jueves, 10 de diciembre de 2020

EL ARCO (IV)

 En cuanto a Lamilla, también solo en el siglo XVII constituye una verdadera cuadra. Su nombre proviene no de la medida espacial, sino del apellido del Capitán don Baltazar de Lamilla, marido y conjunta persona de doña Jacoba de la Villa. En la Parroquia de San Sebastián donde pasé largo tiempo años ah, en menudas averiguaciones, están las partidas de las hijas y entre ellas las de María Cipriana de Lamilla y de la Villa, cuyo padrino fue el General don Roque Inclán. La cuadra tomó el nombre de las mujeres y se le decía de las Lamillas, figurando así en la Ordenanza de barrios y cuarteles de 1785, del Visitador Escobedo, en días del Caballero de Croix

La casa de estas señoras estuvo precisamente en la esquina con Matienzo (en cierta época Cangas) llamada así, a mi entender no por el Oidor famoso sino por don Juan Antonio Matienzo, a quien la Real Audiencia adjudicó en 1777 una finca de don Fernando Pastrana. Con este apellido se conoce la paralela al Arco probablemente por los Marqueses de Casares, o tal vez, también por Martínez de Pastrana, procesado en el siglo XVII, según Suardo, con lo que tres cuadras limeñas: esta, Juan de la Coba y Villegas, probablemente llevarían nombres de quebrados.

En cuanto a la de Chillón, no es por algún parlanchín estridente, sino por apellido, conservado, como se sabe, en un fundo de Carabayllo y cabe añadir otro Molino en aquellos lugares llamado de doña Isabel de Pastrana, la mujer del Maestre de Campo, don Juan Espinoza.













ESCRITURA

Por lo demás he visto una escritura en 1670 ante Antonio Sánchez, con referencia a las casas de morada de doña Mariana Sarmiento de Pastrana viuda de don Andrés de Almoguera, Marquesa de Pastrana, en la cuadra de las Divorciadas, pues la señala el documento a mano izquierda de la casa del divorcio con cinco puertas a la calle y cochera nada menos.

La retozona musa de Yerovi, en una composición Mudanzas, publicada en 1904, en Actualidades, alude al nombre, no como gentilicio y lo aprovecha pícaramente como medida: Fue, recuerdo por la Palma, /donde la palma me diste /Seguí sonriéndote ufano, /y cierta noche, Inesilla, /con un garrote en la mano, /en la Milla, media milla/ corrió tras de mi tu hermano.

La siguiente del Arco o sea Espíritu Santo conserva, desde el siglo XVI el nombre del Hospital para mareantes fundado por Miguel Acosta y como tal duro hasta el siglo XVIII y a los enfermos se les enseñaba-cosa curiosa. Cosmografía en tiempos del Virrey Arzobispo don Melchor de Liñán y Cisneros. Fue después Escuela de Maternidad con la célebre señora Fessel, Escuela de Educandas con doña Hortensia Bayer De Nusard y con doña Mercedes Haro de Mendiburu, Colegio de los Sagrados Corazones antes de su traslado a Belén.














Presidente Castilla

Fue la Escuela Militar donde el Presidente Castilla dio un gran baile en 1956 sin opacar el de Echenique en La Victoria. Allí se formaron muchos de nuestros más grandes y heroicos militares y marinos. Teatro de una sonada sublevación encabezada por José Gálvez Moreno y Leoncio Prado. Fue después cuartel y, por fin, Escuela de Ingenieros cuando la trasladaron de la calle Inambario. Allí se fundó el local de San Carlos, arrendado después al Colegio de Lima del doctor Labarthe. 

En la casa del Espíritu Santo, según dato del doctor Luis Antonio Eguiguren en Alma Mater, estuvo una de las primeras escuelas elementales de Lima en 1624 y la regentaba Antonio Rodríguez de Victoria. Ya en tiempos de la República vivió por allí el maestro Aspauza y un pulpero de apellido Veteidoite.

De las transversales del Espíritu Santo, cuyo respaldo se ilumina por el solar donde nació Santa Rosa de Lima, queda un nombre popular de resonancia misteriosa. La Manita con tradición fantasmal llamada antes La Viuda y la de Barriqueras, pertenecientes a la larga familia zoológica de las calles de Lima. De los más genuino en este sector, rico en leyendas Aroma de Santidad, señoriales casas y como fragancia de arqueta, remotas consejas, típicos recuerdos, visiones evanescentes u, por lo mismo, más ingrávidos y finos de la poesía de las añoranzas. (Páginas seleccionadas de las "Obras Completas" que pertenecen como autor al consagrado escritor y político, José Gálvez Barrenechea).

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