martes, 25 de julio de 2017

AUGURIOS PARA PASADO MAÑANA

Era, después de cenar, en un salón francés. Mujeres guapas, hombres feos que enseñan ciencias graves. Se discutía sobre la guerra, naturalmente. ¡Un año aún, dos años?. “Hasta acabar con ellos”, decía con adorable ferocidad una gentilísima que era “madrina” de soldados. Todos hablábamos de cañones y de obuses con la elocuente incompetencia que nos distingue a los paisanos. Observé que los arcos de Reims y los “pasteles de La Tour preocupaban casi tanto como el avance hacia el Rin.
¡Raza de artistas, en verdad! Se habló del advenimiento de una Francia regenerada y expurgada que se pudiera consagrar al Corazón de Jesús, como el Ecuador. Dos madamas anunciaron severamente, para después de la guerra, la abolición del lujo y la crisis hugonota de la sonrisa. Entonces un anciano maestro que profesa elegantemente en la Sorbona, volvió a nosotros los ojos claros para decirnos.
-¡Dios mío, padecemos una epidemia de moralismo!. Hombres implacables nos prometen que Francia está en camino de redimirse y Maurice Donnay aseguraba hace poco que muestras mujeres serían modelos de virtud, mañana. Aunque  el entienda de frivolidades mejor que nadie por haber confesado a tan galantes parisienses  antaño, me atrevo a asegurar que se equivoca.
La suma de virtud y de vicio continuará siendo la misma y tal vez es bueno que sea así. Estos urgentes reaccionarios me recuerdan un apólogo antiguo. Cuando el telescopio era una novedad-cuenta un ingenioso autor del siglo XVIII- un fraile y una dama contemplaban la luna hinchada y próxima en el vidrio.
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Ventura Garcia Calderón: el autor de la nota.


SOMBRAS
“Si no me engaño-dijo la señora- vislumbro allí dos sombras que se juntan, sin duda dos enamorados”. “Oh no -replicó el fraile- esas sombras sólo son campanarios de catedral”. Temo que nuestros virtuosos escritores vean siempre el futuro como el fraile del cuento…
El presente por lo menos los está desmintiendo cada día. Nuestras ambulancias, nuestros hospitales, son a la vez el compendio de las más santas abnegaciones de mujer y los mejores salones de flirt
Personas bien informadas me aseguran que aquellos soldados que practican asiáticos vicios, los coloniales, los “civilizados” de la novela de Claude Farrére, se están batiendo como grognards de Napoleón.
Acabo de leer en los periódicos la carta de un apache de París conmovedora, admirable. Los  joyeux, los delincuentes de ayer. Los antiguos galeotes de Cayena, se sacrifican tan ardiente y maravillosamente como el católico Peguy. 
SALVACION
No hablemos, pues, de babilonias redimidas, no digamos que la guerra nos purifica. El santo y el bandido continuarán ejerciendo su santidad y su truhanería. No pretendamos hacer de la humanidad una Tebaida.
Por lo demás, nada nos valiera en este instante haber sido un pueblo morigerado. “El dios de los ejércitos-observaba un filósofo ironista. Apoya siempre a quien tiene mejor artillería”… Y ved cómo lo que parecía un vicio nuestro, es precisamente lo que puede salvarnos.
Merced a nuestra frivolidad tan censurada, a nuestra invencible sonrisa, ganaremos. Si es cierto que la victoria corresponde a quien soporta un cuarto de hora más, nos la dará esta legendaria ligereza de Francia a la que sólo falta mejor nombre para ser alabada como virtud cardinal en el mundo
Muchos no supieron  recordar  con que despectiva serenidad entregaba su cuello al verdugo cualquier marquesita de Versalles, ayer empolvada y casquivana…Morir cuando se ha conocido la vida muelle y regalada de París, parece más difícil, en  verdad, que marcharse de la Tebaida al Paraíso.

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Paris, la capital europea que prefirió García Calderón.

DICHO
Alcibíades que era una especie de dAnunzio más jovial, decía, cuando le elogiaban el valor de los espartanos: “Por qué va a sorprendernos? Tan infeliz vida llevan que deben tener prisa de morir”. Pero los que no sintieron esta premura, los que estuvieron sólo avezados a la pagana fiesta y al ferviente rito de la mujer, don hoy su vida con descarada  elegancia. Y este es el milagro francés  el de Marne, el de Carency, el de todos los días.
Concertadme estas razones. No las sabe concertar siempre el mundo. ¿Qué le haremos? Nos perjudicaron el champaña y las novelas adulterinas. Era el primero el símbolo de una inconstante exuberancia que se exhala en burbujas. Eran las segundas… ya conocen ustedes el error de nuestra franqueza sin  reticencias.
 Aquí vinieron los solteros del universo a hallar pareja. “Aquel París” decían los adolescentes afiebrados, leyendo clandestinamente novelas parisienses… editadas, como todos saben en Berlín por la sencilla razón que la imprenta era más barata.
“¡Aquella Citeres”! Y el mundo nos sentenció a desdén perpetuo, comprando caros nuestros pretendidos vicios, sin embargo…Y he aquí que la actual energía francesa asombra a todo el mundo…

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Alcibíades.

FRANQUEZA
Pero los moralistas de aquende y allende continúan. Todo lo explican porque la Francia se regenera. Hasta el día que nos decidamos a disociar ideas y repetirnos que la franqueza en el amor no excluyó temeridad en la muerte.
“Aún aquellos  de entre nosotros cuya vida no fue ejemplar, han adquirido, al morir por la patria, el derecho de ser juzgados sólo por este finj”, decía el viejo Tucídides. Y ¿no es cierto que tenemos parecido con los griegos?
Hemos vivido  y viviremos huyendo de tiranías: Monarca, Iglesia o Moral, nos da lo mismo. Y cada vez que sea preciso, sabremos también morir con un bello gesto”. Cayó un instante el maestro y, como temiera haber fatigado, sonrió:
¡Un pueblo incorregible, amigos míos, el menos cuerdo de los pueblos! Elevaremos todavía estatuas a Napoleón, más nunca erigiremos, como nuestros amigos los holandeses, un monumento al pescador que descubrió la manera de salar el arenque… Paris 1915. (Editado, resumido y condensado del libro “Obras Escogidas de Ventura García Calderón”, destacado intelectual peruano que, con sus estudios, rescata los orígenes culturales de este país. Nació por un azar patriótico en Paris, retornó al Perú donde estudió. Posteriormente volvió a Francia en 1905 salvo cortos intervalos por aquí, Rio de Janeiro y Bruselas hasta 1959 en que murió, siempre habitante de la ciudad luz)

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