¿Cuál es peor de las dos organizaciones: la
constructora brasilera Odebrecht, con sus pellejerías de sobornos y robo
multiplicado sin fronteras; o el gobierno de Fujimori, aliado con Montesinos
en medio de sus andanzas de
apropiarse de lo ajeno, so pretexto de que vencían al terrorismo con
efectividad y realizaban un buen desempeño, conforme pregonaban en esas conflictivas épocas y pregonan, hasta
ahora, los actuales fujimoristas agrupados en Fuerza Popular?
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Definitivamente el dúo dinámico,
enfermos de cleptomanía del chino con el
militar y de eso no hay ninguna duda, resultó peor porque aquí, entre 1990
y el 2000 durante 10 largos años, se corrompió por completó a todo un país.
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Las Fuerzas Armadas
desarmadas de moral y ética y sus principales jerarcas, hurtando a diestra y siniestra. No sólo eso. Los sectores Judicial y Electoral a la orden para todo y dependiendo, directamente, del Doc y sus caprichos.
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Este
individuo manejaba, por entero, estos
poderes del estado. Aquel que administraba justicia. Y el que servia
para darle solidez democrática de elección a la democracia peruana. El delincuente aquí sí que se sacó la suerte, con premio mayor. Una ganga de gangas..
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Había hombres claves peligrosos en
el andar hamponesco. Además de otros
galifardos de la peor especie que hacían, verdaderamente, lo que les daba la
gana y actuaban a mansalva en cualquier
arca del estado para provecho directo y
personal de la peor especie. Todo era
robo, todo era corrupción.
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Evidentemente que lo de ahora, con
Odebrecht, es monstruoso. Pero lo otro sí que era una plaga. Actualmente, la
tecnocracia, en toda su capacidad, se ha convertido en protagonista principal
de lo oscuro y del dinero mal habido. El flagelo se ha institucionalizado y se ha
globalizado. Entonces, mal estuvimos
ayer. Mal estamos hoy.
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El régimen fujimorista colapsó,
por completo, con los videos. Así, de una manera golpeante, los peruanos
pudimos saber qué cosa es lo que efectivamente pasaba al interior del poder. Todo se compraba y vendía entre políticos,
congresistas, empresarios, militares, tecnócratas, periodistas y tantos otros
sinvergüenzas.
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Cabe precisa que el esfuerzo por parar y acabar con la
corrupción sí se hizo. Por eso mismo se condenó a 25 años de prisión a un Presidente de la República, que hasta
ahora cumple su pena en la Diroes. Su
asesor de marras también está preso en la Base Naval del Callao, con
infinidad de juicios penales encima y varias condenas de por medio.
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Aquí se castigó con años de cárcel efectivos a comandantes generales del Ejército, Marina y Aviación. Ahora bien, la corrupción siempre existirá. Pero lo que se requiere a gritos, para que no avance a raudales, es
reformar las condiciones de protección para hacerla más complicada. Entonces, hay que
promover la transparencia en las decisiones del Estado, en todos sus niveles.
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Por eso estamos en la obligación de promover, a fondo,
las recomendaciones de la Comisión
Presidencial de Integridad que dirigió con, acierto y eficiencia, el ex
Defensor del Pueblo, Eduardo Vega,
que se ha convertido en un referente de eficacia en la conducción de
instituciones de este tipo.
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Toca, dentro de algunos meses si
las investigaciones se aceleran, lo principal: procesar a todos los responsables de la corrupción de Lava Jato caiga
quien caiga, sin excepción alguna. El Poder Judicial y el Ministerio
Público, con lo que se consiga, puede reivindicarse. Ya es hora.
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Conoceremos en esta etapa
muchísimos corruptos que hoy, ni siquiera, tenemos la menor idea de quienes son.
Habrá que enfrentar la lacra que nos acompaña tantos años de raíz, sin
desaprovechar ninguna oportunidad. Hay
mucho por investigar. Ojalá se haga bien. La colaboración del periodismo es
esencial, sin manchar honras por gusto.
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Las cifras de Lavajato son,
realmente impresionantes por donde se le vea, según el Departamento de Justicia
de Estados Unidos que toma en cuenta la confesión que hizo el empresario
Marcelo Obredecht.
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La compañía brasilera pagó sobornos
por 788 millones de dólares a funcionarios de al menos 12 países,
entre el 2005 y el 2014. 29 millones de
los cuales fueron a parar a los bolsillos de las autoridades peruanas.
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Entonces, y en eso no puede
registrarse equivocación, aquí están involucrados los tres últimos
gobiernos peruanos. Es decir, el de Perú
Posible de Alejandro Toledo Manrique, el aprista de Alan García
Pérez y el Nacionalista de Ollanta
Humala Tasso. Tututum, tututum, ¿Quiénes caerán dentro de poco? Muchos sinvergüenzas
,evidentemente, a quienes hay que castigar con todo el peso de la ley.
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En lo que si podemos estar de
acuerdo con los fujimoristas es en la
necesidad del retorno a la bicameralidad, en el Congreso de la República.
El Senado, como institución firme y una forma de sistematización de todo lo que
son las atribuciones que la democracia moderna requiere.
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La Presidenta del Congreso, Luz Salgado Rubianes, ha apoyado la
iniciativa de la Congresista Patricia
Donayre que plantea tal regreso, luego de presentar el proyecto de ley
correspondiente. Hay que ver lo que se define en los próximos días y las
posiciones de las diferentes bancadas.
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Como toda reforma constitucional, el retorno y vuelta del Senado requerirá una votación calificada de 87
votos. Realistamente se requiere, de todas maneras, la aceptación de Fuerza
Popular para discutir y aprobar el paso a darse
y que, muchos peruanos de
diversos sectores, lo consideran elemental y necesario.
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Evidentemente que dicho organismo contribuirá a mejorar el
contenido y la calidad de las leyes. Así se descargará el exceso de trabajo
que tiene una sola cámara y ayudará a que todos los aspectos referidos a temas
nacionales como política exterior, regionalización y defensa nacional sean
frutos de debates más largos y sustantivos. También podría verse los
nombramientos de altos cargos.
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Todo ello hace necesario recuperar esta institución que desde luego
tendría que formar parte del Estado como
distrito nacional y con una cámara más pequeña
que la actual. La misma que funciona,como única, en la Cámara de Diputados. La otra tiene su hemiciclo listo en el Congreso.
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Desde 1828, la bicameralidad del Congreso se mantuvo de manera casi
ininterrumpida, en todas las constituciones del Perú hasta 1992. La Carta Magna
de 1979 estableció un congreso bicameral en que el Senado se elegía por
distrito único y la Cámara de Diputados por distrito múltiple.
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Este tipo de Congreso rigió hasta el 5 de Abril de 1992, cuando
Fujimori lo disolvió. Luego vino la unicameralidad que rige hasta hoy.
Desde 1980 hasta 1992, la Camara de Senadores funcionó con 60 votos y la de
Diputados con 180.
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Muy orondos y casdtigadores los congresistas de
la mayoría acusaron directamente al ex
Ministro de Educación, Jaime Saavedra,
de ser el responsable político de una compra indebida de computadoras, en el
seno de ese portafolio que habría hecho millonarios a varios empleados públicos. Nunca se probó que lo sea.
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Pero resulta que ahora, en el mismísimo Congreso, tienen el mismo
problema. Malos manejos por compras indebidas de 980 computadoras. Cataplum
cayó el Director de Logística del Parlamento, Sergio Romero.
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La diferencia entre ambos casos es que el
pobre ministro ya esta en su casa censurado y desprestigiado por gusto. Mientras
que la Presidenta del Congreso, Luz
Salgado Rubianes, muy bien gracias, trabajando en su despacho.
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No le pedimos que renuncie,
como ella anunció demagógicamente. Le
solicitamos que maneje con acierto y responsabilidad a su sector: el Legislativo.
Valdrá la pena por donde se le vea y por el bien de los peruanos.
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No debe haber un doble rasero
para medir las responsabilidades propias y ajenas. En otras palabras, hay que juzgar a todos por igual. Lo más
justo. Lo más democrático. No es pedir mucho. Tan sólo proporcionalidad. (Noé)