martes, 11 de septiembre de 2012

CLARO...CLARISIMO


Nos han dicho y llegado aclaraciones, tanto a nuestro mail personal y al propio blog, que somos oficialistas y humalistas. Todo ello, a raiz de nuestros últimos comentarios en esta columna sobre el Presidente Humala y su familia.
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Nos aseguran, equivocadamente, que apoyamos a rajatable a Ollanta Humala y Nadine Heredia. Nada de eso, por supuesto, es cierto. Aquí somos enteramente imparciales e independientes.
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Para justificar posiciones, dentro de este contexto y de  la tónica cargada de convicciones, cabe recordar qué  es lo que pensaba gran parte del Perú durante la campaña electoral, con respecto a un posible triunfo de la candidatura Humala.
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 Lo que se decía, en distintos sectores representativos, era que algo tenebroso venía para el Perú.  Había mucho temor y, en ningun momento, dudamos en darlo a conocer como lo hicimos con una postura firme y convincente. Si se revisa el archivo del blog, eso es lo que precisamente se encuentra.
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Mucho se hablaba y comentaba del corte de la política económica acertada que se  desarrollaba en el  país con resultados efectivos, hasta la perdida de autonomía y el propio sentido democrático.
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Existía el riesgo que nos acercásemos hacia el chavismo de la Venezuela carente de libertad plena al lado del gorila Chávez y la vieja dictadura cubana de los hermanos Castro que, precisamente, progreso y bienestar, no nos iba a proporcionar. Ni la primera, ni la segunda opción. Sí, el retraso total.
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En el candelero de las discuciones y posibilidades estaban, además,  las consabidas nacionalizaciones de empresas y otros posibles atentados contra la propiedad privada. Además del cambio de la Constitución, en batalla estéril y poco práctica.
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Asimismo de las inclinaciones hacia un gobierno autoritario que pondría en duda las libertades públicas. De un regreso al velasquismo nefasto. De los grandes problemas que iban a tener los empresarios por invertir.
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Del descalabro de descalabros. Eso se dijo y mucho más. Pero nada de ello ocurrió. Reconocer que se fue por el camino acertado, de ninguna manera, es ser oficialistas. Ni menos humalistas. Tan sólo consecuentes con la realidad. Nadie  puede decir lo contrario.
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Más aún cuando tales posibilidades las denunciamos en su momento y fuimos muy claros en propiciar una linea enteramente democrática y alli si que atacamos al nacionalismo, el antisistema y al propio Humala con sus aventuras golpistas.
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Tanto en la localidad sureña de Locumba y el  Andahuaylazo, que en un principio apoyo y luego se echó atrás. La posición, tan clara como el agua y la luz, también está en nuestros archivos y pueden revisarla.
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No ocurrió lo que tanto se temía porque Humala, antes de ganar las elecciones, se dio perfectamente cuenta de que iba a fracasar y no iba a ganar las elecciones.
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Por eso es que,  ese mamotreto trasnochado y poco coherente de la gran transformación, fue cambiado por la hoja de ruta. Acierto evidente que no se puede criticar. La palabra empeñada se está cumpliendo.
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Políticamente es lo que mejor  pudo hacer Humala. Por eso mismo ganó los comicios y ahora es el Presidente de todos los peruanos. En esta columna, periódicamente, dimos cuenta de ello porque no podíamos ocultar la verdad.
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Cuando el Gobierno hace las cosas bien, aquí encontrará apoyo. Pero si lo hace mal, de todas maneras la crítica implacable. Insistimos, por ejemplo, que el Presidente Humala debe comunicarse con más amplitud, con la población.
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A su estilo sí continuamente, sin dejar vacios. Pero tampoco oscuridades. Menos misterios que a nada positivo conducen. No queremos loros gordos parlachines. Pero si estar enterados de lo que efectivamente pasa en el país.
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La continuación de la política económica es un acierto. Pero existe la obligación del gobierno de persistir en soluciones de esta especialidad para que los beneficios de tal plan, lleguen a todos los sectores de peruanos, sobre todo a los más pobres para tener un mañana de prosperidad. Urge el chorreo como necesidad prioritaria.
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Hay que solucionar, de una vez por todas, la situación de los sueldos y salarios de los miembros de las Fuerzas Armadas y Policiales, conforme se prometió en la campaña electoral. No hacerlo seria una inconsecuencia total, con quienes precisamente lucharon y nos salvaron del terrorismo.
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Otra decisión acertada es propiciar, con más fuerza, la inclusión social que tanto habló desde su inicio este gobierno y fortalecer los programas sociales para las grandes mayorias que requieren apoyo.
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Lo que encontramos por estos lares son errores, lentitudes y ciertos atisbos de conveniencia y corrupción, que deben cortarse de todas maneras. Las equivocaciones están a la orden del día y eso es inadmisible.
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Por su parte, Nadine Heredia realmente goza de simpatía, tiene adeptos y un estilo propio enteramente peculiar de desempeñarse como Primera Dama. Ello nadie se lo puede quitar y las encuestas la respaldan a cada rato.
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Nos parece tonto y poco coherente eso de estar criticándola por su viaje al Brasil en el avión presidencial cuando  cumple, efectivamente, labores que promoción que pueden beneficiar al país.  Si hay alguna irregularidad, cualquiera que sea ella, bueno, pues, hay que denunciarla. Eso, dicho sea de paso, no se ha presentado.
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Pero si estamos vigilantes para ver si comete actos que trasgredan leyes o funciones propias del Jefe del Estado. Por supuesto, si el caso se diese, lo daríamos a conocer de inmediato, sin que nos tiemble la mano. 
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Como también, y  nos opondríamos a raja tabla, que sea candidata presidencial el 2016  porque allí sí que se trasgrede la ley y los reglamentos electorales vigentes en el país. Ella de ninguna manera puede ser postulante a la primera magistratura. Cambiar los dispositivos seria un torpe error.
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Hay un hecho adicional que debe tomarse en cuenta. Las sucesiones de esposos,  tipo monarquías, no son coherentes para el sistema democrático. Este tipo de gobiernos casi siempre tienden a ser problemáticos y lindantes en el manejo oscuro y nada transparente de los asuntos públicos.
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Mucho de fracaso, poco de éxito. Sino, pregúntenle a  Cristina Kirchner, la Presidente de Argentina, que reemplazó a su esposo Néstor y ha metido a ese país en tremenda crisis, una de las peores de su historia.
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En el caso de Nadine,  su postulación sería, realmente, un error garrafal. Más aún cuando ella demuestra, efectivamente, habilidad y conocimiento político. Aún está joven. No llega ni a los 40 años y tiene el techo enteramente alto para buscar oportunidades en elecciones posteriores. Forzar la que se viene sería realmente torpe.
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Desde el 2006, se habían trepado al carro humalista y nacionalista, los equivocados del pensamiento extremo. Los que ayer fueron marxistas empecinados  en el ultrismo de la peor especie para dar, obviamente, una consistente posición de convenidos. Otra denuncia persistente de este blog.
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Consiguieron su objetivo. Llegaron a los cargos públicos unos por elección al Congreso, otros por nombramiento en el aparato público. Sin Humala no hubiesen conseguido absolutamente nada, por si acaso. Porque nada son electoralmente.
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Pero poco les duró el poder en vista de que el camino ya había sido trazado hacia la posición de centro acertada. La que precisamente anhela la ciudadanía. Cayeron los diez cansecos, los sinesios, los dammert y tanto galifardo más. Pero quedaron algunos y algunas.
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Como, por ejemplo, Aída “Mocha” García Naranjo, quien consiguió desempañarse como Ministra de la Mujer, portafolio  en el que fracasó por completo y terminó bailando cinicamente en medio de muertes, dolor y duelo. Ahora es Embajadora en Uruguay. Error de la Cancillería y el Gobierno nombrarla. Si ella es diplomática, cualquiera puede ser astronauta.
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Mientras que Nicolas Lynch, estratega él, analista él, maestro universitario él, con el mismo cargo en la Argentina. Ambos no sueltan, de ninguna manera, las mamaderas de los altos cargos con sueldos jugosos.
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 No es qué el gobierno que representan viró por completo y ahora está en la peor posición de derecha que pueda haberse concebido. Eso al menos lo que afirman sus camaradas, sus propias agrupaciones. En este caso, el Partido Socialista de Javier Diez Canseco. No se escucha padre. Ni en Montevideo. Ni en Buenos Aires. Qué tales convenidos.
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Mientras tanto, Lynch y Garcia Naranjo bien gracias y disfrutando de las embajadas. De un gobierno que, precisamente, a la izquierda no está. Es decir que ellos, bajo ningún punto de vista, representan a un régimen de sus ideales, ni de sus convicciones. Ni menos a un gobierno revolucionario y popular. Entonces, qué esperan para renunciar.
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Hay en el Perú conflictos de carácter social que, evidentemente, deben arreglarse. No con la mano blanda y estéril, sino con la habilidad de conseguir coincidencias que acaben con estas incongruencias tan deplorables, sin abusos de ningun tipo. Esta es otra obligación priotaria de este gobierno que estará en el poder hasta el 2016. Estemos atentos. (Noé)

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