Mucho se ha hablado y escrito
sobre México en los últimos años con motivo de la celebración del centenario de
aquel país hermano, tan semejante al nuestro, hasta en sus imperiales
características, originarias y autóctonas, pero-felizmente tal vez para el evocador-
nada o casi nada se ha dicho sobre las estrechísimas relaciones que ha habido
entre el Perú y México, cuando este país luchaba heroica, fieramente por su
independencia de aquellas épicas jornadas contra los ejércitos franceses que
impusieron en el suelo de América un imperio exótico que terminó trágicamente
con el fusilamiento de Maximiliano.
El Perú fue-hasta hace poco antes
de la Guerra con Chile- el país en que el ideal americanista tuvo más arraigo y
mayor vuelo. No hubo acontecimiento de importancia en el continente que no
encontrara en nuestros hombres representativos, en nuestro gobierno, en nuestro
pueblo, un eco comprensivo.
No hubo atentado, amenaza contra
la libertad de los pueblos, acto peligroso para la integridad de la
independencia hispanoamericana que no nos hallara dispuestos a la protesta, al
socorro inmediato y nuestra voz de aliento, no sólo fuer el dejo romántico de
una aspiración declamatoria, sino que se tradujo en actos de cancillería, en
iniciativas de solidaridad, en empréstitos y en convocaciones para rechazar
toda posibilidad de intromisión extraña en los asuntos propios de la vida de
América.
AMENAZAS
Fue Centro América amenazada por
un filibustero audaz, fue Santo Domingo
sobre el que España tendió recia zarpa de león, fue México que vió amenazado su
territorio por la intervención de las grandes potencias primero y por la acción
de los ejércitos del tercero de los
napoleones, inmediatamente después fue el Paraguay atacado por tres países
hermanos que hoy se duelen de la obra realizada y noblemente tienden la mano al
heroico de ayer trágico y grande, y fue Cuba, la que encontró para su obra
emancipadora nuestro mayor auxilio.
A todos llegó el aliento del
Perú, símbolo en aquellos días de todas las fraternidades y de todas las
grandezas. Pero nos sorprendió una guerra injusta y despiadada que detuvo
nuestra revolución, cque nos tundió y desgarro y desde entonces, no sólo
perdimos aquella altísima hegemonía espiritual del hermano mayor y generoso,
sino que debilitada nuestra voz por la tragedia horrenda, en América comenzaron
a perderse aquellos intensos movimientos de solidaridad americanista, de los
que siempre el Perú portaestandarte, conductor y vocero.
Dicen que es desleído
romanticismo añorar siempre y no encarar de espaldas al pasado la comprensión
del presente y la adivinación del futuro. Más para encarar comprensivamente el
presente y adelantarse en las misteriosas sombras del porvenir es indispensable
conocer la historia, saber donde estuvo el error, donde el daño, donde el
heroísmo y donde el crimen.
GLORIFIQUEMOS…
El pasado debe ser el fin de un
camino y además el comenzar de una ruta nueva. Pero cuando se ignora lo que se
fue, hay el peligro de desandar las mismas sendas, de tropezar con los mismos
obstáculos y de confundir, como en la noble copla doliente, el pasado con el
porvenir.
Todo gran pueblo tiene un sentido
de su historia y de su vida. En el Perú se han perdido muchas tradiciones y sin
embargo no se podría decir que somos un pueblo que ha aprendido a mirar
adelante. Poco alertas a contemplar las esfumadas líneas del pasado, no nos
alcanza tampoco la mirada para dominar los horizontes cambiantes del mañana.
NO añoremos solamente por añorar
como las viejas entristecidas y venidas a menos que lloran los viejos tiempos,
porque así mismas se lloran y ya sólo esperan el acabamiento y saben que no
florecen rosas, ni reverdece el amor.
Pero glorifiquemos lo que en el
ayer hubo de bueno, interpretemos su sentido para conocernos más hondamente y
para dejar nuestra huella en las cumbres nacientes y en las rutas recién
trazadas y que así la esperanza salga del propio recuerdo, sea nuestro
genuinamente y lleve hacia lo alto nuestro anhelo, como en las ruinas ilustres,
irrumpen, cuando amanece el día, las aves que recogidas en la nocturna sombra
salen al sol para lanzarse a los
espacios ávidos.
Evoquemos. Todos sabemos con un
fácil texto de historia en las manos que la independencia de México fue obra
recia, larga y épica y que en un momento fue interrumpida y casi trágicamente
detenida por la intervención europea.
La bandera de ese país hermano.
La bandera de ese país hermano.
ANARQUIA
Eran días en que aún los Estados
Unidos no tenían el colosal poderío que hoy nos asombra y tal vez nos espanta.
La anarquía política de los países americanos daba aún sus frutos y esta
situación que nos debilitaba a todos, unida a la desorientación ideológica que
en ciertos sectores de la vida americana se iba formando por el temor de que la
libertad hubiera sido prematura, despertó en el viejo continente apetitos de
conquista.
A cada momento se vislumbraba la
posibilidad de una reacción monárquica. Los escritores y pensadores de aquellos
días, nos hablan con temor de una vuelta al coloniaje. Los sucesos de Centro
América, de Santo Domingo, de México, del Uruguay y aún de la Argentina, los rumores una intervención
en el Ecuador, prepararon la opinión formidablemente, y de esta ebullición
agitada de ideas de peligro, fue tal vez la causa del estallido que culminó el
2 de Mayo, matando para siempre toda amenaza de intervención europea den la
América Latina.
Cuando se recorren aquellos días
fervorosos por las causas americanistas, no sólo se comprende la importancia
del Perú y su arrogante respetabilidad, sino que se da uno cuenta exacta de la
opinión que forjó a los hombres de las epopeyas de México de Juárez y del Perú
del 66, que afirmaron la independencia.
INTERVENCION
El año 1861 comienza ya la
intervención europea en América, Francia, Inglaterra y España inician una
acción conjunta contra México y se crea entonces un problema complejo, erizado
de dificultades pero las incipientes nacionalidades americanas, demasiado
preocupadas en su s diferencias intestinas para poder repetir las cruzadas
libertadoras de los albores del siglo-.
El Perú tenía muchas
vinculaciones con México y había celebrado en 1832 un Tratado de Amistad y
Comercio, pero la distancia y la falta de comunicaciones hacían poco frecuentes
las relaciones entre los dos países.
El año 1861 se realizan
amenazantes sucesos en el Perú y el Perú se yergue en defensa del hermano.
Gobernaba Castilla. Er Ministro de Relaciones Exteriores don José Fabio Melgar
y ante la intromisión extranjera, se realiza la protesta.
Por circulares de 14 y 20 de
Noviembre se señala el peligro a los gobiernos de América y a nuestros agentes
diplomáticos. La verdad es que las notas del señor Melgar llenas de doctrina y
elevadas de forma, debieron causar sensación en aquellos tiempos.
Y ya que de Melgar hablamos,
contaremos que perteneció a nuestro Poder Judicial y que fue tan preferido por
don Ramón en su segundo periodo, que
Francisco Lazo, el eminente pintor, que era también un escritor
nacionalista lleno de bríos y de ingenio, lo bautizó con el graciosísimo
remoquete de “El Gato de Palacio”.
Una de sus bellas plazas en una urbe totalmente moderna.
Una de sus bellas plazas en una urbe totalmente moderna.
REVUELO
Cuando aquí se conocieron los
sucesos se armó un gran revuelo y nuestros intelectuales rivalizaron en hacer
propaganda a favor de México. Tanto se
dijo, se habló y se propagó y tal era nuestra importancia que en los demás
países de América, en Chile especialmente, el eco fue grande.
La circular de Melgar fue
contestada por los gobiernos de Argentina, Chile y Bolivia. Por aquellos días
se esbozó la necesidad de formar una Liga Americana. En la plaza pública, en la
tribuna del Congreso, en la cátedra, en el periodismo la opinión del país se
tradujo elocuentemente.
Nuestro Gobierno acreditó como
Ministro y Cónsul General de México al romántico y nobilísimo poeta Manuel
Nicolás Corpancho, quien fue recibido entusiastamente allí por los centros
patrióticos, literarios y científicos.
La Sociedad Geográfica de México
lo incorporó en su seno y Corpancho llevó la palabra alentadora del Perú. En
una de las primeras comunicaciones pasadas por Corpancho se dice estas
elocuentes palabras: “En vista de lo que sucede en México, los gobiernos
americanos no deberían disimular los peligros que corren sus respectivas
repúblicas, ni sacrificar la dignidad del continente a los deseos de mantener a
todo trance las relaciones de amistad que a todas ellas las ligan con Francia”.
Sus ruinas de gran valor arqueológico
Sus ruinas de gran valor arqueológico
LOS LIBERALES
Tal fue la labor de Corpancho y
tan revelador el eco que llevó a la opinión pública del Perú, que la Junta Patriótica de México,
nombró al gran Mariscal Castilla nada menos que su Presidente Honorario.
Los ánimos continuaron
enardeciéndose, y especialmente de nuestros liberales, portavoces siempre de
las causas americanistas. Hubo mítines públicos, se formaron sociedades para
juntar fondos para los hospitales de sangre de México, se fundaron tres periódicos
dedicados a tratar especialmente las cuestiones que se relacionan con la
absoluta autonomía de los soberanos de América, haciéndose hincapié sobre la
cuestión mexicana.
Se creó y no se confunda con la
Sociedad de Fundadores de la Independencia que hasta hoy existe, una de Defensores
de la Independencia, que presidió el General Medina. Los periódicos que
aparecieron al calor de aquellas ideas generosas fueron “La Democracia” y “El
Pedestal de La Libertad”, órganos de aquella institución y “La Americana”,
vocero de la Sociedad Liberal Central que presidía Francisco Javier Mariátegui
y cuyo Secretario fue José Casimiro Ulloa.
Este fue el grupo liberal que a fines del 62, a su vuelta del destierro
dirigió José Gálvez. Colaboraban en aquel periódico además de los nombrados que
se contaban entre los más asiduos, Vigil, Cisneros, Casós, Pazos, Pacheco,
Tejada, Mansilla, Paz Soldán Urrea, García Calderón, Pérez, Trinidad Fernández,
Castillo y Larriva.
La belleza al lado del mar
La belleza al lado del mar
PALMA
Desde su destierro de Valparaíso,
Palma enviaba versos ardorosos. Un colombiano talentoso, Próspero Pereyra
Gamba, imponía su elocuencia y su cultura. El inmaculado Vigil en sus
Pensamientos Latinoamericanos, decía que era indispensable ocuparse
preferentemente de México.
En “La Revista de Lima”, el gran
espíritu de José Casimiro Ulloa hablaba en sus interesantes Crónicas de la
Quincena de todo lo que se relacionaba con los problemas del país de Juárez.
Cuando llegó aquí la noticia de la batalla de las Cumbres en que los franceses
sufrieron un serio revés, dijo que era “la primera victoria de la justicia
contra la violencia en el suelo de América”.
Tal fue el entusiasmo popular que
se formaron asociaciones liberales para defender a México en todas partes. En
Piura se dio el curioso espectáculo de que se “fusilará por la espalda la
efigie del traidor Santa Ana, cuando se supo que este general se plegaba a la causa monárquica de su patria
Todos veían el problema como
propio Parecían renacer los días de la Independencia, en que se confundían los
hombres de todos los pueblos de América en un mismo y sacrosanto ideal. La
Sociedad Defensores de la Independencia inició una suscripción para los
hospitales de sangre de México y formaron el Comité personalidades tan
distinguidas como los generales Martínez de Aparicio y La Puerta, Antonio
Arenas, Manuel Amunátegui, Tejeda,
Althaus y Ulloa.
Lindo atardecer en tierras mexicanas.
Lindo atardecer en tierras mexicanas.
PROGRAMA
Con motivo de las fiestas julias
del 62 se preparó un programa colosal con desfiles cívicos en que se vio a
generales del ejército, contralmirantes de la Armada, vocales de las coertes,
maestros universitarios confundidos con el pueblo. Hubo una explosión de
entusiasmo patriótico y americanista sin precedentes.
La Sociedad de Defensores de la
Independencia organizó una colosal funciónen honor a México. En aquel festival
se cantó el Himno de Mansilla. Cantaron las estrofas las artistas señoras de
Cortes y España de Ferreti. Rossi Ghelly, el
estupendo y melódico barítono, se hizo ovacionar con aquello que hasta
no hace mucho se cantaba: Libertad, luz divina del mundo/ no nos niegues tu
puro arrebol!
El poeta J. F Larriva dijo unos
versos y después de la función el publico dando vivas a México, a Juárez y la Independencia
Americana paseó las calles y llegó hasta la casa del General Medina donde habló
Ricardo Espiell, quien después fue
secretario de don Manuel Pardo.
El 27 de Julio hubo una fiesta en
el Colegio de Guadalupe en que habló Francisco de Paula González Vigil,
contestándole Cisneros en tan emocionante forma que dicen que al maestro
liberal se le llenaron las lagrimas de los ojos.
El 28 la función fue en la Plaza
de San Agustín donde el Alcalde Miguel Pardo pronuncio un patriótico discurso
habiendo arrebatado al auditorio Casos, Pedro Gálvez, Camacho y Juan Martín
Echenique.
ORADORES
Los oradores hablaron desde los balcones de la casa de
Juan Francisco Andraca que estuvo adornada con la bandera de todos los países
de América. Por cierto que ocurrió um
inmcidente típico y pintoresco. Había comenzado ya la función y de pronto
bandera en mano llegó un suizo apellidado Menezer, quien después de protestar
en términos corteses de que no estuviese en el largo balcón la bandera de su
país entrego, en medio de una gran ovación, la bandera de su patria.
El 29 se realizó en la Plaza de
Armas en un tabladillo la bendición del estandarte de la Sociedad de Defensores
de la Independencia y allí hablo Pereira Gamba, que poco después casó con una
hija del célebre químico José Eboli, sabio italiano que trabajó en el Perú.
Se cuenta que a Eboli, que tenía
alojados en su casa a los novios no le hacía mucha gracia el casorio a pesar de
la prócer distinción de Gamba y que habiendo sido felicitado por muchas
personas, a las que invariablemente respondía molte grazie concluyó por decirle
no sabemos si a Barinaga o a Ruzo en San Carlos: Molte grazie, ma vediamo.
Pereira é molto distinguido. Fa articolo, fa la polémica. Ma non fa la sopa.
DESFILE
Pereira que tenía tanto talento habló
admirablemente tanto en la Plaza como en el teatro, lo mismo que el
elegantísimo y cálido Echenique que además de su discurso, hizo declamar por la
señora España unos versos que terminaban, refiriéndose a la situación de
México. “A los altivos Andes no llegan las legiones/de reyes ni monarcas, ni de
ningún tirano”.
Y para que no se crea que
exageramos, el 30 hubo otro desfile en la Plaza Bolívar también con muchos
oradores. Cisneros nuevamente entre ellos. Y en el teatro por la noche se
representó una alegoría de Acisclo Villarán, el agudo bohemio, que invalido y
melancólico ve acortarse hora a hora, sus días.
Pero hubo todavía más. En el
Convictorio de San Carlos, Cisneros, Catedrático de Derecho Público pronunció
un elocuente y nutrido discurso y don Ricardo W. Espinoza, poeta de la
juventud, escribió un himno a los carolinos cuya estrofa dice: “Carolinos La hoguera aticemos/donde hierve
la patria el amor,/y el brillante pendón tremolemos/en que Dios libertad
escribió.
En la Escuela de Medicina también
hubo función y banquete y a él asistieron muchas personas y entre ellas el
General Beingolea que recordó sus días de estudiante fernandino y cogiendo en
sus manos la bandera peruana la batió en medio de clamorosas ovaciones.
¡Qué tiempos aquellos! ¡Qué
tiempos y qué hombres! En todas las fiestas y desfiles se vivó a México y se
entrelazaron las banderas de los países en un solo amor y en una sola convocación
de libertad y de solidaridad americanista.
Comercio en las calles.
Comercio en las calles.
IDEALES
En tanto los ideales propagados
por el Perú seguían su camino. En Chile, en la Argentina se fundaron sociedades
análogas a las fundadas aquí y la prensa llevaba al mundo la convicción de que
México no estaba solo y que los países americanos se disponían a repetir la
epopeya de la independencia. Francisco Javier Mariátegui exponía la doctrina de
Monroe y reclamaba de Estados Unidos su aplicación desde las columnas de
América. Todos rivalizaban en decisión por la causa mexicana.
Pero en medio de tantas
esperanzas, llego la nota dolorosa y sombría. Corpancho, el simpático poeta, de
los románticos arrestos que llevó a cabo una obra tan vasta cerca del gobierno
de Juárez, que cuando cayó la capital mexicana en poder de la fuerza de Forey,
fue señalado como enemigo de la Francia. Enemigo de Francia él, romántico
enamorado de Víctor Hugo. Enemigo del absolutismo entrometido de de Napoleón
III, seguramente sí.
Cumplió su deber con altura, con
espíritu de sacrificio, con americanismo sin tacha, como uno de aquellos
caballeros que él solía pintar en sus versos tan fielmente, como que llevaba
dentro un cruzado de justicia.
Charros y bellezas de esa nación tan amiga del Perú.
Charros y bellezas de esa nación tan amiga del Perú.
PROTESTA
El titulado gobierno de la
regencia el año de 1863 le envió sus pasaportes exigiéndole dejase el
territorio mexicano en el imposible término de tres días. Corpancho protestó
con altivez y pidió se reuniese el Cuerpo Diplomático, pero el Ministro Arroyo
que servía a a la causa de Francia le replicó que su presencia era incompatible
con el nuevo gobierno mexicano.
Lo obligaron a salir. Nunca
reconoció al Gobierno de de la Regencia. El 12 de Septiembre de aquel año se embarcó
en Veracruz, obligado por la tiranía, rumbo a La Habana. El barco se perdió por
un incendio ocurrido a bordo entre los cabos Catoche y San Antonio.
En Octubre del mismo año, el
representante de Chile Sotomayor Valdez comunicaba al gobierno del Peru en una
sentidísima nota que habían desaparecido en el siniestro de quel fatídico barco
Corpancho, su secretario Sanchez y su ayudante Manrique. En Lima se supo la
noticia muchísimo después y causó enorme impresión.
La viuda del poeta sufrió dos
pesares, por la muerte del esposo idolatrado y admirado y del queridísimo
hermano, Don Juan de la Cruz Sánchez, médico cirujano que acompañó a su cuñado
como secretario de la Legación.
MARTIR
Cantaron a Corpancho, Palma,
Perez, Fernández, Castillo y Salaverry en aquel admirable soneto que comienza:
“Fueron de llamas y salobre espuma/los pliegues de tu sabana mortuoria/pero en
el mar no se abismo tu gloria/ ni tu cantar se disipó en la bruma”.
Tuvo pues el Perú su mártir en
aquella colosal epopeya, en que Juárez y un grupo de patriotas nacionalistas
lucharon con denuedo en cada risco, en cada vericueto de la tierra mexicana
hasta dominar el poder extranjero.
Tal vez el horror de aquella
lucha gigante, en que día a días se multiplicaban alucinantes y terribles
acontecimientos, fue causa de que el fallecimiento del representante del Perú
en México, que por no reconocer al Gobierno de la Regencia, fue a encontrar la
muerte en un incendio en medio del mar, pasase un tanto inadvertido.
LO mismo ocurrió en el Perú.
Enardecidos los ánimos por la expedición española, solicitados por intensas
emociones, también se dejó de rendir a aquella grande y simpática figura todo
el homenaje que merecía.
Como latía el corazón del Perú,
cuando era tan grande que en el cabían los amors de América… (Páginas seleccionadas de las "Obras
Completas" que pertenecen como autor al consagrado escritor y político,
José Gálvez Barrenechea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario