martes, 30 de junio de 2015

IGLESIAS Y LA PERDIDA DEL TERRITORIO

Una figura controvertida de la Historia del Perú. Militar y político que ocupó la Presidencia de la República y fue el que, precisamente, abrió paso a las negociaciones de paz, durante la Guerra del Pacífico, con la tremenda equivocación de otorgar cesiones territoriales que resultaron implacablemente criticadas unánimemente por la ciudadanía de este país y cuyos efectos significaron,  a la larga  y definitivamente de la manera más injusta, el pase  de las ciudades enteramente peruanas, Arica y Tarapacá, al dominio total e implacable de Chile.
Miguel Iglesias Pino de Arce, nacido en Celendín (Cajamarca) el 11 de Junio de 1830, es conocido, sobre todo, por ser el ser autor del Grito de Montán que implicó evidentemente tantos daños en contra de la patria, so pretexto de arreglar con el enemigo los asuntos derivados de la conflagración en que el abuso, la desidia y la ambición chilena se impusieron por completo.
Fue hijo del noble español Lorenzo Iglesias Espinach y de Rosa Pino de Arce. Desde joven, el personaje se dedicó a la administración de las propiedades de su familia ubicadas en el departamento de Cajamarca.
Allá por 1865, lo designaron Prefecto de esa jurisdicción geográfica ubicada al norte del país. Durante el conflicto con España al año siguiente, Iglesias encabezó un batallón que marchó hacia Lima y luchó valientemente  contra el yugo colonial. Por sus acciones militares,  se le concedió el grado de Coronel. En 1872, fue nuevamente Prefecto de Cajamarca.


Miguel Iglesis uniformado y con la banda presidencial.

LUCHADOR
Tras la declaratoria de guerra en 1879, Iglesias organizó un grupo de 3 mil hombres luchadores y luego se trasladaron a Lima. En la madrugada del 22 de Diciembre de dicho año, este puñado de valientes se unió a los batallones que secundaron a Nicolás de Piérola tras deponer al Vicepresidente La Puerta y juntos tomaron el puerto del Callao. Inmediatamente después, el militar cajamarquino fue designado Ministro de Guerra por el Califa.
Participó, posteriormente, en la  Batalla de San Juan. En la noche del 12 de Enero de 1881, el primero de los cuerpos del ejército, bajo su jefatura, cubrió  las calles de Lurín, proyectándose sobre Chorrillos, Villa y Santa Teresa.
Recuperó las posiciones del cerro que había en este último lugar. Pero se dio cuenta que estaba rodeado por la retaguardia. Por lo que tuvo que retroceder para abrirse hacia el malecón. Allí fue tomado prisionero.
Luego de desatarse una tremenda y desesperada resistencia cumplida en el balneario de Chorrillos, en la que lucharon indesmayablemente Guillermo Bhillinghurst, después Presidente del Perú, Carlos de Piérola y Miguel Valle Riestra. Entre los muertos por el  enfrentamiento, desafortunadamente, estuvo su hijo: Alejandro Iglesias. 
BATALLA
Tras la ocupación de Lima, el Coronel Iglesias fue puesto en libertad y regresó a Cajamarca. Autorizado a retirarse a su hacienda Montán, lo hizo bajo el compromiso de apartarse de la actividad política. La promesa la cumplió todo el año 1881.
Al año siguiente, el militar se enfrentó a las tropas chilenas en las cercanías de su hacienda y allí se desarrolló la Batalla de San Pablo, donde resultó triunfador con las tropas peruanas envalentonadas por completo.
Más adelante, asumió el mando de los departamentos del norte y estableció un gobierno en Trujillo en Julio de 1882. Al mes siguiente, el 31 de Agosto del mismo año, emitió el célebre Manifiesto de  Montan, exigiendo la paz.
Autorizo el inicio de las conversaciones con el enemigo y convocó a una asamblea en el norte para obtener su respaldo. Por ley del 30 de Diciembre de 1882, la Asamblea estableció el Poder Ejecutivo bajo la dirección de un jefe al que se denominó Presidente Regenerador de la República.  El cargo fue ocupado por Iglesias.
El 5 de de Enero de 1883, la Asamblea le dio plenos poderes para tratar la paz con el enemigo. El hecho en sí, de ninguna manera, fue reconocido ´por Nicolás de Piérola que  llegó al país, procedente de Europa. Lo mismo, indignado y firme, hizo Andres Avelino Cáceres, el luchador infatigable que nunca se rindió a los chilenos. También discrepó Lizardo Montero, uno de los 4 ases de la Marina de Guerra del Perú, conjuntamente con Grau y otros más.


Al mando de sus tropas en plena guerra.

TRATADO
La base del Tratado de Ancón estuvo listo y acordado por Iglesias, representando al Perú y por Patricio Lynch, el jefe de los invasores. El primero firmó el convenio inicial, desde la ciudad de Cajamarca.
La discusión terminó en la reunión, realizada en el balneario de Ancón, el 20 de Octubre de 1883. El tratado correspondiente lo firmaron recién el 11 de Marzo de 1884. Luego Iglesias marchó hacia Lima y asumió el gobierno del país. La Asamblea Constituyente aprobó el documento de paz.
Iglesias enarboló el bicolor nacional e ingresó  a Palacio de Gobierno, donde pronunció las siguientes palabras:” Los peruanos necesitamos los valores necesarios para sostener dignamente la desgracia, evitando, a como de lugar, rendir la vida en un acto de desesperación”.
Aún cuando el Presidente Iglesias ostentaba el cargo de manera constitucional, el mandatario, en ningún momento, consiguió el apoyo de lo que quedó de la elite peruana, quienes trataban de acercase, a como de lugar, a Cáceres.
De acuerdo a la Asamblea Constituyente de  1884, Iglesias  debió retirarse del Gobierno y llamar a elecciones. Sin embargo, el militar prefirió proseguir en el poder y exigir el sometimiento total de Cáceres. Craso error
GUERRA CIVIL
El Brujo de los Andes, fiel a sus principios y su causa beligerante, procedió a proclamarse Presidente del Perú, el 16 de Julio de 1884, argumentando lo que él llamó el quiebre del orden constitucional.
Las fuerzas de Iglesias y Cáceres en un primer momento se enfrentaron en Lima y después en Trujillo, durante una sangrienta guerra civil indesmayable. Ante las derrotas en la costa norte, el militar ayacuchano se retiró al sur. Estuvo entre Cusco, Arequipa, Apurímac y Ayacucho hasta que reorganizo su ejército y volvió a atacar.
Para 1885, después de un enfrentamiento en la sierra central y otra derrota en Lima, Iglesias renunció a la Presidencia de la República. Antonio Arenas, Presidente del Consejo de Ministros, asumió el poder. Así se dio paso a una transición constitucional.
Luego convocó a las elecciones y salió electo Presidente de la República, Andrés Avelino Cáceres, líder del Partido Constitucional, con el apoyo unánime de los civilistas. Mientras tanto, Iglesias partió al exilio en España, retornando al Perú cuando fue elegido Senador por Cajamarca, cargo que no pudo ejercer porque la muerte lo sorprendió en Lima, el 7 de Julio de 1909.


En digno porte militar.

CRITICAS INDEBIDAS
 Sus restos reposan en la Cripta de los Héroes del Cementerio Presbitero Maestro por decisión del gobierno aprista  de Alan Garcia en su segundo periodo, siendo Ministro de Defensa, Jaime Thorne León.
Tal decisión fue criticada en los círculos políticos e intelectuales, quienes discutieron, a fondo, sobre las acciones de este personaje de la Historia del Perú. Incluso se escucharon indebidamente calificativos de traidor.
Ello sin fundamento histórico. Ni prueba alguna de por medio. Una cosa es equivocarse y ser responsable de determinados actos y otra, muy distinta, es dejar de reconocer la condición luchadora de un héroe que si arriesgó  su pellejo valientamente por la patria.
 El accionar guerrero de Iglesias está comprobado con pruebas determinantes. Controvertido si,  héroe de todas maneras. No hay razón para echarlo a la hoguera del olvido. Si hay motivos suficientes para admirarlo y ponerlo en su exacta dimensión. (EdeN)

1 comentario:

  1. Fue un hombre que dio todo por su patria, su integridad humana y su fortuna, a parte que esa cruenta guerra le quitó a su hijo y a su hermano. No saco provecho personal del país. Puso el pecho por su patria y hoy unos advenedizos critican lo que no vivieron. Las mujeres de nuestro país eran violadas y sus riquezas saqueadas. Querían que eso continuara? Hasta cuando ?

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