradores más cercanos, caer en la indignidad de tal
flagelo”, dijo muy seguro de sí mismo. Esta es una premisa moral y ética en
que se está de acuerdo a plenitud. Obviamente los únicos que se oponen son
los propios corruptos y los que representan a ellos. Que los hay, los hay. ¿No señora Keiko?
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Las promesas
del flamante mandatario fueron las siguientes: agua y desagüe para todos
los peruanos, un servicio de educación
pública de calidad, brindar salud que luche primordialmente por el enfermo,
formalizar al país hasta el máximo posible, reducción de un punto del Impuesto
General a las Ventas (IGV) a partir de enero
del 2017, liberar al país de la discriminación y el delito con una
efectiva política de seguridad ciudadana y aumento de los sueldos a los
efectivos de la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas. Lo del IGV podría
ser rechazado por el Congreso.
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Lo que no se dijo en el mensaje
es lo referente a la redistribución social de la protección laboral vía la
flexibilización de una legislación determinada, para extender los derechos
laborales al 60% de la población trabajadora. Urge tratar este tema como necesidad prioritaria.
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Una de las importancias del discurso de Fiestas Patrias es que el Jefe de
Estado expuso su visión para el Bicentenario de la Independencia. Mensaje
de alto contenido social, de unión alrededor de intereses comunes y por eso
remató con una frase que se recordará indefectiblemente: “Una sola república
firme y feliz por la unión”. Todo esto como sinónimo de una nación justa y solidaria. PPK está en la obligación de pasar a la historia. Entonces,
manos a la obra. (Noé)