Lo llamaban y apodaban, “el
zorro”, por su agudeza y sus rápidas reacciones. Un militar y político peruano
cuya vida se desenvolvió constantemente entre controversias de inestabilidad y
conspiraciones políticas en el país que por aquella época estaba realmente
convulsionado. Este hombre valiente y decidido de por si ocupó, brevemente, la
Presidencia de la República del Perú, encabezando una Junta Transitoria de
Gobierno, en el mes de marzo de 1931. Conflictivos, pero al mismo tiempo
decisivos años, fueron aquellos que comprometieron la tranquilidad de los
peruanos.
Gustavo
A Jiménez vivió entre 1896 y 1933.
Nacido en Cerro de Pasco y muerto en La Libertad por decisión propia del
suicidio, de acuerdo a versión oficial, habiéndose disparado en la sien con su revólver,
a la temprana edad de 47 años. En su convulsionada existencia tuvo tiempo para
sublevarse contra el gobierno de Luis
Miguel Sánchez Cerro y, proclamado en
Cajamarca, Jefe Supremo del Perú. Al toque lo apresaron y derrotaron.
Tras culminar su educación
secundaria en 1902, Jiménez pasó a estudiar a la Escuela Militar de Chorrillos,
de donde egresó como Alférez de Caballería seis años después. Ya con el grado
de Teniente Coronel se retiro del servicio al ocurrir el golpe de estado que
llevó a Augusto B. Leguía al poder en 1919.
Gustavo A. Jiménez: conspirador total.
Gustavo A. Jiménez: conspirador total.
DESTERRADO
Participó en diversas
conspiraciones contra el régimen, hasta que fue apresado y confinado en la isla
de Taquile del Lago Titicaca en Puno, permaneciendo allí diez meses. Luego pasó
desterrado a Bolivia.
Pero volvió clandestinamente al
Perú en 1924. Sorprendido en el Cuzco fue apresado y enviado a la isla de San
Lorenzo, frente al Callao. Puesto en libertad, el 27 de Noviembre de 1927,
permaneció en Lima y se vio obligado a realizar una serie de trabajos de todo
tipo y acción para sobrevivir como lo hizo
Tras producirse en Arequipa el
pronunciamiento militar del Comandante Sánchez Cerro, el 22 de Agosto de
1930, viajó a la blanca ciudad y le presentó su adhesión al caudillo. De
retorno a Lima, formó parte de la Junta Militar de Gobierno como Ministro de
Gobierno (hoy Interior)
La reorganización del órgano de
gobierno lo sacó del gabinete y fue así como lo nombraron jefe de las fuerzas
destinadas a sofocar un nuevo movimiento revolucionario iniciado en Arequipa,
en el mes de Febrero de 1931. Partió hacia el sur con nutrida y variada tropa, embarcada
en los buques de la Armada Rímac y Apurímac.
JUNTA
Sin embargo, retornó al Callao,
luego de enterarse de que Sánchez Cerro
había renunciado a la Presidencia el 1° de Marzo del mismo año. Al entrar a
Lima, encontró instalada una Junta Transitoria presidida por el Presidente de
la Corte Suprema Ricardo Leoncio Elías, a quien obligó a renunciar a su favor.
Acto seguido conformó otra Junta Transitoria presidida por el mismo. Era el 5
de Marzo de 1931.
Los revolucionarios de Arequipa
desacataron la Junta de Jiménez y obligaron a éste a transigir. Luego de dos
días de conversaciones, lo que se acordó es instalar en la capital una nueva
Junta Nacional de Gobierno, constituida con elementos representativos de las diferentes regiones
del país.
El nuevo organismo era presidido
por el apurimeño David Samanez Ocampo y con Jiménez como Ministro de Guerra. La misión de esta junta consistía en convocar a elecciones para
Presidente de la República y un Congreso Constituyente.
En tal sentido, Jiménez favoreció
la adopción del voto secreto y obligatorio, otorgando iguales garantías a los
partidos que disputaron las elecciones generales. En estos comicios
presidenciales triunfó Sánchez Cerro, sobre Víctor Raúl Haya de la Torre: el
líder de los apristas, quienes tacharon de fraudulento el proceso electoral.
Sánchez Cerro y su gabinete de 1931
Sánchez Cerro y su gabinete de 1931
AISLADO
Cuando Sánchez Cerro asumió la primera magistratura de la nación,
Jiménez paso a ejercer la oposición al régimen y se traslado a la ciudad sureña
de Arica, donde entró en tratos con los dirigentes apristas
Después de la revolución aprista
de Trujillo de 1932, en la que no intervino, reapareció en Cajamarca. Allí
emitió un pronunciamiento contra el gobierno y se proclamó Jefe Supremo Político y Militar de la
República..
Lo cierto es que Jiménez quedó
aislado en dicha ciudad y optó por marchar hacia la costa, rumbo a Trujillo
para extender el fervor revolucionario. Por entonces, el Perú se hallaba en
pleno conflicto internacional con Colombia. Por esta razón, los rebeldes fueron
considerados traidores a la patria
Falto de apoyo y con notoria
inferioridad de fuerzas, Jiménez se enfrentó a las tropas gobiernistas en la
ciudad liberteña de Paiján, donde fue derrotado por completo. Según la versión
de sus captores y corroborado por el protocolo de autopsia, el rebelde optó por
suicidarse disparándose un tiro en la cabeza y así evitó peores cosas.
De haber conservado la vida, de
todas maneras, hubiera sido fusilado, de
acuerdo a las leyes de emergencia vigentes por aquella época. Estos hechos
ocurrieron el 14 de Marzo de 1933. Menos
de un mes después, el Presidente Sánchez Cerro sería asesinado.
La opinión de Basadre vale.
La opinión de Basadre vale.
OPINION
Los amigos y partidarios que tuvo
Jiménez no se ocuparon de recordarle en un libro o con un folleto, según subraya
el renombrado investigador Jorge Basadre en su “Historia de la República del
Perú”. Específica el tacneño que el personaje no dejó familia poderosa. Ni hubo
alrededor de su figura, como ha ocurrida con otras, un clan, una camarilla, una
secta o un partido. Ni siquiera un amigo tenaz que se dedicara a honrar su
memoria.
El historiador va más allá y
sentencia, sin duda, que el militar ha quedado como uno de los personajes de la
Historia del Perú. No obstante, la imagen de ser un militar turbulento que
evidentemente suscita escasa simpatía, en algunos sectores de la población.
Pero al lado de esta temeraria
aventura, según Basadre, cuando enfrentaba un grave conflicto internacional,
Jiménez exhibe ante la historia su tenaz rebeldía contra Leguía en la que hay
valor cívico y pulcritud moral,
Su esfuerzo para darle al Perú el
primer Estatuto Electoral, limpio en más de 100 años de vida independiente con
un espíritu de sacrificio y una honradez acrisolada, es encomiable. Entonces,
también es obligatorio recordar a Jiménez como integrante de nuestro pasado,
con aportes efectivos. Vale la pena hacerlo.
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