jueves, 16 de noviembre de 2017

EL ZORRO JIMENEZ EN LA PRESIDENCIA

Lo llamaban y apodaban, “el zorro”, por su agudeza y sus rápidas reacciones. Un militar y político peruano cuya vida se desenvolvió constantemente entre controversias de inestabilidad y conspiraciones políticas en el país que por aquella época estaba realmente convulsionado. Este hombre valiente y decidido de por si ocupó, brevemente, la Presidencia de la República del Perú, encabezando una Junta Transitoria de Gobierno, en el mes de marzo de 1931. Conflictivos, pero al mismo tiempo decisivos años, fueron aquellos que comprometieron la tranquilidad de los peruanos.
 Gustavo A Jiménez  vivió entre 1896 y 1933. Nacido en Cerro de Pasco y muerto en La Libertad por decisión propia del suicidio, de acuerdo a versión oficial, habiéndose disparado en la sien con su revólver, a la temprana edad de 47 años. En su convulsionada existencia tuvo tiempo para sublevarse contra el gobierno  de Luis Miguel Sánchez Cerro y, proclamado en  Cajamarca, Jefe Supremo del Perú. Al toque lo apresaron y derrotaron.
Tras culminar su educación secundaria en 1902, Jiménez pasó a estudiar a la Escuela Militar de Chorrillos, de donde egresó como Alférez de Caballería seis años después. Ya con el grado de Teniente Coronel se retiro del servicio al ocurrir el golpe de estado que llevó a Augusto B. Leguía al poder en 1919.

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Gustavo A. Jiménez: conspirador total.

DESTERRADO
Participó en diversas conspiraciones contra el régimen, hasta que fue apresado y confinado en la isla de Taquile del Lago Titicaca en Puno, permaneciendo allí diez meses. Luego pasó desterrado a Bolivia.
Pero volvió clandestinamente al Perú en 1924. Sorprendido en el Cuzco fue apresado y enviado a la isla de San Lorenzo, frente al Callao. Puesto en libertad, el 27 de Noviembre de 1927, permaneció en Lima y se vio obligado a realizar una serie de trabajos de todo tipo y acción para sobrevivir como lo hizo
Tras producirse en Arequipa el pronunciamiento  militar del  Comandante Sánchez Cerro, el 22 de Agosto de 1930, viajó a la blanca ciudad y le presentó su adhesión al caudillo. De retorno a Lima, formó parte de la Junta Militar de Gobierno como Ministro de Gobierno (hoy Interior)
La reorganización del órgano de gobierno lo sacó del gabinete y fue así como lo nombraron jefe de las fuerzas destinadas a sofocar un nuevo movimiento revolucionario iniciado en Arequipa, en el mes de Febrero de 1931. Partió hacia el sur con nutrida y variada tropa, embarcada en los buques de la Armada Rímac y Apurímac.
JUNTA
Sin embargo, retornó al Callao, luego de  enterarse de que Sánchez Cerro había renunciado a la Presidencia el 1° de Marzo del mismo año. Al entrar a Lima, encontró instalada una Junta Transitoria presidida por el Presidente de la Corte Suprema Ricardo Leoncio Elías, a quien obligó a renunciar a su favor. Acto seguido conformó otra Junta Transitoria presidida por el mismo. Era el 5 de Marzo de 1931.
Los revolucionarios de Arequipa desacataron la Junta de Jiménez y obligaron a éste a transigir. Luego de dos días de conversaciones, lo que se acordó es instalar en la capital una nueva Junta Nacional de Gobierno, constituida con elementos  representativos de las diferentes regiones del país.
El nuevo organismo era presidido por el apurimeño David Samanez Ocampo y con Jiménez como Ministro de Guerra.  La misión de esta junta  consistía en convocar a elecciones para Presidente de la República y un Congreso Constituyente.
En tal sentido, Jiménez favoreció la adopción del voto secreto y obligatorio, otorgando iguales garantías a los partidos que disputaron las elecciones generales. En estos comicios presidenciales triunfó Sánchez Cerro, sobre Víctor Raúl Haya de la Torre: el líder de los apristas, quienes tacharon de fraudulento el proceso electoral.


Sánchez Cerro y su gabinete de 1931

AISLADO
Cuando Sánchez Cerro  asumió la primera magistratura de la nación, Jiménez paso a ejercer la oposición al régimen y se traslado a la ciudad sureña de Arica, donde entró en tratos con los dirigentes apristas
Después de la revolución aprista de Trujillo de 1932, en la que no intervino, reapareció en Cajamarca. Allí emitió un pronunciamiento contra el gobierno y se  proclamó Jefe Supremo Político y Militar de la República..
Lo cierto es que Jiménez quedó aislado en dicha ciudad y optó por marchar hacia la costa, rumbo a Trujillo para extender el fervor revolucionario. Por entonces, el Perú se hallaba en pleno conflicto internacional con Colombia. Por esta razón, los rebeldes fueron considerados traidores a la patria
Falto de apoyo y con notoria inferioridad de fuerzas, Jiménez se enfrentó a las tropas gobiernistas en la ciudad liberteña de Paiján, donde fue derrotado por completo. Según la versión de sus captores y corroborado por el protocolo de autopsia, el rebelde optó por suicidarse disparándose un tiro en la cabeza y así evitó peores cosas.
De haber conservado la vida, de todas maneras,  hubiera sido fusilado, de acuerdo a las leyes de emergencia vigentes por aquella época. Estos hechos ocurrieron el  14 de Marzo de 1933. Menos de un mes después, el Presidente Sánchez Cerro sería asesinado.

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La opinión de Basadre vale.
OPINION
Los amigos y partidarios que tuvo Jiménez no se ocuparon de recordarle en un libro o con un folleto, según subraya el renombrado investigador Jorge Basadre en su “Historia de la República del Perú”. Específica el tacneño que el personaje no dejó familia poderosa. Ni hubo alrededor de su figura, como ha ocurrida con otras, un clan, una camarilla, una secta o un partido. Ni siquiera un amigo tenaz que se dedicara a honrar su memoria.
El historiador va más allá y sentencia, sin duda, que el militar ha quedado como uno de los personajes de la Historia del Perú. No obstante, la imagen de ser un militar turbulento que evidentemente suscita escasa simpatía, en algunos sectores de la población.
Pero al lado de esta temeraria aventura, según Basadre, cuando enfrentaba un grave conflicto internacional, Jiménez exhibe ante la historia su tenaz rebeldía contra Leguía en la que hay valor cívico y pulcritud moral,
Su esfuerzo para darle al Perú el primer Estatuto Electoral, limpio en más de 100 años de vida independiente con un espíritu de sacrificio y una honradez acrisolada, es encomiable. Entonces, también es obligatorio recordar a Jiménez como integrante de nuestro pasado, con aportes efectivos. Vale la pena hacerlo.

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