¡La guerra! Es la obsesión. La escuchamos comentar en el café, el
tranvía, en las corridas. Los mismos hombres morenos y oliváceos que se
desgañitan en la plaza de toros por Joselito y Belmonte, los que llegaron a las
manos, según los climas y las épocas, celebrando a la Virgen del Pilar o a
Pastoras Imperio, resucitan, por alemanes o aliados, la pasión del viejo pueblo
insurrecto. Hay dos escuelas, por supuesto. El Liberal o El Imparcial impugnan
a Alemania cortésmente.
Pero el Correo Español, el órgano
jaimista, es decir, catolicismo y absolutismo a estaca y látigo, hace vocear
cada tarde una derrota de Francia, imaginaria o cierta, con indecente alegría
de enterrador.
Están cerca ya de la clara
metrópoli. Una bomba puede abrir forados en ese muro del Louvre donde sonríe el
San Juan y el celeste jinete que pintara Mantegna, aguarda, pensativo, en la
gracia del día.
La granada que cayera hace poco
junto a la calle de Richeliu, pudo hacer polvo incunables y manuscritos historiados.
¡Qué alegría! Pero hay algo mejor para los católicos del Correo Español. Esos
morteros descritos con regocijo ardiente, esos morteros que os derriban a una
Lovaina en un cuarto de hora.
REVISTA
Aquí empezáis a no comprender
exactamente ¿No era Lovaina la Salamanca de los novicios? Recordáis un centro
de catolicismo inteligente y una revista muy bien hecha por cierto, la
Neoescolástica, dirigida por el cardenal Mercier, que acaba de ser papábile. Sí,
pero Lovaina opuso resistencia a que los germanos transitaran a Francia la
corrompida.
La lógica de la pasión es así.
Tan triste, tan absurda como la frase del Bossuet socialista, San Juarés Pico
de Oro que exclamaba al morir, si no mienten los cronistas. “El país de Lutero
no puede asociarse al jesuitismo austriaco para combatir a la tierra de la
razón y del libre examen”.
¡A, la admirable, la desmesurada
raza de ideólogos! En la frase de Jaurés yo veo resumida la flaqueza y la
gloria de Francia. Un siglo entero ha trabajado para la Razón, pensando que el
mundo se arrodillaba ante Minerva.
Los secuaces de Hervé irán en
último término a la guerra, con un ejército que vilipendiaron y anularon pero
en el asombro de Juarés moribundo se repite el espanto doloroso de Renán o de
Taine.
La Catedral de Santiago de Compostela
La Catedral de Santiago de Compostela
QUERER…
Supusieron que no era ya posible la iniquidad de la guerra y
no quisieron precaverla. Como implantó la libertad, Francia quiso organizar el
desarme, asegurar la paz mundial, reemplazar para siempre ese rumor de cuartel por
un afán sólo cívico, la ciudad operante, la usina en marcha, el bordoneo feliz
de las vendimias y las trillas, la epopeya urbana y pastoral que ha cantado
Verhaeren.
Y en el chauvinismo francés si
quedaba algunas veces una rezagada nostalgia de Napoleón, había sobre todo
vanidad herida que Alemania, con buena voluntad, hubiera disipado enteramente. Pero ésta seguía
opuesto rumbo.
Hubo también una Alemania
generosa que dio hospedaje en Weimar a
toda audacia intelectual, a toda lírica insurrección burguesa o byroniana, puso
el oído a los cipreses de Italia y a los olivos de Grecia, bajo el cetro de
Goethe.
Weimar pareció un singular Olimpo
sin rencillas, poblado de pensativas divinidades. Cuando Madame de Steal fue como agente viajera de la filosofía hasta
Berlín, trajo en su célebre Alemania el rumor de las discusiones de los
filósofos, no siempre serenas ni cordiales.
Más se apuntaba al cielo el
telescopio metafísico, se indagaba la realidad del mundo sensible y en
Koewnisberg, al medio día, un hombrecito con paraguas iba rumiando las bases de
una moral imperativa y luterana. En el pensamiento y las costumbres quedaba la
pureza de la Reforma.
Una pintura de expresión religiosa.
Una pintura de expresión religiosa.
BAILE
Ya el abuelo Krupp, sin embargo,
fundara una pequeña fábrica de armas. El “filisteo de gorro de lana que nos
describe. Heine bebía sólo cerveza
pacíficamente, pero se le podía inculcar imperialismo.
NIetzche iba hallar en torno suyo
al instinto rutinario del rebaño, el gregarismo enemigo del hombre grande y la
idea nueva, que ahorcaría a todo Zarathustra. Vio desde su montaña,
estratégicamente, que con esa masa obscura y torpe se podía hacer todo, hasta
preparar el advenimiento del Superhombre.
Ya lo ha había previsto Renán en
sus diálogos filosóficos con una ironía amarga de vencido. Francia, el país de
la razón, no podía llegar nunca al completo y eficaz< servilismo que aquel
imaginaba en un futuro terrible.
Más práctico, el Emperador vio
que podía obtener otra cosa con su rebaño: los mejores falsificadores del mundo
y un puente de muertos-¿no dijo Nietzche que el hombre es sólo un puente de futuro
a presente-para llegar a París quizás mas lejos.
¡Ah! Por esta ruta donde el rebaño está
adquiriendo las siluetas macabras que pintabaDurero, llegará un triste
Superhombre de mostacho engomado, un Superhombre comediante qwue lee con
delicia-el mismo lo confiesa- a Jorge Ohnet.
Proclamación del Imperio Alemán.
Proclamación del Imperio Alemán.
SERVILISMO
A la Alemania sentimental, se
habrá sustituido definitivamente otra Alemania en que domine la mentalidad del
kronprinz. Y ya sabemos cuáles ideas y sentimientos engendras el mecánico
servilismo del cuartel
Pero habrá triunfado ésta, ¿comprendeís?, habrá triunfado.
El triunfador siempre tiene la razón. Ya no será el maestro de escuela el que
ganó, como decían el 70, sino la casa Krupp. Buena parte del rebaño habrá
quedado pudriéndose en las zanjas del camino: pero estará probado lo que no
necesitaba demostración. Primero guerrear y después filosofar.
No importan laboratorios sino
arsenales. Del progreso que abajo humea en la usina se está riendo un teniente
de Zeppelin, con explosivos en la mano. El caso que nimbaba la frente armónica
en Minerva comprime ahora una cabeza testaruda y bovina.
Tal vez el Correo Español tiene
razón. Olvidándose de redimir el mundo, Francia debió sólo fabricar hijos y
cañones. No era bastante esa distraída y desganada elaboración de un ejército
creado sólo por temor a un ataque brusco, sino organizar el cuartel unánime,
premiar con titulo y medalla la brutalidad más guerrera.
LARGA VIDA
Y en vez de estar repitiendo a
los pueblos que cada cual podrá exigir panes y peces en el banquete de la gleba
redimida, debió inculcarles religión y servidumbre, lanzarlos sin motivo, por deporte, como Napoleón, a la
conquista, en nombre de ese terrible Jehová que no ha muerto ¡no, caramba! Si
no tiene por lo visto larga vida y
admiradores devotos.
La historia- decía Ernesto Renán-
es un escándalo permanente. Madrid 1914. (Editado,
resumido y condensado del libro “Obras Escogidas de Ventura García Calderón”, destacado intelectual peruano que, con sus estudios, rescata
los orígenes culturales de este país. Nació por un azar patriótico en Paris,
retornó al Perú donde estudió. Posteriormente volvió a Francia en 1905 salvo
cortos intervalos por aquí, Rio de Janeiro y Bruselas hasta 1959 en que murió,
siempre habitante de la ciudad luz)
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