El más destacado exponente del romanticismo en el Perú durante todo lo que va del siglo XIX. Poeta y dramaturgo de los que destacan a plenitud, con sus composiciones de carácter íntimo y amatorio que han sobrevivido a lo largo del tiempo. En buena cuenta, el creativo se convirtió en el mejor autor de la lírica peruana. Paralelamente a su desarrollo intelectual, este hombre de talento admirable se desempeñó como militar y político al igual que su padre, el ex presidente del país, Felipe Santiago Salaverry del Solar. De hecho, el literato participó, como exponente principal de una existencia agitada y protagonista principal de varios conflictos y decisiones relevantes de la historia nacional.
Nos estamos refiriendo a Carlos
Augusto Salaverry, cuya obra literaria es efectivamente importante, de acuerdo
a la opinión de los críticos que han estudiado a profundidad sus piezas
literarias. Entre sus creaciones más importantes y recordadas está el poema
“Acuérdate de Mi”, como reflejo de intimidad y cariño efectivo al estilo
profundo donde los sentimientos fluyen como necesidad perentoria de vida. …Pues mi recuerdo tu memoria asalta, /Y a pesar
tuyo por mi amor suspiras, /Y hasta el ambiente mismo que respiras/Te repite mi
amor/ ¡Oh! Cuando veas en la desierta playa/Con mi tristeza y mi dolor a solas,
/ El vaivén incesante de las olas, /Me acordaré de ti/Cuando veas que un ave
solitaria/Cruza el espacio en moribundo vuelo, /Buscando un mido entre el mar y
el cielo, / acuérdate de mí. (Parte de Acuérdate de Mi)
Salaverry: romanticismo y amor
NACIMIENTO
Además, escribió y reprodujo una gran cantidad
de piezas teatrales, Así logró alcanzar, en algunas de ellas, un éxito rotundo.
Como las piezas tituladas “El Bello Ideal”, “Abel” o “El Pescador Americano”, “El
Amor y el Oro” y “La Estrella del Perú”.
El poeta nació el 4 de diciembre
de 1830 en el distrito de Lancones, Sullana Piura, Su padre llegó a ser primer
mandatario del país entre los años de 1835 y 1836, muriendo muy joven fusilado
en Arequipa. Su madre, Vicenta Ramírez Duarte, hija de Francisco Ramírez y
Baldes, dueño de la hacienda La Solana ubicada en la referida provincia norteña
Felipe Santiago Salaverry conoció
a Vicenta cuando actuaba como militar en la guerra contra la gran Colombia.
Ellos se separaron en momentos que su hijo tenía pocos años de vida. Según
algunos historiadores, el ex presidente separó a su vástago y lo hizo vivir con
su madrastra, Juana Pérez Infanta. Al mismo tiempo que con su medio hermano del
mismo nombre que su progenitor.
Con tan solo 6 años de edad, se quedó huérfano. Su padre fue fusilado en la ciudad de Arequipa en tiempos de Andrés de Santa Cruz, tras una sangrienta guerra. Su padre, estando en el postrero trance de su existencia, no se olvidó de él. Lo confió al amparo de su esposa doña Juana, tal como consta en el conmovedor testamento que escribió el 18 de febrero de 1835, horas antes de morir.
Una de sus obras de gran valor literario.
CADETE
El pequeño Carlos Augusto viajó
con sus familiares a Chile. Fue así como su personalidad empezó a formarse en
la soledad de la tristeza y las penurias económicas. Apenas pudo cursar
estudios elementales. Tras la caída de Santa Cruz, pudo retornar al Perú. A los
15 años ingresó como cadete en el batallón Yungay (1845) He aquí lector, la diminuta llave/Que guarda de mis joyas el
tesoro/Privanme la molestia y el decoro/ De que yo te las muestre y las alabe/
Quizás tu lente escrutador, acabe/Por no hallar en mi cofre perlas ni oro/ Si
tal descubres, por tu honor imploro/Que no lo digas a quien no lo sabe/ Si no
hallas en mis versos poesía,/Ni estilo, ni metáforas brillantes,/Mis páginas
arroja sin leerlas/ Que otro lector, acaso, encontraría/En los tiempos de
imprenta-los diamantes,/Y en mis vacías páginas. Las perlas (Diamantes y
Perlas)
Sus superiores lo trasladaron de
guarnición en guarnición acaso por temer que destacara y siguiera los pasos de
su célebre padre, convertido ya en una leyenda. Así fueron pasando los primeros
años de su juventud, entre las alternativas de servicio y los pronunciamientos
militares. Pero la rigurosa disciplina castrense no calzaba con su temperamento
liberal. Le gustaba más la soledad y el estudio
Parece que, en aquellos años, se entregó a la lectura furtiva de Víctor Hugo y Heinrich Heine, naciendo así su decidida vocación por las letras. A los 20 años de edad, se casó con Mercedes Felices. Unión apresurada y como era de esperarse, resulto efímera y desdichada. Luego se dejó arrastrar por otra pasión amorosa. Esta vez por Ismena Torres, cuya familia se trasladó a Europa para alejarla de él y donde aquella se casó con quien le impusieron. El diario en prosa escrito por Salaverry para registrar las incidencias de su idilio con Ismena se convirtió después, transpuesto al verso, en su mejor obra: “Cartas a un Angel”
Su padre: Felipe Santiago Salaverry
SECRETARIO
Ascendió a Teniente en 1853 y a
Capitán dos años después. Su vocación poética se hizo pública de casualidad.
Tenía un amigo poeta y militar como él, Trinidad Fernández, quien, al enterarse
de la afición de Salaverry, intercedió para que sus versos aparecieron
publicados en El Heraldo de Lima, en 1855. Salaverry los firmo con las
iniciales de su nombre. Tenía entonces 25 años
Por esos tiempos, también estrenó
sus primeros dramas que obtuvieron resonantes éxitos: “Arturo”, Atahualpa o la
conquista del Perú, Abel o el Pescador Americano y El Bello Ideal, cada uno de
ellos en cuatro actos y en verso. Yo sé
que eres un ave fugitiva, /UN pez dorado que en las ondas juega, /Una nube del
alva que desplega/Su miraje de rosa y me cautiva. /Sé que eres flor que la
niñez cultiva/Y el hombre con sus lágrimas las riega/Sombre del porvenir que
nunca llega, /Bella a los ojos y a la mano esquiva/Yo sé que eres la estrella
de la tarde/Que ve el anciano entre celajes de oro, / Cual postrera ilusión de
su alma, bella/ Y aunque tu luz para mis ojos no arde, /Engáñame ¡oh mentira!
Yo te adoro/ Ave o pez, sombra o flor, nube o estrella (Poema a la
Esperanza)
Tenía ya el grado de Sargento Mayor cuando inició su participación en la política peruana como Secretario del entonces Coronel Mariano Ignacio Prado, durante la revolución que éste inicio en Arequipa contra el gobierno de Juan Antonio Pezet a propósito del incidente con España (1865). Poco después luchó en el Combate del Callao contra la flota española. Luego secundó la resolución encabezada por el Coronel José Balta contra la dictadura en 1867.
Un verso incomparable.
VIAJES
Con la ascensión al poder de
Balta fue incorporado al Servicio Diplomático como secretario de legación y, de
esa forma, recorrió Estados Unidos, Inglaterra, Francia e Italia. Antes ya
había publicado la primera edición de su poemario “Diamantes y Perlas. En
Europa editó la colección de poemas titulada Albores y Destellos, obra que
incluye tres libros: el del título propiamente dicho, Diamantes y Perlas y
Cartas a un Angel.
Su cargo diplomático en Paris fue
suprimido cuando ascendió al poder el primer gobierno civil de Manuel Pardo. No
le dieron oportunidad ni derecho al pasaje de retorno ni indemnización alguna.
Durante seis años, sobrellevó una vida angustiosa en la capital de Francia.
Llegó al extremo de pensar en el suicidio
Regresó al Perú, en 1878
envejecido y amargado, Entonces gobernaba, por segunda vez, Mariano Ignacio
Prado. Pero al año siguiente estalló la Guerra con Chile y el poeta tuvo que
luchar por la Patria. Producida la ocupación de Lima, se unió al gobierno de
Francisco García Calderón, acompañándolo en sus gestiones pacifistas. Su
carrera política acabó cuando García Calderón fue apresado por los invasores y
deportado a Chile.
Salaverry, después de publicar el
poema filosófico “Misterios de la Tumba” (1883) emprendió nuevamente viaje a
Europa. Luego viajo intensamente por varias ciudades de Italia, Suiza y Alemania.
Un colegio que lleva su nombre como homenaje eminente.
CONSENSO
Culminada esta gira sintió los
primeros síntomas de la parálisis que lo aquejó el resto de su vida que se fue
apagando debido a la enfermedad. Finalmente, falleció el 9 de abril de 1891 en
Paris, a los 60 años. Sus restos fueron repatriados en 1964. Ahora reposan en
su tierra natal en el Cementerio San José de Sullana. Dios dijo al ave de los bosques canta, / el tierno cáliz de la flor,
perfuma/ a la estrella, los mares abrillantan, /al sol invade en la azulada
bruma/al ambiente suspira, al mar encanta/ con tus bellezas de argentada espuma
/y a ti mujer para el odio nacida, / te ha dicho acaso Dios/ ¿ama y olvida
(Poema Responde
Ciertamente existe un consenso
entre los críticos peruanos para considerar a Salaverry como el mayor exponente
lírico de la generación romántica. Su poesía ha sido estudiada por entendidos
como Alberto Ureta que es, dicho sea de paso, uno de sus principales ensalzadores.
También han hecho lo mismo José de la Riva Agüero y Osma, Ventura García
Calderón, Luis Alberto Sánchez y Augusto Tamayo Vargas. Ellos coincidentemente
distinguen la dulzura melancólica de su alma apasionada, el elegante pesimismo
de su actitud ante la vida y la emoción colorista que anima su intimidad
desgarrada.
Salaverry destacó géneros
diversos. Pero lo más valioso de su producción es su obra lírica. La misma que
destaca por su musicalidad, su sensibilidad y fuerza sentimental. Especialmente,
cuando expresa emociones sinceras que nacen de su espíritu interior. En su obra
se nota la influencia de Gustavo Adolfo Becquer.
Escobar: conocedor de su obra.
ESCOBAR
Su poesía se reúne en cuatro
libros: “Diamantes y Perlas”, de
1899, que se compone de sonetos diversos entre circunstanciales, amorosos y
festivos. “Albores y Destellos”
(1871), reúne la mayor parte de sus creaciones sobre temas políticos-sociales y
los que tratan asuntos metafísicos como el de la muerte. Y “Cartas a un Angel” (1890) poemario con predominio del amor y el
erotismo inspirados en Ismena Torres. “Misterios de la Tumba” (1883), poesías
de reflexión filosófica.
Sobre “Cartas a un Angel”, el
crítico Alberto Escobar, que fue Profesor de la Universidad Nacional Mayor de
San Marcos, dice los siguiente: “También debemos de tomarlo como un canto de
dolor, a la ausencia, al pasado feliz, al sentido del tiempo. Perspectiva
amatoria que Salaverry poseyó como pocos poetas peruanos. Ha sido en esos
versos en los que su talento dio el futo menor.
De la anécdota personal asciende Salaverry al tema permanente del amor e
incide así en un rasgo esencial del carácter humano
Salaverry, según afirman los
tratadistas, escribió aproximadamente una veintena de piezas teatrales que
fueron estrenadas en Lima y una en el Callao. De entre las que fueron impresas
destacan: Atahualpa o la Conquista del Perú (1854), “Abel o el Pecador
Americano” (1857), 2El Bello Ideal (1857), “El Amor y el Oro” (1861), “La
Estrella del Perú (1862) y “El Pueblo y el Tirano” (1862). Venid a mi sonriendo y placenteras/visiones que en la infancia he
idolatrado/¡oh recuerdo, mentiras del pasado/Oh esperanza, mentiras venideras/
Ya que huyen mis lozanas primaveras,/quiero ser por vosotras consolado,/en un
mundo fantástico y poblado/de delirios, de sombras y quimeras./Mostradle
horrible la verdad desnuda/a los que roben, de su ciencia ufanos,/a todo lo
ideal su hermoso aliño;/pero apartadme de su estéril duda; /y aunque me cubra
de cabellos canos/dejadme siempre el corazón de un niño. (Ilusiones).
Slaverry en un grabado de Evaristo San Cristobal
Muchas de estas obras teatrales
alcanzaron rotundo éxito. Salaverry, después de Manuel Ascenso Segura, fue en
su momento el más aplaudido autor teatral del Perú. Sin embargo, al pasar el
tiempo, sus obras se han ido desvalorizando y hoy día, prácticamente todas, se
hallan sumadas en el olvido.
Desde el punto de vista formal,
el vate fue respetuoso de las normas clásicas. Sus sonetos son impecables en su
estructura y nada tienen que envidiar a los de Luis de Góngora y Argote o los
de Francisco de Quevedo. Sus odas mismas nos recuerdan una gallarda y bella
inspiración. Poeta de los buenos, poeta para recordar siempre. (Edgardo de Noriega)
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