La gobernabilidad, en su máxima expresión, es lo que necesita el país, a partir del 28 de
Julio que se nos viene dentro de poco y que marcará el inicio del gobierno de Pedro Pablo Kuczynski: el ganador
indiscutible de las elecciones presidenciales del 2016.
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Lo que se requiere, puntualmente, es la colaboración
decidida y expresa de las fuerzas políticas existentes que asumirán, desde esa fecha hasta el 2021,
el poder soberano que le ha conferido el pueblo. Desde los fujimoristas agrupados en Fuerza Popular, que evidentemente
tienen peso específico, hasta los
representantes del Frente Amplio que lidera Veronika Mendoza, con menos representación, pero con influencia determinada.
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Es decir, la derecha y la izquierda del
espectro político, entre otras agrupaciones de distinto pensamiento como: El
Apra, el Partido Popular Cristiano (PPC), Acción Popular, Alianza para el
Progreso y otras. Unos cuentan con parlamentarios. Otros no. Pero si darán a conocer sus pareceres políticos.
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También, los movimientos
regionales y los independientes de diverso pelaje quienes expresarán, en menor
medida, representatividad al interior
del Congreso de la República que está por instalarse oficialmente y en el que el fujimorismo cuenta con la mayoría, 73 escaños.
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En la unión y la colaboración está la clave del desenvolvimiento
político del futuro que implica, por donde se le vea, el desarrollo y progreso
del Perú. Nada más y nada menos que
el bienestar de todos los peruanos, quienes requieren mejorar continua y
efectivamente.
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La tarea que se requiere como prioritaria se torna, definitivamente, muy dificultosa
porque cada organización guarda agua en el molino de sus conveniencias. Primero están ellos, después el Perú. Salvo
que demuestren lo contrario. Hasta ahora no lo han hecho.
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Sin embargo y vale la pena
decirlo, no es mucho lo que separa ideológica y programáticamente a Fuerza Popular y Peruanos por el Kambio.
Ambos partidos pregonan la economía social de mercado, tratan de ubicarse al
centro de las preferencias políticas y propugnan transformaciones similares y
parecidas en el aparato del estado.
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Si hay posiciones distintas
podría llegarse, con facilidad, a acuerdos de consenso que darían lugar,evidentemente, a la convocatoria para gobernar. Aunque del dicho al hecho hay mucho trecho, cuando el poder está de por
medio. Esto es lo que complica las cosas.
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Mas allá de los insultos, ataques
y puyas lanzadas en la campaña electoral, lo que marca la diferencia es un hecho
innegable de consecuencia concreta. Keiko
volvería a intentar ser Presidenta de la República el 2021. Sus ojos están
en ese futuro, cuyo plazo se cumplirá después de cinco años. Entonces, a ella no le conviene apoyar al Ejecutivo. Si le
favorece, enteramente, una actitud de oposición. En la intensidad está la diferencia
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Sin embargo, mucho más difícil es que se entienda la izquierda con Peruanos por el
Kambio. Los separa, por completo, pareceres, pensares e ideología. No es lo
mismo conversar para pactar con Veronika Mendoza, que demuestra, algunas veces, cierta comprensión que con otros sectores
representativos de su frente.
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Estos últimos grupos radicalizados son cuadrados de
pensamiento y obcecados por naturaleza. Como el cura Marco Arana, a quien no le place, de ninguna manera, las
inversiones mineras tan necesarias para el desarrollo.
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Lo mismo pasa con Manuel Dammert Ego Aguirre, el hombre
de los sueños de opio sobre el gas e igual con la inefable, Rocio Silva Santisteban, de peculiares conceptos sobre derechos
humanos para el lado de sus simpatías y no para todos los peruanos. Hablar con Gregorio Santos, y su grupo de maoístas
desbordantes y desbordados, es perder el tiempo porque nada se conseguirá.
Ellos son, realmente, intratables. La escoria de la política
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Obvio es que no se va a solucionar, al corto plazo, una posición de
entendimiento. Ni tampoco se vislumbra, por ejemplo, un primer gabinete
multipartidario de amplio consenso. Lo
que si se ve es la preocupación de PPK de formar gobierno, con gentes de
capacidad que merezcan respeto y posteriormente efectividad. El esfuerzo, evidentemente, implica contar con personas transparentes e idóneas.
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Lo que trascendió es que a los
ministerios irán personas de compromiso
y seriedad. Con las ganas enteras de colaborar a favor del país. El propio
Presidente electo ha señalado que ya
tiene Premier, aunque no ha dado a conocer su nombre.
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En efecto, Kuczynski ha señalado que será un
hombre joven, trabajador, eficiente y gordito. Muchos han dicho que se
trata de su colaborador, ex-viceministro y posteriormente Ministro de Economía, Fernando Zavala Lombardi, quien tiene
un alto cargo en el complejo cervecero privado existente en el país. Si es así, la pregunta cae por madura ¿Contentará a la ciudadanía?
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También se comenta que el Primer
Vicepresidente electo, Martín Vizcarra
Cornejo, iría al sector Transportes o a otro que tenga que ver con obras.
Mientras que Gino Costa al
dificil y controvertido Ministerio del
Interior.
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Al único que ha confirmado PPK, como Ministro de Economía y
Finanzas, es a Alfredo Thorne, que posee
una brillante hoja de vida profesional con gran experiencia en estas lides. Lo que se esta dando, con esto último, es
tranquilidad y confianza al empresariado y los inversionistas.
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Ello ha implicado las dudas singulares en
contra sobre tal designacion de Veronika Mendoza y el aplauso de su compañero de formula
presidencial, el economista Alan Fairlie,
quien ha asegurado que, por donde se le vea, es una buena decisión.
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La izquierda no se pone de acuerdo. Los mal pensados dicen que juega
a dos cachetes. Ahora bien, lo cierto es que la población desea, a como de lugar, un gabinete
acertadamente estructurado por el bien del país.
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Muy difícil que se concrete, en
el futuro, la unión civilizada de colaboración efectiva. Actualmente, vemos a las
claras que la candidata perdedora, Keiko
Fujimori Higuchi , aún no asimila su derrota y ni ha decidido saludar personalmente al futuro mandatario del Perú. Así se incumple el protocolo y los buenos modales. Por decir lo menos.
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Ello es explicable pero, de
ninguna manera, justificable. A la candidata de Fuerza Popular se le
quemó el pan en la puerta del horno: estuvo primera en las encuestas desde
que se inicio el proceso electoral, ganó la primera vuelta con el 39.8% de los
votos emitidos, seguida por PPK que acumuló el 21.1%. El tercer lugar lo
ocupó Mendoza sumando 18.8%. Esta última quedó eliminada.
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La tortilla se volteó en el
balotaje definitivo. El del segundo lugar, Kuczynski, pasó al primero y por pocos votos de diferencia, menos de 50 mil, se convirtió
en el mandatario de la nación para el periodo 2016-2021.
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Si nos atenemos a las encuestas
que por mandato de la ley dejaron de ser publicadas, a una semana de los
comicios, Keiko proseguía punteando la primera de las preferencias y lista para ganar, a más o menos siete puntos de diferencia, de su contrincante. Aproximadamente, un millón de votos de por medio
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Ella, seguramente, estuvo pensando
en conformar un gabinete ministerial con figuras de la talla de Elmer Cuba en el Ministerio de Economía,
no obstante la traición a su partido originario, Todos por el Perú (TPP) y ser
el responsable político del fenómeno Julio
Guzmán como aparición negativa inesperada, Jaime Yoshiyama, el
propio José Chlimper Ackerman y muchos otros más. Asesor de
Asesores, por supuesto, el convenido Hernando de Soto Polar. Todos ellos se convirtieron en perdederos.
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El ala dura de albertistas, Martha Chávez, Luisa Maria Cuculiza, Alejandro
Aguinaga y Carmen Lozada de Gamboa, listos para volver a las andanzas
publicas quizás en ministerios, embajadas y otros cargos de importancia. El reo
Alberto Kenya Fujimori Fujimori en
su casa libre, lejos de la Diroes, por decisión de alguna medida que por allí
se les ocurriría para favorecerlo indebidamente.
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Todo este castillo de ilusiones se les vino abajo a los fujimoristas y
hasta hora ni siquiera se reponen del gran mazazo que recibieron. Las puertas
del poder se le cerraron por completo y tienen que buscar otra oportunidad que,
efectivamente, dura años.
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Lo ocurrido también tiene su
explicación. Primero estuvo el buen
desempeño de Kuczynski en el último
debate presidencial dominical, a exactamente siete días de los comicios.
Segundo, el apoyo formal de la izquierda
como rechazo al fujimorismo.
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También influyó la marcha del NO a Keiko que se convirtió
en un SI a PPK, la radicalización del discurso antifujimorista de Kuczynski y
lo que, evidentemente, cambió los
resultados del triunfo que se podía venir fue la pésima actuación de Chlimpler, en burdas maniobras con los videos
que fueron a parar al programa “Las Cosas como Son” de Panamericana Televisión,
involucrando en malos y determinados manejos turbios a los periodistas Fernando Viaña y Hugo Guerra.
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El craso error sirvió para que la ciudadanía
recuerde, otra vez, la acusación de lavado
de activos contra el Congresista Joaquín Ramirez que había ejercido la Secretaria General de Fuerza
Popular. Cuando ello ocurrió, al principio, nada paso
en las encuestas. Esta segunda vez sí que disminuyeron los votos en las urnas.
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Tal hecho demoledor
llevó a muchos a pensar que el
fujimorismo de Keiko ni siquiera había cambiado y que ella usaba las mismas
armas sucias de su padre Alberto Kenya
Fujimori. La cosa se agravó cuando se le encontró a Vladimiro Montesinos un celular en su
celda ,ubicada en la Base Naval del Callao, como sinónimo de colaboración y asesoramientos a sus antiguos aliados. La suerte estaba echada en contra
de Fuerza Popular. (Noé)
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