Sur la voie glorieuse, que acaba
de publicar Anatole France es el mejor libro del año y un acto de fe-casi un
acto de contrición- que se esperaba con ansiedad. Manifestó pocas veces el gran
escritor sus opiniones sobre la guerra. ¡Cómo iba a conciliar su socialismo
pacifista con el rencor necesario de hoy?
La primera edición, agotada en
pocas horas, muestra cuanto apasiona la crisis del antiguo predicador de fraternidad.
Pocos aconsejaron más
sinceramente amor al prójimo. En sus primeros años, es cierto, sus más
favoritas, como el decía, había sido a la vez la ironía y la piedad, más sobre
todo la primera. Se burlaba de instituciones y gentes, disimulando esa “leche
de la humana ternura” que reclamaba un poeta en las mejores obras humanas.
Los críticos descubrían
sutilmente en sus novelas irónicas un gran amor velado, como en Dickens. Dos
actitudes humanas que parecían opuestas y se juntaron en Cervantes, hallaban su
fórmula moderna en la reticente melancolía de la sonrisa.
France fue el maestro de la
ironía plácida. Iba a ser pronto y casi exclusivamente, el pensador humanitario
cuya conversión al socialismo escandalizaba y ofendía. La Piedad, la más
generosa simpatía al plebeyo, animaban las nuevas páginas. He aquí que en el
más grande escritor de Francia se encausaron las magnánimas utopías de la Gran
Revolución.
Anatole France: un gran maestro de la escritura.
Anatole France: un gran maestro de la escritura.
PREGUNTA
El culto de la diosa Razón volvía
a ser verdad y un fervor de apostolado sorprendía en el ironista. ¿Sería cierto
que la fe, según la frase de Voltaire, es sólo una incredulidad sometida? Sin
el vocerío escandaloso de Zola, sencillamente, cen una prosa que pudiera evocar la de Mateo o la de Marcos, si
no hubiera sugerido la de los clásicos griegos, se escribía otra vez el
evangelio de los que sufren.
Y fue entonces cuando Franced
planeó la ciudad futura, la república unbiversal de Nazaret, con apacibles
montañas para las pláticas, sin omnosos calvarios para los justos, por donde
fueran del brazo Crineo y Verónica…
Como en la Danza Macabra de otra
edad, la muerte vino a urbar la fiesta. Sin duda France iba a condenar lo que
adoró. Pero es el privilegio de los grandes espiritus tener siempre razón,
porque la sinceridad no se equivoca. El France de hoy nos parece tan plausible
como el de ayer…
También los griegos, amantes de
la serena paz, volvían el rostro iracundo cuando el recogimiento de Minerva
podía ser turbado por las ásperas codicias del bárbaro. La prosa de France no
ha perdido con el odio la castidad de su armónica dórica.Es simple como antaño
y como ayer no canta himnos homéricos: insinúanse con ese claro rumor de abejas
que los antiguos comparaban a la voz persuasiva de los filósofos.
LA PAZ
“Amigos-dice- esta guerra que no
quisimos la llevaremos hasta su término. Perseguiremos nuestra obra terrible y
benéfica hasta la total destrucción de la potencia militar de Alemania. Amamos
demasiado la paz para aceptar que sea impura, falsa o débil…
Es criminal solicitar esta paz,
criminal desearla,antes de haber anulado las fuerzas de opresión que gravitan
sobre Europa desde hace medio siglo, antes de haber preparado el remo augusto
del Derecho.
“No queremos que la sangre de
nuestros hermanos, de nuestros hijos,
clame contra nosotros. Debemos a los héroes y a los justos que perecieron ante
el enemigo, una tumba tranquila en donde no mueran nunca los laureles
conquistados”.
Vamos siguiendo, con atenta y
penosa simpatía en el libvro, la resignación de France, el odio nuevo, el
desencanto de su amor burlado. A nadie como él se le puede atribuir mejor, a
fines del siglo XIX, el designio que Michelet le suponía a Francia.¨”declarar
la paz al mundo”.
Las mejores almas se mellaron
entonces. Renán, desalentado, imaginaba un futuro aterrador en donde Alemania
impusiera al mundo el fanatismo de su tiranía como Francia lo sedujo con el
fanatismo de la libertad.
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El intelectual durante sus últimos años.
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El intelectual durante sus últimos años.
PATRIOTISMO
Su discípulo, Anatole France, se
burlaba exquisitamente del ejército de los chauvinistas, de Juana de Arco. El
patriotismo comenzó a parecer cursilería. Y como la revolución había emancipado
a los hombres, los socialistas pretendieron inaugurar la más amplia
fraternidad, segundo dogma de su credo
longánime
Poco ha faltado para que veamos crucificada
esta imprudencia. Un pueblo quiso repetir la experiencia de un hombre en
Nazaret. Otra vez, en paisajes tranquilos, se dijeron palabras adorables de
connivencia y de amor
Los simples de corazón iban a ver
el Paraíso, pero en la tierra, en un
futuro casi próximo. “Sobre la piedra blanca” fundaba France su Arcadia
emancipada. Pero Bélgica está en ruinas, la catedral se desmorona, apunta en el
horizonte la lanza de un fulano que se llama tal vez Longino. Y comprendemos
entonces que el soñador despierto diga como FGrance, exasperado al fin, terco
en su odio porque el amor lo engañara.
-“Si supiese que algunos franceses se dejan seducir por el fantasma
velado de una paz horrible, yuo pediría
al parlamento que declarara traidor a la patria as quien quisiera pactar
con el enemigo” París 1915 (Editado,
resumido y condensado del libro “Obras Escogidas de Ventura García Calderón”, destacado intelectual peruano que, con sus estudios, rescata
los orígenes culturales de este país. Nació por un azar patriótico en Paris,
retornó al Perú donde estudió. Posteriormente volvió a Francia en 1905 salvo
cortos intervalos por aquí, Rio de Janeiro y Bruselas hasta 1959 en que murió,
siempre habitante de la ciudad luz)
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