Oquendo era de los que destacaba
la riqueza múltiple de la poesía peruana. Pero también se inclinaba a subrayar
la calidad de su narrativa, con un mundo admirable de lectores en ambos casos.
Un convencido del impulso que se le debe dar a estos aspectos tan vitales de la
sabiduría nacional, como parte efectiva de nuestro progreso permanente. A lo
largo de su vida intelectual, el periodista colaboró en los diarios “El
Comercio”, “Correo”, “La Crónica” y “La República”.
Asimismo, cofundador de la
Revista “Hueso Húmero”, conjuntamente con el poeta Mirko Lauer. Cursó estudios
avanzados en el campo de las Letras en la Universidad Católica. Mientras que en
San Marcos estudió Derecho. Incluso, posteriormente, trabajó como abogado en
bufete profesional. Fue becado a España para hacer una tesis doctoral sobre la
obra de Ricardo Palma.
Oquendo: La intelectualidad y el gran valor.
Oquendo: La intelectualidad y el gran valor.
EDITOR
También ha sido editor y animador
de diferentes publicaciones como Literatura, Amaru, Proceso y Mosca Azul. En
esta última editorial, asociado también con Lauer, se publicaron, por su
trabajo y empuje, unos 500 títulos. Convirtiéndose en una de las más
prestigiadas a nivel nacional
Justamente con su gran amigo, Luis Loayza que también acaba de morir, fundó
la revista Literatura, proyecto al que se unió Mario Vargas
Llosa. Pero solo llegarían al tercer número. Eso sí, los tres de entera
calidad. El viaje de Loayza y Vargas Llosa a Europa desuniría el “'triunvirato”, formado a fines de los años cincuenta.
La amistad con el Nobel de Literatura era grande. Por eso
mismo , el gran escritor dedicó a sus camaradas la novela “Conversación en la
Catedral” (1969) de la siguiente manera: “A Luis Loayza, el borgiano de Petit Thouars,
y a Abelardo Oquendo, el Delfín, con todo el cariño del sastrecillo valiente, su hermano de entonces y de todavía, Mario Vargas
Llosa"
Entre sus publicaciones más
destacadas están: Poesía Continuidad Maravillosa (1958), Breve Manual de
Puntuación (1969), Vuelta a otro Margen (1970) en colaboración con Mirko Lauer,
Narrativa Peruana ( 1950-1970), Surrealistas y otros Peruanos Insulares (1973), José María
Arguedas. Un mundo de demonios y de fuego (1993)
Era un conversador animoso y
excepcional, amante total de los libros y de la inteligencia de los seres
humanos. Como le gustaba hablar de estos temas. Elegante en su modo de ser y en
su vestir. Le gustaba el humor y se expresaba así continuamente.
Oquendo, Vargas Llosa, Salazar Bondi y sus respectivas esposas
Oquendo, Vargas Llosa, Salazar Bondi y sus respectivas esposas
CORAJE
Erudito con gusto y con criterio.
Sereno por naturaleza y por convicción. No le tuvo miedo a la muerte. La esperó
con gran coraje y dignidad. Incluso cuanto le atacó un cáncer. Lamentable hecho, que a
la larga, le quitó la vida.
El distinguido hombre de letras se
negó a ser operado y tratado. Le decía a sus familiares y amigos que “pronto
vendría” la parca. Y así fue: Abelardo dejó este mundo a los 88 años, el 31 de
Julio del 2018, rodeado de su esposa Pilar Heraud (Pupi) y de sus hijos:
Abelardo, Patricia y Claudia Oquendo Heraud.
Fue el gran asistente que tuvo el renombrado creador, Emilio Adolfo Westphalen, en la revista Amaru de los años 70. Colaboró
en la edición de la obra del poeta César Vallejo, con su viuda Georgette. Uno
de sus escritos más destacados fue el prólogo que hizo al libro de Luis Loayza,
“El Avaro”, publicado por el Instituto Nacional de Cultura (INC). Entre sus
escritores preferidos estaban Borges, y Robert Walnser, cuyo Jacobo von Gunten
fue tema de una reseña de su autoría.
Nació en el Callao el 16 de enero
de 1930. Como intelectual considerado por muchos entendidos como “libre,
agudo y brillante” Mantuvo, a lo largo de los años, un perfil y una identidad
de cultura total. Jefe del departamento de Humanidades de
la Universidad Nacional de
Ingeniería, donde también fue Director de Proyección Social.
Aunque en sus años universitarios tuvo algunos escarceos
narrativos y poéticos, optó por dedicarse casi plenamente a la crítica
literaria, bien sea a través del artículo periodístico, el ensayo literario, o
el prólogo de obras de creación.
Loayza, Francisco Bendezú y Oquendo: hombres de letras
Loayza, Francisco Bendezú y Oquendo: hombres de letras
RECUERDOS DEL
NOBEL
Fue jurado en diversos
concursos literarios tanto en su país como en el exterior. Entre ellos: el Premio Casa de las
Américas en Cuba y el de
Literatura Latinoamericana y del Caribe “Juan Rulfo” en
México.
También Subdirector de la Casa
de la Cultura del Perú —antecedente del INC y
del Ministerio de este sector en el Perú. Por su parte, la Casa de la Literatura
reconoció su aporte intelectual, durante el segundo Encuentro Nacional de
Revistas Literarias.
Vargas Llosa, en su libro de
memorias “El Pez en el Agua”, lo describe de la siguiente
manera: Su
suavidad y repugnancia a toda clase de figuración, su maniático cuidado de las
formas — en su manera de vestir, de hablar, de conducirse con sus amigos—
hacían pensar en un aristócrata del espíritu que, por equivocación de los
hados, se encontraba extraviado en el cuerpo de un muchacho de clase
media, en un mundo práctico y duro
en el que sobreviviría a duras penas. Cuando hablábamos de
él, a solas, con Loayza, lo llamábamos el Delfín”.
Por su parte, en un artículo
de homenaje que el Premio Nobel escribió, hace poco, en el diario El País de
España sostuvo una apreciación muy personal y singular. En ese sentido dijo que
Oquendo “no llegó a escribir esos ensayos brillantes que íbamos a leer con
pasión. Pero sus reseñas y cartas nos revelan el maestro secreto que fue”.
Caricatura precisa.
Caricatura precisa.
AMIGOS DESDE 1956
Revela que conoció a Abelardo en 1956. “Acababa de casarme
por primera vez (con la tía Julia Urquidi) y andaba buscando trabajitos que me
permitieran sobrevivir, sin renunciar a la Universidad. Corrían los años 50
Consiguió siete y el
séptimo gracias a Oquendo que trabajaba, entonces, en el Suplemento Cultural
del diario “El Comercio”. Le encargo una entrevista semanal a todos los
escritores peruanos sobre sus métodos de trabajo, sus ideas literarias y sus
proyectos.
Vargas Llosa relata que todos pasaron por ese tamiz, desde el
venerable representante del indigenismo Enrique López Albújar hasta el célebre
José María Arguedas. El Nobel no recuerda porque le pusieron el sobrenombre de
“El Delfín”.
“Tal
vez porque nos deslumbraba cuando explicaba la poesía de los clásicos, por ejemplo,
los más intrincados poemas de Góngora y sabia distinguir con gusto infalible la
originalidad de la impostura, detectar el talento genuino entre los mares de
textos que ya entonces le llevaban los poetas jóvenes en busca de orientación”.
Oquendo
le dio lo mejor que tenía a su país. Una inteligencia profunda, analítica y
critica. Con ello impulsaba las artes, las letras, la expresión del saber a
plenitud. Vale la pena recordarlo, vale
la pena aplaudir la valiosa obra que ha dejado tan insigne personaje de repercusión
inigualable. Este es el homenaje al
dilecto amigo dueño de una decencia impecable. Abelardo Oquendo, con quien
trabajé en el diario “Correo” de Lima hace ya una punta de años. (Edgardo de Noriega)
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