Daniel Choi, un militar homosexual expulsado por aceptar su opción de género, volverá a integrar las Fuerzas Armadas Norteamericanas, según lo anunció el Pentágono en comunicado oficial.
"Esto significa mucho para mí, no solo porque podré continuar sirviendo para el Ejército sino porque ahora tengo una fe renovada en parte de nuestro Gobierno, en la que está del lado de la Constitución y de la gente", dijo a la cadena de televisión New York One el militar, Daniel Choi.
Tras conocer la decisión del Pentágono, Choi se alistó nuevamente en las filas de la marina estadounidense en el centro de reclutamiento militar ubicado en la popular plaza de Times Square, en Manhattan.
Hasta ahora estaba prohibido por una ley de 1993 que el Ejército aceptase entre sus filas a personas que se declarasen abiertamente homosexuales, pero esa norma fue declarada inconstitucional en un reciente fallo judicial.
Sin embargo, la juez federal Virginia Phillips, que en septiembre concluyó que la ley conocida como "Don"t Ask, Don"t Tell" ("no preguntes, no digas") viola la Primera y la Quinta Enmienda de la Constitución, ordenó la semana pasada al Ejército de Estados Unidos que dejase de aplicar esa norma.
Tal hecho ocurrido hace unos cuantos días y que definitivamente llama la atención de por si sirve, sobre todo, para poner en discusión con amplitud y desapasionamiento, el tema de la homosexualidad que existe como una realidad que hay que afrontar, sin exclusiones ni prejuicios de ninguna clase.
Lo cierto es que hace más de 40 años ellos, a través de sus organizaciones representativas, recurrieron a las Naciones Unidas-nada menos- para obtener el reconocimiento de sus derechos civiles y legales. Sugerían en aquella lejana oportunidad que dichos derechos deben ser asegurados, de acuerdo a la legislación de cada país.
Muy poco es lo que consiguieron y hasta hoy en día, el problema de la homosexualidad aùn no ha podido ser resuelto. En cuanto a sus orígenes, hay tantas posiciones y de todo tipo. Por ejemplo, la Academia de Medicina de Nueva York, por los años 70, hablaba de que “el tercer sexo era una enfermedad mental”.
Otros especialistas, de diferentes organizaciones prestigiadas, le negaron todo valor a tal aseveración, aduciendo que no había respaldo científico. Hubo profesionales que lo catalogaron como un problema enteramente social.
Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, atribuyó la homosexualidad a extrañas sensaciones de origen no resuelto. Sostenía que generalmente eran seres huérfanos o hijos de padres débiles de carácter. O de madres muy dominantes e incomprensivas. Hasta se especuló que factores genéticos de constitución, pueden contribuir a la homosexualidad.
El problema es que existe en todas partes del mundo el rechazo directo, escondido o vedado. Pero se mantiene vigente. Entonces, los homosexuales claman, con razón porque son parte de la humanidad, por el reconocimiento de sus derechos.
En Estados Unidos existen más de cuatro millones de homosexuales, con poca cabida en la sociedad. Muchos de ellos viven marginados, con temores y muchas veces se les persigue. Lo mismo pasa en otros lugares del orbe. Aunque en algunos países se les ha reconocido algo e inclusive se les ha permitido el matrimonio, con sus respectivos deberes y obligaciones.
Ellos desean un cambio radical en el concepto mismo de su condición. Es decir, que su sexo sea legalmente reconocido para poder conducirse en cualquier sitio, conforme a sus inclinaciones. Por eso es que luchan en evitar la discriminación para abrir la puerta de logros, con un justo desarrollo económico.
Piden que se establezca servicio de ayuda y establecer un régimen de educación dirigido al mejor entendimiento y conocimiento de la homosexualidad así como la creación de clínicas para su asistencia.
Para ellos, lo primordial es la renovación de las leyes concernientes a los actos sexuales entre adultos y se consideran seres de iguales condiciones que los demás con derecho a trabajar, divertirse, conseguir una determinada posición económica y encontrar el amor y la felicidad.
Dicen que hablan de matrimonio, adopción de niños, seguridad en el trabajo y educación como una manera de demostrar que desean una vida ajustada a una conducta sexual que se reconozca como normal.
Explican como realidad que hay discriminación sobre todo porque las actividades homosexuales son repulsivas para los heterosexuales y viceversa. Pero que no se puede-de ninguna manera- aplicar cualquier tipo de sanciones porque se estaría pensando no en una época actual, sino medioeval.
Asimismo, exponen que en muchas actividades se desempeñan con gran éxito y prestan buenos servicios a la sociedad. Por eso mismo-añaden- quieren vivir con la tranquilidad de los demás.
Según los juristas, los homosexuales pueden conseguir sus derechos ya sea a través de una reforma de las actuales leyes que tendrán que ser hechas con un espíritu de amplitud total y de cambio de paradigmas.
Mientras tanto, los homosexuales americanos vienen adquiriendo una fuerza incontrolable en diferentes campos. Por ejemplo, en la Universidad de Columbia se les ha reconocido como organización y tienen facilidades para estudiar las profesiones que elijan. Un paso importante a favor de ellos.
En varios estados del país del norte circulan periódicos, revistas e informaciones radiales, televisivas y de internet especialmente dirigidos a ellos con la finalidad de defender sus derechos sociales. El problema esta ahí y la inclusión, para muchos, es una necesidad determinante, aunque la comprensión todavía es dificultosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario