martes, 25 de agosto de 2020

SALAVERRY: ROMANTICO A PLENITUD

 El más destacado exponente del romanticismo en el Perú durante todo lo que va del siglo XIX. Poeta y dramaturgo de los que destacan a plenitud, con sus composiciones de carácter íntimo y amatorio que han sobrevivido a lo largo del tiempo. En buena cuenta, el creativo se convirtió en el mejor autor de la lírica peruana. Paralelamente a su desarrollo intelectual, este hombre de talento admirable se desempeñó como militar y político al igual que su padre, el ex presidente del país, Felipe Santiago Salaverry del Solar. De hecho, el literato participó, como exponente principal de una existencia agitada y protagonista principal de varios conflictos y decisiones relevantes de la historia nacional.

Nos estamos refiriendo a Carlos Augusto Salaverry, cuya obra literaria es efectivamente importante, de acuerdo a la opinión de los críticos que han estudiado a profundidad sus piezas literarias. Entre sus creaciones más importantes y recordadas está el poema “Acuérdate de Mi”, como reflejo de intimidad y cariño efectivo al estilo profundo donde los sentimientos fluyen como necesidad perentoria de vida. …Pues mi recuerdo tu memoria asalta, /Y a pesar tuyo por mi amor suspiras, /Y hasta el ambiente mismo que respiras/Te repite mi amor/ ¡Oh! Cuando veas en la desierta playa/Con mi tristeza y mi dolor a solas, / El vaivén incesante de las olas, /Me acordaré de ti/Cuando veas que un ave solitaria/Cruza el espacio en moribundo vuelo, /Buscando un mido entre el mar y el cielo, / acuérdate de mí. (Parte de Acuérdate de Mi)


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Salaverry: romanticismo y amor


NACIMIENTO

 Además, escribió y reprodujo una gran cantidad de piezas teatrales, Así logró alcanzar, en algunas de ellas, un éxito rotundo. Como las piezas tituladas “El Bello Ideal”, “Abel” o “El Pescador Americano”, “El Amor y el Oro” y “La Estrella del Perú”.

El poeta nació el 4 de diciembre de 1830 en el distrito de Lancones, Sullana Piura, Su padre llegó a ser primer mandatario del país entre los años de 1835 y 1836, muriendo muy joven fusilado en Arequipa. Su madre, Vicenta Ramírez Duarte, hija de Francisco Ramírez y Baldes, dueño de la hacienda La Solana ubicada en la referida provincia norteña

Felipe Santiago Salaverry conoció a Vicenta cuando actuaba como militar en la guerra contra la gran Colombia. Ellos se separaron en momentos que su hijo tenía pocos años de vida. Según algunos historiadores, el ex presidente separó a su vástago y lo hizo vivir con su madrastra, Juana Pérez Infanta. Al mismo tiempo que con su medio hermano del mismo nombre que su progenitor.

Con tan solo 6 años de edad, se quedó huérfano. Su padre fue fusilado en la ciudad de Arequipa en tiempos de Andrés de Santa Cruz, tras una sangrienta guerra. Su padre, estando en el postrero trance de su existencia, no se olvidó de él. Lo confió al amparo de su esposa doña Juana, tal como consta en el conmovedor testamento que escribió el 18 de febrero de 1835, horas antes de morir. 

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Una de sus obras de gran valor literario. 

CADETE

El pequeño Carlos Augusto viajó con sus familiares a Chile. Fue así como su personalidad empezó a formarse en la soledad de la tristeza y las penurias económicas. Apenas pudo cursar estudios elementales. Tras la caída de Santa Cruz, pudo retornar al Perú. A los 15 años ingresó como cadete en el batallón Yungay (1845) He aquí lector, la diminuta llave/Que guarda de mis joyas el tesoro/Privanme la molestia y el decoro/ De que yo te las muestre y las alabe/ Quizás tu lente escrutador, acabe/Por no hallar en mi cofre perlas ni oro/ Si tal descubres, por tu honor imploro/Que no lo digas a quien no lo sabe/ Si no hallas en mis versos poesía,/Ni estilo, ni metáforas brillantes,/Mis páginas arroja sin leerlas/ Que otro lector, acaso, encontraría/En los tiempos de imprenta-los diamantes,/Y en mis vacías páginas. Las perlas (Diamantes y Perlas)

Sus superiores lo trasladaron de guarnición en guarnición acaso por temer que destacara y siguiera los pasos de su célebre padre, convertido ya en una leyenda. Así fueron pasando los primeros años de su juventud, entre las alternativas de servicio y los pronunciamientos militares. Pero la rigurosa disciplina castrense no calzaba con su temperamento liberal. Le gustaba más la soledad y el estudio

Parece que, en aquellos años, se entregó a la lectura furtiva de Víctor Hugo y Heinrich Heine, naciendo así su decidida vocación por las letras. A los 20 años de edad, se casó con Mercedes Felices. Unión apresurada y como era de esperarse, resulto efímera y desdichada. Luego se dejó arrastrar por otra pasión amorosa. Esta vez por Ismena Torres, cuya familia se trasladó a Europa para alejarla de él y donde aquella se casó con quien le impusieron. El diario en prosa escrito por Salaverry para registrar las incidencias de su idilio con Ismena se convirtió después, transpuesto al verso, en su mejor obra: “Cartas a un Angel”

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Su padre: Felipe Santiago Salaverry

SECRETARIO

Ascendió a Teniente en 1853 y a Capitán dos años después. Su vocación poética se hizo pública de casualidad. Tenía un amigo poeta y militar como él, Trinidad Fernández, quien, al enterarse de la afición de Salaverry, intercedió para que sus versos aparecieron publicados en El Heraldo de Lima, en 1855. Salaverry los firmo con las iniciales de su nombre. Tenía entonces 25 años

Por esos tiempos, también estrenó sus primeros dramas que obtuvieron resonantes éxitos: “Arturo”, Atahualpa o la conquista del Perú, Abel o el Pescador Americano y El Bello Ideal, cada uno de ellos en cuatro actos y en verso. Yo sé que eres un ave fugitiva, /UN pez dorado que en las ondas juega, /Una nube del alva que desplega/Su miraje de rosa y me cautiva. /Sé que eres flor que la niñez cultiva/Y el hombre con sus lágrimas las riega/Sombre del porvenir que nunca llega, /Bella a los ojos y a la mano esquiva/Yo sé que eres la estrella de la tarde/Que ve el anciano entre celajes de oro, / Cual postrera ilusión de su alma, bella/ Y aunque tu luz para mis ojos no arde, /Engáñame ¡oh mentira! Yo te adoro/ Ave o pez, sombra o flor, nube o estrella (Poema a la Esperanza)

Tenía ya el grado de Sargento Mayor cuando inició su participación en la política peruana como Secretario del entonces Coronel Mariano Ignacio Prado, durante la revolución que éste inicio en Arequipa contra el gobierno de Juan Antonio Pezet a propósito del incidente con España (1865). Poco después luchó en el Combate del Callao contra la flota española. Luego secundó la resolución encabezada por el Coronel José Balta contra la dictadura en 1867.

 Carlos Augusto Salaverry y su acercamiento a la corriente ...

Un verso incomparable.

VIAJES

Con la ascensión al poder de Balta fue incorporado al Servicio Diplomático como secretario de legación y, de esa forma, recorrió Estados Unidos, Inglaterra, Francia e Italia. Antes ya había publicado la primera edición de su poemario “Diamantes y Perlas. En Europa editó la colección de poemas titulada Albores y Destellos, obra que incluye tres libros: el del título propiamente dicho, Diamantes y Perlas y Cartas a un Angel.

Su cargo diplomático en Paris fue suprimido cuando ascendió al poder el primer gobierno civil de Manuel Pardo. No le dieron oportunidad ni derecho al pasaje de retorno ni indemnización alguna. Durante seis años, sobrellevó una vida angustiosa en la capital de Francia. Llegó al extremo de pensar en el suicidio

Regresó al Perú, en 1878 envejecido y amargado, Entonces gobernaba, por segunda vez, Mariano Ignacio Prado. Pero al año siguiente estalló la Guerra con Chile y el poeta tuvo que luchar por la Patria. Producida la ocupación de Lima, se unió al gobierno de Francisco García Calderón, acompañándolo en sus gestiones pacifistas. Su carrera política acabó cuando García Calderón fue apresado por los invasores y deportado a Chile.

Salaverry, después de publicar el poema filosófico “Misterios de la Tumba” (1883) emprendió nuevamente viaje a Europa. Luego viajo intensamente por varias ciudades de Italia, Suiza y Alemania.  

Semanario Expresión

Un colegio que lleva su nombre como homenaje eminente.

CONSENSO

Culminada esta gira sintió los primeros síntomas de la parálisis que lo aquejó el resto de su vida que se fue apagando debido a la enfermedad. Finalmente, falleció el 9 de abril de 1891 en Paris, a los 60 años. Sus restos fueron repatriados en 1964. Ahora reposan en su tierra natal en el Cementerio San José de Sullana. Dios dijo al ave de los bosques canta, / el tierno cáliz de la flor, perfuma/ a la estrella, los mares abrillantan, /al sol invade en la azulada bruma/al ambiente suspira, al mar encanta/ con tus bellezas de argentada espuma /y a ti mujer para el odio nacida, / te ha dicho acaso Dios/ ¿ama y olvida (Poema Responde

Ciertamente existe un consenso entre los críticos peruanos para considerar a Salaverry como el mayor exponente lírico de la generación romántica. Su poesía ha sido estudiada por entendidos como Alberto Ureta que es, dicho sea de paso, uno de sus principales ensalzadores. También han hecho lo mismo José de la Riva Agüero y Osma, Ventura García Calderón, Luis Alberto Sánchez y Augusto Tamayo Vargas. Ellos coincidentemente distinguen la dulzura melancólica de su alma apasionada, el elegante pesimismo de su actitud ante la vida y la emoción colorista que anima su intimidad desgarrada.

Salaverry destacó géneros diversos. Pero lo más valioso de su producción es su obra lírica. La misma que destaca por su musicalidad, su sensibilidad y fuerza sentimental. Especialmente, cuando expresa emociones sinceras que nacen de su espíritu interior. En su obra se nota la influencia de Gustavo Adolfo Becquer.

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Escobar: conocedor de su obra. 

ESCOBAR

Su poesía se reúne en cuatro libros: “Diamantes y Perlas”, de 1899, que se compone de sonetos diversos entre circunstanciales, amorosos y festivos. “Albores y Destellos” (1871), reúne la mayor parte de sus creaciones sobre temas políticos-sociales y los que tratan asuntos metafísicos como el de la muerte. Y “Cartas a un Angel” (1890) poemario con predominio del amor y el erotismo inspirados en Ismena Torres.  “Misterios de la Tumba” (1883), poesías de reflexión filosófica.

Sobre “Cartas a un Angel”, el crítico Alberto Escobar, que fue Profesor de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, dice los siguiente: “También debemos de tomarlo como un canto de dolor, a la ausencia, al pasado feliz, al sentido del tiempo. Perspectiva amatoria que Salaverry poseyó como pocos poetas peruanos. Ha sido en esos versos en los que su talento dio el futo menor.  De la anécdota personal asciende Salaverry al tema permanente del amor e incide así en un rasgo esencial del carácter humano

Salaverry, según afirman los tratadistas, escribió aproximadamente una veintena de piezas teatrales que fueron estrenadas en Lima y una en el Callao. De entre las que fueron impresas destacan: Atahualpa o la Conquista del Perú (1854), “Abel o el Pecador Americano” (1857), 2El Bello Ideal (1857), “El Amor y el Oro” (1861), “La Estrella del Perú (1862) y “El Pueblo y el Tirano” (1862). Venid a mi sonriendo y placenteras/visiones que en la infancia he idolatrado/¡oh recuerdo, mentiras del pasado/Oh esperanza, mentiras venideras/ Ya que huyen mis lozanas primaveras,/quiero ser por vosotras consolado,/en un mundo fantástico y poblado/de delirios, de sombras y quimeras./Mostradle horrible la verdad desnuda/a los que roben, de su ciencia ufanos,/a todo lo ideal su hermoso aliño;/pero apartadme de su estéril duda; /y aunque me cubra de cabellos canos/dejadme siempre el corazón de un niño. (Ilusiones).


Slaverry en un grabado de Evaristo San Cristobal

Muchas de estas obras teatrales alcanzaron rotundo éxito. Salaverry, después de Manuel Ascenso Segura, fue en su momento el más aplaudido autor teatral del Perú. Sin embargo, al pasar el tiempo, sus obras se han ido desvalorizando y hoy día, prácticamente todas, se hallan sumadas en el olvido.

Desde el punto de vista formal, el vate fue respetuoso de las normas clásicas. Sus sonetos son impecables en su estructura y nada tienen que envidiar a los de Luis de Góngora y Argote o los de Francisco de Quevedo. Sus odas mismas nos recuerdan una gallarda y bella inspiración. Poeta de los buenos, poeta para recordar siempre. (Edgardo de Noriega)

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