La primera necrología que publicó
“El Comercio” está en el número 75, del 5 de Agosto de 1839, anunciando el
fallecimiento en Ica, el 28 de Julio de Fray Ramón Rojas, de la orden de San
Francisco, “conocido generalmente por el padre de Guatemala. Dice el diario que
con la noticia de la muerte del ejemplar religioso se reunieron como cuatro mil
personas en Ica, las que asistieron a los funerales “con toda la expresión de un pueblo
reconocido a un bienhechor desinteresado”.
El primer matrimonio de gente
principal de Lima de que da cuenta “El Comercio” en sección propia del
periódico, es del señor don José Manuel Palacios con la señorita doña María
Mendiburu y Haro, en la sección titulada “Interior” del 9 de Mayo de 1840 (N°
297). El segundo de que da cuenta es el del General don Juan. C. Torrico con la
señorita doña Rosa Salazar y Quintanilla (N°354).
Los bailes en moda en 1840 eran
la Gavota con minuet y vals, la Plaza Inglesa, las Cuadrillas, el Rigodón con
galopa, la Contradanza, las Boleras de toda clase, la Cachucha. Así se ve en el
aviso que publicó el profesor de baile don Francisco Coyar (N° 210 del 21 de
Enero de 1840).
En el N° 207 del 16 de Enero de 1840 hay una larga e interesante
nota necrológica sobre el célebre cosmógrafo doctor don José Gregorio Paredes
que falleció en Lima el 16 de Diciembre de 1839, como aparece en el número 185.
La Lima antigua.
La Lima antigua.
FALLECIMIENTO
En el número 537-el mismo que se
refiere a Alcedo- hay una nota anunciando el fallecimiento de don Manuel
Lorenzo Vidaurre, que tan alta figuración tuvo en el país, y el N° 538 un
artículo necrológico y un soneto firmado con las iníciales M.D., que tal vez
corresponden a don Manuel Devotti.
En la sección Lima del 17 de
Octubre de 1842 (N° 1005) se da cuenta en frases muy sentidas del fallecimiento
de la señora doña Manuela Rávago viuda de Riglos, la que como se sabe, tuvo una
de las más famosas e interesantes tertulias literarias de la época. En números
posteriores (1006) se publican varias necrologías en memoria de tan ilustre
dama.
En el N° 1013 hay una necrología
del Capitán General don Bernardo
O’HIggins, que falleció en Lima, el 24 de Octubre de 1842. Se le enterró
con gran pompa el 26. El famoso padre Urías, el de la Historia del Perú” que
resaltó “El Comercio”, pronunció en el panteón un breve discurso, que registra
el N° 1014.
El Comercio del 4 de Mayo de 1843
(N° 1167) publica una nutrida nota necrológica sobre el ilustrísimo Arzobispo
Fray Francisco de Sales Arrieta que falleció el día 3. Los funerales se realizaron
el 5 con asistencia del Supremo Director Vivanco. Poco después falleció el
vicario Erazo y fue nombrado como tal Luna Pizarro (N° 1177). En esa época
reinaba gran alarma en Lima por haber
aparecido la fiebre amarilla en Tumbes de lo que se ocupa “El Comercio”
en el número 1170.
NIETO
En el número 1707, del 17 de
Febrero de 1845, hay una nota necrológica, con noticias biográficas del gran
mariscal don Domingo Nieto, que había fallecido en el Cusco el 17 de Febrero
del año anterior.
En el N° 2301 del 22 de Febrero de
1847 se inserta un artículo sobre el General Orbegoso, que había fallecido el 5
en la ciudad de Trujillo y en el N° 2302 hay una elegía en su memoria.
En el N° 2307 del 1° de Mayo de
1847 están los detalles de la traslación de los restos del Gran Mariscal La
Mar, que trajo el bergantín “General Guisse. En el número 2308 está la
información minuciosa de la solemne función fúnebre realizada con asistencia
del ejército, comunidades religiosas, colegios, instituciones de carácter
oficial. La información continúa en los
Nos 2309 y 2310 en el que hay un fino litograbado del mariscal y la oración
fúnebre del doctor don Pedro José Tordoya.
En el mismo número 2308 del 2 de
mayo de 1847 se da cuenta del fallecimiento de don Manuel Menéndez, hombre de
gran figuración en nuestra historia, y que llegó a dirigir los destinos de la
república en su calidad de presidente del extinguido Consejo del Estado, a raíz
de la jornada de Ingavi. Don Manuel Menéndez tuvo fama de hombre ingenioso y
salado en su charla.
En el número 2368 del 18 de Mayo
de 1847 se reseñan los solemnes funerales de los restos del notable hombre
público ecuatoriano Vicente Rocafuerte, ministro plenipotenciario de su país en
Lima y miembro del Congreso Americano.
La Plaza 2 de Mayo imponente.
La Plaza 2 de Mayo imponente.
BAILE
Hablaron en el cementerio don José
Gregorio Paz Soldán, el Ministro de Nueva Granada, don Carmen Triunfo y en la
casa del difunto, al despedirse el duelo, el Decano del Cuerpo Diplomático que
lo era entonces don Diego J. Benavente.
La necrología de Rocafuerte se publicó en el número anterior correspondiente al
17 de mayo (2367)
Para el gran baile que se dio
en Palacio el 31 de Julio de 1847, se prohibió
que fueran “tapadas”. Así lo advierte “El Comercio” en su edici´pon del 26 (N°
2424). El 29 se publicó la lista de las señoras y caballeros convidados al
sarao (N° 2427 y 2428).
Que las cosas e hicieron aquí
siempre a lo grande, lo revela el número de invitados, enorme en relación con
la población de la época: 847. Sin duda por eso en un comunicado del N° 2428 se
dice que la función debía ser en la
plaza mayor o en Amancaes porque no hay como “embutir” en el salón de palacio
tanto número de personas, porque aumentó en 28 nombres mas la lista según
aparece en el N° 2429.
Aunque no se estilaban las notas
sociales propiamente dichas, el hecho es que podemos saber detalladamente por
las crónicas, avisos y remitidos de “El Comercio” cuanto se refiere a aquel
famosísimo sarao.
CHISMOGRAFIA
Hasta la chismografía de los
quejumbrosos que no fueron invitados se deja advertir (N° 2430). En la sección
“Lima” dice “El Comercio” “que el baile fue uno de los más lúcidos que se han
visto en la ciudad y una buena muestra del adelanto que hacen en nuestro país
los buenos modales y costumbres (° 2430)
Con motivo del baile y la
publicación de la lista de invitados resultaron “quisquillas” y resentimientos
y señorona empingorotada hubo, que dejó de asistir sólo porque en el
empadronamiento de nuestras señoritas limeñas no hubo cuidado en el orden”
Entre las que faltaron por eso
estuvo la señora doña Mercedes Subirat de la Fuente, según se ve en un
comunicado del 3 de Agosto (2431).
Parece que algunas otras damas se abstuvieron también de concurrir
porque, como dice el comunicado, estiban “encimadas” en la lista por personas
que no eran de sus rangos y copetes.
Para que se juzgue de la afición
al baile que siempre hubo en Lima, basta saber que en ese año de 1847 había una
serie de maestros del arte corográfico que anunciaban y discutían entre ellos.
El maestro Isidoro Navarro, por ejemplo, tenía en su repertorio de “bailes
srios de sala”: l galopa rusa, el nuevo gabutón, la mazurca, l polka doble y
encilla, las cuadrillas a la polka, a la krakoviana, a la talismán, a la
segunda tanda, el rigodón peruano compuesto por el propio Navarro con el
´pintoresco título de “Alemanas de las ninfas del Rímac, los valses de moda de
a cuatro y más clases, las contradanzas sencillas y dobles.
Los balcones siempre destacaron por su belleza.
Los balcones siempre destacaron por su belleza.
DIVERSION
Y en materia de bailes sueltos
enseñaba el ondú de la marrúa, el pas de Jerez, la cacucha nueva de tripilí, la
jota aragonesa, el cosaco, las boleras de la jota, del Clito, del chocolate, de
la cachucha, de la condición de las sevillanas, las boleras afandagadas y hasta
el quema monte. ¡Vaya con el repertorio del maestro! (N° 269)
En el N° 3166, correspondiente al
23 de Enero de 1850, hay una interesante
nota necrológica sobre la muerte y los funerales de don Pedro José Zavala,
marqués de Valle Umbroso y mariscal de campo de los ejércitos de España.
Los homenajes tributados al marqués fueron
suntuosos y en la nota se llama la atención hacia el hecho de que el gobierno
del General Castilla tuviera la hidalga
cortesía de honrar los restos de “un general de la nación española”.
El batallón Yungay, un escuadrón del
regimiento “Lanceros de Torata, una mitad del de la Escolta y cuatro piezas de
artillería sirvieron para los honores militares. Don Pedro José Zavala había
nacido en Lima a la que había regresado, después de algunos años, con el objeto
de reunirse su familia. Dos de sus hijos servían entonces en el ejército
peruano.
FUNERALES
El 6 de Febrero de 1850 se
celebraron en Lima, según cuenta “El
Comercio” en su número 3177 solemnes funerales en honor del Príncipe Carlos
Alberto. Las ceremonias pasaron en la Iglesia de San Pedro que presentaba “el
aspecto de un vasto y suntuoso mausoleo.
Como en los antiguos funerales de
la época colonial, había en las columnas y los cortinajes inscripciones latinas
e italianas. El elogio funerario lo hizo el doctor don Pedro José Tordoya.
Asistieron a los funerales el ministro de relaciones exteriores, los miembros
del cuerpo diplomático, senadores, diputados, y “otros alto funcionarios”, todos de luto y algunos
con listones negros en el brazo derecho.
“Era entonces Cónsul General de
Cerdeña don José Canevaro, quien en su
calidad de tal, arrastró el duelo con el Ministro de Relaciones Exteriores y el
cuerpo diplomático, según se lee en un artículo que se publicó en el N° 3178.
La belleza impresionante de la Lima del ayer.
La belleza impresionante de la Lima del ayer.
En el N° 4266 correspondiente al
17 de Octubre de 1853, hay una relación del famoso sarao en la quinta “La
Victoria”. Se afirma que hubo dos mil concurrentes. Se habla de los grandes
salones lujosamente amueblados e iluminados con esmero, del salón de pinturas,
donde se había colocado un mesa firme, cubierta de dulces, helados, gelatinas y
toda clase de confituras”- se dice que se necesitaría una disertación artística para hacer mención del
merito y numero de los cuadros que allí había de Murillo, Españoleto,
Velásquez, Laso, Montero Merino y otros artistas de quienes Lima ha tenido
abundantes obras.
La orquesta fue dirigida por el
maestro Lietti y cantaron la Biscancianti, la Barilli y la Lorini. El articulo
termina diciendo que “ocho días no se hablaba otra cosa y que”ocho días antes
no se hablaba otra cosa y que en lo sucesivo” se recordará el baile de la
Victoria como el primero que en su clase
se ha ejecutado (sic) en el Perú”. (Páginas
seleccionadas de las "Obras Completas" que pertenecen como autor al
consagrado escritor y político, José Gálvez Barrenechea.)
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