Muchas veces hemos nombrado
en este blog al genial periodista, Jorge
“Cumpa”Donayre Belaúnde, fallecido en 1996. Inclusive en una oportunidad publicamos una sentida semblanza de su vida y
el famoso poema de su inspiración, “Viva
el Perú Carajo”. (Ver archivo: Junio del 2010). En esta oportunidad, lo
volvemos a hacer con beneplácito, incluyendo uno de sus artículos aparecidos en
el libro “Ellos También Hicieron el
Perú”, que sacó a luz la empresa minera Southern Perú en 1989. Aquí
descubre la personalidad de un aguerrido peruano que mucho hizo por el país y
poco se le conoció: Antonio Mesones Muro. Vale la pena leerlo por la calidad del
personaje que describe y, evidentemente, por el indudable valor periodístico de
la nota en sí. El “Cumpa, definitivamente, fue uno de los grandes del
periodismo nacional.
En 1990 se cumplirán sesenta
años de la muerte de uno de los grandes pioneros de la conquista del Nor
Oriente Peruano, Manuel Antonio Mesones Muro, aguerrido explorador, viajero
rotundo soñador e intrépido visionario ferreñafano.
Antonio Mesones Muro.
Antonio Mesones Muro.
A más de medio siglo de su
deceso, ocurrido en la capital de Lambayeque, víctima de un proceso de
gangrena, pareciera que todo aquello que predijo, que pronostico Mesones Muro,
se ha puesto en marcha. Por el abra de Prculla, llamada ahora “Paso de Mesones
Muro”, trepa hacia la vertiente oriental, la carretera Olmos-Corral Quemado.
Por allí, el punto mas bajo de la Cordillera Norte, viene el oleoducto que trae
el petróleo del Oriente.
En el año 1903, Manuel
Antonio Mesones Muro deja el estrecho camarote del barco que lo ha traído desde
Eten con los papeles, mapas y croquis ordenados en una valija. Viene a Lima y
se aloja en el hotel “Francia-Inglaterra”. ¿Cómo va ampliarse ante el terror de
recorrer ministerios, oficinas públicas, residencias de personajes, si el es un
personaje que venció a la selva?
Vino a la capital con su
propio dinero para tratar de convencer a los propios funcionarios del gobierno de
que era posible la incorporación al desarrollo y la producción de toda la vasta
riqueza del Nor Oriente. Pero ocurre que el fornido lambayecano encuentra que
la selva burocrática es más difícil de vencer que la manigua a la que riega el fabuloso
Marañón.
En ese entonces, don Manuel
Candamo gobernaba el país. En el Ministerio de Fomento escucharon a Mesones
Muro. Extendió sus mapas sobre los escritorios, describió el curso de los ríos
que había recogido en balsa. “Esta montaña no es inaccesible, porque aquí
podemos entrar sin miedo, argumenta Mesones Muro y se encorajina. Les asegura
que es posible vencer a la cordillera. “Aquí esta el abra de Porculla, a solo
2,144 metros sobre el nivel del mar. Es posible trazar un camino carretero o un
ferrocarril, se pueden aprovechar los enormes caudales de los ríos de la
vertiente oriental para regar los desiertos de la Costa norte”
Los técnicos lo escuchan,
sonríen desconfiados. Muy buenas sus ideas señor Mesones Muro, lo felicitamos,
estudiaremos estos proyectos. Pero esto costaría millonadas de soles, las
limitaciones presupuestales, usted sabe. Claro que son programas de gran
envergadura, casi sueños, señor Mesones Muro, pero volcar los ríos que están al
otro lado, al Huambabamba, esto es una proeza. El viajero de Lambayeque reúne
sus papeles, sabe que no le creen. Dos días después aborda en el Callao la
lancha del barco que lo llevará de regreso a playas de su tierra. Se siente
derrotado.
Un abra, lo dice el
diccionario: abra es un hueco o abertura entre dos montañas. Y el abra, cuello
a paso de Porculla o Tulte, aparte de ser el punto más bajo de la Cordillera de
los Andes en el sector norte ( a una hora quince minutos del desvío de Olmos)
en el mismo límite de los departamentos de Lambayeque y Piura, es la majestuosa
puerta, entrada o abertura que comunica la Cuenca del Pacífico con la Cuenca
del Atlántico.
De su existencia habría
tenido noticia muchas gentes, pero su verdadero descubridor, puesto que el
diseñó sus innumerables posibilidades, es el explorador ferreñafano Manuel
Antonio Mesones Muro.
El afirma: 1º) Que conoce la
vía más rápida para llegar al río Marañón, y de allí seguir en barco la
navegación hasta Iquitos. 2º) Que por esa vía (caminera o ferrocarrilera) puede
traerse toda la vasta producción del Nor Oriente; presume también la existencia
de ricas fuentes petroleras. 3º) Sostiene que mediante sistemas de oleoductos
que venzan las montañas se puede traer el agua de los ríos nororientales para
vaciarlos en los ríos que secularmente riegan los valles costeños y aumentando
su caudal, posibilitar nuevas irrigaciones, entre ellas Olmos.4º) Cree que el
porvenir del país radica en mucho en la conquista del Nor Oriente.
A ochenta y nueve años de que Mesones Muro
concibiera todo este amplísima esquema de conquistas que había verificado a
través de sus viajes y exploraciones, las obras por el él sugeridas están en
marcha. La vía Olmos Corral Quemado es estratégicamente, una de las mas
importantes de la República (sus bifurcaciones que van hacia el Marañón, hacia
–Chachapoyas, hacia Bagua, etc.); llueve en el Nor Oriente y el Norte recibe
aquella bendición en el aumento del caudal de sus ríos.
Un libro sobre su vida de Jose Mejía Baca
Un libro sobre su vida de Jose Mejía Baca
Conocido como el “Hombre del
Marañón”, porque ´el, en efecto, conquistó el futuro de este río, domeñó sus rabiones
y sus pongos, le arranco sus secretos. Demostró que por su camino de guas y
corrientes, el futuro hombre del Perú podría llegar hasta Iquitos, partiendo
desde las costas de Lambayeque.
Mesones Muro dijo que era
posible llegar desde el puerto de Eten, en el mar mochica, hasta el río Marañón
en cuatro días de jornada. Lo que entonces camino a pie entre el fango de la
selva a ratos, y a veces a lomo de bestia, sería en el trazo ideal, la ruta
férrea con que allá por 1900 se pretendía unir la Costa con la Selva.
El distinguido escritor
lambayecano, José Mejía Baca, publicó el hermoso libro “El Hombre del Marañón,
con el cual se propuso rescatar del olvido, la figura y la obra de este
visionario norteño. El documento detalla
todos los sueños de Mesones Muro, cálidos como su tierra; sus proyectos
tildados en su nombre de fantásticos, sus expediciones, sus fracasos, sus
triunfos y alegrías.
Junto al camino que penetra
en la espesura, al lado de los tubos que trae el petróleo, transita el espíritu
precursor de Mesones Muro, señalando rumbos y sembrando hitos.
Refiere el historiador Raúl
Porras Barrenechea que Mesones Muro “encarna uno de los más bellos audaces y
desinteresados empeños en atar con el firme lazo de las rutas terrestres la
Amazonía al haz de la nacionalidad”. Y, añade luego que, “Obsesionado por
llegar al Dorado Amazónico por el trazo más corto, se lanzó al mundo de la
aventura que es la selva, reviviendo en su fuerte personalidad el coraje de
vivir y de soñar que tenían los quiméricos exploradores del siglo XV”
Igualmente, al prologar la
obra de Mejía Baca, Porras dice lo
siguiente de los hombres lambayecanos: “El ambiente del Norte es de
alegría continua. Su propia religiosidad no tiene más proyecciones que las del
día de fiesta, el santo, el jolgorio, liturgia de cera y chicha. En este
ambiente de procesión y de banda de músicos, de castillos, de cohetes y de
jarana criolla, surge a veces el aire dolorido y triste de la Chongoyapana (Si
porque tienes amores, ya no me quieres). O la parranda se interrumpe porque ha
pasado por el umbral de la fiesta una figura grave y severa, obsesionados los
ojos y el alma por una idea avasalladora. El hombre del norte que se olvida de
la fiesta criolla, para pensar en ese deber profundo que es la patria, se llama
Manuel Antonio Mesones Muro.
La historia de unir la costa
con la amazonia a través de los puntos aparentemente más bajos de la Cordillera
de los Andes situados en los departamentos de Piura y Lambayeque se remonta a 1830. Se hicieron
desde entonces muchos estudios, se lanzaron numerosas iniciativas, se
suscribieron contratos que más tenían de quimera y fantasía que de realidad.
Hasta que alla por 1901 surgió una idea más seria y ponderada; una ley autorizó
a que se proyectará una vía férrea que, partiendo de Paita, pasara por la
sierras de Huancabamba, salvara el turbulento Pongo de Manseriche y llegara a
la planicie selvática del Nor Oriente. Se encargo este proyecto a Jorge von
Hassel.
Casi de inmediato, Mesones
Muro publica una carta en el diario “El Comercio” y en ella sostiene con
respeto y conocimiento que por Olmos había una ruta más cercana y un paso más
bajo en la Cordillera de los Andes. Sus categóricas afirmaciones reflejaban a
un profundo conocedor de la zona, un
caminante con las botas llenas de barro y de aventuras.
Y lo que más llamó la
atención es que Mesones Muro se atrevió a decir que él mismo en el comando de
la expedición, llegaría al Marañón partiendo de Eten en una jornada de cuatro
días.
En mayo de 1902, Mesones
Muro acompañado por el etnólogo alemán Enrique J. Brunning y el hijo Eduardo de
Habich (hijo), emprendieron la gran aventura de poner a prueba su afirmación.
Solo ellos tres, más cuatro nativos y una piara de bestias que conducían las
vituallas.
Partieron de Eten, siguieron
por las pampas de Olmos, salpicadas de huarangos, cactus y piedras. Comenzaron
a trepar la Cordillera de los Andes y ratificaron que a solo 2,144 metros de
altura estaba el Abra de Porculla. Desde aquel punto, teóricamente, podían
verse frente a frente las dos cuencas del Pacífico y del Atlántico. Ellos
bajaron hacia las sierras de Cajamarca por Pucara y Chamaya, pasaron por Jaén y
llegaron a Bellavista a orillas del Marañón
Pero no quedó allí la hazaña
de Mesones Muro y sus amigos, proeza que había seguido el país día a día, pues
él había prometido también salvar el Pongo de Manseriche. Decía que era navegable.
Y en una precaria balsa de palos iniciaron y cumplieron el recorrido viendo a
ambos lados las gargantas graníticas de la montaña llamada Assahuaccanqui que
los reclamaba con amenaza.
El tiempo se encargo de
verificar la posibilidad de tender una carretera donde Mesones Muro pensó que
podía construirse una vía férrea. Cuando se hizo realidad el proyecto
carretero, el tramo entre Chiclayo, Jaén o Bellavista se podía cubrir en cinco
o seis horas. Hoy la carretera lleva su nombre.
Explorador incansable,
Mesones Muro demostró un increíble espíritu de sacrificio. Su meta esta vez era
irrigar Olmos, y en su afán de convencer crédulos e incrédulos sobre las
posibilidades de su proyecto, recorrió diversas oficinas públicas. Tocó muchas
puertas y gastó su propio dinero.
Hasta que en 1930, rodeado
por su esposa y sus hijos, doblegado por la
diabetes que se convierte en gangrena, expira un día de octubre,
auxiliado por un misionero que le oye decir a media voz: “es azul el cielo de
la selva, me voy a dominar los rabiones del Manseriche”.
Hoy que llega ala Costa el
petróleo de la selva y que las pampas de Olmos se cubren de vegetación, aún
sigue rondando por el desierto y la espesura, el espíritu triunfal del ilustre
e incomprendido caballero de Ferreñafe. (Jorge
Donayre Belaúnde)
Interesantísima publicación que reivindica la importancia de la obra del ilustre explorador Manuel Antonio Mesosnes Muro.
ResponderEliminarMuy interesante publicación del Ilustre explorador Manuel Antonio Mesones Muro , el descubridor del paso de porculla y visionario de lo que es ahora la Carreta de Olmos .
ResponderEliminarUna pena que el Libro este agotado, espero que quien lo tenga me lo haga saber para volver a sacar una nueva impresión